Partida Rol por web

Kiwa seguía valorando la opción de soltarse, pero aquellos policías se tomaban muy en serio la tarea de sujetarla, y era imposible que se liberara antes de que pudieran reaccionar. En cuanto sintió la punta húmeda y carnosa rozando su sexo, comprendió que iba a suceder, y empezó a respirar profundamente, obligando a su cuerpo a relajarse para evitar que pudieran hacerle daño.

El que tenia delante desnudó un miembro semierecto ante sus ojos, que prometía adquirir unas dimensiones respetables si terminaba de endurecerse, y con evidente desprecio empezó a restregárselo por el rostro, poniendo especial cuidado en impregnarla con los primeros fluidos que brotaban de ella. Intentando pensar en positivo se dijo a si misma que al menos aquellos desgraciados tenían una higiene aceptable.

Se encogió ante el sonido de un nuevo azote, pero sorprendentemente no fue ella quien lo recibió. Lo que si recibió fue la repentina penetración del famoso novato que era el que sin duda había sufrido esa palmada en sus nalgas. Aquellos bastardos no habían tenido ni siquiera la decencia de lubricarla un poco, así que tuvo que agarrarse con fuerza a los bordes de la mesa, mientras apretaba los dientes con fuerza para no gritar. Por suerte no parecía una polla demasiado grande, y la punta estaba ligeramente humedecida, lo que había facilitado bastante la intrusión, así que no había sido tan terrible como se esperaba.

Fue entonces cuando el de delante le tapó la nariz, obligandola a abrir la boca y así metersela entre los labios sin dejar de hacer comentarios humillantes sobre ella. Por supuesto se le pasó por la cabeza la idea de morder, pero las consecuencias se le antojaban excesivamente peligrosas y no tardó ni un segundó en abandonar semejante idea. No tenia intención de darle ningún placer, pero entre los empujones que recibía, y la necesidad de tragar saliva continuamente, el trozo de carne que tenia en su boca no dejaba de recibir los estímulos suficientes como para ir engordando más y más, forzándola a abrir la mandíbula a cada segundo que pasaba.

Mientras tanto, el novato parecía realmente estar ansioso, a juzgar por los movimientos que hacia y la forma de amasar su culo. A pesar de lo desagradable de aquella situación, salvando las diferencias, no acababa de diferenciarse mucho de algunos de sus primeros días en el club, y su cuerpo estaba empezando a reaccionar muy a pesar de lo que pasaba por su cabeza. Para entonces, la mitad de su cerebro se sentía humillada y asqueada por estar humedeciéndose ante aquella violación, mientras la otra mitad, mas pragmática, lo agradecía, ya que el dolor con cada embestida había desaparecido.

Aquel novato continuó dándola hasta que se ciñó a sus caderas y la abrazo por detrás, estrujando sus pechos, la cálida semilla del hombre la llenaba en abundantes cantidades, pero antes de que pudiera terminar del todo alguien le enganchó del hombro y le tiró para atrás.

-¡Eh novato deja algo para los demás!-Dijo una voz algo indignada.

Apenas salió un falo, entro otro. Más regordete y palpitante que el anterior.

Casi tanto como el que tenía en su boca, el tipo del casco la tenía agarrada del pelo y descansaba la otra mano sobre su cabeza para mantenerla bien pegada contra la mesa, mientras sus caderas se movían adelante y atrás. Era una posición muy, muy incómoda para tragarse un verga, eso seguro, y la cabezota de esta llegaba hasta la garganta y algo más, con la dificultad añadida de que era, con seguridad, el peor ángulo para ello. El tipo tenía un falo marcado con venas, palpitante, y había tenido la decencia de depilarse…Eso sí, hace algunos días, porque los puntitos negros de vello habían empezado a crecer tanto en sus testículos como la base de su miembro. Finalmente, pegando la nariz de Kiwa a su vientre y alzando su cara de la mesa, agarrándola con fuerza del pelo, hundió el falo en su garganta y la obligó a tragarse hasta la última gota, mirando con el casco empañado a la mujer debajo suya.

