Partida Rol por web

El Liceo: Escuela de Superhéroes

Capítulo 6: De Cero a Héroe

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18/02/2018, 12:52
Alberto

La propuesta de Sara hizo que Alberto esbozase una sonrisa. Su rostro pareció incluso iluminarse.

- ¡Claro! - respondió animadamente. Aquello es algo que haría Faro.

Le dio la mano a Sara y se despidió de sus amigos. Entonces, casi arrastrando a Sara, los sacó del corrillo de personas que había a su alrededor. Al alejarse del grupo, la alicantina pudo notar cómo el ánimo general decayó un poco. La mera presencia de Faro podía condicionar cómo las personas se comportaban a un nivel muy básico. Su poder no parecía tener ninguna aplicación ofensiva, pero resultaba igualmente maravilloso. Un don divino.

Mientras andaban por la sala, Sara se fijó en que Alberto solo tenía ojos para ella.

- ¿Ya ha hablado Hécate contigo? - le preguntó, curioso, mientras cruzaban la sala.

Sara y Alberto juntos atraían incluso más miradas, pero aun así nadie se acercó a interrumpirlos.

- La profesora ya te tenía en el punto de mira desde hacía bastante, pero yo te recomendé - confesó, arqueando una ceja y haciéndose el interesante -. Estoy seguro de que podrás dominar tu hechizo.

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18/02/2018, 13:07
Rudy Vergara

Inspiré profundamente. Así que ese era el fin. No me pillaba por sorpresa, había tenido una semana para hacerme a la idea. Pero no era menos duro.

-Han sido unos meses alucinantes a tu lado. -dije con la voz cortada, pero con una sonrisa.

Me sequé las lágrimas. Por un momento me quedé parado, sin saber que hacer. Torpemente, di un paso adelante y le di un abrazo a Natalia.

La echaría de menos mucho de menos. Natalia fue muy importante durante los meses en los que estuvimos juntos. Entrenábamos juntos, jugábamos a videojuegos, estudiábamos. Me apoyó en los momentos difíciles. La recordaría. Había sido mi primera novia, mi primera vez.

-Gracias, Eureka. Gracias por todo.

Me alejé de ella y busqué rápidamente a Diana. Fui corriendo hacia ella y la abracé fuertemente. 

-Sí, al final se acabó todo. -le dije apoyándome en su hombro.

Pero no lloraba. Tenía una sensación agridulce. Nuestra relación había terminado, pero no me sentía como si fuese el final de algo. Estaba contento por lo que había vivido.

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18/02/2018, 18:11
Daniel D´aeth
Sólo para el director

A medida que iba transcurriendo la conversación, Juno iba recorriendo un camino que Daniel no alcanzaba a comprender. Sí que agradeció saber de dónde provenían sus dones únicos - desconocía otros métodos que no fueran herencia o adquisición accidental, como Rudy - y la existencia de tótems u objetos mágicos abría un increíble universo de posibilidades. Pero lo que no entendía era qué tenía que ver con ellos y su combate.

Entonces explicó la capacidad que tenía para percibir lo que se podría definir como el aroma espiritual de alguien y en el estómago del inglés empezó a formarse un nudo. Lentamente, como si supiera lo que había rondado la mente de Daniel, empezó a arrojar luz sobre sus mayores temores y se los estaba mostrando a la cara. ¿Algo oscuro en mí? ¿Violento?

¿Maligno?

Inconscientemente, dio un paso hacia atrás y tragó saliva. Juno estaba empezando a sollozar y supo que debía abrazarla. Le habían enseñado que eso era lo correcto, mostrar comprensión y apoyo. Entonces, ¿por qué tenía miedo de hacerla daño? A su mente, como flashes, acudieron las imágenes que había visto de su combate. Cómo sus ojos se habían tornado negros como la brea y recordó la sensación casi asfixiante que le inundó, pidiéndole hacer daño a Juno. Más aún. Quería hacerla sufrir. Matarla.

Una película de sudor empezó a cubrir su frente y el inglés se apresuró a retirársela con el dorso de la mano. ¿Por qué hacía tanto calor en ese lugar?

Noelia... yo —titubeó, usando su nombre real para intentar acercarse más a ella. Extendió su mano lentamente para posarla sobre su brazo. Confortarla. Que sintiera su calor.

