Partida Rol por web

-…Sus constantes vitales son estables. Debería mejorar con el oxígeno que le hemos estado poniendo, pero las toxinas han podido reblandecerle el cerebro…se amable.

La voz de una mujer resonaba en la cabeza de Ryan, con pesadez de parpados abrió los ojos. Notaba un frio en su cuerpo, excepto en una parte. Alguien le tenía cogida la mano.

-¡Ya despierta doctora!

-Ah, me alegro…Pero baja el tono.-Intercambiaban dos voces femeninas.

Finalmente pudo despegar los pesados parpados, pestañear un par de veces y notar como alguien le restregaba un pañuelo por los labios para limpiarle la baba, tras que le quitasen una máscara que hacia un ruido de “JIUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU” muy insoportable. Conocia esa sensación, era la de inhalar oxígeno a saco. Y ahora la echaba en falta.

Ryan tosió sin el oxígeno haciendo campana en su careto.

Y finalmente pudo ver a Tami de pie, mordiéndose el labio inferior con ansiedad, esperando que Ryan despertase del todo. O que no se hubiera quedado subnormal.

-¿Ryan?, ¿ya estás bien? Di algo. Los federales te han dejado aquí y se han largado refunfuñando porque lo de estar en servicio aun te cubre. Pero estoy…

Alguien chistó a Tami para que se callase, una mujer oriental se movió hasta estar a la vista de Ryan. Vestía ropas de doctora, pero se notaba que eran de diseño particular.

-Hola, Ryan. Soy la doctora Kusanagi, has estado un poco malito, pero ya te estás poniendo bien.-La mujer le dedico una mirada breve, mientras anotaba algunas cosas en su tablet con una suerte de bolígrafo digital.

-Tengo a los federales en la puerta deseando entrar aquí, así que mi consejo es que te repongas antes de vértelas con ellos, parecen muy enfadados, y van a hacerte muchas preguntas.-La mujer movió un brazo articulado de la cama y puso una bandeja con comida delante de Ryan, que a juzgar por su aspecto, le hubiera levantado el hambre a cualquiera. Puré, refresco, un buen filete y patatas. A Ryan no le apetecía nada de eso.

Debía estar atareada, pues se giró hacia la puerta de la habitación y tras pinzarse el tabique nasal, salió con un golpe de melena a discutir con dos armarios empotrados de federales que empezaron a atosigarla con preguntas, sonido que murió cuando ella cerró la puerta tras de sí.

La habitación no era demasiado amplia, porque era individual. El seguro militar debia estar cubriéndole aún, si no, no le habrían traído aquí. Tenía unas ventanas con las persianas echadas, que daban al patio de la clínica. Habia una televisión encendida y un sillón con la chaqueta de Tami ahí, con las noticias diciendo algunas tonterías sobre un incidente y bla bla bla…Y claro, vestia la ropa de clínica esa que ni abrigaba ni ná.

A juzgar por las flores algo mustias ya en un jarrón, debia llevar en el sitio algunos días.

Con los últimos acordes de Barras y estrellas para siempre resonando en el fondo de su inconsciente, Ryan empezó a abrir los ojos. O lo habría hecho de no haberse retirado el oxígeno, lo que le provocó un ataque de ronca tos, luchando por volver a respirar un aire con una concentración normal del gas. 

El gas... Eso era lo último que recordaba, los habían gaseado. Mientras su mente volvía a la vigilia, e iba siendo consciente de los detalles que le rodeaban, poco a poco empezó a razonar de nuevo. Sedante, sí, creía recordar que llegó a esa conclusión antes de caer. Y debió ser uno potente, pues no era precisamente un hombre frágil y no tardó en hacerle efecto. Pero volviendo a la realidad, allí estaba Tami. Y una doctora, parecía, aunque algo peculiar. 

-¿Cuánto...?-empezó a preguntar, antes de toser un poco de nuevo-¿cuánto llevo aquí?

"Ah, y federales, claro" pensó con una alegría sarcástica cuando su cerebro empezó a trabajar a ritmo normal y llegó a aquel punto de la conversación, aunque pronto la doctora le informó sobre su situación. A pesar del ridículo eufemismo, asintió levemente y miró, con poco convencimiento, la bandeja con comida. No tenía ganas de absolutamente nada. Pero ahora que volvía a tener las riendas, sabía que no podía permitirse eso. Su cuerpo necesitaba recuperar la normalidad y las fuerzas, lo que pasaba por comer, aunque no tuviera ganas. 