-Nnngg…Vamos zorra, ya casi hemos terminado contigo.-Le dijo entre gruñidos de placer, con un ligero movimiento pélvico que buscaba rozar sus dientes con el sensible nacimiento de esa verga que no paraba de hacer prácticas de tiro con su garganta. No era el único que se corría, el que se había agarrado detrás de ella hacía lo propio, esta vez rellenándola por completo sin que nadie le tirase para atrás, y emitiendo gruñidos de placer mientras dejaba los dedos bien marcados en el culo de Kiwa.

Faltaba uno, que Kiwa no podía ver.

Kiwa pudo sentir como la cálida simiente del novato se derramaba en su interior al principio y sobre sus nalgas después cuando fue apartado con brusquedad, agradeciendo en ese momento ser una chica previsora que tomaba sus anticonceptivos, y maldiciendo a aquellos desgraciados que ni tan siquiera se habían preocupado de tomar ninguna precaución. Ingenuamente pensó que había acabado todo, pero apenas si tuvo un par de segundos entre el momento que se retiró y una nueva erección, mas gruesa aun, la penetraba con las mismas ansias que la anterior.

Con la boca ocupada no pudo hacer otra cosa que abrir los ojos aun mas y soportar una nueva serie de embestidas. Mientras tanto el que parecía llevar la voz cantante se empeñaba en mantener su cabeza inmovilizada contra la mesa, al tiempo que su miembro ya completamente erecto y de un tamaño respetable se hundía en su boca sin consideraciones. De haber sido posible, a la joven luchadora le habría encantado poder estirar el cuello y dejar vía libre a esa barra de carne, dejandole un paso mucho mas sencillo y cómodo a través de su garganta y que irónicamente seguro que le estaría proporcionando aun mas placer, a la par que le evitaría molestias a ella, ya que era algo que se le daba especialmente bien.

Tras un buen rato ambos parecieron ponerse de acuerdo, uno para derramarse dentro de su sexo, esta vez sin que nadie lo interrumpiese, y el otro para hacer lo propio directamente en su garganta, sin darle la opción siquiera de evitar tragarlo. Mientras tanto Kiwa estaba cada vez mas y mas cabreada, primero con aquellos cabrones que seguían sometiéndola y tratándola como un simple objeto con el que saciar sus mas bajos instintos y después con ella misma, por que su cuerpo seguía reaccionando, y cada vez estaba mas húmeda.

Le hubiese gustado responder al policía que por fin se la sacaba de la boca y la insultaba de nuevo, pero lo único que consiguió fue toser mientras escupía restos de semen y saliva que mancharon sus labios.

tomaba posición tras que los hombres se golpearan los brazos con cierto sentimiento de hermandad. La hebilla se abrió y un cinturón golpeo el trasero de Kiwa con fuerza, haciendo restallar el cuero. Las risas de los hombres siguieron.

-¡Que me vas a dar imbécil, vamos, follatela de una vez que no quiero seguir viéndotela!-Dijo uno de ellos al que faltaba.

Pronto Kiwa pudo notar un falo entre sus nalgas y una mano apretando estas, especialmente la que había sido azotada por el cinturón, momentos después ya podía sentir la cabezota de otro miembro intentar penetrarla, pero esta vez no apuntaba a su sexo, si no a su trasero.

-Joder la habéis dejado toda pringosa por aquí.-Dijo aquel hombre, usando el propio pelo de la mujer para limpiarse las manos a duras penas, antes de seguir embistiendo. Insistió hasta que lo logró, y tras ello empezó una serie de cortas embestidas mientras el tipo gruñía. Seguramente se estaba haciendo algo de daño al entrar así de bruscamente, y las uñas se clavaron en el trasero de Kiwa.

-Seguro que a las strippers no os dan por culo a diario, es una pena.-Dijo jadeando, tomando fuerzas para darle otra embestida mientras sus compañeros miraban a otro lado y la sujetaban con fuerza.

El chasquido del cuero contra la tierna piel de su trasero resonó en toda la habitación y no pudo evitar dar un respingo, aguantando como pudo el escozor que le sobrevino a continuación. Casi podía ver la franja rojiza que empezaría a marcarse en una de sus nalgas. Luego, tras quejarse por todo el semen que resbalaba ya entre los muslos de Kiwa, se limpió la mano en sus cabellos con absoluto desprecio y se preparó para penetrarla.

