Bueno, pues ya me he puesto al día de "La barbacoa"
Era una escena optativa de esparcimiento pero contáis cosas muy interesantes de vuestros personajes así que para el director era obligatoria conocerla. Se apuntan cosas muy interesantes por ahí, así como nombres y personajes no jugadores que van asomando así que os pido que los tengáis presente también en el futuro para que si nombro al jefe de Ochi ya sepamos cómo se llama o el que le gusta a Nathan o el frutero sordomudo, etc...
Otra cosa: Ya he avisado a los jugadores de Rob y Lea. Hache o Carmen ¿podéis avisar a Helena y decirle que ya hemos vuelto? Mañana mismo avanzamos la trama
Y lo de la echada de cartas de Carmen me parece una pasada.
Voy a tener que resistir mucho la tentación de no incorporar todo eso.
Nathan asintió. -Si me imagino que es una sensación rara. Tener por delante un futuro en el que puedes elegir cualquier rumbo sin condicionamientos. Pero a la vez tener un pasado que en cualquier momento puede salpicarte con consecuencias de actos que no recuerdas. Yo en tu lugar intentaría hacer incapie en mi mismo, ver que clase de persona soy o quiero ser, Y luego ya ver quien era antes. Pero considerando esa etapa como otra persona, algo así como una reencarnación anterior.- En eso de empezar de cero y reinventarse se sentía identificado dadas sus circustancias.
Aunque Anayansi interrumpió aquel momento de reflexión seria con cachondeo "tipical spanish". -Y ¡ole! creo que se dice mucho también, signifique lo que signifique eso.
Nathan no dejó pasar la oportunidad comercial. -Oye pues un tenderete a medias molaría. podemos montar uno con artesanía, cuadros, ect. con una zona libre para que puedas echar las cartas. así podríamos dedicar menos tiempo ya que el que este podría vender las cosas de los demás o si estamos varios pasar el rato charlando. Además si estamos vendiendo cosas cara el publico en plena calle seguro que algún sobrenatural se pasa a tratar de darnos alguna pista.
El día de su cumpleaños 18, Blanca se despertó al lado de Marcos. Caía en fin de semana, y Marcos había pedido a su padre la casa de campo para celebrarle el cumpleaños. Ella sabía que quería llevarle el desayuno a la cama, pero entre los dos, siempre era Blanca quien se despertaba antes. Lo miraba dormir profundamente. Le estaba saliendo barba, y eso le hacía gracia. Hace 5 años también le hizo gracia cuando comenzó a cambiar la voz... y hoy su barba incipiente le picaba cada vez que se besaban.
Eran las 9 de la mañana de un flojo día de verano, y Blanca no quería hacer nada más que desperezarse y seguir durmiendo... el sonido del agua del lago cercano y las ramas que se movían con el viento la sumergieron en un sopor muy agradable. En ese espacio entre el sueño y la vigilia, donde las mejores ideas pasan por la mente para luego ser olvidadas del todo, a través de la ventana, Blanca creyó ver un caballero en armadura, montado en un caballo. En su estandarte azul, un torreón con un puente levadizo. Los claros ojos del caballero la miraron profundamente, no supo si con preocupación o invitándola a cabalgar... mientras el caballo sigue avanzando hacia la neblina que nace del agua, y adentrándose hasta perderse en el lago.
Poco a poco, Blanca abre los ojos. El olor a pan tostado y café inunda la cabaña. Al final, Marcos pudo preparar su sorpresa, lo que también la alegra.
Amor! Que bueno que despiertas. Feliz cumpleaños - le dice, mientras la besa - Te había comprado algo, pero se me quedó en casa, lo siento...
Oh, no te preocupes, esta salida cumple todo los requisitos! - contesta, con una sonrisa de oreja a oreja, invitándolo de vuelta a la cama.
Juguetones, comienzan a retozar entre las sábanas revueltas... cuando, por un segundo, Blanca mira en una esquina de la cabaña una espada y un guantelete de hierro. Para en seco, aún con la imagen algo borrosa del casi-sueño que tuvo.