Una vez logró estar en una posición adecuada, empezó a dar cuenta cansinamente de aquellos alimentos. 

-Gracias por estar aquí, Tami. Aunque... ¿Por qué? ¿No deberías estar trabajando?-preguntó, con una voz ronca aún tras los probablemente días de inactividad y oxígeno.

-No…No, justo ayer se calmaron las cosas y dejamos de ayudar a mantener el orden. Ha habido algunos altercados con gente que no estaba bien…Pero eso no te tiene que preocupar ahora. Ahora te tienes que recuperar.- Tami le apretaba la mano a Ryan, mirándole con una débil sonrisa; ciertamente ella parecía cansada.-Llevas, por lo que sé, cuatro días inconsciente y dos con sueños extraños y algo de fiebre. La doctora ha venido desde Nueva York en cuanto se ha enterado de que no conseguían sacarte del sueño, y solo dos días después empezaste a purgar toxinas con algo que te inyectaron, un preparado especifico de la doctora así que no sé, creo que le debes una a esa estirada con bata.

Tami se pasó una mano por el pelo, que llevaba recogido en una coleta y parecía que iba a decir algo más…pero la puerta se abrió de pronto.

-Agente Richardson, FBI.-Dijo mostrando su placa y documentación según entraba por la puerta como una bala, fuera la doctora aun discutía con el que parecía ser el compañero de Richardson-Esta es una conversación privada señorita…

-Soldado Tamara si no le importa.- La mujer frunció el ceño poniéndose en pie como un resorte, a la defensiva- Ya me marcho…Estaré fuera.- Esas últimas palabras iban dirigidas más al agente que al propio Ryan.

Tami se puso su chaqueta y salió lentamente, sin perder de vista al agente.

-Bien. Ahora que estamos solos me gustaría hacerle unas preguntas…

El hombre se desabrocho algunos botones de su chaqueta y se retiró las mangas, dejando ver unos fuertes brazos.

-¿Qué hacía en las instalaciones de la mina aquel día? ¿Qué vio en el lugar? Cuéntemelo todo y podremos terminar con esto pronto, tenemos muchas “victimas” a las que preguntar.-El hombre se paseó por la sala, afianzando su mano sobre la barandilla metálica del final de la cama donde estaba tumbado Ryan. La otra mano retiró las gafas de sol de sus ojos, y su mirada se paseó por las persianas a bajadas y las flores mustias de la sala, que al menos, seguían desprendiendo un aroma agradable.

Altercados... Joder, aquello sonaba fatal, y más si habían tenido que intervenir sus compañeros. Esperaba que, al menos, no hubiera sido necesario sacar a pasear los juguetes de su división, porque eso implicaría que las cosas se habían puesto mal de verdad. 

"Aunque claro, con un ángel y un demonio dándose amor a hostias por el cielo de Silver City, tampoco me extrañaría que la cosa se hubiera descontrolado" pensó con cierta amargura. Tenía demasiadas preguntas que hacer, pero antes de que pudiera abrir la boca, aquel agente entró como un elefante en una cacharrería, casi echando fuera a Tami y quedándose con él a solas. Empezaba el interrogatorio, y a no ser que hubiera interpretado mal su lenguaje no verbal, empezaba amenazándole. 

Probablemente no estaba en condiciones de plantarle cara si la cosa se torcía, pero no estaba dispuesto a dejarse amilanar por aquel cretino en traje. En el peor de los casos, el traslado al hospital para que le arreglaran tras la paliza iba a ser muy corto. 

-Agente Richardson... Me presentaría, pero creo que usted ya debe saber quien soy. No hace casi nada que he despertado, así que, ¿le importaría levantar las persianas? Creo que algo de luz natural me hará bien-solicitó, dando algunos momentos para que el hombre las abriera. No estaba de más ver de qué clase de tipo se estaba hablando antes de continuar. Una vez lo hizo, o quedó claro que no estaba dispuesto a moverse, Ryan continuó.