A la luchadora se le abrieron muchísimo los ojos al sentir como aquel policía buscaba el pequeño orificio de su ano, sin tomarse la molestia de prepararla antes. La propia humedad de su miembro era el único lubricante con el que contaba, algo del todo insuficiente, incluso para ella que estaba acostumbrada a tales practicas. Ni tan siquiera las dificultades para penetrarla hicieron que ese bastardo se lo replantease, tan solo se agarraba a sus glúteos y empujaba aun con mas fuerza.

Kiwa, apretaba los dientes con desesperación ante cada empujón, que lentamente iba abriéndose paso, provocando le intensas punzadas de dolor, sabia que lo mejor que podía hacer era relajarse por completo y facilitarle la entrada, pero aquella situación, la postura tan incomoda y los dolorosos intentos por abrirse camino lo hacían del todo imposible. Finalmente y de golpe, embistió penetrándola en toda su longitud, hundiéndose hasta la base y chocando su estomago contra el trasero con un sonoro "plas". Aquel sonido se unió al grito de dolor de la joven que no tuvo mas remedio que soportarlo mientras se agarraba con fuerza al borde de la mesa, ya que los otros la mantenían inmovilizada contra esta.

Lagrimas de humillación y sufrimiento resbalaban por sus mejillas, mientras todo su cuerpo se estremecía encogiéndose ante aquella tortura. Afortunadamente la brutal sensación de estar siendo ensartada por una barra de hierro al rojo fue mitigándose, aunque cada embestida del policía seguía siendo un relámpago de dolor. Intentaba reprimir las quejas apretando con fuerza la mandíbula aunque no lo lograba del todo y gemidos de puro sufrimiento se le escapaban mientras aguardaba a que terminara aquel interminable infierno.

Ya ni siquiera las despreciativas palabras que le dedicaba aquel cerdo llegaban siquiera a su consciencia. Quedaban registradas en su memoria, pero apenas era capaz de procesarlas, ya que toda su mente estaba centrada en soportar aquel castigo sin desmoronarse.

Las embestidas se sucedieron mientras aquel hombre de rostro desconocido se desquitaba con el trasero de la luchadora, dándole algún ocasional azote y gruñiendo cuando esto hacia que la mujer se apretase en torno a su verga. Finalmente, tras un par de largos minutos el tipo la hundió hasta el fondo y meneo sus caderas mientras aportaba una calida sensación a los interiores de la mujer, gimiendo como un cochino en celo o algo parecido, lo cual hizo que varios de los presentes estallaran en carcajadas.

-¡Jajaja ya está el puto cerdo!

-¡Jabato…!-Respondió el entre gruñidos de placer. Finalmente saco el miembro del trasero de Kiwa, le dio un par de palmadas a este y se apartó mientras se escuchan algunos sonidos de volver a ajustarse un cinturón.

Apenas tuvo tiempo a reaccionar a esto cuando un chasquido eléctrico precedió a un intenso dolor en la pierna derecha de Kiwa, los músculos se contrajeron por la intensa descarga de un taser y cayó al suelo sin remedio cuando los tipos la soltaron de manera brusca, largándose por la puerta como una exhalación.

-Ha sido un buen polvo esa puta, ¿eh?

-Shh calla coño.

Podria pasar al menos una hora hasta que Kiwa se recompusiera de esa descarga, pero la puerta entreabierta se abrió de nuevo…

Moore apareció cabizbajo, con otra botella de agua y estirando un pañuelo de tela, cerró la puerta tras de sí y evaluó a Kiwa. Un suspiro quedo precedió al gesto del hombre de acercarse para ayudarla a incorporarse y sentarla en la silla, tras tironearla del pantalón y taparla un poco. Luego le ofreció el pañuelo y la botella de agua que había dejado sobre la mesa sin decir nada.

Kiwa casi gritó de alegría sentir como aquel desgraciado por fin terminaba, eyaculando en su interior sin dejar de emitir aquellos asquerosos sonidos junto a su oído. Apenas podía creer el alivio que sintió cuando salió finalmente de su trasero, aun a pesar del terrible escozor que padecía en esos momentos. Sin embargo aquella sensación no duro demasiado, ya que la descarga eléctrica la sacudió tirándola de la mesa entre convulsiones. Durante segundos su cuerpo se negó a respirar y pensó que llegaría a morir de asfixia, aunque por suerte sus pulmones reaccionaron para cuando ya no había nadie en la sala.

