14 de mayo de 2018
Instalaciones del gobierno, Silver City
8PM
-…Y cómo te iba diciendo, mejor que esos culofrios de noruega no se enteren de lo que estamos haciendo aquí, o tendremos que reforzar la seguridad y yo que sé. No me gustaría tener que pegarle un tiro a un civil.-Hablaba Tamara Estévez, más conocida como Tami, todo mientras ajustaba el ángulo de rotación de una pieza tras la rodilla de Silver Patriot.
Era tarde y ya casi todos se habían ido, pero Tami le tenía especial cariño a Silver Patriot, de entre todos los cacharros que habían montado en aquel taller co-financiado por el gobierno, pero sobre todo financiado por una empresa privada, el patriota plateado brillaba por las horas de trabajo que se le habían dado. Finalmente Tami salió de detrás del arnés metálico que sujetaba la tecno armadura, quitándose las gafas de trabajo y dejándoselas sobre la cabeza, mientras sujetaba una llave de tubo del ocho en la zurda.
-… ¿Vas a ir mañana a ese sitio?, ahora que has dejado el cuerpo tendrás que buscarte un curro. Joder tío, yo doy gracias de que nos asignaron a proyectos y tecnología, cuando salga de aquí también me buscaré algo de apretar tuercas; no sé, quizá me pire con mi viejo y reabra el taller de motos. Sea lo que sea te deseo suerte, compi, ninguno de los dos deberíamos terminar en un callejón ahogando nuestras penas en una botella; eso le espera a los cabezabuques de marina que se quedan sin oficio.-La cabo Tami se despidió de él con el característico golpe de puño en el hombro- No pierdas la forma, capullo.
Plaf, plaf, plaf. Una a una las grandes luces del taller se apagaban. Era hora de irse.
15 de mayo de 2018
6:45AM, Carretera hacía la vieja mina de Calebourne.
66 grados Fahrenheit. 19 grados Celsius.
Y vamos con las noticias locales, ¿Michael?
La carretera al lugar sufre grandes retenciones y nuestros periodistas informan de que la seguridad del recinto ha dejado de dar paso a la gente al aparcamiento de la mina. La gente se está buscando las mañas para aparcar en el descampado junto a la mina, ¿es esto una mala organización por parte de Eriksson Enterprises?
El cuatro latas que conducia Ryan había sido rescatado tras el abandono que sufrió durante los años que estuvo sirviendo a la patria, pero al menos la radio funcionaba. Por el parabrisas se veía, a lo lejos, el panorama de los coches haciendo caravana para ir, lentamente, hacia la mina. El limpia no iba, pero un pordiosero habia tenido el detalle de limpiarselos en un semaforo a cambio de 5 pavos. "Buen dia" dijo. Con esa caravana no tenia pinta de que fuera a ser un buen dia.
Más adelante un chicano se bajó del carro, dijo algunas palabras al conductor y a otra persona más que iba, antes de coger una chaqueta y echársela a los hombros. Se ganó el pitido de varios coches que intentaban por otro carril adelantar como fuera, y el mismo chicano se giró para hacerles un bonito corte de manga.
Ryan estaba tranquilo. Todo lo tranquilo que podía estar un hombre en Silver City después de dejar su trabajo y acudir en busca de uno nuevo, lo que no era mucho, o quizás sí. Al menos, él tenía unos estudios y unas competencias que la mayoría de los desgraciados de esa ciudad no poseían. Y era listo, de eso no cabía duda alguna. La verdad, aquella larga fila de coches le daba lástima. No se consideraba mal tío, y joder, quería a su ciudad. Había crecido allí. Y le había roto el corazón ver en qué se había convertido en su ausencia, y lo que había pasado realmente con Sylvia... Aunque claro, unos cuantos meses pensando que te han abandonado ayudan a enfriar la cosa lo suficiente para no caer llorando cuando te enteras de que se han cargado a tu novia y a sus padres.
-Putos yonkis de los cojones...-masculló entre dientes, mientras escuchaba las noticias. No todos los pobres eran así, claro. Aún tenía algún dinero, y había estado encantado de pagar a aquel tipo por la limpieza. No sería elegante y le daría para poco, pero al menos era un modo de ganarse la vida más o menos honrado, y que no hacía daño a nadie. Mientras no optara por pillar una pistola y liarse a tiros, a Ryan no le molestaba lo más mínimo.