-¿De dónde es, agente Richardson? Yo soy de Silver City, nací y me críe en sus calles. El Tío Sam tuvo a bien pagarme mis estudios y ofrecerme un futuro, solo a cambio de algunos años de servicio. Y marché a cumplir con mi deber, dejando atrás una novia, que cuando quise volver estaba muerta. Ya había cumplido con mi deber y decidí volver a la ciudad que quiero y buscarme la vida. Por eso estaba en las instalaciones de la mina. Como usted sabrá, habían abierto recientemente y ofrecían trabajo. Un trabajo que le hacía mucha falta a esta ciudad.

En ese momento, hizo una nueva pausa para beber agua.

-En cuanto a si se refiere literalmente en la mina... Tras el primer control, debía dirigirme a ella para reunirme con una de las Eriksson. Y fue allí cuando la cosa se empezó a poner rara. Entré para intentar sacar a la gente que debía haber dentro, pero creo que realmente no llegamos a salir muchos, ¿verdad?-dijo, encogiéndose de hombros antes de continuar-en cuanto a lo que vi, las mismas cosas imposibles que debe haberle dicho todo el mundo. Una mujer altísima con alas de ángel y una lanza, que empleaba palabras raras, que entró en la mina y dijo que nos protegería... Y luego como salía a hostias con algo que se parece a ese bicho de la primera del Señor de los Anillos. El de la mina... ¡Balrog! Sí, eso. Ah, y alguien con una especie de armadura de caballero, pero con motores y propulsores. 

El agente miró las persianas y después al hombre. No hizo gesto alguno mostrando indiferencia por su estado.

-Vale, no me cuente su vida Ryan. No le interesa de donde soy ni a donde voy, cuanto más breve hagamos esto mejor.

Le dejó continuar.

-Bien, sepa que esta conversación está siendo grabada-Dijo haciendo un gesto a uno de sus bolsillos. El cabrón se había esperado a que Ryan hablase antes de decirle nada sobre eso.- ¿Quién de las hermanas Eriksson? ¿Estaban las dos? ¿Llegó a verlas? ¿Puede facilitarnos la identidad de quien le dijo que estaba ahí en la mina? No me hable de cosas de frikis que aún viven con sus papás. ¿Qué era esa cosa de caballero que dice? ¿Sabe si Eriksson la controlaba de algún modo?-Obviamente empezó el bombardeo de preguntas.

Bien. Le había tocado uno de los capullos, a juzgar por como pasó de levantar la persiana, así como su advertencia tardía de la grabación. Por desgracia, aquello era probablemente legal en este estado, porque el muy bastardo estaba tomando parte en la conversación. 

"Seguro que eres de esos a los que se le ponía dura con lo de Guantánamo, ¿verdad capullo?" pensó con amargura, pero era mejor no decirlo. En su lugar, escuchó las preguntas del agente, y por poco soltó una carcajada ante lo ridículo de todo aquello. En su lugar, simplemente sonrió levemente, acomodándose mejor en la cama. Aquello iba a llevar un tiempo.

-Veamos... Ni idea, ni idea de nuevo, como he dicho todo se complicó antes de que lograra llegar siquiera a la entrada, era una empleada de allí que no recuerdo, una armadura con motores y cohetes, y por tercera vez, ni idea. ¿Hemos terminado?

Richardson frunció el ceño ante las respuestas, no parecían gustarle un pelo. Se inclinó sobre Ryan y le arranco la botella de agua de las manos, lanzándola violentamente contra una de las paredes.

-¡No haga algo de lo que se pueda arrepentir, sea soldado o no, todo lo que pueda aportarnos será de utilidad para proteger a nuestros ciudadanos! ¡Se está investigando un asunto muy serio aquí, y si me entero de que está encubriendo a otros, le va a caer un puro muy gordo! ¡Se enterarán hasta sus superiores, en este país no se libra de guantanamo nadie!-Y efectivamente, se le debió poner dura o algo así, porque tiró de su chaqueta para recomponerse dicho aquello, alisando la parte frontal con una mano.

-Así que ahora, piénselo dos veces y me vuelve a responder. ¿Vio algo fuera de lo normal?, claro que lo vio, si no, no estaría aquí. Vamos, suéltelo.

Ryan observó como le arrancaba la botella de agua de la mano y volaba para estamparse en la pared, con aparente calma más allá de alzar una ceja, gesto que permaneció cuando volvió a mirar al agente. 

-¿En serio?-preguntó. Después de todo por lo que había pasado, y de haberse tirado tantos días en coma, sencillamente no estaba para aquellas mierdas.

