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Crónicas de Deresla: El Origen

Escena 1 (Elemmire): Primavera

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04/06/2011, 12:12
Hanna Eväste
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      Cuando se giró bruscamente, sobresaltada por el inesperado ruido, Astrid no se encontró con Karl... Pero tampoco se cumplieron las peores expectativas posibles. Quien la había estado siguiendo, sin duda alguna desde el mismo salón donde había comido, era una pequeña criatura de cabello rojizo que la contemplaba con ojos llorosos.

      Hanna se abalanzó sobre su hermana antes de que esta pudiese reaccionar, abrazándose a su pecho con fuerza, como si temiese que pudiera desaparecer en cualquier instante. La humedad que pronto pudo sentir en el vestido y las bruscas convulsiones del pequeño cuerpecito le revelaron una inesperada sorpresa... Hanna estaba llorando, y, al parecer, tratando de contenerlo. La pequeña repetía algo una y otra vez, como un mantra, aunque entre los sollozos, las convulsiones y que tenía el rostro pegado a su pecho, Astrid no lograba entender qué era lo que estaba diciendo.

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04/06/2011, 12:49
Astrid Eväste
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Cuando pude ver que no era Karl sino Hanna, ya era demasiado tarde para cualquier movimiento.

Hanna se abrazó a mi y apenas entendía lo que decía, sólo notaba que la humedad en mi pecho iba aumentando asique la aparté un poco de mi para poder verla mejor.

La sujetaba la cara con las manos, dulcemente

Mi pequeña hermanita dije sonriendo y acariciándola tiernamente la cara, limpiándola las lágrimas que caían por sus mejillas

Vaya susto me has dado pequeña, no llores dije mientras la arrastraba a la piedra donde me había sentado e intentaba cogerla entre mis piernas y mis brazos para tranquilizarla un poco

¿Qué te ocurre preciosa? si sigues llorando tu hermosa carita se volverá roja como tu pelo dije sonriéndola mientras la miraba a los ojos y la abrazaba tiernamente

Además, no entiendo qué estas diciendo, venga, cálmate intenté decir estas palabras de la forma más cariñosa que sabía, del mismo modo que hacía mi madre conmigo cuando era pequeña y me quería consolar respira hondo pequeña

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04/06/2011, 22:00
Hanna Eväste
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      Las palabras de Astrid y la ternura con que las pronunció calmaron a la pequeña, que aflojó ligeramente los dedos que le estaba clavando con fuerza en la espalda. Las dos hermanas se miraron unos instantes a los ojos, y finalmente Hanna bajó los ojos y repitió entre dientes las palabras que antes Astrid no había logrado entender.

No quiero que te vallas... - su expresión era de absoluta desolación, aunque cuando volvió a alzar la mirada, sus ojos vidriosos por las lágrimas fueron volviéndose poco a poco más alegres conforme hablaba - Te echaré mucho de menos... y... y... ¡Llévame contigo! ¡Tú estuviste como pupila con los Rothgar, seguro que a padre no le importará! Y... y... yo podría casarme con Sigfried*, y... estaríamos siempre juntas...

      Conforme exponía a toda velocidad su plan, quedó claro que llevaba bastante tiempo dándole vueltas, pero no se había atrevido a expresar sus sentimientos con anterioridad, y sin duda le había seguido hasta el bosque por miedo a alguna reprimenda.

Notas de juego

*Sigfried Rothgar, el hermano menor de Styrbjorn, es miembro de la Guardia Teutógena y, por tanto, no se puede casar.

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06/06/2011, 12:34
Astrid Eväste
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Mis ojos se abrieron como platos al ver que Hanna había pensado con mucha rapidez todo lo que había dicho, y sobre todo, el plan era ingenioso

Pero cariño, no puedo llevarte conmigo aunque quisiera dije quitándola un mechón de pelo y guardándoselo detrás de la oreja Yo tampoco estoy muy convencida de querer irme, pero tengo que hacerlo y tu debes quedarte aquí, ¿quién cuidará a Karl de las garras de alguna arpía si no somos nosotras? sonriéndola con una mirada tierna

Además Sigfried no puede casarse cielo, habría sido una buena solución sino fuese  miembro de la Guardia Teutógena asentí

Dejé pasar un par de segundos antes de continuar, para que asimilase mis palabras además,vendré todas las veces que pueda y tu podrás ir a verme, puedes decirle a padre que quieres cambiar de aires y que te gustaría venirte unos días con tu hermanita puse la mejor sonrisa que pude, aunque yo también quería que se viniese y besé su frente en señal de ternura

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11/06/2011, 13:02
Hanna Eväste
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Karl no necesita que nadie le proteja de ninguna arpía, es más, un día tendré que empujarle en brazos de alguna como siga así, con su espada como único amor.

      Hanna se frotó los ojos para secárselos, y dedicó a su hermana una tímida sonrisa, entre divertida por lo que acababa de decir, y agradecida por el cariño mostrado por Astrid. Sus palabras eran bastante ciertas... Karl era una persona encantadora, pero malgastaba todos sus encantos en la espada, la familia y los amigos, las mujeres no se contaban entre sus aficiones, y las pocas veces que su padre había tratado de casarle había mostrado un interés tan escaso que su padre terminó desistiendo y decidiendo esperar.

Perdóname... - en este momento, sus rostro se puso completamente del color de la grana - se que debía controlar estas emociones, sé que no puedo ir contigo, pero... Te echaré mucho de menos. ¿Me dejas pasear contigo?