Y eso, Marcos?... creo que no lo había visto antes.- pregunta, señalando los instrumentos medievales.
Ah, si... pues, es de mi padre. Recuerdas que te conté que nuestra familia tiene ancestros cortesanos? Esa espada y guante son parte de lo que va quedando de esa historia. La verdad es que mi padre ha estado intentando venderlas, pero están tan oxidadas que ningún coleccionista las quiere. Parece que te gustan... quieres que las compre para ti? De seguro mi padre me hará un buen precio - dice, divertido.
Jajaja... y para qué querría yo una espada y un guantelete? - contesta sonriente Blanca, quien, momentos después, se abalanza sobre su novio.
En esta mañana de verano, sólo hay tiempo para quererse.
Hacia mucho que no estaba en una fiesta con gente agradable y que me importara de verdad. "Seguramente desde que murió la Tata..." ese pensamiento me trae su recuerdo y las cosas que, durante muchos años vivimos juntas, solas ella y yo. Me abstraigo de lo que me rodea y no puedo evitar pensar en las cosas importantes que vivimos juntas... sobretodo aquella noche, cuando cumplí 18...
Recuerdo que por la mañana me había dado dinero para un vestido nuevo, a condición de que lo comprara ese mismo día. Era algo tan excepcional que ni me lo plantee, salí volada hacia la tienda donde compraba todo. La tienda de Lola, un lugar que siempre olía a especias y en el cual todas las puertas, hasta las de los vestidores tenían campanillas silenciosas. No hacían ruido, pero Lola decía que las oía igual. Era amiga de mi Tata y se admiraban la una a la otra. Algunas noches, cuando creían que yo dormía, venían a casa hacían rituales y mi Tata siempre decía -Lo siento, Lola, no le veo, no sé donde está- y Lola se marchaba llorando. Era triste pero, al día siguiente, siempre estaba contenta.
Al llegar aquel día a la tienda, le conté a Lola que era por mi regalo de 18 cumpleaños. Me sonrió complice y me dijo -Entonces no vale cualquier cosa... tiene que ser muy especial...-
La acompañé a la trastienda y alli, de entre retales, sacó un precioso vestido azul oscuro, de tirantes. No sé qué tela era pero brillaba con ese azul oscuro que se queda en el cielo justo antes de que llegue la noche. Me dijo que no me lo cobraría por ser un día tan especial
Cuando ya me marchaba me dijo -¡Espera!...- pero se quedó parada, como dudando. Al final, se debió decidir o algo porque volvió sola a la trastienda y cuando regresó traia una cajita de madera con unos pendientes. No tenían nada especial, eran dos pendientes con una bola de cristal. Ni siquiera eran una esfera uniforme. Y en la caja no había nada salvo los pendientes, ni siquiera un algodón para que no se movieran dentro de la caja.
Di las gracias un poco extrañada. Habia muchas otras cosas en la tienda de Lola que me gustaban, nunca supe porqué me regaló aquello.
Cuando volví donde la Tata, ella miró el vestido y luego observó con atención los pendientes.
-Espero que le hayas dado las gracias a Lola... es un regalo... que vale más de lo que piensas-
-Sí, es un vestido precioso ¿verdad?- pero la Tata negó, un poco triste con la cabeza, y yo no la entendí.
Por la noche, la Tata me llevó al bosque e hicimos un rito precioso en el que yo, ya por voluntad propia, aceptaba mis dones y prometía utilizarlos bien.
"¡Ay Carmen María, en esas fechas la Tata aún creía que tendrías los dones..."
El último pensamiento me ha puesto triste y hoy no quiero estarlo. Lo deshecho de mi cabeza y me reuno con mis amigos para divertirme y no pensar.
