Partida Rol por web

Atrás habían quedado los finos ropajes y las armaduras ceremoniales de las cenas y festejos cortesanos. Ahora había llegado el momento de las armas de verdad.

Ser Barristan miró a su enemigo, el norteño Eddar Stark, tratando de medir sus fortalezas. Era bien sabido que en el Norte no se seguía le riguroso y metódico entrenamiento propio de las tierras más "civilizadas" de los Siete Reinos. Pero por lo contrario los hombres de esa tierra dura y desapacible eran famosos por su violencia y arrojo.

Y por si fuera poco el Stark blandía un enorme espadón de acero valyrio que bien podría cortar a través de su armadura como si fuera de papel. Los expertos ojos del anciano caballero midieron a su adversario tratando de encontrar un punto por donde lanzar un rápido ataque y acabar con el combate antes de que este pudiera emplear a fondo tan terrible arma.

Comienzo la contienda contra quien seguramente es quien en más torneo a participado de todos, no solamente de los convocados sino de Westeros.

Avanzo hacía el dudando de si hay alguna ceremonia previa, en las justas recuerdo que los heraldos señalaban cuando comenzar, pero hace décadas que asistí a aquel fatídico torneo y no son esos detalles los que recuerdo. Las caras de Lyanna y Elia en aquel momento sí.

No me saluda e imitándolo no lo hago. No sería lógico desear un buen día a aquel con quien vas a luchar.

Evidentemente es Ser Barristan quien actúa en primer lugar.

Ser Barristan observa a su oponente. Más joven, seguramente sus musculos y huesos no gruñen en las mañanas. No se levantará por la noche presa de un desasosiego que no puede si no provenir del hecho de saber que el próximo invierno será el último. No, Eddar Stark no conoce aun la tristeza de ver los años apagar las fuerzas de la juventud y la madurez. De ver como los amigos de antaño mueren y como solo los recuerdos y fantasmas acompañan a un anciano en el largo otoño.

Pero Lord Eddar Stark tampoco tiene decadas de experiencia, en victorias y en derrotas. No combatió a los crueles Fuegoscuro, no rescató sin ayuda a un rey, no hizo caer a la Hermandad del Bosque Real. La juventud y la fuerza no valen nada contra la experiencia.

Como salido de las canciones el caballero blanco se lanza al ataque. Sin fintas, sin ambages, plantando los pies en el suelo toma impulso y sale disparado rebasando las defensas del Stark poniendo todo su empeño y experiencia en guiar la punta de su hoja entre las defensas de su oponente. Como una centella la punta de acero vuela hacia el Stark.

Antes de que pueda ser consciente de ello Ser Barristan pasa de ser una figura inmóvil ha descargar una serie de fuertes golpes que apenas puedo acertar a cubrirme de ellos. Finalmente soy demasiado lento en levantar la espada por enésima vez y un terrible golpe sobre la protección del hombro me deja el brazo derecho completamente paralizado.

Dejo caer la espada al suelo sin haber sido capaz de lanzar ni un ataque. – Me rindo Ser Barristan, soy mucho mejor guerrero que yo. Cuando lo consideréis adecuado pasaros a ver a mi mayordomo que os hará efectivo el rescate.

Ser Barristan tendió la mano al norteño para ayudarle a levantarse.

La suerte de las armas no os ha acompañado hoy Lord Stark. Quizás en otra ocasión. Asiente a la oferta de rescate, buenas maneras y buenos haceres propios de las costumbres de la caballería. Con placer os permitiré rescatar vuestras armas y armaduras. Los venados que pagueis no temais, irán destinados a proveer de dote a muchachas de vida descarriada que busquen enmendarse. Lanzó una mirada de soslayo al palco donde el rey hincaba el diente a un muslo de pavo. Bien sabeis que no faltan de estas en Desembarco del Rey.

Acepto su mano mientras sigo su mirada susurrándole. – Doblar esos venados sin decirle el verdadero motivo a mi mayordomo. Indicarle que era una apuesta, me siento responsable de habérselo conseguido.

No puedo evitar un gesto de dolor. Y solamente los Antiguos Dioses saben cuánto.

Me retiro hacía mi pabellón ansiando que me saquen la armadura. Sino tienen que mandar llamar un armero.