Rob McNulty caminaba por el entramado de madera que llevaba a la zona portuaria de mercancías. Situada entre Puertonuevo y la zona vieja de los muelles llamada Las Termitas estaba absolutamente desierta a las tres de la mañana de aquella noche de verano. Pero Rob caminaba tranquilo hacia su puesto de trabajo donde hoy estaría quince horas seguidas de guardia. Hacía tiempo que había limitado sus paseos nocturnos por cuestión de seguridad y ahora que el peligro parecía haberse alejado disfrutaba de nuevo de la brisa fresca mientras iba dejando atrás las luces del Paseo Marítimo y de la zona más turística. Aún así se sobresaltó cuando un viejo borracho se cruzó en su camino. Apenas se tenía en pie y estaba peligrosamente cerca de caerse al mar. Rob, siempre tan cívico, le sostuvo del antebrazo y le instó a buscar un lugar donde poder descansar de la borrachera.
- Me han echado del muelle esos cabrones… me han destrozado mi caseta
- ¿Por qué no va a la taberna de Rumdock que está un poco más allá? ¿La conoce? No sé si hoy jueves abrirán también hasta tarde pero podría probar.
- Sí… la conozco… gracias… cabrones, me han destrozado mi caseta
El hombre se alejó mientras Rob se percató que había echado mano instintivamente al revolver que guardaba en su bolsillo. Había prometido a la policía costera que la llevaría con él ahora que le habían retirado la escolta. Solo por seguridad. Menuda locura. Andar con ella era casi más peligroso que unas bravuconanadas lanzadas por unos mafiosos sin nombre.
“Va con el oficio” dijo inspirando profundamente a la vez que entraba en el edifico de Aduanas para fichar. Allí sus supervisores le saludarían, le insistirían en que se cogiera unos días libres pero a la vez le pedirían que revisara varios trabajos de varios departamentos como si Rob fuera el único que pudiera realizarlos pasándose de mesa en mesa y discretamente ayudando a sus compañeros los cuales no todos se mostraban agradecidos por el distante y tranquilo McNulty. Finalmente pudo llegar a su despacho acristalado desde donde se divisaba todo el puerto. Allí, frente un ordenador y registros que llegaban de los puestos de observación empezaba su tarea favorita. Y allí vio amanecer reflejándose el sol en los containers de colores que se desplegaban como un gigantesco tetris, gemelo del que Rob tenía en la cabeza tras analizar los datos. Durmió su hora reglamentada para descansar los ojos. Un golpe con un periódico enrollado le despertó. Era Víctor Guffin; tal vez el único compañero al que podía además llamar amigo tras tantos años compartiendo mesa.
- Rob, despierta, casi estabas a punto de pasarte de plazo eh. ¡Casi! – ironizó sobre su férrea disciplina- Toma, te he traído el periódico y el desayuno, deberías echar un vistazo a eso de los anuncios. Te puedes permitir algo mejor ahora, te vendría bien irte al centro, con la gente, y no siempre de cara al mar, seguro que estás también contando barcos desde tu casa…
- No voy a mudarme. Ya te lo he dicho. Y al comisario. Y a la policía. Sabes perfectamente que es por eso por lo que quieres que me mude así que al menos no me hables de vistas panorámicas.
- Bah, si es que es imposible razonar contigo… Bueno, tú mismo, pero deberías al menos buscar alternativas. Aunque sea cuando vuelen tu casa por los aires...Ah no, ¡qué idiotas los contrabandistas esos, creen que te van a pillar alguna vez fuera de aquí!
Pese a su respuesta, Rob sí se había planteado la mudanza cuando salió su nombre en la lista de asesinatos de los contrabandistas que jamás perdonaron que desmontara el topo de aduanas. Pero le parecía absurdo cambiar de piso cuando en cualquier momento podrían volver a encontrarle. Y jamás dejaría Aquilea y aquel puesto de “farero” moderno, luz sobre aquellas mareas de tránsito constante.
Se incoporó y antes de desayunar se tiró otra hora actualizando los registros. Después dedicó sus treinta minutos para tomar el desayuno y hojear el periódico. Un anuncio le llamó la atención y se lo leyó a Victor.
"Apartamentos individuales, amplios y bonitos en Lalengua. Edificio legendario totalmente remodelado. Se buscan inquilinos de mente abierta que busquen la oportunidad de su vida. ¡111 dólares al mes! Entrega de llaves en el acto si eres uno de los trece elegidos para vivir en la zona más increíble de Aquilea.
¿Serás tú uno de ellos?- Sólo en el día de hoy en Francisco I, 300.
- ¿111 euros? Joder, dejo a mi mujer y me mudo yo. Será una estafa ¿no?
- Sí. Mira el número de la oficina, el 300 de Francisco I, esa calle acaba en el 280 como mucho. No existe.
- Bueno, pues mira otros, joder, que ya estás agarrándote al podrido para evaluar toda la cesta.
No. Ya era hora de nuevo de continuar trabajando. Se mantuvo así en su puesto otras seis horas mientras oía a Victor bostezar, ver algún video en su ordenador cargado siempre de mierda y despedirse diez minutos antes de la hora con cualquier excusa.