Ante la mención de mala organización en las noticias, el ex-militar se río por lo bajo con cierta acidez. ¿En serio? ¿Cómo cojones organizas algo así? Una oportunidad laboral como aquella, en una ciudad como Silver City, estaba destinada a provocar aquello. Mucho le extrañaba no ver peleas a estas alturas, aunque probablemente el esperanzador mensaje de los noruegos había tenido algo que ver en todo aquello.
Saludó con un gesto semi militar al chicano que se largaba de allí, ignorando la peineta. Había que tenerlos bien puestos para dejar pasar una oportunidad así solo por un poco de cola. Aunque si pensaba compensarlo atracando a alguien, más le valía que no se cruzara con él después. Seguía teniendo un amargo poso de rabia en su interior, y casi estaba deseando que algún gilipollas se le pusiera tonto en la calle. Mientras tanto, armado de paciencia, siguió llevando aquel coche adelante al ritmo que el tráfico le permitía.
"Voy a tener que hacerte unos cuantos apaños cuando tenga tiempo, muchacho" pensó distraído. Esa era otra ventaja que tenía. Con tiempo, y algunos dólares, podía convertir aquella carraca en algo decente.
7:35AM
Recinto de la mina de Calebourne.
La caravana avanzaba lentamente. Desesperadamente lenta, sin duda. El panorama delante era el del claxon de algún coche sonando, y algunos más respondiendo. Casi era un alivio que nadie se hubiera bajado del coche y se hubiese liado a tiros o algo así, pero podía pasar en cualquier momento si la gente perdía los nervios.
Una chica pelirroja pasó a toda velocidad por la calzada a un lado, usando un par de patines se adelantó a mucha gente, algunos murmuraban por lo bajo lo bueno de la idea. Las noticias de la radio seguían aburriendo con un caso de un agente herido ayer a la noche, nada nuevo en Silver City. Cuando a uno le destinaban a un lugar así sabía que no alcanzaría la jubilación, antes le esperaba la muerte por bala.
Ah, al fin la entrada. La barrera del recinto estaba bajada y un segurata hacia lo posible por impedir que la gente entrara al recinto con sus vehículos. Incluso tuvo que parar a un tipejo en su carro que acelero para colarse dentro, y el segurata le paró, con valor, plantando la mano en el capó. Al final el tío giró y fue a aparcar al descampado. Los demás cogieron la idea e hicieron lo mismo, pasando de asfalto a tierra y buscando un lugar donde más o menos dejar el coche listo para salir de allí pitando.
No había una cola en la parte de fuera del recinto, si no dentro de este. El encargado de seguridad le dio indicaciones sin problema, al parecer no era aquí donde le tomaban los datos a uno, o se habían rendido hace poco y ya dejaban ponerse a cualquiera a la cola.
Fuera como fuera, el edificio del recinto, antes de llegar a la mina, era un sencillo edificio de una sola planta, con la cantina/cafetería cerca de la entrada. Era un sitio viejo, se notaba por las cristaleras desgastadas de tantos arañazos y lluvia, además tan solo dejaban ver las figuras del interior difuminadas.
A mano izquierda el aparcamiento, la mitad de las plazas estaban llenas. Y mas adelante, siguiendo la cantina, estaba la parte de oficinas, las puertas dobles abiertas de par en par escupían una cola de gente hacia el exterior. Más retrasos.
Paciencia. Realmente no le quedaba otra, atrapado en aquella caravana. Cuando aquella chica pasó a su lado, la observó con una leve sonrisa. Una chica lista. Quizás él debería haber caído en algo así, pero uno no podía estar en todo siempre. Sin embargo, aquella sonrisa no le duró ni lo que tardó en desaparecer aquella patinadora, pues las noticias trajeron más mierda del pozo, humeante y lista para servir.
Otro poli muerto. Desde luego, en sus años de servicio la ciudad se había ido a la mierda a marchas forzadas. Que la policía estuviera muriendo en las calles, lucrándose a base de corruptelas o ambas, era un síntoma claro de lo mucho que se había hundido Silver City. Y la única esperanza en el futuro próximo estaba allí delante, cada vez a menos metros. Había pasado más de media hora cuando consiguió llegar a la barrera, a pesar del lamentable espectáculo protagonizado por un intensito con su coche, parado por los huevos del segurata.
