No pude evitar sonreír levemente. Por momentos olvidaba que esta mujer frente a mi, además de increíble, era muy joven e intentaba demostrar con todas sus fuerzas la fortaleza que había ganado en el tiempo. Aún así, fue agradable ver como cedía al hablarle de mis hermanas; demostraba que en todo lo que había cambiado, aún guardaba compasión.
-No creo que le sea de mucho consuelo, pero conmigo ya demostró todo eso y más.- le lance una sonrisa corta y fugaz para demostrarle la verdad de mis palabras. -Pero si quiere un consejo, a veces es mejor guardarse el poder y que nadie vea que lo tienes... Hasta que de verdad lo necesites. Es algo así como una máxima de los espías.-
La copa volvió a mi mano. eso era una buena señal al igual que la forma en la que ella bebía. Quería sincerarse, quería hablar, pero aún dudaba de mi, y era más que comprensible. Sus palabras terminaron dándome la razón; pero el beso me tomo desprevenido. Muy tierna de puntas de pie, la abrace con la mano que me quedaba libre por unos segundos y le devolví el beso, pero al poco tiempo la separe suavemente de mi, aunque me costo bastante esfuerzo mental.
-No te preocupes Constance, guardar secretos es parte de mi trabajo también...-
Llene nuevamente su copa y di un sorbo largo a la mía. Si quería hablar de sus planes este era el momento...
Por momento parecía que él estaba en un punto fijo, firme, capaz, ella debía y quería respetar eso pero al mismo tiempo, quería más de él y si la única manera de conseguirlo era sincerándose con él, lo haría. Los consejos siempre venían bien, fuera para acatarlos o para pasarlos por alto. Recibió su beso, lo disfrutaba y en apariencia él también, por eso cuando la apartó decidió mirar las copas que llenaba, hasta que volvió a dirigirse a ella.
-Prefiero cuando dices mi nombre... Antes que el lady o señorita, demasiado frío y me parece que la frialdad no es algo que yo quiera entre nosotros y tú tampoco.
Bebió un poco de lo que él sirvió y lo tomó de la mano nuevamente para llevarlo al cómodo sillón donde habían estado antes. Lo empujó suavemente y le dio su copa.
-Volvamos a la comodidad de este sillón...
Sonrió dulcemente pero esta vez con sinceridad y se sentó en sus piernas de nuevo, sin pedirle parecer.
-Quiero a esa mujer que se casó con mi hermano fuera de aquí... Eso para empezar. Quiero darle a Mérida más de lo que cualquier bastardo haya tenido... Iré con el maestre y..., bueno, haré lo que haga falta... Sin embargo, Álvar, guardar secretos es lo tuyo pero a las personas correctas y esa no soy yo... Sólo sería tu amante, ¿no es así?
Acto seguido dio un trago suave a su copa y buscó sus labios, dejando que sus lenguas se encontraran. Lo miró a los ojos fijamente y le dijo en un susurro:
-Estoy deseándote y al mismo tiempo odiándote, temiendo que tras poseerme corras a endulzarle los oídos a tú señor...
Parecía sincera con él.
-Perdóname por no haber pensado en tus hermanas... No sabía que existían
No pude evitar sonreír. Era muy cierto que no quería frialdad entre nosotros y el sillón parecía ser un lugar para alejar el frío y acercarnos. Volví a recibir su peso sobre mis piernas, pero esta vez no me incomodó en lo más mínimo. Di un corto sorbo mientras escuchaba sus planes, o al menos sus intenciones de momento.
"Precavida, hablando lo justo y necesario."
-Entiendo a la perfección lo de Lady Merida; pero respecto a Lady Manderly... su embarazo puede hacer las cosas más complicadas.-
Lo de la cuñada era claramente algo personal, pero acarreaba varios problemas, pues si los Nightwing se alineaban ahora con la causa rebelde, los Manderly podían ser poderosos aliados o terribles enemigos.
El beso interrumpió mis pensamientos y casi cualquier otra cosa que se me cruzara por la cabeza. Después de probarlo tanto de sus labios este definitivamente se convertiría en mi vino preferido. Sus palabras me inflamaron y sentía una mezcla de calor y alcohol que le daba color a todo mi rostro.