-Verá, agente Richardson. Es cierto que de Guantánamo no se libra nadie. Puede preguntárselo a aquellos que fueron juzgados cuando nuestro pueblo se enteró de las mierdas que se estaban haciendo allí. A Estados Unidos no le gusta que las cosas se hagan de ese modo, y siempre acaba pidiendo las cabezas de los que cometen esas tropelías. Del mismo modo, tampoco nos gusta la brutalidad policial, o amenazar a convalecientes que acaban de despertar de un coma tras una experiencia traumática-explicó con calma.

-Porque como ha tenido a bien comunicarme, esta conversación está siendo grabada. Y habría que ser muy idiota para pensar que usted es el único que está grabando esto. O que ha tenido la sartén por el mango en algún momento. Si vuelve a ponerme la mano encima, le juro por Dios no solo que le denunciaré, si no que pasearé esta historia por todos los medios de comunicación que estén dispuestos a emitirla, que no dude que serán muchos. Se lo aseguro, le joderé tan fuerte que cuando acabe con usted no va a conseguir trabajo ni en una hamburguesería-replicó, mirando directamente a las gafas de sol con gesto desafiante.

-O-añadió-podemos seguir hablando como personas civilizadas. Puede dejarse de todo ese rollo de tipo duro y de todas esas capulladas. ¡He servido en el ejército, por amor de Dios! ¡Amo a mi país! Es evidente que no quiero que nadie sufra. Y si hubiera prestado atención a lo que le he dicho, ya sabría que sí vi cosas raras. ¡Un puto ángel! ¡Algo que parecía un jodido demonio! ¿¡Es que no le parece lo suficiente raro, cabeza de chorlito!? Y no nos olvidemos de la figura en armadura robótica, claro-añadió. 

-Luego mi cabeza hizo click y perdí el control. A partir de ese punto, dejo de ser un testigo fiable. Perfectamente pude imaginarme el resto. 

Richardson escuchaba con cara de estar masticando limones.

-Ya, claro. Que su cabeza hizo click.- El corpulento hombre apretó sus manos en torno a la barra de la mesita abatible de la cama de hospital, y luego se despegó de esta haciendo temblar el plato sobre esta, tambien derramando algo del agua que Ryan se había servido en un vaso de plástico.

-Otro enajenado mental, gracias. Eso es todo, soldado Ryan.- El hombre se llevó la mano al bolsillo, sacó una grabadora de esas viejas con cinta, y la detuvo presionando con el dedo gordo.- Era todo lo que necesitaba saber.-Le dedicó una sonrisa llena de dientes y se giró para marcharse, recolocándose las gafas de sol.

-Tengo que seguir trabajando y buscando gente que no se invente cuentos.

Momentos después Tami hizo aparición por la puerta, abriéndola tímidamente y pasando a la habitación aun mirando al pasillo con cara de preocupación. Finalmente se giró para mirar a Ryan, quedándose a su lado y mirando con cara de sorpresa el manchurrote húmedo de la pared.

-¿Qué ha pasado?-Preguntó, antes de moverse para guardar su teléfono móvil en la chaqueta y subir las persianas poco a poco para que Ryan se acostumbrase a la luz natural.

-Por cierto me han llamado, quieren que hagamos unas pruebas delante de los inversores…Con el niño.- Tami solía referirse a Silver Patriot como el niño fuera del ambiente laboral.

Ryan observó como Richardson se marchaba con gesto de pocos amigos. No solo era un capullo, también era un inepto. Sorprendiendo a nadie, inteligencia brillaba por la ausencia de la misma. Si tan solo se sacaran la cabeza de su culo en alguna ocasión, puede que lograran hacer algo a derechas. 

Al poco de marcharse, Tami apareció por la puerta, preguntando por la mancha de la pared como era normal. 

-Nuestro "amigo" Richardson. Ha querido ponerse gallito conmigo y amenazarme. Pero parece que no tiene ni medio cerebro tras esas gafas de sol tan de hombre de negro. En fin, peor para ese cretino-replicó, encogiéndose de hombros. En cierto modo le había venido bien estar en cama, de haber estado en buenas condiciones puede que la respuesta hubiese sido otra-creo que le he puesto en su sitio, de todos modos. Se ha largado pensando que estaba loco por decirle la verdad, pero como digo, peor para él.