Otro flash. El rostro ensangrentado de Juno, ya no la alumna, la bestia, ante sus ojos. Su cuerpo inconsciente ante él. 

Lo siento —deteniendo su mano a medio camino. No podía más. Salió de allí. 

Necesitaba aire.

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19/02/2018, 13:41
Aitor Zumalacárregui

─A tu padre nada menos que un atlante bien plantado o un Hulk le hubiera parecido poco para su hijita ─bromeó el joven a su novia─ Se preocupa, eso es bueno ─añadió más serio.

Y era verdad, aunque cualquier obsesión es enfermiza y puede generar frustraciones e infelicidad, por ejemplo restringiendo la libertad de Marina y agobiandola por el exceso de protección.

─Aunque me temo que no ve el intelecto a la altura de los músculos. De haberlo sabido hubiera traído el traje de músculos artificiales ─comentó medio en serio medio en broma.

Un guerrero atlante, nada menos. Resultaba muy curioso que él si pudiera haber acabado con una humana de tierra adentro y su hija, en principio, no.

─Mis padres son gente sencilla, incluso mi madre, que era abogada de alto standing que se retiró para poder cuidar adecuadamente de mi hermana y de mi (los niños superdotados necesitan muchas atenciones y estímulos, lo que con nosotros se convirtió en un agotador trabajo a tiempo completo). Esto ─hizo un ademán con la mano que englobaba metafóricamente a todo el Liceo─ les viene grande. Nos quieren y se han desvivido por nosotros, pero éste no es su mundo, es algo bastante más fuerte que una simple brecha generacional...

Cuando uno se paraba a pensarlo, con todo el tema super-heroico, de alienígenas, robots y demás, cosas tales como la brecha generacional que tanto obsesionó a la humanidad más avanzada a partir de principios del siglo XX, cuando la técnica comenzó a avanzar a pasos agigantados, dejaban de tener trascendencia. O la aparición de los mutantes, que tanto revuelo levantaron que casi solventaron por sí solos la discriminación racial previa. Curioso que ambos temas, en realidad, se ligaran en el tema en curso (poderes, héroes y la hija de un mutante ─dos, en realidad, puesto que el intelecto de Aitor tenía un origen genético─).

─Tu madre tiene carácter y además es muy considerada. En el País Vasco se estila el matriarcado, encajaría muy bien allí. Por cierto, dijiste que era mutante, ¿qué poderes tiene?

Aitor se sirvió a su vez otro vaso de agua. Había tenido su época de "adicto" a estimulantes como la cafeína, pero cuando se desataron sus poderes prefirió dejarlos de lado para estabilizar sus ondas mentales y reducir así las posibilidades de desastre.

Luego llegó la confesión de Marina Aitor le devolvió la mirada con sentida candidez.

─No querría a ninguna otra a mi lado...

Tras estas simples palabras se escondía una profunda reflexión: aunque Marina se equivocaba en las razones para convertirse en heroína, el fin era correcto, su contribución podía ser portentosa y el genio vasco se sentía halagado y feliz. Si le hubiera explicado eso el momento romántico se hubiera ido al traste y ya habría tiempo más adelante para reflexionar más profundamente y para cultivar en la semi-atlante un sentimiento más puro por el deber y al responsabilidad de hacer el bien, independientemente de la pareja e incluso a pesar de ella. No obstante, egoísta mente, Aitor la quiería a su lado, y la quería feliz, porque ella le hacía ver la vida como nunca la había visto. Le multiplicaba la felicidad y esa sensación era tremendamente adictiva.

Notas de juego

Cuando quieras podemos volver con los demás.

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19/02/2018, 18:12
Sara Carrión

Estar cerca de Alberto era sumamente agradable y es que además era un encanto, tratando siempre de animar a los demás.

- Gracias por la recomendación. Ya tengo la esfera, sí. Me pondré a estudiarla pronto.

Sonrió a su chico, cogiéndolo del brazo y apoyando un momento la cabeza en su hombro. Era un momento hermoso aunque rondaba en ella el pensamiento de que tendría que confesarle la existencia de su hermana. Aunque no ahora, ya para más adelante. A sus amigos no le había importado para nada su presencia e imaginaba que a su novio tampoco.