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11/06/2011, 13:09
Director
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      Las dos hermanas pasaron la tarde juntas, paseando y charlando. Astrid se sorprendió viendo algo en lo que no había reparado antes, y era en cómo su hermanita estaba madurando... Su timidez y su carácter retraído habían dificultado que se diese cuenta antes, pero ahora podía apreciarlo sin lugar a dudas: la pequeña ya sabía mucho sobre la política y los "secretos" de los adultos, había aprendido a escuchar a hurtadillas y a interpretar con bastante corrección casi todo lo que se decía... Y había desarrollado sus propios intereses y curiosidad por los hombres, aunque en estos seguía mostrándose muy ingenua y muy influenciada por sus lecturas sobre héroes y caballeros... No obstante, después de todo eso, el comentario sobre arrojar a Karl en manos de alguna arpía ya no sonaba tan inocente.

      Cuando se acercaba la puesta de sol, las dos hermanas regresaron juntas al castillo, donde tuvieron que volver a asearse y vestirse de gala. Para la cena, la familia debería abandonar su fortaleza y pasear por la principal calle de la ciudad hasta la gran explanada donde se habían preparado una inmensa cantidad de mesas rodeando una gran hoguera, y un toldo que cubría la mesa principal, donde se sentarían el señor y su familia para compartir la alegría del festival con su pueblo. Era costumbre que, por las calles, varias jovencitas y niños aguardasen en tejados y ventanas para arrojar flores al paso de la familia, y fuera de las murallas harían un pasillo los adultos. En cualquier momento, cada miembro de la familia podría escoger a un ciudadano, que sería agraciado compartiendo la mesa de sus señores y sus viandas. Esta última no era una tradición de toda Deresla, sino una idea de Erik, que esperaba ganarse así el amor de sus gentes (con bastante éxito).

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15/06/2011, 12:45
Astrid Eväste
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La conversación con mi hermana me gratificó, me sentía querida por su parte y sabía que aunque era una niña y había hecho algunas travesuras, iba a echarla de menos.

El paseo fue verdaderamente agradable, sobre todo cuando salió a reluzir la anécdota de las muñecas que nos había hecho la Tata; eran unas muñecas hechas de tela con una gran cabeza a las que yo verdaderamente tenía mucho cariño.

Un día, Hanna entró en mi habitación y vio las cabezas redonditas de las muñecas, asique tiró de ellas para poder jugar a las "canicas" con ellas.

Al fin y al cabo, como dijo Karl, están mucho mejor así

La tarde terminó con una preciosa puesta de sol; volvimos al castillo y escogí uno de los vestidos más bonitos a mi parecer, de tonos azules y largo hasta los pies, sujeto por dos broches de plata en los hombros, de los cuales caían dos telas semitrasparentes que se anudaban en las muñecas.

Paseamos por las calles como era costumbre de mi padre para escoger una de las personas del pueblo para que pudiese sentarse a nuestro lado.

Me acerqué a Karl mientras íbamos andando y le comenté

Ten cuidado con la pequeña Hanna dije mientras sonreía y el agarraba del brazo está bastante crecidita para lo que creemos puse una sonrisita pícara creo que está decidida a entregarte a los brazos de alguna arpía con tal de que dejes las armas por algún tiempo esperé a ver la reacción de Karl para seguir contándole

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15/06/2011, 20:26
Karl Eväste
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¿En serio? ¿Eso te ha dicho? Pues tendré que adelantarme.

      Con una encantadora sonrisa, Karl se soltó del brazo de Astrid y dirigió una rápida mirada a la multitud. Se notaba que tenía la vista acostumbrada a estudiar los rostros entre multitudes, pues tardó apenas unos segundos en encontrar a la joven más bella, y se apartó de la comitiva para tenderle el brazo de forma seductora. La joven, completamente colorada, siguió al heredero dando saltitos... ¿Quién habría osado rechazar una invitación del apuesto y rico hijo del señor? Probablemente, esa muchacha se sentiría la mujer más dichosa de la región, y todas las que la viesen esta noche se morirían de envidia...

      De vuelta junto a su hermana, Karl le guiñó un ojo y se limitó a decirle dos palabras, antes de comenzar a conversar con su nueva acompañante.

Tu también debes escoger a alguien, hermanita.

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16/06/2011, 09:11
Astrid Eväste
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Una carcajada salió de mis labios después de escuchar a Karl y escoger a su chica, bastante apuesta.

Miré de reojo a Hanna, y cuando la vi mirar hacia mi lado, la guiñé un ojo y moví la cabeza señalando a Karl

Iba observando a las gentes desde la fila de la comitiva hasta que un chico joven, apuesto, de más o menos la misma edad que yo; tenía un olor dulce, pues empapó mis fosas nasales con él

Buenas tardes dije mientras me ponía delante de él con la sonrisa más bonita que sabía poner ¿Querrá concederme el gusto de acompañarme? le pregunté mientras extendía mi mano para que la agarrase

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19/09/2011, 19:12
Director
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      La noche brilló con las luces de velas y hogueras, con los bailes tradicionales y llena con la música típica de la zona. La alegría y jovialidad eran las reinas en una noche consagrada al revivir de la tierra, y en ella los protagonistas eran los jovenes... y en el centro de todo ello se encontraban Astrid y Karl.

      Sus respectivos acompañantes, al principio confusos, timidos y casi temerosos, no tardaron en soltarse y arrastrar a los hijos de su señor al centro de la fiesta, para bailar junto a ellos alrededor de la gran hoguera. La mayoría de los señores habrían castigado una acción semejante con el látigo, en vez de eso, Erik se levantó y sacó a su esposa a bailar, y pronto ambos cambiaron parejas también con sus gentes, campesinos, mercaderes, sacerdotes... en esta noche, todos eran iguales, y Astrid supo que así era en realidad a los ojos de los dioses, y se sintió llena de dicha por la educación que sus padres le habían dado, y comprendió por qué, sin proceder de una antigua familia, su padre era tan amado y respetado en la región.