Por fin lo había logrado. El sonido monótono y constante de la aspiradora había conseguido que pasase del sueño profundo a la duermevela y de ahí, al despertar total. Ni siquiera los cascos, que todavía tenía puestos tras haberme vuelto a dormir mientras seguía liado con el portátil, conseguían mitigar el sonido del demonio. ¿Realmente esos chismes tenían que montar tal escandalera para aspirar?
- MAMAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!
Daba igual. Una vez iniciado el algoritmo de limpieza, sabía que nada podría impedir que esa fuerza de la naturaleza interrumpiese su protocolo
- QUE ES MI CUMPLEAAAAÑOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOS - sé que me estoy dejando la garganta para nada.
El sonido ha parado de golpe. Ahora sí que tengo miedo.
- Y que pasa!!!??? Que por que sea tu cumpleaños la casa se va a limpiar sola?
- Si yo sólo decía que...
- NI DECÍAS NI DECÍOS!!! Arriba que ya es hora!
La aspiradora vuelve a atronar el piso. Finalmente, termino de incorporarme en la cama dispuesto ya a salir de la salita de la plancha donde duermo. Algunas veces hasta la llamo habitación. Se podría llamar así si lo único que tiene que cumplir un sitio para que se le pueda llamar "habitación" es que entre una cama.
Consigo ponerme en marcha. De camino al cuarto de baño me encuentro al rugiente monstruo y al temible mago que lo controla.
- Y así, de camino a la Cámara de las Aguas Eternas, fue como nuestro valeroso heroe se encontro con el dragón y su terri...
- Mira que eres tonto! Quieres dejarte ya de tanto interné que te va a dejar el cerebro seco? - demostrando al menos una destreza de 18 (en D&D), la aspiradora termino el rugido, el cable entro dentro del aparato y me encontre rodeado por unos brazos que aunque no me terminaban de acaparar, apretaban
- FELICIDADES GRANDULLÓN!!!
Claro, ahora sí, ¿no? Cuando quería que la aspiradora parase no era mi cumpleaños...
- Gracias! - dije dejándome abrazar
- ¿Y que vas a hacer luego con tus amigos para celebrarlo? ¿Saldréis por ahí? Mira que tanta casa y tantas horas con los daditos esos raros...
La dejo de escuchar, algo ha captado mi atención. Mi sentido arácnido del olfato ha detectado...ESO NO SON CROQUETAS...o mejor dicho, sí que lo son, pero hay algo más..
- Que es ese olor? No huele a lo de siempre
Digo dirigiendo mi vista hacia la cocina.
- ESO!!?? La verdad es que no esperaba que te dieses cuenta tan rápido. Era un...regalo para la comida...aunque... casi se podría decir que podríamos empezar a poner la mesa, dormilón. Ven conmigo Darío
Me sorprende el cambio de tono de mi madre. Nunca la había visto así. ¿Que es ese brillo en los ojos? ¿está a punto de llorar? Nos acercamos juntos a la cocina Y al llegar a la puerta las veo. En varias bandejas, encima de la mesa auxiliar, se reparten el poco espacio existente varios de los mejores manjares del planeta. Croquetas, empanadillas, una tortilla que roza la perfección...
- ¿Puedo?
- Claro hijo, claro...pero...hay algo más
Busco con la mirada otra bandeja, otra nueva delicatessen, otro nuevo aliciente por el que merezca la pe...¿se referirá a ese sobre que descansa apoyada en una de las bandejas?
- Te refieres a, ¿eso? - digo señalando el sobre con la esperanza aún de haberme equivocado
- Sí. Ábrelo
Me extraña que sea tan concisa. Está rara. Tiendo mi mano hacia el sobre.
- Espera! Antes de que lo cojas querría decirte...Darío, nunca me has preguntado por él, por eso quería decirte que...la verdad es que...bueno, gracias.
Ahora lo entiendo todo. Tiendo mi mano hacia el sobre, ¿soy yo o va a cámara lenta? Finalmente lo cojo. ¿Realmente quiero abrirlo? Lo vuelvo a dejar sobre la mesa
- ¿Sabes qué Mama? Que nunca te pregunte porque nunca me preocupo. Siempre hemos sido los dos, y eso ha sido más que suficiente...bueno, los dos, ¡y tus croquetas!
