Partida Rol por web

Los piratas saltaron del condenado galeón en llamas a la pequeña carabela que había a su derecha. La última en hacerlo fue la propia Gigi subida encima de Sacamuelas. En la cubierta las esperaba una pequeña tripulación de lo más variopinta. Un hombre joven con una gran botella que por su expresión seguro que contenía alcohol, una punky con el pelo morado y gesto agresivo, un hombre muy muy muy alto con sombrero elegante y un monóculo, y para rematarlo una niña de pelo rubio recogido con la espina de un pescado y una aguja enorme a modo de espada.

De hecho fue la niña la primera en tomar la iniciatvia.

—¡JOPE ABU!—se quejó gritándole a Gigi—¿PERO POR QUÉ INVITAS A GENTE A LA TRIPULACIÓN? ¡QUÉ ESO LO HAGO YO!

—No me grites Flick, que no estoy sorda—le reprendió la anciana—. Y no los he invitado a la tripulación. Solo para venir a Orre. ¿Es que no has visto cómo está su barco?

—¡HALA!—exclamó Flick sorprendida para luego preguntarles a los recién llegados—¿Ese es vuestro barco?

—Sí, pero mira qué mal lo han cuidado. ¡Aprender para no ser igual! Y ahora vamos a la cocina—dijo Gigi metiéndole prisa a los invitados para que entraran en el barco—. ¡Que se me van a quemar las lentejas!

Al escuchar la mención de la comida, Sacamuelas comenzó a relamerse como un cachorrillo ansioso de comida.

—¡Tú te esperas Sacamuelas que hoy comes el último! ¡Te aguantas por haberte portado mal!—después miró a los otros tripulantes—Y vosotros echadle un ojo a todo no vaya a ser que alguien intente abordarnos.

—¡JOBAR ABUELA PARA YA!—se quejó la niña conteniendo con rabia las lágrimas viendo que su abuela no hacía más que mandar.

—¡Ay hija no te pongas así! Luego te hago unas natillas, ¿vale?—eso pareció aplacar a la niña— Y ahora a comer.

Antes de que se quisieran dar cuenta, los invitados estaban sentados en una mesa con un humeante plato de lentejas delante de ellos. La verdad es que olían bastante bien y Gigi había dicho que no les echaría veneno. Podían comer sin problemas, ¿no?

Seguir a la anciana cada vez le parecía una idea entre peor y mala. Pero, terca como era, la decisión ya la había tomado así que eso de arrepentirse no estaba siquiera contemplado en su razonamiento, además de que, bueno, su viejo capitán parecía tener algo de confianza con la anciana y eso ameritaba que se ganase un voto de confianza por lo menos. O esa era la excusa que Levi pondría si todo salía para atrás.

-¿Está segura de que no quiere que la ayude en la cocina?- Preguntaría amistosamente la muchacha, aunque por su expresión exageradamente amistosa y cautelosa, posiblemente podría ser traducido como un claro intento de asegurarse de que no les fuesen a meter veneno a las malas. Por desgracia sus esfuerzos no le servirían de mucho, porque antes de que se diera cuenta ya tenía las lentejas ahí servidas, calentitas. -Bueno, huelen muy bien...- Comenta con cierta desconfianza, mirando a sus compañeros de reojo y luego al plato. Respiró profundo y... Acabó por echarse una cucharada a la boca.

Ella había sido la que les encasquetó a la anciana a fin de cuentas, así que le tocaba apechugar. O tal vez estaba viendo más de lo que había ahí y la señora era la personita más dulce del mundo y Levi una exagerada. Fuese cual fuese el resultado, al menos moriría echándole huevos. Bueno, más o menos.

     ................ - aquella respuesta silente seria lo único que tendría de mi durante todo el recorrido del "cambio de barco/ida al comedor/comida casera" pues habían cierto detalles que no dejaban de danzar en mi cabeza y el cuales complicaban mas mi para nada estable tranquilidad ... 

    ¿ C...cual - abriendo con parsimonia mis ojos encontrándome con los lentes ligeramente empañados por la calides de la comida que tenia delante mío - era el asunto... que tenia con el capitán Gar Fío ? - preguntaba sin perder de vista a la centenaria mujer, aunque tras pasar unos segundos esa mirada se giraba ligeramente hacia Levy quien ya tenia entre sus labios una que otra cucharada de aquella calida comida.

... bueno... me asegurare de llorarle si pasa algo malo...

Aunque muchos en su situación hubieran preferido que trataran las heridas, eso no parecía importarle en absoluto a Max Powder que se adelantó cogiendo un sitio en la mesa a la espera de que le cayera la comida en el plato; cuando vio que eran lentejas este se decepcionó un poco por no ser un buffete de carnes, pero aún así no le hizo ascos.

-Las heridas no se irán a ningún sitio, ¡Ahora es hora de comer!. -Ignorando por completo sobre la posibilidad de que la anciana mintiera acerca de que no había envenenado las lentejas- ¿Hay pan?. -Preguntó mientras buscaba por la mesa.

Al parecer la situación se había relajado y aunque aún quedaba una gran explosión que presenciar por parte de "La Capitana CASYOPEA", eso podía ser después de comer, en los postres... quizás después de una siesta... sea como fuere, eventualmente explotaría tarde o temprano.