Después, fue cosa de aparcar e ir andando hasta allí, para que el hombre de la barrera le diera indicaciones. Parecía que aún le quedaba un buen rato, aunque ni por asomo el mismo que le quedaba a ese pobre tipo.
-Ánimo y suerte, amigo. Este caos acabará pasando-le dijo con una palmada en el hombro y una leve sonrisa, antes de ocupar su lugar en la cola. En una carpeta de plástico sujeta por uno de sus brazos, su currículum, referencias y alguna carta de recomendación de sus antiguos jefes, y no era para menos con todo lo que habían hecho en los talleres del Tío Sam. En la otra mano, habría matado por tener un café, pero no había más que aire.
Las alertas del whatsapp se sucedieron, para cuando Ryan se cambió la carpeta de mano y metió la mano en el bolsillo, ya había unos cuantos mensajes de Tami.
Era la primera vez que Tami mandaba algo así. ¿Sería el hecho de saber que Ryan se alejaría de los talleres y de Silver Patriot? La cabo había bromeado alguna vez con él, pero sabía que ciertas cosas le recordaban a alguien, y pronto dejó a parte ese tema. Tampoco había indagado que pasaba exactamente, era de esas veces que había un silencio incómodo y Tami tiraba algo al suelo para hacer ruido y cambiar de tema de conversación.
Una de las empleadas, seguramente personal de oficina por sus ropas, pasó a toda prisa hacia recepción para ocupar un tercer puesto tras el mostrador. Llevaba un café en la mano y el olor, solo el olor, fue gloria para Ryan.
Al menos la cosa avanzaba más rápido. Tenía un poco de tiempo para ojear lo que había mandado Tami y responder; puto whatsapp, desde que pusieron la confirmación de llegada de mensajes ya se sabía que había visto esa imagen. Unos quince minutos más tarde pudo llegar al mostrador.
-Buenos días, no nos quedan tarjetas de identificación, sus credenciales por favor y le pondr---¡Tara, Tara!, ¿No nos quedan tarjetas no?-La recepcionista le grito a su compañera para hacerse oír por encima del gentío. Su compañera negó mientras atendía a un par de personas.- Credenciales, y le ponemos con un entrevistador y a ver si podemos agilizar esto.
Ryan sacó el móvil del bolsillo, pues no tenía cosa mejor que hacer en aquella cola que ver qué le mandaban por WhatsApp... Aunque desde luego, no esperaba eso. Sus ojos se vieron atraídos casi inmediatamente a aquella fotografía, alzando levemente una ceja y lanzando un silbido por lo bajo.
"Joder con Tami..." pensó, aunque desde luego aquel no era el momento ni el lugar para aquello.
Tras un último vistazo a la foto realizado con toda la discreción que pudo, guardó de nuevo el aparato en el bolsillo. ¿A qué venía aquello ahora? Además... Mandar esa clase de cosas a veces acababa mal. Seguramente lo último que querría Tami sería acabar en alguna página porno a la perturbada vista de decenas de desesperados. Pero bueno, ya estaba hecho. Por fin llegó a recepción, prodigando una agradable sonrisa a la mujer que le atendía.
-Claro, aquí tiene-dijo, entregándole lo necesario.
Un par de mensajes sonaron en el móvil de Ryan mientras entregaba la documentación. Seguramente Tami estaba respondiendo, pero ahora no era buen momento. Se detuvo un momento leyendo, obviamente no todo el mundo entregaba papeles con títulos de tanta envergadura.
-¡Tara!, personal cualificado, ¿dónde le mando?-Preguntaba con urgencia, dándole toquecitos al grupo de papeles devolviéndoselos a Ryan todos bien juntos.
-No sé, Trisha esta liada. ¿Cómo cuánto de cualificado?-Preguntó Tara.
-Grado A.-Respondió la otra.
-…Eh. Espera.- Tara, la compañera, descolgó un teléfono y marco un número. Palabras en un idioma ininteligible salieron de su boca.
