Le llegó el pestazo de alcohol antes que el susurro:
- Por... favor... quiero un whisky doble y...
Aquel mendigo apenas se tenía en pie. A Blanca le dolían los pies de estar despierta y temía que su jefe le hiciera volver a abrir sólo para atender a aquel cliente que sin ser habitual ya había aparecido por la Rumdock otra noche.
Había tenido una noche habitual de parroquianos habituales, algún turista buscando una taberna holandesa que se saliera del círculo turístico y algún conato de pelea. En este caso un hombre pelirrojo se había refugiado en su local. Decía que le perseguían unos delincuentes y si podía quedarse en los baños. Fue franco con ella. Podía haber entrado sin más. Blanca, por supuesto, le dejó que se quedase allí media hora. Luego ajetreada le vio salir sin despedirse pero no pareciera que ya estuviese preocupado.
Pero Karl estaba en su fase de ogro y vociferó
- ¡Vete a casa, viejo! Aquí ya estamos cerrados. ¡Vuelve a tu cuchitril a dormir la mona, anda!
Aquel viejo miró a Blanca y dijo
- ¡Me han roto el colchón, los hijos de puta, han puesto ahí otro muelle y... y...!
Karl le dio un empujón mientras le pedía a Blanca que volviera a casa.
- Blanca, mañana ven al mediodía. Hará de nuevo día de playa y puede que tengamos a algún cliente que se pierda camino a esos putos chiringuitos
Blanca se fue a descansar y después de seis horas, ataviada con ropa algo más cómoda para aquel día de intenso calor del 22 de Febrero entró de nuevo en la taberna de Rumdock a ver si preparaba algún sandwich para una clientela de día menos intensa y extravagante que la nocturna que se acercaba a aquella zona del puerto que llamaban Termitas.
Allí Karl la esperaba. Muchas veces dormía en el apartamento de arriba como hacía de soltero, desde hacía cuarenta años que regentaba la taberna. Tenía el gesto torcido.
- Blanca, me he quedado pensando... ¿tú conocías a aquel hombre que vino anoche? creo que era un mendigo de los muelles pero he preguntado a Lolo hace un rato y dicen que no le han visto merodear...
Karl se rascaba la cabeza intranquilo. Blanca sabía que aquel hombre gruñón y tosco solía tener esos momentos de sensibilidad generosa.
- Me da miedo que... que se haya caído al mar por no haberle dejado dormirla aquí ¿sabes? Parecía verdaderamente frustrado y... dime ¿le conocías? tú eres muy buena para las caras
- No... jefe... pero... creo que sé donde pasaba las noches este verano. Sí recuerdo haberle visto alguna tarde.
- ¿Te importa... te importa ir y echar un vistazo y ver... bueno... ver si ese hijodeputa está bien?
Blanca dejó su bolso tras la barra, se puso las gafas de sol y salió recorriendo las Termitas en busca de aquel mendigo. Si no se equivocaba, le había visto merodear en la zona más turística, en el Paseo Marítimo de los Cien Cañones, enfrente de la Catedral donde se había construido un cuchitril en un muelle roto y alejado.
Al llegar allí vio que el cuchitril no estaba, pero el muelle también había cambiado. "Probablemente por eso le echaron, han extendido el muelle hasta aquella embarcación? ¿O es un edificio? Pensó Blanca.
Curiosa vio que un chico joven venía de allí y otro fornido acababa de entrar. Se acercó y vio un letrero de madera en lo que parecía que era un pequeño edificio flotante
"Apartamentos individuales, amplios y bonitos en Lalengua. Edificio legendario totalmente remodelado. Se buscan inquilinos de mente abierta que busquen la oportunidad de su vida. ¡111 dólares al mes! Entrega de llaves en el acto si eres uno de los trece elegidos para vivir en la zona más increíble de Aquilea.
¿Serás tú uno de ellos?”
