Partida Rol por web

No había dormido muy bien en las pocas horas que tuvimos después de la cena. Me había tirado todo el tiempo pensando en qué le habría ocurrido a Lord Renly, además de pensar en el torneo que empezaba al día siguiente. Con los primeros rayos de sol, me levanté de la cama. Me vestí y me lavé, y fui a desayunar al gran salón, aunque sin mucho apetito. Alguno de mis contrincantes ya estaban también allí. Comí algo frugal y volví a mi tienda. Mi escudero ya tenía preparado a mi caballo y me ayudó a enfundarme la armadura. Con el primer aviso de las trompetas, se indicaba que los adversarios debían de ir acercándose al campo de justas. Cogí las riendas de mi caballo y fui para allí, seguido de mi escudero que portaba mis útiles de batalla.

Al llegar vi que en las gradas que habían dispuesto se concentraba toda la gente noble que acompañaba siempre al rey Robert allí a donde fuera. Gerifaltes y poderosos señores... y no tan poderosos, que buscaban una oportunidad de conseguir el favor del rey. El aire era fresco y las gotas de rocío se podían ver por todas partes, goteando y mojando las tiendas de campaña. Me dirigí a mi sitio y empecé a calentar un poco. Todo el público gritaba y apoyaba a Ser Jaime o a Ser Loras, que eran los más populares. Yo solo me llevé algunas miradas de asombro o las chanzas de los hombres.

Estaba montada en mi caballo, enfundada en mi armadura, con el escudo bien agarrado con el brazo izquierdo. Mi caballo piafaba nervioso. Era mi primer torneo y mi rival era ni más ni menos que el Matarreyes. Mi paje me tendió la lanza de caballería, la cuál cogí diestramente con mi mano derecha. Azucé al caballo y me lancé en un trote tranquilo para calentar, dando varias vueltas al campo de justas. Los reyes acababan de llegar y estaban expectantes porque comenzaran las justas. El rey bebía, más que comía, en el estrado. El juez me indicó que me colocara en mi lugar.

Al sonar las trompetas, salí disparada hacia mi rival. Cuando cogí velocidad, apunté la lanza hacia el pecho de Ser Jaime y apreté con mucha fuerza el arma. Mi estocada falló por muy poco...

La algarabía de las justas era lo que reconfortaba inmensamente el corazón de Ser Jaime Lannister, a paso seguro y con la rienda  de su hermoso destrero blanco con crines rubios en su mano derecha cualquiera diría que aquel impresionante equino era sin duda posesión Lannister. Al pasar frente al rey Robert y Cersei sentados en el palco real de aquellas gradas Jaime realiza una breve reverencia sosteniéndole siempre la mirada a la reina, con una media sonrisa levanta la mano saludando a la multitud quién le devuelve el saludo a viva voz de manera alegre y festiva. Después de la presentación se dirige a la línea de salida donde los colores Lannister ondean apacibles pigmentando las banderas de su tienda.

Su escudero termina los últimos ajustes del reluciente peto el cuál porta el esplendido león rampante emblema de su noble linaje, Jaime se ajusta el yelmo con la visera levantada y monta sobre Argento amarrando las cintas de cuero de su escudo al brazo, luego solicita la lanza mientras que hace andar a trote perfilado a su caballo hacia la línea de salida.

Levanta la lanza en señal de saludo al palco real, baja la visera para protegerse el rostro y apunta hacia su oponente, el noble corcel permanece atento a cualquier movimiento de su jinete.

La vasta experiencia de Ser Jaime Lannister en torneos y justas le hace sonreír confiado al notar leves movimientos de duda en su oponente Brienne de Tarth, en fracción de segundos los dos jinetes se encuentran en medio de la justa en tremenda carrera, el estruendo que produce el metal y la madera al estrellarse entre sí se confunde con el grito de asombro primero y luego una enorme ovación por parte del público presente para cuando Jaime Lannister levanta lo que le quedó de lanza sonriendo bajo la visera haciendo girar sobre sí mismo a Argento el cuál relincha algo nervioso por el anterior choque.

Estuve a punto de impactar al Matarreyes, pero fallé por muy poco. Sin embargo, él me impactó de lleno, haciéndome caer del caballo con un sonoro ruido de armadura. Me quedé en el suelo tumbada un rato, comprobando mentalmente los últimos instantes antes del brutal impacto; además de sentir si tenía algo roto o no. Al cabo de unos instantes, mi escudero vino corriendo y me quitó el yelmo despacio, con mucho cuidado, por si tuviera alguna lesión en la cabeza o en la espalda. Poco a poco intenté incorporarme con su ayuda. El griterío de la gente me mareaba y tuve que quedarme un rato más en el suelo.

Jaime Lannister hace girar a Argento en su eje para luego regresar a trote ligero hacia su línea de salida no sin antes levantar la visera de su yelmo y hacer una ligera caravana al palco real, en específico a Cercei Lannister.

Al llegar hasta donde se encuentra Brienne detiene a su destrero y señala a su oponente caído con la lanza rota para saber si podrá continuar o definitivamente Jaime puede anotarse otra victoria más a su récord de justas a caballo.

-Lady de Tarth, ¿Se encuentra dispuesta a morder el polvo nuevamente?...-

Poco a poco se me fue pasando el mareo y pude identificar entre el griterío la voz de mi adversario.

Lady de Tarth, ¿se encuentra dispuesta a morder el polvo nuevamente?

Me fui incorporando lentamente, ayudada por mi escudero, hasta que conseguí ponerme de pie. Andé unos pasos y vi que no tenía nada roto, aunque de seguro me saldrían hematomas por todo el cuerpo a la noche. Necesitar´´ia un bao caliente y ungüentos para relajarme y contener algo el dolor.

-"Me temo que he perdido ante vos, ser Jaime. Es el justo vencedor del duelo, enhorabuena. Me retiro a mi tienda y puede mandar a alguien a buscar mi armadura cuando desee, la tendré preparada."

Sin más comentarios, enfilé con gran dolor y pesar el camino hacia mi tienda. Sabía que la justa no era mi fuerte y que encima tenía delante a uno de los mejores guerreros de Poniente, pero no pensé caer tan fácilmente y a las primeras de cambio. Me serviría de experiencia para el futuro.