La abrazo. La verdad es que lo que gana mi madre limpiando apenas nos permite pagar la renta y comer, pero nunca la he oído quejarse o dejar de luchar. Algún día le daré una alegría. Algún día conseguiré que pueda dedicarse a disfrutar, y no a madrugar, algún día...
- ¿¿¡¡Quieres abrirlo ya de una vez!!??
Pego un bote del susto. Me ha sacado de mis ensoñaciones de golpe. Mi madre en estado puro
- Claro, claro
Cojo el sobre ya sin ceremonias, aunque lo abro con cuidado para sacar la fotografía que contiene. La foto, con el característico tono sepia que cogen las fotos con el paso del tiempo, muestra a un chico y una chica de veintitantos en traje de baño, apoyados en unas rocas en la playa. El sol les da de cara, por lo que los ojos entrecerrados de ellos y el viento que hace ondear el pelo de la chica hace que la foto parezca más natural aún. Supongo que es parte de la magia que hemos perdido con las fotos digitales. La chica es sin duda, mi madre. El chico, es sin duda...oh dios mío...
- Mama...de verdad es...no me lo puedo creer...oh dios...
Mi madre me mira extrañada
- Lo...lo...¿lo conoces?
- La verdad es que no
Mi madre contiene el bofetón. La verdad es que me lo habría ganado. Mira de nuevo la foto y le cambia el rostro, una vez más. Tiende la mano hacia ella, delicadamente, cogiéndola de mi mano. Está claro que para ella esta foto significa mucho.
- Fue la noche de las Hogueras. Entonces no era como ahora, que sólo pensáis en prender fuego a algo en la playa por la noche y beber. En nuestra época, íbamos allí a primera hora de la tarde y no nos íbamos hasta el amanecer del día siguiente...
Le cojo la fotografía, centrando mi atención, ahora sí, en él.
- Era un amigo de uno del grupo de amigos. Me comento que llevaba nosecuantos meses sin salir de casa por algo de unos exámenes. Quizá por eso no tenía plan para esa noche. Era abogado o algo de eso, aunque al parecer aspiraba a algo más...pasamos el día hablando, riendo, y cuando llego la noche...
Miro a mí madre alterado. Sé como se hacen los niños. Hay imágenes que un hijo no quiere tener sobre sus progenitores en la cabeza.
- Nunca nos volvimos a ver, aunque alguna vez me ha parecido verle por Aquilea, siempre trajeado, siempre con cara de estar llegando tarde ...Darío, te presento a tu padre. Néstor.
Siempre había hablado de mis numerosas tatas, de mi tata Lorenza, tata Fuengilda, tata Petra, muchas, incontables, a mis amigos les parecía extraño que tuviese tantas y que nunca hablase ni de padres, ni de hermanos, ni otros familiares. Y claro Carmen que es muy pilla aprovechó mientras me comía un calabacín para preguntarme por mi familia. ¡Muy oportuna! ¿Esto qué tiene que ver con mis 18? Pues nada pero yo lo enlazo, ya sabéis puedo empezar hablando de la península de Yucatán y terminar con el apareamiento de los Charranes Piquigualdos.
El caso es que ahí va mi historia:
Como suponéis, no tengo familia, de bien chiquita me dejaron en un orfanato, mi madre murió y la vida de mi padre era lo suficientemente complicada como para mantenerme*. El caso es que no tuvieron una mejor idea que dejarme en un orfanato de MONJAS, ahí con toda la mojigatería, los rezos, el huertecito... Allí me enseñaron a leer, escribir, cultivar calabacines e incluso amaestrar palomas, bueno, lo que me dejaba enseñar porque yo era un poco distraida ya por aquel entonces.