- Vamos a hablar con el grupo cinco y luego nos podemos escapar, para besarnos.

Era otra de las cosas que le gustaba. Y lo que no... las miradas del resto de la gente le ponían un poco nerviosa. Claro que en su colegio en Alicante también había pasado algo parecido, pero ella normalmente había huído y aquí aunque había ganado algo de confianza lo seguía encontrando extraño. Aún así, volvió a sonreir a su novio.

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19/02/2018, 20:56
Narrador

Desde su posición “privilegiada”, Moussa siguió observando la fiesta mientras estudiaba en su tablet.

La conversación entre Daniel y Juno captó especialmente su atención, pues la muchacha se había tapado el rostro con las manos. El brusco aunque algo disimulado movimiento de sus hombros indicaba que estaba sollozando. ¿Le habría dicho Daniel algo para alterarla?

Su compañero de grupo extendió la mano, seguramente tratando de reconfortarla, pero se detuvo a medio camino.

Le dijo algo corto y, sin más, se fue. Salió de la cafetería por el lateral que daba al patio, al exterior.

Tras observar esto, también vio cómo Aitor, Marina, Rudy, Diana se reunían en el punto inicial desde el que el grupo se había dispersado. Junto a ellos apareció de pronto Rita, iba junto a Enzi y parecía bastante emocionada.

De pronto Rita lo vio entre la multitud y señaló en su dirección. El grupo avanzó por la sala hasta encontrarse con él. 

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19/02/2018, 20:56
Rita

Aitor, Marina, Diana y Rudy se encontraron junto a una de las mesas, el lugar desde donde el Grupo 4 se había dispersado inicialmente. No tuvieron mucho tiempo para hablar, porque de pronto Rita apareció junto a ellos.

- ¡Aquí están mis alumnos de primero favoritos! – exclamó mientras arrastraba de la mano a Enzi, que parecía acompañarla de mala gana -. ¡He traído refuerzos! – dijo alegremente mientras Enzi los saludaba levemente con la mano.

Rita los observó a todos, uno a uno.

- ¿Dónde están los demás? ¡Es hora de escaparnos de la fiesta para tener nuestra ceremonia especial! ¡Eh! ¡Mirad, ahí está Atajo!

El grupo avanzó, por virtud de la fuerza de convencimiento de Rita, hacia Moussa. Lo encontraron en un rincón, sentado en una silla con la tablet entre las manos.

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19/02/2018, 20:57
Rita

- ¡Parece que estamos casi todos! – exclamó Rita con su entusiasmo habitual -. ¡Pero nos faltan tres! Estigia, Salamandra, ¡y el joven sin nombre! ¿Tú sabes dónde están, Moussa?

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19/02/2018, 20:57
Narrador

Alberto mostró una amplia sonrisa cuando Sara sugirió que se escaparan de la fiesta para besarse. También se sonrojó.

- Me gusta la idea – admitió tras carraspear -. Venga, vamos a subir los ánimos de esos chavales.

El adolescente bien podría haber tenido la tentación de escaparse directamente con su novia, pero su sentido del deber le llevó a pasar primero por el Grupo 5.

Sara y Alberto se encontraron con el Grupo 5 en un rincón, justo donde Sara los había visto abatidos antes. Ahora, sin embargo, parecían algo más animados. Junto a ellos también estaba César, que estaba conversando con Fantasma. Pareció sorprenderse al verlos llegar.

- Ah, hola… - les saludó con escaso entusiasmo al verlos.

El piroquinético dedicó una mirada un tanto fría a Alberto, y luego miró a Sara.

- ¿Qué hacéis aquí? – preguntó de forma algo brusca.

Fantasma le dio un codazo por lo bajo a su amigo.

- He oído que los ánimos estaban un poco decaídos por aquí, hemos venido a ayudar un poco – respondió Alberto con aquella serenidad tan suya.

- Llegáis tarde – espetó César -. Daniel ya se ha encargado de eso.

Por alguna razón, Sara tenía la sensación de que a César no le caía bien Alberto.

Augurio se levantó para hablar en nombre del grupo.

- Nos ha dado algo en lo que pensar – les contó -. Hemos terminado en muy mala posición, pero eso solo significa que aún tenemos margen de mejora.

Sonrió levemente.