Aun no había tenido tiempo de reunir las fuerzas suficientes para incorporarse cuando la puerta se abrió de nuevo. Gimió de desesperación intentando arrastrarse hasta el rincón, pero desistió al comprender que no había mucho que hacer. Fue entonces cuando vio que era Moore, que hizo lo posible por ayudar a que se levantara y se sentara en la silla de nuevo. También le dejo el pantalón y la ropa interior delante tras recogerlos del suelo donde estaban tirados junto a las botas.

Con una mano temblorosa cogió el pañuelo y fue limpiando su rostro de semen y lagrimas, lentamente, intentando que sus músculos respondiesen en mitad de intensos espasmos involuntarios. Cuando pensó que era capaz tomo el agua y dio un sorbo que le supo a semen, volvió a tomar otro con el que se enjuagó la boca, y ya el tercero apenas tenia gusto a esperma.

Tomo el pantalón y lo puso sobre sus piernas, consciente de no ser aun capaz de vestirse a causa de los temblores que la sacudían.

- Si tiene intención de darme el discurso de "Esto es Silver City" puede ahorrárselo. Me lo conozco muy bien. No voy a poner ninguna denuncia, me he resbalado.

-Bien. Vale. ¿Necesita que la lleven a casa…?-Dijo parco en palabras, mirando a la puerta de la sala en la que estaban con cierto nerviosismo, la mano descansaba en el arma reglamentaria mientras tanto.-Ya…se puede marchar, el agente Richardson ha dicho que no tiene nada que ver, aunque yo no le daría más motivos para seguir haciendo preguntas. Si más tarde recuerda algo de aquel momento, algo que se olvidó mencionar…Le aconsejo que me lo cuente directamente.-La cara de Moore bien podría reflejar un alto estado de estreñimiento por como se le marcaban algunas arrugas aquí y allí.

Aquel tipo tenia una expresión asqueada que no podía con ella. Lo único que Kiwa no lograba averiguar era si el asco lo sentía hacia ella, hacia los que le habían hecho aquello, o hacia la vida en general.

- No hace falta que me lleven a ninguna parte - dice intentando no sonar demasiado borde -. no quiero molestar mas a la policía...

Viendo que aquello se acababa, se puso en pie y empezó a vestirse con lentitud, a causa de los persistentes espasmos musculares. Primero el pequeño tanga, luego con bastante mas dificultad los ajustados pantalones que se empeñaban en escurrirse de sus dedos sin fuerzas y por fin las botas de motorista. A esas alturas, vestirse delante del policía no era algo que le resultase demasiado desconcertante.

- ¿Sabe que ha podido ser de mi moto? ¿Seguirá allí o la han retirado?

-Tendrá que acercarse al depósito de vehículos más cercano si no estuvo muy metida en el atasco…Pero tras el cordón policial…Esos vehículos tardarán algo más.- El tipo descruzo los brazos y se dirigió a abrir la puerta una vez Kiwa ya se había vestido.

Haciendo algunos cálculos mentales, Kiwa pudo intuir que su moto se había quedado dentro de aquel cordón policial y que tardarían hasta levantar el cordón policial en retirar su vehículo. La puerta se abrió y el hombre la invitó a salir con un gesto de la cabeza, no queriendo reflejar ningún tipo de cortesía tras lo que acababa de pasar.

La puerta daba a las dependencias de la comisaria, y Kiwa sabía qué camino tomar para volver a sentir el aire fresco de la calle, que buena falta la hacía. Moore no tardó en emprender su camino de nuevo hacia las celdas, parecía que tenían un día ocupado de trabajo allí dentro.

Kiwa suspiró con el gesto torcido al comprender que estaría sin vehículo un tiempo, pero de nada servirían sus quejas, así que se encogió de hombros con desgana y con gesto cansado se puso en pie tras asegurarse de que no iba a tambalearse.

Ante la ausencia de gestos por parte del policía tampoco ella hizo ningún esfuerzo en despedirse de ninguna manera, así que salio de aquel sitio sin mirar atrás ni dirigirle ni una palabra. Estaba deseando salir de allí. Aun tenia que cruzar aquella zona llena de policías y no sabia si alguno seria responsable de lo ocurrido o si sabría lo que había sucedido, por lo que apretó el paso bajando la mirada y se encaminó a la salida con la intención de llegar a casa cuanto antes. Necesitaba una ducha. O dos.