No os vayáis a pensar que mi infancia fue infeliz, para nada. Me hinchaba a magdalenas caseras, me lo pasaba bien con mis compañeras, con mis amigos invisibles, levantando las sotanas a las monjas, cantando en el coro y todas esas cosas que se hacen en un sitio con monjas, que eso más que un orfanato parecía un convento. Yo a la que más quería es a Sor Lorenza, era la más joven de todas las monjas y la verdad que era divertida, fue la que me explicó bien explicada, entre otras cosas, mi primera regla. Nada de castigos divinos ni un don del señor, no sino una puta jodienda, perdón por las palabras jajaja.
El caso es que pasé los 18 primeros años de mi vida allí, la mar de bien pero las monjas buscaban la mínima para echarme, estaban todas hasta el moño excepto Sor Lorenza** que me cuidaba y escondía mis fechorías. Menos mal que no se enteraron de mis primeros pinitos en el lesbianismo que valgame el señor, que no quiero decir que hiciera tijereta ni nada, no hubo sexo explícito cuando lo hubo ya si que no hubo vuelta atrás.
MIS 18 AÑOS.
Yusnaby*** (mi mejor amiga del orfanato) y yo llevábamos un par de años saliendo a escondidas del orfanato para vernos con unos chicos, con la pandilla de "Layo" de nombre, Pelayo****. Un chico apuesto, latino, le ponías un antifaz y parecía el zorro, de hecho me decía cosas tan bonitas como "Yo soy el zorro y tu eres mi zorra", claro yo era una adolescente que vivía en un orfanato y se me hacía el chichi pepsicola que de haber sabido lo que significaba no habría aguantado 2 años sin hacer na de na con Layo.
SI, DOS AÑOS AMIGAS y amigos. Dos años me esperó aquel chico y es que había prometido a Sor Lorenza que mi tesorito no sería inscrito en el mercado hasta entonces. Y claro aquella noche estaba como loca, 18 años... Estaba dando palmas, ya me entendéis. Yusnaby no, esa se abrió de piernas en cuanto Lobo le dijo eso de, "Yo soy tu lobo y tu eres mi loba". ¡Qué artistas estos chicos!
El caso es que me puse mis pantalones recortados para enseñar cachete, mi camiseta recortada para enseñar ombliguete y me dispuse a ir a por mi Layo. Y cuando me vio me dijo eso tan bonito de "Anayansi mamita, eres pura dinamita." Y así es, aquella noche no solo me lo pasé requetebien, también se me apareció Cristo y me enseñó cual iba a ser mi vocación.
Cuando volví al orfanato estaba tan feliz, tan radiante que Sor Fuengilda me lo notó en la cara, menuda pajarraca ella, sabía más latín que todas nosotras juntas, el caso es que claro no pude contenerme y les expliqué mi toda mi vivencia sin dejarme nada en el tintero, de hecho usé frutas y verduras para ilustrarles ciertas situaciones.
Claro, después de eso Sor Lorenza no pudo hacer nada, me echaron del orfanato. Aún guardo la estampita y la medallita que me dio mi monja favorita de la Virgen de Guadalupe. Que bonica ella.
Allí empezó una nueva vida para mí. Los 18 marcaron un antes y un después muy importante en mi existencia y siempre recordaré a Sor Lorenza y su sonrisa al escucharme, a Sor Fuengilda y el humo que le salía de las orejas, a Yusnaby y sus ocurrencias y sobretodo a Layo, ¡ay Layo! Lo que me hiciste de soslayo.
*Guiño al director ;)
** Sor Lucia Caram :3 jajajaja.
*** Yusnaby que sea más fea que yo.
**** Si saliese en la partida no le pongas la foto de Antonio Banderas que te veo.
Te he dado material director ehhhh, no he pedido demasiado la verdad. He puesto más historia que otra cosa, personajes y recuerdos xDDD. De objetos la estampita y la medallita que no tienen porque tener ningún significado. Coge lo que quieras y usalo como te plazca :D
Por cierto, perdonad si está un poco mal escrito que lo estoy haciendo con un poco de prisa y no sé si me habrá quedado demasiado bien.