- ¡A ver qué le ha dicho ya! – gritó entonces Tramuntana.

Todos se giraron al oírla gritar. Tramuntana se había puesto de pie de pronto, y había comenzado a andar, alejándose del grupo.

A lo lejos vieron a Juno, tapándose el rostro con las manos y sollozando. Tramuntana cruzó la distancia que las separaba en un suspiro y abrazó con ternura a su compañera de equipo.

- Daniel estaba hablando con ella… - comentó César, sin comprender bien la situación.

No vieron a Daniel por ninguna parte, aunque al pasear su mirada por la cafetería vieron, en un rincón, a casi todo el Grupo 4.

Estaban Aitor, Marina, Diana, Rudy y Moussa. Junto a ellos estaban Rita y Enzi. Se habían reunido en torno al discreto sitio en el que se había instalado Moussa durante el transcurso de la fiesta. 

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19/02/2018, 20:58
Narrador

Daniel necesitaba aire, por lo que tomó la salida más próxima al exterior. Tras cruzar una puerta de cristal se encontró en los jardines del Liceo.

El césped bien cuidado se extendía frente a él, adoptando un suave pendiente ascendente hasta terminar abruptamente junto a la linde del bosque que rodeaba la escuela.  Unos pocos árboles salpicaban el perfecto jardín, y un camino de piedra lo recorría de lado a lado, rodeando la escuela.

Hacia la izquierda había más jardín, y hacia la derecha estaban las pistas deportivas de la escuela – las corrientes.

La zona más próxima a la cafetería estaba plagada de mesas de picnic, donde los estudiantes disfrutaban de sus comidas en los días normales. En aquel momento no había nadie fuera, todo el mundo se encontraba en el interior.

Sin embargo, los grandes ventanales de la cafetería seguían permitiendo ver el interior. Daniel se alejó un poco, huyendo de la fiesta. Resiguió el borde del edificio por la derecha hasta girar la esquina, encontrándose con las pistas deportivas. A unos pocos pasos encontró un banco en el que sentarse.

Allí el límite con el bosque quedaba más lejos, pero la visión de las extensas pistas completamente vacías daba cierta sensación de tranquilidad.

Notas de juego

De momento estás a solas. 

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20/02/2018, 11:43
Moussa Dakar

Apartado de todos, Moussa se encuentra sentado en una silla con la tablet en la mano. A diferencia de sus compañeros, no ha socializado demasiado, más bien ha permanecido en la fiesta, sin involucrarse en ella.

-Hace rato que no veo a Estigia o a Salamandra.

Encogiéndose de hombros, responde a Rita y lanza una mirada al resto del grupo. Durante unos instantes se pregunta qué diablos pasa y entonces cae en la cuenta ¡La ceremonia del nombre!

-Daniel estaba hablando con Juno o algo así, acaba de salir al patio por la entrada lateral de la cafetería. Quizás podamos alcanzarlo aún...

Un destello azul envuelve por completo al grupo e instantes después, aparecen todos en el patio. Con suerte, el resplandor del portal llamaría la atención de Daniel o al menos, podrían alcanzarlo antes de que se alejase más aún de la fiesta.

Moussa por supuesto, seguía sentado en la silla, la cual se había llevado con él. Estaba algo cansado después de los combates de la mañana. Así que era mejor aprovechar cuanto tiempo pudiese del descanso.

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20/02/2018, 15:54
Daniel D´aeth

El corazón amenazaba con salir de su pecho con cada bombeo y Daniel notaba que le faltaba el aliento. Era una sensación extraña, puesto que aunque su mente racional le decía que realmente no podía ahogarse, se sentía asfixiado en su propio cuerpo. Quería gritar, estallar, volar a toda velocidad hacia el cielo nocturno hasta que la presión atmosférica amenazara con aplastarlo y luego dejarse caer, notar la ingravidez y disfrutar de la caída libre.

Pero también quería respuestas. Hablar con su padre y preguntarle qué había de verdad en todo lo que Juno le había dicho. ¿Era todo verdad? ¿Había algo oscuro en su alma? ¿O sólo sería la venganza infantil de una adolescente que buscaba hacerle daño por haberla vencido en combate singular? ¿Acaso el Dios de los Muertos, el poderoso Anubis, no sabría las respuestas a todo aquello?