Puntual en el fin de su jornada Víctor volvió andando y esta vez pasó al lado de Francisco I. Sintió cierta curiosidad. ¿Cuántos estarían merodeando por allí buscando el 300 de aquella calle? ¿Tal vez aquella pareja? ¿O ese adolescente con mochila? O puede que ninguno de ellos. Desde luego colas no había. Decidió observar y divertirse un rato simplemente mirando cómo la gente pasaba por aquel punto o por si se desvelaba de manera extraña el significado de aquel anuncio.
Vio un taxi pasar. “Por esta calle no hay salida ni nada medianamente interesante. Puede que venga a este punto. Bingo. Ahí está”
Un hombre orondo y con barba se apeó del taxi y siguió Franciso I abajo hasta el Paseo Marítimo. Luego descendió a la playa y siguió andando en línea recta por el muelle. Estaba atardeciendo y aquel hombre se movía torpe como si acabara de despertarse o llevara tiempo sentado frente a un ordenador. Y sin embargo no vacilaba en su trayectoria.
Rob se despertó y echó una moneda en uno de los prismáticos del puerto, dirigiéndolo con discreción hacia aquel hombre. Estaba frente a una extraña embarcación: “Modelo 1252-K. Puede ser un puesto ambulante. Permiso de embarque solo de un día y encima de él un letrero de madera que dice… “
Dice lo mismo que el anuncio. Es ahí. Esa es la oficina inmobiliaria secreta. Tal vez ni era una estafa pero aquello tenía toda la pinta de ser un negocio ilegal. Y eso no era para él.
Resuelto el misterio se dirigió a su casa. Eran las nueve de la noche y no estaba tan cansado como debiera así que se planteó alquilarse alguna película y… El mando no estaba donde lo había dejado. Estaba seguro. Como un resorte y sin perder tiempo buscó su revolver y abrió la puerta de su dormitorio. Un horrible olor inundó la habitación. Sobre su cama, ensangrentado, un enorme atún impregnaba de sangre y agua de puerto su cama. Habían entrado en su casa. Habían entrado y tal vez le habían esperado durante horas a que volviera.
Rob cogió una maleta con las cosas más imprescindibles. Una foto de sus padres, el archivo del trabajo, dos mudas y su guitarra.
Tenía que ir a un sitio seguro pero ni de la policía podía fiarse. Solo de Victor y de algún miembro de su banda y no quería involucrarles en esto. Tenía que volverse invisible durante un tiempo. ¿Qué mejor que hacerlo en un sitio invisible?
Rob corrió de nuevo hacia aquel punto. No parecía que nadie más hubiera llegado a la oficina inmobiliaria flotante. Llamó al ver luz dentro y un hombrecillo simpático de enormes gafas le recibió.
- Adelante, por favor, llega aún a tiempo.
La oficina-barco es muy pequeña. Apenas cabe una mesa llena de papeles, tres estantes, una pequeña jaula con un pajarraco que dormía a pierna suelta y una percha donde hay colgado un bombín.
- Me llamo Phineas Imeldus, pero todos me llaman Pip. ¿Su nombre es...? Veo que viene con un maleta. Eso es buena señal, sí señor. Pero aún tengo que hacerle algunas preguntas y saber si usted es el candidato que busco.
- Yo también tengo preguntas que hacerle - dice Rob algo seco y confundido ante la labia de aquel hombre- Busco un sitio seguro donde refugiarme un tiempo. Entiendo que no hay registro de vivienda en ese "chollo" que ofrece ¿verdad? Esto no es un anuncio público ni fácil de encontrar. ¿Cuántos seríamos? ¿Cómo de ilegal es esto?
El hombre no parece en absoluto inmutarse.
- ¿Un refugio? He visto muchos candidatos y algunos de ellos sí que tenían pinta de necesitarlo. No es su caso, señor. Veo su desconfianza y su inquisitiva curiosidad pero si no hablamos francamente no sabré si puedo serle o no de ayuda. Y temo que no estaré abierto mañana. ¿Hablamos?
"No estoy en opción de guardarme nada. No tengo nada que perder y si esto es todo un montaje dar publicidad a mis amenazas puede ser útil"
Rob se presenta entonces y se describe brevemente.
Pip escucha todo aquello con un interés que no puede disimular.
“ ...Excelente Rob. Un hombre de férreos principios y hábiles recursos. Es justo lo que buscábamos cuando decidimos poner un anuncio para acudir a una cita disparatada en un sitio imposible de encontrar y que requiere que se tome una decisión que afecta a su vida en menos de 12 horas…”
Verá: Como bien sabe esto no es una inmobiliaria al uso. De hecho todo nuestro objetivo es conseguir tener el Faro Pródigo, como así se llama esta maravillosa torre, habitada antes de las 8 de la mañana del día de mañana. Ese será el momento en que la Ley de Propiedades y Fincas 103.2 entre en vigor, anulando la 103.1 que finalizó hoy a las 8:00, momento en que pusimos el anuncio.
No hay nada ilegal en ello pero desde luego es difícil de rastrearnos.