Aquella tarde llovía copiosamente en el cementerio Cedar Creek. Un pequeño grupo de gente se arremolinaban en torno a una fosa cavada en la tierra, cubiertos bajo un manto de paraguas negros. Un anciano sacerdote recitaba de memoria su letanía-Tierra a la tierra...polvo al polvo-coreado por el susurrante sollozo de algunos de los asistentes.
En la primera fila de aquella ceremonia, un muchacho pelirrojo observaba la escena en silencio. Cuatro tipos fornidos estaban pasando cuerdas bajo el ataúd para bajarlo hasta el interior del foso. No había nada que pudiese decir. Todo lo que sentía era un agudo dolor en su corazón y un sentimiento de soledad absoluta. No era la primera vez que se enfrentaba a la muerte y no sería la última.
Un hombre de unos cuarenta años posó su robusta mano derecha sobre el hombro izquierdo del muchacho. Éste ni se inmutó.
-Debes ser fuerte. Debes seguir adelante.
Todo el mundo le decía lo mismo.
Finalmente giró su cabeza para encarar al hombretón. Le sacaba al menos dos cabezas de alto y media espalda. Por un momento sintió la necesidad de explotar, de gritar y de decirle que no tenía porque ser fuerte, que no tenía porque seguir adelante y que le vida era una mierda. Pero al mirar por la cara a aquel hombre, al que no conocía de nada, no pudo hacerlo. Su rostro sonriente, le producía serenidad.
-Ahora mismo estás afligido, triste y desolado. Es normal. Pero debes aprender a enfocar la muerte desde otro punto de vista. Debes aceptar la muerte como lo que es; otra fase en el ciclo de la vida y no necesariamente la última. Solo de ese modo, podrás enfocar tu propia muerte del modo correcto. Y es muy necesario que lo hagas, por todo lo que ha de venir.
El muchacho miró al hombre con incredulidad ¿De qué le estaba hablando?¿El Ciclo de la Vida?¿De la reencarnación?¿Del futuro? Sin embargo, la presencia y el aplomo con el que le hablaba aquella persona hizo que no pudiese ignorar aquellas palabras.
De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna...
Las palabras del cura parecían sustentar las de aquel otro hombre.
-Cuando estés preparado, ven a mi. Tenemos mucho de que hablar. Sabrás cómo hacerlo.
Y entonces el tipo, simplemente, se fue. El muchacho se quedó mirándolo mientras se alejaba, sin saber qué hacer.
Entonces, alguien le tocó la espalda. Se dio la vuelta para ver a una señora bien vestida, de unos cincuenta años que le miraba con gesto apenado.
-Querido...sé fuerte...y ya sabes dónde estoy para lo que necesites.
La mujer acompañó sus palabras con un abrazo. Tras ella, había una fila de gente que esperaba su momento para presentar sus condolencias.
Cuando volvió a mirar, el hombre, ya no estaba allí.
Pongo la historia solo para el director para que des tu aprobación antes de hacerla pública.
Así mismo, no sé si puede ser un sueño de John, algo que ha recordado o si incluso, algo que ha sucedido y no recuerda.
En cuanto al beneficio que podría sacar de este recuerdo, en caso de tenerlo, podría ser alguna pista a partir de la cual seguir investigando. Quizá el nombre que figura en el ataúd o cualquier otro detalle. Eso lo dejo a tu criterio, si te parece.
Yo... tenía 10 años, más o menos. Andrea, la hermana "hippie" de mi madre había venido a vernos, creo que porque era mi cumpleaños o algo así. Recuerdo a las dos, mi tía y mi madre, discutiendo en la cocina por alguna tontería, no discutían en serio, se querían muchísimo, pero tenían una forma de ver la vida totalmente diferente. El caso es que discutían y yo no quería estar en casa, así que me fui a buscar a Carla, mi vecina, que tenía más o menos mi edad...