Su mente bullía y le ardía. Daniel, demasiado inquieto para permanecer sentado, se incorporó y avanzó unos pasos en dirección aleatoria. Le picaban las manos y, cuando volvió la mirada, vio que en el banco yacía más cantidad de arena de la habitual.

¿Dónde estaba Bast? Necesitaba hablar con su padre y la ancestral gata era la manera más rápida de comunicarse. También podría llamarle por teléfono, pero lo había dejado en su habitación. ¿Se lo había olvidado? ¿Había sido a propósito? Ya no estaba seguro de nada.

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21/02/2018, 11:21
Aitor Zumalacárregui

─Yo les convocaré ─dijo Aitor en su habitual tono neutro.

Acto seguido lo normal hubiera sido que se llevara una mano a la sien para manipular su diadema, aquel artefacto tecnológico que había fabricado al llegar al Liceo para controlar su telepatía y que ahora le servía para incrementarla. Pero ya no. Como ya le había explicado en alguna ocasión a Moussa y a Rudy (los únicos interesados en escucharle, el uno por compañero de cuarto, el otro por interés en superpoderes), recientemente había cambiado la interfaz de la diadema para responder a sus órdenes telepáticas(1), haciendo las veces de una suerte de bluetooth mental de uso exclusivo. Eso, unido a su increíble agilidad mental, hacía que pudiese "hablar" sin necesidad ni de un parpadeo de interrupción.

El genio vasco eligió la bien conocida "longitud de onda" de sus compañeros ausentes y estableció la conexión:

~Es la hora de poner nuevo nombre a Daniel. Rita ya está aquí, con nosotros, en el patio. Reuniros con nosotros por vuestros medios o comunicad vuestra posición y Atajo os vendrá a buscar ─comunicó mentalmente al resto del grupo 4 y a su mentora, puesto que suponía que sería algo que no querría perderse.

Notas de juego

(1) Y al parecer las "instrucciones" para el artefacto suponían la introducción de parámetros variables calculados a partir de ecuaciones de altísima complejidad, una complejidad que lejos de reducirse, no paraba de incrementarse, dado que el genio vasco las depuraba con cierta frecuencia. De esta manera, aunque el dispositivo teóricamente podía servir a cualquiera para focalizar e incrementar sus ondas mentales y focalizarlas o ampliarlas (incluso, tal vez, aunque no tuvieran poderes mentales desarrollados), en la práctica sólo unos pocos cerebros privilegiados en todo el planeta podrían usar la diadema para algo más que decoración o complemento de vestir.

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21/02/2018, 13:12
Narrador

El repentino teletransporte pilló desprevenidos a algunos, sobretodo a Rita y Enzi, que no estaban acostumbrados a viajar con Moussa.

- ¡Fantástico! - exclamó Rita cuando el teleportador les dejó en el exterior, justo junto a las mesas de picnic del jardín.

Se encontraban en la zona exterior de la escuela, el jardín de suave pendiente ascendente y cuidado césped que se observaba a través de los ventanales de la cafetería. A su alrededor había varias mesas de picnic, donde los estudiantes podían disfrutar de la comida en los días habituales.

En aquel momento la zona estaba desierta.

El jardín se extendía varias decenas de metros hacia la linde del bosque que rodeaba el Liceo. Un camino de piedra trazaba un círculo alrededor de la escuela, recorriendo el césped y perdiéndose a lado y lado de su campo visual. Hacia la izquierda había más jardín, y se encontraba la entrada de la escuela. Por la derecha, en cambio, se iba a la parte trasera del Liceo. Allí se encontraban las pistas deportivas - las que no flotaban en el cielo.

Los allí presentes alcanzaron a ver a un gato a su derecha, recorriendo el borde del edificio principal. En un instante, había girado la esquina.

Rudy estaba seguro - aunque Aitor no tenía duda alguna - de que se trataba del Mau Egipcio de Daniel.

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21/02/2018, 20:56
Sara Carrión

Juno era la chica monstruo rosa, que se había zurrado con Daniel en la primera fase. Era bastante evidente lo que sucedía y era que le había pedido una cita a Daniel y éste con su comportamiento frío característico la habría rechazado. Suerte que Tramuntana estaba cerca para poder ir a hablar con ella.

