Partida Rol por web

El tipo que iba cambiando por momentos cruzo sus enormes brazos bloqueando la patada de Kiwa en el último momento, cubriéndose su hinchada cabeza, aunque sí que fue bastante lento para recibir el golpe en el pecho, que lo hizo retroceder, aunque no mucho, porque esas enormes piernotas lo afianzaban bien al suelo. Tras aquello, se lanzó con todas sus ganas sobre Kiwa, rodeándola con sus enormes brazos y tirándola sobre el capó de su propio coche, haciendo temblar la carrocería y dejando a Kiwa sentir como la chapa se hundía bajo su espalda y podía notar los contornos del caliente motor contra su espalda. No era lo único caliente que podía notar, el tipo comenzó a babear sobre su rostro sintiéndose vencedor ahora que había apresado al objetivo de su deseo; el miembro henchido, de algo más de treinta centímetros de longitud y anchura considerable se frotaba por las perneras de cuero de la stripper, buscando la manera de obtener satisfacción sexual con el objeto de su deseo.

Un par de personas pasaron corriendo por su lado, gritaron horrorizadas y siguieron su camino; no había voluntad de ayudar a una mujer en mitad de una escena de horror como era aquella.

Kiwa torció el gesto cuando vio que su mejor golpe era bloqueado, no así que que impactó en el pecho de ese tipo trastornado. Por desgracia los efectos no resultaron demasiado evidentes, ya que lo encajó sin apenas pestañear. De repente aquella cosa se abalanzo sobre ella, con una velocidad que no habría creído posible, cogiéndola totalmente por sorpresa.

Para cuando quiso reaccionar, ese encontraba sobre el capo del coche, que se deformaba bajo su espalda a causa del peso y la fuerza con la que la sujetaba. Al mismo tiempo, el enorme miembro, presionaba y empujaba contra sus muslos, recordandole demasiado a la sensación de montar en moto.

Consciente de lo fuerte que era ese tipo en aquel momento, supo que tendría que soltarse antes de que pudiera hacerle daño de verdad, así que haciendo gala de su elasticidad, alzo la pierna derecha con esfuerzo, flexionándola hasta apoyar la rodilla contra el pecho de su agresor, y de ese modo poder hacer mas fuerza a la hora de liberarse.

Lo que no había calculado era que en esa postura, su vientre quedaba mucho mas expuesto y accesible, permitiendo que aquella erección se acomodase contra este. Mas le valía solarse de aquel abrazo...

Esa erección se acomodó contra ella, mientras el tipo bufaba y sudaba con una sola intención en su rostro. La maniobra de Kiwa le dio la justa ventaja para quitárselo de encima, la presión con esa pierna apartó a la masa abultada de carne que tenía encima, y este retrocedió, confuso.

-¡Lorgha ablarahhfga!- Dijo con exceso de saliva en su boca, sin ser capaz de controlar una lengua abotargada.

Un bote de gas cayó cerca de ellos y rodó hasta darse contra uno de los pies hinchados del hombre, que debido a su dificultad para controlarse, respiro y empezó a moquear y lagrimar de forma agónica, retorciéndose y moviéndose por entre los coches completamente dolorido y cegado por la inflamación de sus mucosas. Era gas lacrimógeno que la policía estaba lanzando, y Kiwa estaba a nada de respirarlo también.

Cuando ya pensaba que aquello había sido un terrible error, ya que podía sentir aquella enorme barra de carne pujante contra su pubis, como si quisiera atravesar el cuero de su pantalón, por fin logró imponer su fuerza y apartarlo de si mientras ella rodaba por el capo y terminaba al otro lado del vehículo.

El pobre hombre intento hablar aunque sin demasiado éxito, quizá por que no era capaz de articular palabra, o quizá porque se le había olvidado incluso como se hacia. No tuvo mucho tiempo para pensar en ello, ya que un bote que no dejaba de expulsar gas cayo junto a él y empezó a afectarle.

Consciente de que tal vez los policías le causaran daño, Kiwa bajo la visera resquebrajada del casco y aguantando la respiración se lanzo a la carrera con la intención de derribarlo ahora que estaba despistado, y luego se alejaría de aquella humareda antes de que empezara a afectarla.

Kiwa pudo notar como le hundía un lateral del cráneo a aquel ser descontrolado, y caía al suelo a plomo. Lo había matado de una patada, si había tenido intención de hacerlo o no, no estaba ahora para pensarlo; el tipo estaba tosiendo un momento, y al otro estaba siendo engullido por una nube de gas, tumbado boca abajo muy, muy seco, y con los ojos abultados la expresión de corderito degollado se acrecentó.

-¡Entréguense pacíficamente a las autoridades y no saldrán heridos!-Gritaba un policía con un megáfono, más allá de la nube de gas lacrimógeno.