El padre de Carla era un militar al que habían retirado del servicio porque había tenido un accidente que le había afectado una mano, así que estaba en casa casi todo el día y se le caía encima, tenía los nervios de punta, todo le molestaba, así que Carla aprovechaba cualquier excusa para salir y yo tenía una compañera de fatigas incondicional.
Era verano, ahora lo recuerdo, y mi tía si había venido por mi cumpleaños, tenía una furgoneta como la de Scooby Doo llena de cosas chulas que me encantaba, y claro, quise enseñársela a mi amiga.
Me colé en la casa, busqué en el bolso de mi tía y cogí las llaves de aquel maravilloso escondrijo. Recuerdo que en la parte trasera tenía una colcha con una luna y unas estrellas, y tenía campanillas y cristales de colores sujetos junto a las ventanas. En la parte trasera una pequeña neverita con cervezas- no, nunca me hubiese atrevido a probarlas, sabía que no podía-, zumo de frutas y un bizcocho tremendamente apetecible que no dude ni por un minuto que fuese para mi. Así que como la chica del cumpleaños que era, corte el bizcocho en trozos y entre mi amiga y yo nos tomamos más de la mitad.
Primero nos entró una risa tremenda, después tuve la sensación de que me metía debajo del agua y jugué que era una sirena utilizando la colcha como mi cola y poniéndome de collares algunos de las tiras brillantes que colgaban en las ventanas, juraría que a Carla se le puso cara de pez y eso hizo que me riese aun mucho mucho más.
No sé cuanto tiempo pasaría, creo que mucho porque era ya noche cerrada cuando a lo lejos escuchamos voces, yo no podía abrir los ojos y Carla se había dormido después de vomitar a mi lado.
Lo siguiente que recuerdo es estar en el hospital abrir los ojos y ver a mis padres con la cara descompuesta por la preocupación, aunque trataron de sonreírme.
-¿Como estás cumpleañera?- me susurró mi padre mientras me daba un gran abrazo.
Mi tía entró con lágrimas en los ojos, mi padre fue a decirle algo pero mi madre lo contuvo, ella se acercó a mi cama y también me abrazó. Yo no sabía a qué se suponía que venía todo eso.
- Me alegro tanto que estés bien...- me dijo
- Tia- le contesté yo- cuando sea mayor quiero tener una furgoneta como la tuya.
A mi tía le caían unos grandes lagrimones cuando me contestó sin poder evitar la sonrisa:
-Tuya será.
Después pasé varios años sin verla.
Los padres de Carla no la dejaron salir durante todo el verano. Después se mudaron...
Kitano siempre me habia dado escalofrios, era un hombre frio y enigmático rodeado de turvios negocios que le habían hecho rico. Pese a ello mama guardaba siempre un respeto que no comprendía hacia su hermano mayor. Nunca habia hablado mal de el, ni mencionado su mas que segura pertenencia con la yakuza. De hecho guardaba cierto silencio y mencionaba lo justo.
El servicio de la mansión me habían hecho pasar hasta conducirme al gran salón donde habian todas esas estatuas, esculturas y otros elementos decorativos antiguos.
-Wow, una armadura completa y restaurada. Ni tan siquiera muestra inidicios de oxidación el metal. Recuerdo que de pequeño el viejo me contara que pertenecía a nuestra familia y que quien la llevó fue un gran héroe.
" No toques nada Ochi, recuerda lo maniático y excentrico que es tu tio. "Me vino a la cabeza as palabras de papá. No le había hecho gracia que hoy, justo en mi cumpleaños mama me mandara a visitar al viejo Kitano.
- Te pareces a tu madre. Es una suerte, no soporto al inútil que se casó con ella. Su voz ronca y cortante me dió un respingo. Sentado en uno de los sillones estaba, observandome. ¡No lo habia visto al entrar!.
- Ah, hola tio Kitano. Me mandó madre a recoger un libro suyo y..¿Que tal?. Se te ve bien. No sabía bien que decir. El se había incorporado hasta llegar a mi, junto al expositor de cristal.