Sara hizo una mueca arrugando sus labios hacia la derecha, más todavía cuando le llegó un mensaje telepático de Aitor.

- Oh vaya, nos fastidiaron el plan. Quizá para más tarde.

Esconderse para darse besos era muy divertido pero había una tradición que cumplir.

- Ha sido Aitor, ha dicho telepáticamente que nos reunamos para ir a darle nombre superheróico a Daniel.

Le hizo un gesto con la cabeza indicando la dirección.

- ¿Te vienes?

Ella prefería que se hiciera un hueco en el grupo. Les venía bien una persona como él que ayudara a la integración y a potenciar sus poderes.

Recordando entonces el tema de Omnis, pues estaba relacionado con la piedra del nombre, pensó si en la esfera no habría un hechizo de cambio de dimensión e instintivamente fue a tocarla. La sacó y la mostró a Alberto.

- ¿Qué pasaría si se rompiera la esfera? ¿se dispararía el hechizo de dentro?

Preguntó con curiosidad.

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21/02/2018, 21:02
Daniel D´aeth

¿Nuevo nombre?

La voz del chico genio del Liceo violó nuevamente la tranquilidad de su mente sin que se lo hubiera permitido, haciendo que la creciente desesperación diera paso demasiado rápidamente a un arrebato de furia. Daniel apretó el puño con fuerza hasta que los nudillos se tornaron blancos y vio cómo la ancestral arena que caminaba a su lado y que formaba parte de él se arremolinaba a su alrededor, solícita. Si alguien le hubiera mirado a los ojos, habría visto que el azul claro de su íris se había tornado de un gris apagado, acerado.

Se lo he dicho varias veces —masculló. Inspiró profundamente, obligándose a controlarse, pero la rabia parecía reacia a alejarse de su corazón— Nada de comunicación mental sin mi permiso. Nada de meterse en mi cabeza... ¡SIN MI PERMISO!

El arrebato de furia liberó la arena en todas direcciones, como proyectiles de una ametralladora, lloviendo sobre árboles, decoración, setos y muros. Luego, lenta y sinuosamente, regresó hacia él como si echara de menos la compañía del inglés.

Respira... concéntrate. No dejes que te supere. Desde una temprana edad, había descubierto que era bastante temperamental y su padre le había enseñado, ya fuera de primera mano o a través de especialistas, a relajarse cuando no tenía música u otras actividades de ocio a mano. La que más le gustaba era la meditación Vipassana. Míralo como es todo. Son niños. Niños que conocen sus dones desde hace poco y están sobrepasados. No entienden lo que significa tener este poder.

Lentamente, se obligó a inspirar hasta que pulmones amenazaban con estallar, para luego liberar el aire lentamente. Con los ojos cerrados, visualizó un campo yermo de arena donde no había nada. Eso le relajaba. Sin obstáculos, sin impedimentos, sin nada que lo amenazase. Notó cómo su corazón empezaba a latir más lentamente, sus pensamientos se relajaban y comprobó que la arena a sus pies había desaparecido.

Bien —se colocó el traje, se peinó los cabellos alborotados y comprobó su vestimenta en un cristal cercano. Era hora de la ceremonia. De que le asignaran un nombre. El primero que mencione Sandboy se llevará un puñetazo. Palabra.

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21/02/2018, 23:59
Alberto

Alberto torció el gesto cuando Sara le dijo lo de la ceremonia. Pero su expresión se suavizó de nuevo cuando Sara lo invitó.

- Claro, me encantaría venir - dijo con una sonrisa -. Además, aquí parece que ya no me necesitan.

Los tres - contando a César - se encontraban muy cerca del patio, así que no les hizo falta usar el teletransporte de Moussa. Se encaminaron hacia la salida. El piroquinético no dijo nada, simplemente caminó junto a ellos mientras la pareja hablaba.

- ¿Si se rompe? - preguntó Alberto, tratando de aclarar la cuestión -. Pues… Se liberaría la energía del hechizo. No se disiparía, supongo que tendría efecto. Pero si no eres capaz de dominarlo podría… - se llevó una mano a la nunca y frunció levemente el ceño - pasar cualquier cosa.

Pasados unos segundos se encogió de hombros - sin soltar la mano de Sara.