-Muy pocos saben de ellas, asi que aprecio tu discreción en este tema.-
La acerque un poco a mi con mis brazos y le susurre al oído. -Si no quiere verme salir corriendo, puedo quedarme toda la noche Constance- y tras el susurro mordí un poco el lóbulo con una mezcla de lujuria y picardia. no podía darle más pruebas porque realmente no podía. Tendría que confiar en mi. -No puedo darte certezas, solo mi palabra.-
Constance estaba finalmente bajando la guardia y creyendo que podìa haber encontrado al hombre que hiciera por ella lo que no hizo nadie nunca. Quizà estaba equivocada pero eso era algo que sòlo confiando en èl podrìa saber, si resultaba ser vil y traicionero, Constance se arrastrarìa pero èl tendrìa que pasarlo mucho peor y eso algo que sòlo el tiempo podrìa decir. Al parecer habìa sacado buen provecho de aquel vino porque ambos estaban mucho màs relajadas y menos a la defensiva y eso era bueno en aquel momento. Mientras lo escuchaba comenzò a jugar con los lazos de la camisa de èl.
-Sin duda disfrutarìa mucho de su compañìa si todo sale bien...
La muchacha se reacomodò encima de èl como si no pasara nada y realmente no pasaba, fuera de ahì no importaba nada o al menos para ella era asì.
-Lady Mèrida, como tù la llamas... Va a tener lo que merece o morirè en el intento. Sobre la otra, ya sè que està embarazada la muy... En fin, eso tampoco importa. Si no ha nacido, no vale de nada ese pequeño que ellos dicen serà un niño.
Se mordiò el labio con fuerza hasta que se obligò a concentrarse, el capricho no podìa dominarla en aquellos instantes, ni en ninguno despuès de eso. Levantò una ceja y le sonriò ampliamente, se acercò para hablarle rozando sus labios con los de èl.
-No hablarè de tus hermanas con nadie, lo prometo y puedo ser muchas cosas pero mis promesas siempre las cumplo.
Podìa prometerle eso porque las hermanas del espìa no eran un blanco para la pelirroja, estaba pensando en ello cuando sintiò el mordisco de Àlvar sorprendièndola pero sobre todo elevando una temperatura que ya estaba bastante alta.
-No quiero verte salir corriendo... Màs bien...
Se girò hacia èl y lo besò largamente sin detenerse a pensar en nada, su lengua danzaba tocando la de èl con presteza, saboreando a Àlvar de una manera casi indecente, los buenos consejos de Shandi. Se apartò luego de un rato bastante intenso, las mejillas de la Nigthwing estaban casi tan encendidas como su cabello y su pecho subìa y bajaba dentro del vestido.
-Creo que entonces voy a tener que confiar en tu palabra...
Constance se acercò de nuevo y comenzò a besar el cuello del espìa, con besos cortitos y tibios, sin detenerse, rodeàndolo hasta cubrir casi todo este. Finalmente volviò a sus ojos.
-No quiero que te vayas... No esta noche, tal vez despuès.
Definitivamente cargaba con mucho odio... y probablemente algunos temas personales con su cuñada. A saber los Siete que cosas había de por medio. A veces era mejor no meterse en una pelea entre mujeres, y esta situación parecía darle fuerza a ese dicho. Aunque el tema del bebe no nacido...
Pero lo aleje de mi mente. Ahora disfrutaba con el contacto y la intimidad. El jugueteo con mi camisa... y sobre todo el beso. Era un punto de inflexión. Mientras recuperábamos el aliento y oía sus palabras, una sonrisa lasciva se formo en mis labios. Sus besos en mi cuello eran flamas que encendían cosas que ya estaban al rojo vivo.
-Yo tampoco quiero irme Constance...-
La acerque para volver a besarla y mientras, mis manos comenzaron a buscar los nudos que sostenían sus ropas en su lugar. Ágiles, mis dedos se movían con habilidad y diligencia entre los pliegues de su vestido, buscando la forma de liberarla del peso de sus ropas mientras mi lengua se entretenía con la suya.