A Siobhan le hubiese gustado tratar las heridas de sus compañeros y las suyas primero,  pero no estaba en disposición de poner sus condiciones.  A fin de cuentas, ni era la capitana, ni aquél barco era suyo. Así que siguió a los demás mientras pasaban de un barco al otro.

Miró con curiosidad a aquellos integrantes de la tripulación que se encontraban en la cubierta. - Y yo que pensaba que nosotros éramos un grupo variopinto... -pensó mientras veía a aquel bigardo con monóculo.

Cuando se quiso dar cuenta se encontraba con el resto sentados en una amplia mesa con un plato de suculentas lentejas delante suya. -Qué bien, con su chorizo y su morcilla... desde luego no les faltan ni un perejil -comentó a modo de cumplido.

Aún estaba reticente a probarlas, pero cuando vió a Levi y a Max, se animó a ello. Parecía por el comentario de este, que le hubiese leído el pensamiento minutos antes, pero no dijo nada. Tenía ya la primera cucharada de lentejas en su boca y la transportó por unos instantes a su niñez.

Con unas cuantas cucharadas más apenas notaba el frío con el que había llegado, provocado por la lluvia de Sira. Y ahora se sentía confiada como para hacer dos preguntas, una que le despertaba cierta curiosidad y otra que consideraba en esos momentos sumamente importante, así que las preguntaría en ese orden.

Tras ver que Mary le lanzaba a Gigi una pregunta, Siobhan vió el momento perfecto para sumarse al turno. 

-Y si no es mucha indiscreción, ¿De qué conoce a Tong-Hu? Y ¿Podremos repetir natillas tantas veces como queramos?

Sira estaba encantada con Gigi, algo le hacía sentir que era alguien confiable, ¡sobre todo si se tomaba esas confianzas con el capitán! Siguió a sus compañeros y, como todos, acabó en una mesa para comer lentejas. No pasó por alto las preguntas que Mary y Gominola le hicieron a Gigi, por lo que se quedó atenta a su respuesta mientras comentaba:

—Mmm, lentejas... Confieso que cuando era pequeña las odiaba, pero ahora me encantan. Por cierto, me llamo Sira, encantada.

Acto seguido, Sira vio que Mary no había probado bocado, pero que casi todos sus compañeros sí que se habían animado. Mmm, bueno, Gigi me cae bien y no creo que Flick deje que nos pase algo... ¡a comer se ha dicho!

Y comenzó a comer, aunque no sin antes preguntarle a Flick: ¿Cuántos años tienes, pequeña? Y no, no era ese nuestro barco.

Ya pasado el ensimismamiento, Rendam se dio cuenta que estaba sentado delante de un plato de lentejas con muy buena pinta. Al principio se quedó pensando si probarlo o no, pero ver a los compañeros comentar y probarlo le hizo decidirse. Además, el estómago le rugía ya de tanto tiempo que ha pasado sin comer algo bueno. Los restos de comida que les daban de prisioneros eran deleznables, desde luego.

Probó un bocado. El olor y sabor le gustó bastante más de lo que pensaba. -Esto está muy bueno, señora abuela.- dijo bastante contento, aunque no se le notaba lo más mínimo. Su cara de pocos amigos era inevitable.

Entonces se fijó en los miembros de la otra tripulación, sobretodo en el caballero del monóculo, ya que no acostumbraba a ver gente más alta que él, y este hombre era demasiado alto. Debo comer más si quiero ser tan alto como él. ¿Ese monóculo me daría más precisión en los tiros?

Y así se llevó pensando en cosas mientras se acababa el plato.

—No te preocupes, las lentejas ya están listas—le respondió la anciana a Levi.

Mientras los piratas y Flick daban cuenta de las lentejas (que estaban muy buenas y sin rastro de veneno), Gigi puso a calentar leche con una ramita de canela, y después se puso a batir unos huevos con azúcar.

—Nueve años—respondió Flick a Sira, entonces se llevó la cuchara a la boca y la soltó haciendo una mueca de dolor—¡ABUUUU! ¡No me pongas las lentejas tan calientes!

Gigi ignoró las quejas de su nieta mientras le plantaba una barra de pueblo de a kilo a Max.

—Así que el barco era del tal Gar Fío. Muy original lo de llevar un garfio con ese nombre—dijo mirando a Mary mientras seguía batiendo los huevos—. Pues mira, la verdad es que no tengo ni idea de quién era ese tipo. La corriente nos empujó hasta su barco y el traviesillo de Sacamuelas decidió abordarlo. No me preguntéis por qué, pero es que está obsesionado el pobre con los tipos que llevan garfio. ¡Se vuelve loco! ¡Y encima tiene un sexto sentido para encontrarlos!

La anciana se puso a rallar limón y fue a responder a Siobahn.

—Pues verás, teniendo en cuenta que vuestro capitán es un vejestorio…

—¡Qué te estoy escuchando!—se quejó por radio.

Gigi lo ignoró.

—... y ha tenido la suerte suficiente como para vivir mucho, pues tarde o temprano se tenía que cruzar con una genio del crimen organizado como yo. Y fueron unas cuantas veces. Pero ya ha pasado mucho tiempo de la última vez. De hecho tenía entendido que se lo había comido un leviatán.