- Depende del hechizo que haya puesto Hécate en su interior. ¿Se te ocurre qué podría ser? Suele ser algo personalizado para cada nuevo miembro del Concilio. Mi primer hechizo fue una especie de barrera - confesó, aún pensativo.

En apenas un minuto se encontraron en el exterior con el resto de sus compañeros. 

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22/02/2018, 00:00
Narrador

Por suerte o por desgracia, el estallido de Daniel tan solo fue presenciado por los solitarios árboles y setos de aquel lado del jardín. Una vez se hubo serenado miró hacia un lado, hacia el lugar por el que había venido.

Supuso que sus compañeros, saliendo de la cafetería, tomarían el mismo camino que él. Sin embargo, no vio a un grupo de adolescentes, sino a Bast.

La gata permanecía rígida, observando al joven con curiosidad, ¿o quizá era respeto? Se encontraba asomada a la esquina que había doblado Daniel para llegar allí. Seguramente no lo había perdido de vista durante la fiesta y, al ver que se marchaba, había seguido sus pasos. ¿Lo habría visto durante su ataque?

Bast dio un par de pasos hacia adelante. Se aseguró de atraer la atención de su amo y, un instante después, se fue por donde había venido.

Al seguir los pasos de su gata, Daniel dobló de nuevo la esquina para encontrarse, en el área de picnic, a sus compañeros de equipo. A ellos y a unas cuantas personas más… 

Notas de juego

Depende de ti si quieres que la gata te acompañe a la ceremonia. 

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22/02/2018, 00:00
Narrador

Al fin se habían reunido todos. Por suerte, los estudiantes tenían toda la tarde libre para hacer lo que quisieran. Dentro de poco, cuando los jóvenes ya se hubiesen cansado del Guateque y se hubiesen despedido de sus padres, las zonas comunes de la escuela volverían a llenarse de voces y movimiento.

Aquello significaba que los que estaban allí estaban invirtiendo su tiempo libre en aquella improvisada ceremonia. Una tradición que los estudiantes del Liceo recordaban con cariño. No podían privarle de esa experiencia a Daniel.

Además de los miembros del Grupo 4, había unos cuantos estudiantes más con ellos.

Rita “Oráculo” era una de las estudiantes más conocidas de la escuela. La joven de cabello corto y vistosas gafas rojas parecía estar en todos los asuntos habidos y por haber en la escuela. Ella era la principal razón por la que se habían reunido allí. Parecía tener varias ideas para el nombre de Daniel.

Enzi “Fragua” era su inseparable compañero. Miembro del Club de Inventores y estudiante de intercambio wakandiano. A diferencia de Rita, Enzi era bastante más vergonzoso y callado. No le gustaba ser el centro de atención, pero parecía dejarse arrastrar por su compañera a todo tipo de situaciones. Un ejemplo de ello había sido su actuación como copresentador de los Juegos Heroicos.

Salara “Gata Lunar”, la mentora del Grupo 4, había acudido también a la llamada de Aitor. No quería perderse aquello por nada del mundo. Ella parecía tan emocionada como Rita.

Alberto “Faro” venía junto a Sara. El estudiante de segundo curso era un chico bastante atractivo, aunque de aspecto algo aniñado. Por alguna razón, llamaba la atención tanto de chicos como de chicas, aunque en aquel momento parecía únicamente interesado en su novia, Sara. Debido a su poder, las personas que se encontraban junto a él comenzaban a olvidar poco a poco sus preocupaciones. Un aura literal de tranquilidad y calidez lo envolvía.

Aquel pequeño grupo sería el testigo de la Ceremonia del Nombre de Daniel. El joven londinense no tendría que enfrentarse a la totalidad de la escuela. Bien mirado, quizá era mejor así.

- Parece que estamos todos - dijo Rita con una sonrisa cuando se hubieron reunido -. Es el momento de dirigirnos a la Roca del Nombre. ¡PERO…! - exclamó mientras alzaba una mano y miraba en dirección a Moussa -. Sin teletransportes…

Rita se apresuró a explicarse, juntando las yemas de los dedos.

- Parte de la tradición es recorrer el bosque hasta llegar al lugar donde tendrá lugar la ceremonia. ¿Qué gracia tendría llegar sin más? - preguntó sin mirar a nadie en concreto.

