Partida Rol por web

Tras haber derrotado al señor del Norte ahora era el turno de enfrentarse a aquel quien llamaban "la Vibora". Realmente Ser Barristan habría preferido enfrentarse a otro de los caballeros presentes. Había algo en el de Dorne que lo intranquilizaba, las lejanas tierras del sur producían claramente hombres extraños llenos de dobleces y golpes escondidos. Estaba seguro que el sureño buscaría sorprenderlo con la mortal rapidez y golpes inesperados de la bestia que le daba el nombre.

Así pues debía variar la estrategia que utilizara contra Lord Eddar. Antes de salir de nuevo a la palestra cambió sus armas y escudo por otros más apropiados para enfrentarse al nuevo adversario. Si este iba a vencerle en agilidad y rapidez Ser Barristan iba a oponer firmeza y resistencia inquebrantable.

Al bajar el visor saludó a su rival. Que los Siete os guarden Príncipe Oberyn y que nuestro combate sea un memorable ejemplo de caballería.

Oberyn esta vez si que tenía un oponente de carne y hueso, aunque con Ser Barristan había más hueso que carne, pues la edad le había pasado factura y lo que antaño había sido el más grande guerrero de los siete reinos ahora era un anciano enfundado en una armadura que le costaba mover. No obstante, el príncipe de Dorne sabía que la experiencia era un grado y si se confiaba acabaría besando el suelo a los pies del caballero. 

De nuevo con su típico ritual, colocó una de sus lanzas clavada en el suelo cerca suya por si perdiera la que ahora empuña a para luego bajarse la visera del casco y confrontar a un enemigo que se había asegurado de enfundarse el material más pesado que había encontrado esperando que los golpes de Oberyn no tras pasasen aquella férrea defensa.

- No soy un caballero como vos. - Respondió la víbora. - Pero me cobijaré en vuestro honor para ofreceros la lucha que deseáis. 

El comandante de la guardia real siempre había cumplido con su deber, así que el dorniense quería hacer efectiva su victoria de la manera más honorable posible, por respeto a lo que había sido aquel hombre que ahora se paraba ante él. 

Oberyn encaró al veterano guardia y oprtó por apuntar a su vejez, puesto que pensaba que en un combate directo perdería ante la experiencia del lord comandante. Arremetió contra él con la intención de tumbarle para luego poder golpearle a placer. Con suerte lograría tumbar al débil anciano y su pesada armadura sumado a la debilidad de su cuerpo le impediría luchar con toda la experiencia de sus largos años le había dado. 

El rapido movimiento de la Vibora cogió por sorpresa al acorazado Barristan. El sureño se lanzó, de forma poco caballerosa pero muy acorde con su caracácter, no a golpearle si no a tratar de hacerle caer. Con un gruñido de sorpresa y dolor cuando sus huesos dieron con el suelo Ser Barristán cayó bajo el empujón de la Víbora.

Habiendo logrado derribar a Ser Barristan, el príncipe de Dorne no dudó en insertar su lanza en su víctima aprovechando su ventaja y evitando la armadura cual serpiente que evita los árboles. El golpe se sintió poco profundo, pero al menos había logrado dar el primer golpe a un enemigo de reconocida reputación en el combate.

Ahora le tocaría encajar el golpe en respuesta, por lo que intentó interponer su escudo entre el brazo del guerrero y el suyo propio. 

Con dificultades Ser Barristan se puso en pie. El movimiento de la Vibora lo había pillado por sorpresa y bien podría haberle costado el combate en el primer envite.  Ahora había llegado el momento de tratar de igualar el duelo. Hizo girar el rompecabezas haciendo silbar en el aire la peligrosa bola de acero y pinchos. 

Aun así el agil Oberyn logró esquivar,  por los pelos, el golpe con un hábil paso.

Oberyn consiguió para el golpe con su escudo y fue cuando volvió con su misma intención, derribarlo y asestar le otro lanzazo. La táctica desató abucheos entre el público al considerar aquellas estratagemas como fullerías, pero el príncipe quería demostrar que él podría derrotar al guerrero más famoso de poniente haciendo uso de sus habilidades peculiares. 

De nuevo la Vibora volvió a hacer burla de la caballería y se rebajó a tretas más propias de los lupanares y tabernas que seguramente debía frequentar. Envió al anciano al suelo de un cobarde empujón para atacarlo de nuevo abusando de la superioridad de posición.

Pero de nuevo entre las aclamaciones del público se levantó Ser Barristan dispuesto a darle un mazazo. Pero agotado por la justa y desdorientado por tanto empujón volvió a fallar.

El príncipe de Dorne seguía con la rastrera estrategia que estaba siendo efectiva contra su rival y aunque no exenta de comentarios pendencieros, aquel duelo que se esperaba glorioso se había convertido en una especie de pelea sin reglas más digna de una escaramuza en el campo de batalla que de un estadio. 

Ser Barristan volvió a ser derribado entre abucheos. La noble contienda convertida en un asunto patibulario o una pelea de borrachos. Por un momento estuvo tentado de abandonar, de dejar para la Vibora una derrota teñida de deshonor. Pero dudaba que a quien era famoso en todo Poniente por su poco apego a la caballería eso le importase en lo más mínimo.

Por otro lado agotado por la justa y por los revolcones Ser Barristan parecía incapaz de acertar al esquivo Dorniense.

El príncipe seguía incansable su pelea tabernaria con el guardia real y pese a que esperaba que su contrincante se rindiera para acabar el combate con cierta dignidad, no lo hizo, así que siguió con su estrategia de derribo y ataque deseando que todos los lanzazos recibidos por Ser Barristan acabaran debilitandole para poder alzarse campeón. 

Harto de tan ridicula pantomina cuando Oberyn volvió a empujarle el anciano ser Barristan levantó la mano izquierda indicando su voluntad de conceder la contienda a la Víbora.

Disfrutad como solo vos podríais de esta victoria Víbora. A buen seguro se hablará de como la habeis obtenido y será un nuevo remache en vuestro honor. Dijo con voz cansada el anciano caballero mientras se disponía a retirarse.

El príncipe sureño se sorprendió de que Ser Barristan se rindiese ante su sucia estrategia pero no iba a dejar ir al anciano con su honor intacto. 

- Supongo que acostumbrais a rendiros fácilmente a pesar de vuestra fama. No me extraña que el anterior rey al que servisteis cayera ante el que ahora ostenta el trono siendo vos uno de sus mejores soldados. - Intentó incitar al caballero. - ¿Honor? ¿Es de eso de lo que habláis? Sería mejor hablar del deber. El honor no protegerá el mundo de vuestros enemigos. 

No añadió nada más ya que tampoco quería hacer más sangre sobre alguien que de haber sido más joven, habría acabado con él en un momento. Sólo quiso dejar en evidencia su ridículo concepto de la caballería que había abocado a la muerte a cientos de jóvenes y talentosos soldados.

Finalmente el ganador de aquel encuentro recogió su equipo y volvió a las gradas a mostrar su altanera actitud mientras mostraba una sonrisa de superioridad deseando ver todos los eventos que aquel día estaban ocurriendo.