¿111 dólares? Eso no costaba un apartamento ni en el Puerto... y ni siquiera en las Cavas Calizas. Miró buscando cámaras ¿era alguna clase de concurso callejero?
Esperó un poco. Entonces el hombre fornido salió de allí y ella se atrevió a preguntar
- Perdona... Eso que dice el anuncio ¿es verdad? ¿están ofreciendo esos pisos?
- Eso parece- dijo aquel hombre que parecía tan aturdido como ilusionado- Eso parece...
Un hombrecillo delgado con grandes gafas se asomó entonces y dijo.
- ¡Buenos días! Veo que eres la siguiente... Adelante, suba a bordo, tenemos muchas entrevistas que hacer...
La oficina es muy pequeña. Apenas cabe una mesa llena de papeles, tres estantes, una pequeña jaula con un pajarraco y una percha donde hay colgado un bombín.
- Me llamo Phineas Imeldus, pero todos me llaman Pip. ¿Tú eres? Parecías buscar a alguien. Pero creo que puede que acabes encontrando algo mejor.
- Sí, soy Blanca... Blanca Quintana y... estaba buscando a un cliente pero...
- ¡Qué casualidad! Yo también. Siéntese por favor, Blanca y hablemos...
Quince minutos después Blanca sale de allí sin dar crédito. Un hombre pelirrojo y una mujer de color están a la cola y sonríen cuando la ven, excitados de que les llegue el turno. Blanca reconoce al hombre, es el mismo al que perseguían la otra noche. Pero este no parece acordarse de ella así que continúa sin pararse.
Blanca trata de recordar todo lo que ha hablado. Necesita un café y comer algo así que se permite la traición de desviarse hacia la zona de la playa y tomar algo en el chiringuito mientras recuerda:
“Lo que dice el anuncio es totalmente cierto, Blanca.
Esto no es una inmobiliaria al uso. De hecho todo nuestro objetivo es conseguir tener el Faro Pródigo, como así se llama esta maravillosa torre, habitada antes de las 8 de la mañana del día de mañana. Hábleme un poco de usted, a que se dedica, dónde se aloja... “
Blanca con timidez al principio pero soltándose igual que hace detrás de la barra acaba contándole más cosas de su vida de lo que pensaba.
“ ...Excelente Blanca. Es usted toda una superviviente. Buscamos gente atrevida y con la suficiente capacidad de reinventarse y tomar una decisión que afecte a su vida en menos de 12 horas… Da igual que viniera en busca de una vivienda o halla dado con este sitio por casualidad... si es que acaso existe. Pero como le decía, tiene que ser antes de las 8:00 de mañana, ese será el momento en que la Ley de Propiedades y Fincas 103.2 entre en vigor, anulando la 103.1 que finalizó hoy a las 8:00, momento en que pusimos el anuncio.
¿Entiende el truco?
Estamos aprovechando una jornada maravillosa de vacío legal para habilitar un inmueble que en otro caso sería destruido o aprovechado para construir un restaurante mirador u otra de esas barbaridades de hoy en día. La Ley de Propiedades no puede ejecutar su mano de verdugo si se demuestra que la torre entera está habitada por arrendatarios como ustedes.
No se si está enterado de las movilizaciones de la Plataforma Ciudadana de Aquilea para impedir que edificios históricos o de gran importancia cultural pasen a otros distritos o sean condenados al ostracismo. Si esto le parece una triquiñuela le aconsejo que lea como se hicieron con la jurisdicción del Oceanográfico el año pasado"
“…Una gente maravillosa, los de la Plataforma ¿no cree? Han rehabilitado todo el barrio, no tienen miedo de la burocracia y exaltan el arte de Aquilea. Estoy seguro de que pronto las Termitas acabarán siendo como Puertonuevo pero respetando la esencia marinera centenaria de esa zona, como la taberna en la que dice que trabaja. Aquilea es más que la gente. Debe resistir. Siempre.