- Tiene sentido, ¡pongámonos en marcha! - propuso Salara, poniéndose a la cabeza del grupo.

El grupo avanzó primero por el patio de la escuela, recorriendo las pistas deportivas hasta llegar a la linde del bosque.

Sobre sus cabezas, el sol brillaba aún con intensidad. Excepto Daniel, todos recordaron la primera vez que habían trazado aquella ruta. En la oscuridad de la noche, un camino de luces les había guiado en su trayecto por el frondoso bosque de Collserola. Un espectáculo bello y sobrecogedor.

Aquella vez el viaje no fue quizá menos impresionante, pero no menos bello. La luz del mediodía se filtraba entre las hojas de los árboles, creando un espectáculo de luces danzantes en el suelo. Ahora que podían ver más allá de unos pocos pasos, pudieron apreciar como un valle oculto se abría ante ellos. El bosque se extendía como un gran mano verde sobre la superficie de la montaña, salpicado por algunas cuevas y paredes rocosas. Olía a pino, y a tomillo.

Mientras avanzaban, algunos se mostraron más habladores que otros.

Rita, que iba en cabeza junto a Enzi y a Salara, estaba hablando con ellos sobre algunas ideas que se le habían ocurrido para el Club de Inventores.

El viaje por el aire habría durado unos pocos minutos, y a través de un portal de Moussa apenas unos segundos. Pero a pie estuvieron una media hora andando. El sendero del bosque no fue benévolo con los que se habían vestido mejor para la fiesta, aunque no hubo que trepar ni realizar ninguna acrobacia para llegar allí a donde se dirigían.

Finalmente llegaron a un gran claro en el bosque. Los árboles detenían su avance en aquella área para formar un basto círculo, en el centro del cual había una gran roca de piedra rojiza. La roca mediría unos tres metros y medio, y tenía una forma bastante irregular.

A primera vista no se apreciaba, pero, a medida que se fueron acercando, todos pudieron ver formas en su superficie. Palabras, nombres.

- Daniel… - dijo Rita, incapaz de evitar que la emoción se reflejase en su voz -. Bienvenido a la Roca de los Nombres.

Notas de juego

Disculpad si he hecho algo de elipsis para tirar hacia adelante la narración.

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22/02/2018, 18:41
Daniel D´aeth

Daniel apareció  en el área de picnic para reunirse con sus compañeros. Parecía ligeramente sofocado y acudía acompañado de su fiel compañera de habitación, la elegante gata que miraba a todos lados con unos profundos ojos dorados. Se sorprendió al ver allí no sólo a sus compañeros de Grupo, sino también a alumnos de cursos superiores, y se sintió alagado porque se aproximó para estrechar sus manos y conocerse personalmente.

El ritual de la elección del nombre tenía una parte de tradición, misticismo y confraternización que pareció encantar al inglés. El paseo por el bosque resultaba refrescante después de unas jornadas tan extenuantes. El entrenamiento, la presión por los Juegos, los exámenes, todo eso parecía quedar lejos a medida que se alejaban de las instalaciones del Liceo y se fundían con la naturaleza. Durante al trayecto aprovechó para intercambiar algunas palabras con Alberto, cuando presencia efectivamente era tan reconfortante como todos comentaban. También aprovechó para informarse de algunos aspectos que desconocía del funcionamiento burocrático de primera mano gracias a que Rita parecía estar al tanto de todo.

Finalmente el follaje de los árboles dejó ver el cielo azul y llegaron a un claro donde les esperaba la afamada Roca de los Nombres.

Bueno, pues aquí estamos —se volvió y miró a todos los presentes— Muchas gracias a todos los que habéis venido para compartir este momento conmigo. Hasta que no llegué al Liceo no supe de la verdadera importancia que tiene este… seudónimo o nombre de guerra para seres como nosotros. No sólo nos protege a nosotros, sino a las personas que nos quieren y nos rodean. Es un escudo invisible que tantos otros han decidido usar en el pasado y que yo ahora también empezaré a usar gracias a vuestras ideas. Por supuesto, seguiré siendo Daniel, pero también tendré ese otro nombre por el que responderé de igual modo.

Se cruzó de brazos y sonrió a sus compañeros allí presentes.

Rita, ¿hay algo más que deba saber, o es turno de mis compañeros?