-¿Hagamos?-preguntó, cuando Tami le comunicó aquello-¿debo suponer que estoy reenganchado?-añadió, riéndose.

-¿Reenganchado? Tú nunca te has ido-Tami sonreía.- La doctora ha dicho que pronto, si te recuperas bien, te darán el alta.

Y así fue, tras una visita a las horas de Kusanagi y una inspección general de las facultades de Ryan, y viendo que no rechazaba la comida le dieron el alta.

Tami salía con él por la puerta del hospital, enganchada a su brazo con una sonrisa de oreja a oreja; tenía una excusa para estar pegadito a él, cosa que en el taller no solía pasar.

-Bueno el jefe ha dicho que será algo para impresionar a los inversores, disparar algunas cosas, volar un poco, y en general quedar bien y enseñarles que todo va bien. ¿Crees que podrás hacerlo pronto?...tan pronto como…¿mañana?-La sonrisa de Tami se curvo en una algo más forzada.- Pero he venido a verte por ti no por ellos…-Dijo excusándose. Alzó una mano para pedir un taxi, y un hindú que mascaba chicle paró.

-Venga suban, ¿a dónde les llevo?-Preguntó con nada de acento hindú. Tami esperaba que Ryan dijera algo.

Los exámenes pasaron sin ninguna clase de inconveniente y finalmente Ryan quedó libre de aquel hospital. Era curioso pensar en que había estado ahí tumbado como diez veces más de lo que podía recordar, pero aquello había acabado. Se suponía que estaba bien. Así que ahora debía descansar. Y, por lo visto, mañana pilotar a Silver Patriot para algunos ricachones.

-¿Mañana? Bueno, supongo que si reposo un poco, estaré bien. ¿No habéis conseguido a nadie que quiera meterse ahí dentro?-preguntó, riéndose. 

Una vez en el taxi, parecía que le tocaba a él decidir.

-Eh... ¿Te apetece tomar algo?-preguntó a Tami-podemos ir a por un café o algo al centro, si quieres. Aunque yo no creo que deba tomar mucho más que eso recién salido del hospital. 

-Pues no, no nos sobran pilotos y no quiero que se nos meta un novato dentro ahora que tenemos tantas cosas delicadas acopladas…además esa armadura está hecha para gente de tu altura…-Rió entre dientes.- No todos dan la talla.

-Al centro…¿Stacy’s?.-Miró a Ryan brevemente, aunque luego volvió la cabeza al taxista-Stacy’s-dijo confirmando. Ambos se sentaron en la parte de atrás del taxi y el conductor arranco de nuevo el taxi para poner rumbo al centro. Tami se revolvía en el asiento, y miraba algunos de los papeles del hospital. Finalmente silbó.-Acaban de meterle al seguro un recargo astronómico, Kusanagi se ha venido en helicóptero desde Nueva York para tratarte al parecer. Menos mal que estas cosas aun te las paga el Tío Sam. -Luego, le tendió los papeles. Ryan pudo averiguar de un rápido vistazo que no se había tirado tantos días como Tami pensaba, quizá el nerviosismo la había hecho decir una cantidad aleatoria de días, había estado solo 4 días ingresado en aquel hospital.

Pasados unos minutos y unas cuantas noticias de la radio del taxi, finalmente llegaron a Stacy’s. El del centro de Silver City era todo un ejemplo de pulcritud comparado con el que estaba en el exterior, las dos caras de una moneda podría decirse, y esta era la cara mientras que el otro era el culo de esa moneda. Tami dejo un billete y le dijo al taxista que se quedara con el cambio, esperando a que Ryan saliera del taxi para ayudarle si era necesario, aunque este último parecía encontrarse bastante bien.

A esas horas Stacy’s estaba a rebosar de gente, todos sentados en sus clásicas mesas con sillones mullidos, o paseando de aquí para allá para rellenar sus bebidas en los surtidores o pedir en la barra si es que no les estaba atendiendo una camarera ya, con libretita y ropa elegante con una falda hasta las rodillas y una chaquetita vaquera que les daba un toque vintage.

La parte superior de la barra estaba adornada con fotos de bólidos de otra época, y habían estado allí desde que Stacy’s abrió en el centro de la ciudad. Al dueño o dueña le gustaba que su restaurante tuviera clásicos aquí y allí.