No podìa decir que quisiera seguir hablando y menos de Ealena y todo lo demàs, querìa otra cosa en ese momento y definitivamente èl ya no se iba a detener a juzgar por lo que estaba sucediendo y por la pericia que tenìa para desanudar los lazos de su vestido, toda ella reaccionaba a la excitaciòn del momento, ademàs, era una manera de, no sòlo terminar de crecer sino de arrancarle a todos los demàs el derecho sobre lo ùnico que le quedaba. Por suerte ella habìa encontrado algunos lazos momentos antes, el espìa parecìa tener màs ropa que ganas de quedàrsela puesta y como pudo fue tirando para ir deshaciendo lazos cuando menos. No habìa nada que los separara en ese momento, sus lenguas se encontraban, iban y venìan, ella era peso muerto sobre sus piernas y entonces, lo tomò por las mejillas y lo detuvo unos instantes.
-Lo que te dije, es verdad...
Confiaba en que èl sabìa a que se referìa, aunque todo lo que le habìa dicho lo era de una manera u otra. Volviò a agacharse sobre èl para besarlo hasta que metiò sus manos bajo la camisola del espìa, sentir su piel la hizo sentir escalofrìos de pies a cabeza. Lo mirò por un instante y le sonriò maliciosamente, estaba hecho, ella no iba a echarse para atràs y a juzgar por lo que podìa sentir un poco màs abajo, èl tampoco. Los lazos de su vestido cedieron mucho màs ràpido que los ropajes de èl gracias quizàs a la experiencia pero eso no la desconcentrò, siguiò intentando.
Su vestido resbalò por los hombros y lo mirò fijamente, su tersa y blanca piel quedaba al descubierto y apenas se detenìa en sus pechos. Los ojos de Constance brillaban, sus mejillas y labios enrojecidos, el deseo estaba ahì y si bien se habìa guardado mucho tiempo para alguien, ese alguien no se merecìa ni la mitad de lo que le iba a dar a Àlvar.
Este había sido un día de mil sorpresas. Este momento sin embargo era la mejor de todas. Cuando me tomo el rostro y me susurro esas palabras, enseguida volvió a mi mente su confesión. Aún estaba algo incrédulo...
"Supongo que en unos instantes descubriré la verdad..."
Sus manos pasaron por debajo de la camisa sobre mi pecho, por la linea de los músculos. Verla sonreír tan maliciosamente disparaba alguna especie de lujuria en mi. Cuando solo sus pechos lograban mantener la decencia de su vestido en su lugar, mi cuerpo comenzó a reaccionar con una dureza bastante palpable a la situación.
Pase mis labios por su cuello, sin besos sino más bien una caricia continuada mientras los movía desde su clavícula hasta justo debajo de su mandíbula. Con mi aliento tibio bañe su piel mientras la ayudaba a terminar la tarea con mi ropa. Momentos después, pasaba la camisa sobre mi cabeza, dejándome solo los pantalones puestos de momento. Devolví mis manos a su vestido y lo deslice poco a poco, casi exigiendo lenta pero inexorablemente que nuestra desnudez fuera idéntica...
Pero no me alcanzo, quería desposeerla de cualquier tela que tuviera puesta enseguida. Por alguna razón, la prisa por verla completamente desnuda se me hacía muy fuerte. Hice un movimiento para ayudarla a pararse y así deshacerse de una vez por todas de ese vestido que se interponía entre mis ojos y el espectáculo de su cuerpo desnudo.
Constance supo en aquel instante que no había marcha atrás y estaba bien porque ya no quería, sin embargo, a pesar de que él la hizo levantarse para desnudarla por completo, ella no se cubrió. Dejó que Álvar disfrutara de esa imagen que era el primero en ver, era cierto que aún le faltaba desarrollo pero no tenía desperdicio alguno y por suerte para él, tampoco tenía remordimientos o eso parecía hasta que le puso una mano en el pecho para evitar que se le acercara.
-Confío en que sabrás cuidarme pero sobre todo confío en que no me harás un bastardo, no nos convendría en este momento.
Retiró la mano sin esperar una respuesta, era evidente que él sabía muchas cosas y entre ellas debía estar la de cómo evitarles momentos embarazosos nunca.mejor dicho.
Esta vez fue ella la que se acercó a él y dándole un violento y apasionado beso comenzó a retirar sus pantalones. Cuando lo consiguió, lo tomó de la mano y lo llevó hasta su cama, su preciosa cama que kba a ser compartida por primera vez. Lo empujó suavemente para que se sentara en la orilla mientras ella se recostaba y lo llamaba con la mirada.
Si aquello no era darle toda la confianza del mundo, no había nada más que pudiera darle al jefe de espías.