-Pásamele. No caballero espere.-Dijo alargando la mano para darle el alto al negro de metro ochenta que había estado atendiendo hace veinte segundo. Tara hizo gestos de que se cambiara de fila.- No, no, usted va allí, con mi compañera. ¡No tiene que esperar cola, solo se cambian!-La mujer se pinzó el tabique nasal y miró la hora en el monitor de su ordenador de oficina. Iba a seeeer una mañana larga.
El tipo, alto y musculoso, de esos negros de barrio que van con camisa de tirantes –llueva o granice- dedicó una mirada de odio a Ryan, recogiendo sus acreditaciones, obviamente era un triste papel de mierda y su identificación, casi nada comparado con lo que llevaba el exmilitar. Al cambiar de sitio hizo todo lo posible por arrollar el hombro de Ryan con el suyo propio, marcando terreno. Las dos recepcionistas contemplaban la escena temiéndose lo peor.
Tirada oculta
Motivo: Negraco, medida de fuerza
Tirada: 1d100
Dificultad: 85-
Resultado: 1 (Exito)
Motivo: Daño, porque al negraco se le ha ido el swag por el hombro
Tirada: 1d4
Resultado: 4(+2)=6
Vivan los criticos.
Tienes opción a hacer una tirada de esquivar aun asi, sin penalizador porque se ve claramente que te invade para darte con el hombro. Seria Iniciativa/Reflejos. O aguantar como un machote que te machaque el hombro y hacer una de Constitución para disimular el dolor y el entumecimiento, que encima te ha cascado maximo daño. Puto negraco, está sembrao XD.
Ryan esperó pacientemente con una leve sonrisa, escuchando el intercambio entre las recepcionistas con una leve nota de orgullo en él. Grado A. Eso sonaba muy, muy bien. Aunque probablemente era lo esperable, prácticamente una década de servicio en el ejército, ingeniería con una nota más que envidiable, destinado a proyectos clasificados... Era el tipo de trabajador que muchos no dejaban pasar.
Y así fue, le tocaba cambiarse de fila para ser atendido por otra mujer, una tal Tara, por lo que podía escuchar. Por desgracia, eso no parecía sentar muy bien al tipo al que estaba atendiendo, que se dirigía hacia allí como una rabiosa locomotora. Durante un segundo, valoró sus opciones. Él no iba en tirantes, pero desde luego creía poderle partir la boca a ese cretino. Pero eso armaría un alboroto, puede que alguien más saliera herido, y disminuiría sus posibilidades de conseguir aquel trabajo. Otra opción era dejarse golpear como si nada, pero la verdad es que no le apetecía cargar con la contusión unos cuantos días. Así que solo le quedaba una salida: evitar aquella muestra de testosterona y el ataque idiota que la acompañaba.
-Gracias-dijo a la recepcionista que le había atendido, recogiendo los papeles con una sonrisa y guiñándole rápidamente un ojo, para después salir al encuentro del enfadado vecino de Silver City. Pero cuando el choque parecía inevitable, Ryan, con una agilidad engañosa para alguien de su tamaño y constitución, se echó a un lado con una sonrisa, permitiendo cortésmente el paso al capullo enfadado, mientras daba un par de pasos más.
-Buena suerte, amigo-dijo al pasar. Aquello podía quedarse allí, aunque naturalmente aquel idiota podía decidir seguir adelante con la escena. Pero el ingeniero no era responsable de las carencias afectivas infantiles de los demás o de sus complejos, del mismo modo que no podía evitar ser el puto amo (o un cretino, como decían aquellos descerebrados a los que no caía bien). Y si seguía adelante, probablemente quedaría claro que era totalmente cosa de aquel idiota enfadado por perder 20 segundos y no suya.
-Soy Ryan Campbell, encantado Tara-dijo, prodigando otra sonrisa, cuando llegó a la altura de la mujer que debía atenderle. Aquello iba razonablemente bien. Cuando acabara allí, vería qué le había escrito Tami. Esperaba que no se hubiera tomado muy mal lo de que él no era idiota.