Fueron ellos, los de los la Plataforma, los que contrataron nuestros servicios para que Faro Pródigo sea salvado de la quema. Es una torre llena de historia y el enclave es sencillamente paradisíaco. En una plataforma rocosa nueva y a pocos metros de Puertonuevo. No, no es un faro propiamente dicho pero lo parece, allí alejado del resto de comercios y viviendas.
“Evidentemente la Plataforma Ciudadana quiere cubrirse las espaldas, una vez alquilados los 11 apartamentos no habrá vuelta atrás, y un error podría dar al traste toda la operación, por lo que exigimos algunas condiciones.
Lo primero es que los inquilinos deberán permanecer en sus apartamentos durante un año pagando religiosamente el precio del alquiler… Precio irrisorio, como usted podrá imaginar, prácticamente a un décimo de su valor real. Pero se necesita una cantidad mínima para que el contrato sea legal, y 111 dólares es más bien un símbolo… poético.
No será posible arrendar el piso a otro propietario o dejar desocupada la vivienda, aun pagando el alquiler. Han de vivir en sus apartamentos. La inspección podría acechar en cualquier momento. Tampoco podemos alojar a más de una persona en el mismo apartamento, exceptuando visitas puntuales.. Claro que podrá traerse compañía si lo desea alguna noche, Blanca, pero no montar ningún garito en él, claro. Como usted comprenderá debemos ser más rígidos que de costumbre con las normas del alquiler, cualquier pequeño litigio con una eventual inspección podría abrir el sumario y que el Gobierno nos pillara con la letra pequeña.
Por eso mismo buscamos gente que se adapte bien a la convivencia y que sea bastante independiente. Por supuesto sería tremendamente negativo que entre los inquilinos hubiera conflictos. Seguro que usted tiene ya los arrestos necesarios para lidiar con desconocidos: Han de permanecer como una comunidad unida.
Si algún inquilino falleciera durante este año o tuviera algún percance que no le permitiera vivir nos veríamos en la difícil situación de buscar un reemplazo urgentemente y con la mayor discreción. Y créame que se por experiencia que no se darán las circunstancias tan idóneas en un futuro como para poder elegir a 11 individuos en un solo día.
Y ahora escuche con atención, al finalizar esos 12 meses, tanto nuestra empresa como la Plataforma Ciudadana no tendremos que seguir con esta tapadera, nuestro objetivo se habrá cumplido y como recompensa cederemos la propiedad a los inquilinos… convirtiéndose ustedes en propietarios de manera automática y gratuita de su apartamento. Lo que hagan con él ya no será de nuestra incumbencia. Faro Pródigo será ya una orgullosa torre de viviendas al frente de Lalengua”
Blanca pagó su cubata y regresó hacia la taberna mientras lo pensaba ¡Dios mío, propietario de un piso en LaLengua! ¿Estaba elegida entonces? Apenas se había percatado pero durante toda la conversación ha estado escribiendo en las hojas pequeñas anotaciones que seguramente tienen que ver con ella y con lo que ha decidido contar en la entrevista.
- ¿Qué me dice Blanca? Me gusta su estilo, me gusta su sinceridad y creo que encajaría perfectamente en el distrito.. Sí, creo que usted podría ser una de las personas que buscamos. “
- En fin, supongo que tendrá que consultar con sus seres queridos su decisión. No es fácil mudarse y menos en estas circunstancias. Pero estoy seguro de que todos entenderán que… bueno, permítame decirle que trate de mantener el secreto entre sus amigos. Cualquiera mataría por un piso así. Escuche. Mañana a las 6 de la mañana enseñaré el piso a los candidatos. Iremos con el notario y las escrituras para que allí mismo los que se decidan, elijan su apartamento y firmen el contrato. Estoy convencido de que al igual que nosotros les hemos elegido a ustedes, ustedes sabrán elegir la opción correcta. No se olviden llevar ya su primera maleta. Quedaremos en el muelle de ahí enfrente, ¿lo ve? Será un paseo estimulante de que nos despertará a todos los sentidos y nos preparará para un maravilloso día. Y ahora si me disculpa….
