Ax torció el gesto al ver a su amigo a la defensiva.
—No me refería al cieno. Ahí luchaste valientemente y casi das tu vida. No bromearía con eso—entonces ensachó la sonrisa mucho más—. Sino a cuando te pilló el trasgo de la puerta. Ese chof fue... ¡Uuuuuugh!
La norteña hizo un gesto entre asco y escalofriante, para después romper a reír. ¿Qué habría sido de Bruz el No-Tuerto y su amigo Gruz?
Los aventureros continuaron con la cena charlando animadamente, riendo y contando batallitas. Cuando los tres espectadores de teatro terminaron de comer, todos juntos abandonaron El Portal Bostezante para dirigirse al edificio que pronto sería su nuevo hogar. La vida a veces estaba llena de maravillosas carambolas (que no caracolas).