Kiwa se movió alejándose del gas, pero la policía no era idiota, lo estaba lanzando para que el viento barriese la carretera hacia la mina, aprovechando que soplaba en esa dirección.

El panorama más adelante no era alentador. Había una figura humanoide que sobresalía por encima de los coches, moviéndose confuso en dirección a los coches de policía, recibiendo primero una salva de pelotas de goma, y luego balas de verdad. El hecho de que le impactasen solo lo cabreó más y el tipo creció hasta los seis metros de altura, la gente correa a un lado u otro, intentando evitar este enorme gigantón lo máximo posible.

Kiwa observó horrorizada como caía el cuerpo sin vida tan pesadamente como lo haría un saco de escombros. No le había dejado mas remedio que emplearse a fondo y el resultado había sido ese. Las voces amplificadas de la policía la sacaron de su estupor recordandole que tenia que salir de allí antes de que se viera sofocada por el gas.

Tras un rápido vistazo intentó calibrar si le daba tiempo a coger su moto y empujarla fuera de allí o tendría que dejarla atrás. Ese fue el momento en que vio otra figura creciendo, recibiendo disparos y volviendo a crecer ¿pero que diablos estaba ocurriendo allí? ¿tendría la mina algo que ver?

Fuera lo que fuese estaba ya fuera de control y ella no podía hacer demasiado, mas aun con las policía rondando por allí. Hora de desaparecer.

El tipo se lo había ganado. Había intentado violarla mientras estaba mutando, quizá era mejor haberle dejado seco en el suelo si podía hacerle eso a cualquier otra persona, solo por ver un culo.

Era difícil empujar aquella moto, la rueda se había torcido y el neumático había estallado por un lado, dejando la motocicleta coja y con una llanta que giraba a duras penas, y el gas empezaba a afectar no solo a Kiwa, si no a la gente que pasaba por la zona, algunos se retorcían y tosían y lloraban hasta mas no poder, otros gritaban auxilio dentro de sus vehículos.

Finalmente Kiwa inhalo parte del gas y se puso a llorar y toser, para cuando quiso darse cuenta el SWAT estaba allí, apuntándola con una escopeta, llevando máscaras de gas.

-¡ENTREGUESE! ¡ARRIBA LAS MANOS! ¡DE RODILLAS!

Tampoco tenían muy claro que decir, pero seguramente cualquier cosa les valdría.

Lisa intentó alejarse del lugar tomando su moto y empujándola, pero aquella rueda torcida se había empeñado en ponérselo difícil. Finalmente y de forma inevitable, aspiro una bocanada que la hizo toser mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.

Aquel fue el momento en que aparecieron los policías apuntandola mientras era incapaz de dejar de toser.

- No... disparen... - dice entre toses alzando las manos - no llevo armas...

Tan solo esperaba que entre todo aquel humo y los coches estrellados nadie se hubiera fijado en la pelea.

Nadie se fijó mucho en la pelea, no cuando había un enorme ser capaz de apartar los coches más adelante. Los policías rodearon a Kiwa y la esposaron, llevándola a empujones hasta una furgoneta del SWAT, lo cual implicaba pasarla directamente por los gases lacrimógenos que habían lanzado.

Una vez llegaron a perímetro de vehículos los que llevaban mascara volvieron a sumergirse en el caos y unos cuantos policías de ojos llorosos obligaron a la mujer a subirse al vehiculo. Era completamente incomodo, los asientos de este apenas dejaban espacio para sentarse, y el cubículo cerrado no era gran ayuda para que Kiwa pudiera respirar; y no era la única allí. Habia un par de mujeres también en el mismo estado, una joven y otra algo más mayor, tosiendo y buscando la más mínima rendija de aire para respirar. No tardaron en esposar las esposas al asiento, efectivamente, usando un segundo par de estas para mantener a Kiwa en su sitio, momentos antes de cerrar las puertas de la furgoneta apresuradamente y lanzarse de nuevo a contener lo que estaba sucediendo, fuera lo que fuera. Las sirenas atronaban el ambiente y los disparos se repetían, eran sordos y huecos, indicando que la policía no estaba usando munición letal, si no mayormente pelotas de goma y bombas de gas lacrimógeno para contener el altercado.

Pasados los minutos alguien golpeó el lateral de la furgoneta.

-¡Nos vamos! ¿Cuántos tenemos aquí?

-Tan solo tres mujeres capitán.

-¿Alguna peligrosa?

-No señor, aunque estas están aquí porque había un fiambre en el suelo…Digo, una baja civil, capitán.

-Ya haremos preguntas en el cuartel, ¡en marcha!, ¡abrimos hueco para las ambulancias!

Una de las mujeres, la que rondaba los cuarenta vomitó en el suelo de la furgoneta, incapaz de aguantarse las toses y mocos.