Al regresar oyó los gritos de Karl mientras echaba de nuevo a aquel mendigo que había reaparecido durmiendo bajo el coche de Karl. Pronto la gritaría a ella y le diría que la idea de preocuparse por aquel indigente era suya. Daba igual. Gracias a lo que había ocurrido tenía la oportunidad de su vida.
Puedes describir que haces hasta la mañana siguiente o cualquier decisión al respecto.
Aún no acababa de sobreponerse a la sorpresa y la espuma de la cerveza que servía se le fué de las manos. Karl, por mucho que pusiera mala cara, era como un hermano (muy mayor) para ella, y una sonrisa despreocupada fue suficiente para que volviera a ponerle atención al partido de Aquilea FC y Universidad Aquileana. El mendigo había logrado juntar algunas monedas, compró un vaso de (mal) vino y se quedó a ver los deportes. Es increíble como por noventa minutos todos pueden olvidar sus condiciones sociales y simplemente entregarse en la catarsis del dejarse llevar.
El edificio es precioso, pensó, y comprar un piso por esa cantidad de pasta sería... maravilloso.
Comenzó a recordar las formas y colores del edificio cuando se dió cuenta que en verdad no recordaba mucho, algo inaudito en ella desde que tenía esta pasión por la arquitectura. Cual adicta, empezó a obsesionarse con esta idea, hasta que sólo eso ocupaba su mente. Una vez terminada la hora de almuerzo, iré nuevamente a verlo y a aceptar el contrato, concluyó, sin poder sacarse esta sensación de estar en un sueño y que en cualquier momento podría despertar.
¡Oye Karl!... necesito ir a hacer algunas cosas. Vuelvo en un par de horas. ¡Trata de que no se queme el lugar!... y recuerda: ¡el tequila margarita no lleva ninguna flor! - y salió del bar sonriendo, como no lo hacía en mucho tiempo.
El aire marino siempre le recordaba cosas. A su padre. Su primer beso. La caminata adolorida después del aborto. No estaba segura si le gustaba o no, pero lo cierto es que limpiaba el aire lo suficiente como para que los edificios y casa y mansiones de Aquilea brillaran con una luz especial. Siempre pensó que la Mansión Cochrane sería un perfecto lugar para llevar a cabo esas fiestas tipo María Antonieta, tirada en sus verdes pastos vírgenes, con fuegos artificiales que iluminaran el banquete dionisiaco que serviría en medio del baile de máscaras. Al pasar por fuera de la mansión, se detuvo dos segundos, sosteniendo los negros barrotes sobre la pequeña muralla blanca. "Algo que fuera mío...", susurró, y volvió a la caminata, más resuelta que antes, tarareando A Life All Mine de The Gathering.
Al llegar a la esquina previa al edificio se detuvo. Cerró los ojos e inspiró una larga bocanada de aire. Caminó uno, dos, tres pasos a ciegas y abrió los ojos. Quería sorprenderse, quería maravillarse con el edificio donde viviría... y así lo hizo. Si bien antiguo en construcción, las raíces arquitectónicas le parecieron eclécticas. Una mezcla equilibrada de colores claros resaltaban las altas ventanas con pequeños balcones que veían hacia la calle, como querubines riendo inocentemente de los mortales que paseaban por debajo. La entrada, un portón de dos puertas de metal, tenía un grabado en bronce que no alcanzó a apreciar demasiado... sólo recordó el color verduzco del bronce oxidado y cuánto le gustaba puesto le recordaba piletas perdidas en antiguas plazas de paseo del siglo XIX.
Mientras se perdía en las tonalidades de la puerta, recordó lo que vino a hacer y entró resueltamente a dar el primer paso de una nueva vida.