Motivo: Esquivar
Tirada: 1d100
Dificultad: 37-
Resultado: 11 (Exito)
Por un breve momento hubo algo de tensión, un par de personas más atrás murmuraron algo sobre lo cobarde el movimiento de Ryan. Una jovencita que andaba mirando el móvil recibió un codazo de lo que sería su pareja, y se quedó mirando la escena mientras su novio le decía que posiblemente se liarían a leches. Pero el alto y corpulento negro se debió de rayar por completo, y ante los gestos de la recepcionista, finalmente avanzo hasta esta y se produjo el intercambio de posiciones.
Tara agarró las credenciales de Ryan y le hizo gestos para que se acercara tras la recepción, ahí, casi detrás de una columna sacó una de esas identificaciones con numerito y pinza y se la encasquetó dentro del bolsillo de la chaqueta:
-Acércate a la entrada de la mina, abrirán para cuando llegues. Cuando estés allí ponte esto a la vista, pero no antes…Que le estamos diciendo a la gente que no nos quedan…Para muchos de ellos, que harán la entrevista aquí.-Echó un vistazo a la recepción mirando al que iba justo detrás de Ryan/El Negro, que parecía impacientarse.- Una vez dentro pregunta por Eriksson. Pasaré la llamada ahora.
Eriksson.
Eriksson.
¿Había conseguido una entrevista con una de las hermanas Eriksson…en persona?
Tara le miraba nerviosa, probablemente esperando a ver si tenía algún tipo de duda. Los ojos de la mujer parecían cansados ya de buena mañana tras esas gafas que portaba, y tenía el pelo desaliñado, habría sido una imagen agradable a la vista de no ser por esa nariz de bruja y las bolsas bajo los ojos. Y la posibilidad de que tuviera los cuarenta, claro.
Aquello había salido bien. Los cretinos de detrás podían opinar lo que les diera la gana, él aplaudiría cuando recibieran valientemente un navajazo o lo que les esperara en sus calles de machos. Por lo pronto, el ingeniero no tenía nada que compensar siendo más macho y más duro que nadie, y menos aún opinaba que fuera valiente dejarse pegar. ¿Pero qué sabría él? Sólo había servido en el condenado ejército.
La atribulada Tara le hizo entrega, de tapadillo, de una credencial, lo que hizo que la sonrisa de Ryan se ensanchara un poco. Decir que aquello estaba yendo sobre ruedas era quedarse corto. Solo les faltaba hacerle la ola, o recibirle con coristas y copas de champagne listas. Asintió levemente para indicar que lo había comprendido, asegurándose de que su acreditación quedara bien oculta hasta que fuera necesario. ¿Directamente con Eriksson? Pues cojonudo.
-Muy bien, señorita Tara, muchas gracias. Y suerte con lo que queda de día-respondió, despidiéndose para después encaminarse a la mina. Con un ojo puesto en aquel negro que buscaba bronca, por si venía a por más, se alejó de allí en dirección a la mina. De camino, echó mano del móvil, para comprobar qué le había escrito Tami.
El camino hacia la mina era distinto de lo que la prensa había puesto en televisión o periódicos digitales. ¿Habían reciclado alguna imagen antigua?, lo mismo sí.
La cuesta hacia la entrada estaba asfaltada y tenía en el centro un par de railes que se corresponderían a algún tipo de tren más que a las vagonetas típicas de mina de las películas antiguas. Una alarma infernal avisaba de la inminente apertura de las compuertas.
MEEEEC MEEEC MEEEEEEC MEEEEC.
“Por favor, despejen la zona de entrada a la mina. Apertura de compuertas inminente” Decia una voz pregrabada de mujer mientras lucecitas de esas naranjas que dan vueltas estaban encendidas por todas partes, indicando posible peligro.
Tami había respondido brevemente antes de que Ryan se quedase sin cobertura, algo extraño, porque hasta hace unos momentos tenia, no era una maravilla lo que le llegaba pero más que suficiente para el lugar apartado donde estaba. Ni 3G, ni 4G, ni satélite ni pollas. Ahora nada.
Y luego, tras Ryan, hubo una explosión. No detrás de él, en el aparcamiento o en el edificio, si no subiendo más allá de la cuesta que daba a la mina, más arriba, en el cielo. Era distante, y era una de esas explosiones de sonido que sacudían los cimientos de las bases militares cuando los aviones rompían la barrera del sonido. Ni Silver Patriot lograba hacer eso.
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