Estamos aprovechando una jornada maravillosa de vacío legal para habilitar un inmueble que en otro caso sería destruido o aprovechado para construir un restaurante mirador u otra de esas barbaridades de hoy en día. La Ley de Propiedades no puede ejecutar su mano de verdugo si se demuestra que la torre entera está habitada por arrendatarios como ustedes.
No se si está enterado de las movilizaciones de la Plataforma Ciudadana de Aquilea para impedir que edificios históricos o de gran importancia cultural pasen a otros distritos o sean condenados al ostracismo. Si esto le parece una triquiñuela le aconsejo que lea como se hicieron con la jurisdicción del Oceanográfico el año pasado.
“…Una gente maravillosa, los de la Plataforma ¿no cree? Han rehabilitado todo el barrio, no tienen miedo de la burocracia y exaltan el arte de Aquilea. Y creo que quieren remodelar también la zona de aduanas. Espero que sigan manteniendo ese enorme edificio colonial. Fueron ellos, los de los la Plataforma, los que contrataron nuestros servicios para que Faro Pródigo sea salvado de la quema. Es una torre llena de historia y el enclave es sencillamente paradisíaco. En una plataforma rocosa nueva y a pocos metros de Puertonuevo. No, no es un faro propiamente dicho pero lo parece, allí alejado del resto de comercios y viviendas.
“Evidentemente la Plataforma Ciudadana quiere cubrirse las espaldas, una vez alquilados los 11 apartamentos no habrá vuelta atrás, y un error podría dar al traste toda la operación, por lo que exigimos algunas condiciones.
Lo primero es que los inquilinos deberán permanecer en sus apartamentos durante un año pagando religiosamente el precio del alquiler… Precio irrisorio, como usted podrá imaginar, prácticamente a un décimo de su valor real. Pero se necesita una cantidad mínima para que el contrato sea legal, y 111 dólares es más bien un pago "simbólico"
No será posible arrendar el piso a otro propietario o dejar desocupada la vivienda, aun pagando el alquiler. Han de vivir en sus apartamentos. La inspección podría acechar en cualquier momento. Tampoco podemos alojar a más de una persona en el mismo apartamento, exceptuando visitas puntuales.. Como usted comprenderá debemos ser más rígidos que de costumbre con las normas del alquiler, cualquier pequeño litigio con una eventual inspección podría abrir el sumario y que el Gobierno nos pillara con la letra pequeña.
Por eso mismo buscamos gente que se adapte bien a la convivencia y que sea bastante independiente. Justo lo que usted es. Un hombre de ley y tan tranquilo como John Wayne en aquella película ¿verdad? Deben ser una comunidad unida.
Si algún inquilino falleciera durante este año o tuviera algún percance que no le permitiera vivir nos veríamos en la difícil situación de buscar un reemplazo urgentemente y con la mayor discreción. Y créame que se por experiencia que no se darán las circunstancias tan idóneas en un futuro como para poder elegir a 11 individuos en un solo día.
Y ahora escuche con atención, al finalizar esos 12 meses, tanto nuestra empresa como la Plataforma Ciudadana no tendremos que seguir con esta tapadera, nuestro objetivo se habrá cumplido y como recompensa cederemos la propiedad a los inquilinos… convirtiéndose ustedes en propietarios de manera automática y gratuita de su apartamento. Lo que hagan con él ya no será de nuestra incumbencia. Faro Pródigo será ya una orgullosa torre de viviendas al frente de Lalengua.”
- ¿Qué me dice Rob? Puede que en el futuro ya no quiera vivir allí pero de momento estará viviendo en el sitio más discreto de todo Aquilea, oh sí, se lo aseguro. Escuche. Mañana a las 6 de la mañana enseñaré el piso a los candidatos. Iremos con el notario y las escrituras para que allí mismo los que se decidan, elijan su apartamento y firmen el contrato. Estoy convencido de que al igual que nosotros les hemos elegido a ustedes, ustedes sabrán elegir la opción correcta. Quedaremos en el muelle de ahí enfrente, ¿lo ve? Será un paseo estimulante de que nos despertará a todos los sentidos y nos preparará para un maravilloso día. Y ahora si me disculpa….
Rob sale de allí. Le parece ver a una mujer joven guapa correr hacia allí pero no tiene tiempo de detenerse. Vuelve a la oficina y habla con su supervisor. Le pide unos días de vacaciones que por supuesto se los concede complaciente.
- Pero a partir de mañana. Necesito dormir en mi despacho hasta las 5:45.
Empezamos el jueves. Puedes postear una respuesta de transición a esta escena pero no es necesario.
Como buen hombre de pocas palabras pero de actos efectivos, Rob no tuvo más que mover afirmativamente la cabeza a la propuesta que Pip le lanzaba. No quería convertirse en la siguiente pesca de esos mafiosos, y por mucho amor que le tuviese al mar, tampoco quería acabar durmiendo en un banco del puerto. Así que, poco decidido pero sin otra alternativa, acogió el alquiler de esta trama tan surrealista.
- Unas vacaciones, a fin de cuentas, no le vienen mal a nadie. Ni siquiera a mí. - pensó mientras sus párpados caían ya por el peso del sueño.