- Recuerdas bien, quien la llevó no se ganó su fama por ser el mejor guerrero o el más hábil, si no por ser el mas astuto. Un buen general es quien es mejor estratega que el rival, Ochi, recuérdalo bien. Me dió la sensación que miraba las piezas con cierta meláconlía.
- ¿Te gustaría un dia ganarte el derecho de tener una como esta?. Añadió sin mirarme ..
- Ohh, nande!!. quieres decir...¿Que me regalarás la armadura?. Nada mas acabar mis palabras sentí como algo me daba en la testa.
- No digas tonterias Ochi, ¿ Que vas a hacer tu con algo así?. Es solo una reliquía. Sacudió el abanico de madera para regresarlo a su bolsillo mientras volvía frente a una mesa escritorio.
- Auch...pues no se porqué pensé en ello. Dije lamentándome mientras me acercaba, siguiendo sus pasos hasta quedar al otro lado de la mesa.
- Esto, querido sobrino, si que es para ti. Abrió un cajón y sacó una caja pequeña de caoba oscura que tendió para que la cogiera.
- Es un pergamino, con tintas. P-pero esta en blanco. Observé a medida que lo abría de forma que me aseguara que en efecto no había escrito alguno.
- Lo importante es el sello lacrado, lleva el simbolo de nuestra familia. Una marca que en muchos sitios te dará reconocimiento y te abrirá puertas si sabes emplearlo con sabiduría. En cuanto al pergamino, mi querido sobrino, es como la vida misma. Será tu mano guiando la pluma quien de color tal y como tus pies serán los que te lleven por el sendero que esta reservado solo para ti.
- Ahm, pues. ¿Gracias?. Arigato. Dije de forma respetuosa, sin entender del todo el significado de ese regalo o preguntandome para que iba a necesitar yo algo como eso. No me encajaba en la vida sencilla que esperaba para mi, alejada de los asuntos turbios de mafiosos que seguramente rodeaban a Kitano.
Volví a agradecer el regalo y tomé aquello que realmente había ido a buscar. Al llegar a casa, sin saber el porqué guardé el estuche y evité mencionar nada a mamá. Seguramente se habría enfadado y me habría obligado a regresar para devolver el regalo. Algo me decía que por absurdo que fuera, debía conservar aquello y llevarlo conmigo, ahí donde fuera.
Ya lo terminé :P
***DOCEAVO CUMPLEAÑOS DE NATHAN***
Aquel cumpleaños iba sobre ruedas. Sus padres habían invitado a todos sus compañeros de clase. Incluso, por intercesión de su madre, había podido invitar al hijo del jardinero. Un chaval que contemplaba a todos los chicos que les rodeaban como desde otra galaxia. Aunque llevase ropa prestada por el propio Nathan, el proletario era con los chicos del internado de élite como aceite y agua. Pero era el único al que podía llamar amigo y se rieron mucho.
Los recuerdos del pintor no dibagaron sobre aquel chico del que un par de años después estaría anamorado hasta las trancas. Ni la angustia que pasó cuando se alejaron por un beso que le dio de repente en la boca y que no fue correspondido. O más bien fue correspondido común empujón y salir corriendo. Ni en el reencuentro casual años después y la disculpa mutua. El fashback no iba sobre Manuel.
Lo que acudió a su mente fue el portarretratos. Uno de esos bañados en plata que son como varios marcos unidos para exponer varias fotos a la vez. Sacarlo del papel de colores fue una desilusión, aquello era el típico regalo de abuela que aburre a las rocas. Todas las fotos eran protagonizadas por el pequeño Nathan. Llendo al colegio, saliendo, entrando en la extraescolar de pintura, jugando en el jardín,...
Solo meses después entendió el revuelo que aquel regalo causó en casa y los gritos de "quIen ha traído este regalos?". Y las improvisadas vacaciones con su madre. Aquello era un mensaje para su padre: haga mal su trabajo preparando los papeles para su jefe, el fiscal, o nos cargamos a su hijo"