Partida Rol por web

No estuvo del todo de acuerdo con el razonamiento de Taylor, aunque es cierto que el que Inadra, quien aparentemente decía saberlo todo, no hablara, no decía mucho de él.

-Inadra, si sabes algo, dilo ya. Aunque ahora que has dicho eso, Taylor, aunque Inadra sea inocente, los asesinos podrían dejarlo vivo para mañana solo para que sea linchado. Opino que debe hablar, más si sabe quienes son los asesinos- de hecho, era un delito callarse algo tan importante- pero puede que sea mudo por las mismas razones que Leinad lo fue al principio y que vuelva a hablar- aunque ella misma lo dudaba. Si no hablaba cuando tenía información jugosa, ¿cuando iba a hablar?

Lydia reconocía que no se fiaba del que decía ser espía como lo hizo hace un tiempo, pero demonizarlo por no hablar era lo mismo que había criticado la propia Taylor.

Fruncí el ceño, todo aquello no me gustaba nada, se desvelaban muchas cosas y sin embargo, nada se aclaraba. Cuanta más información teníamos más se complicaba todo.

- A mi también me gustaría que hablara, si tiene algo que decir debería ser ahora. Porque si han dicho que es peligroso, quiero saber porqué. Si sólo conoce información, no es razón para considerarlo peligroso, así que eso me hace suponer que hay algo más detrás.

Moore se tocaba las cejas. -A ver que me aclare... ¿El Chino era uno de los asesinos e Inadra puede descubrirlos? Pues no entiendo entonces porque el supuesto poli que ya ha muerto una vez, no dice una nada. Este día me ha parecido mas largo que los otros, pero estamos casi igual, a ciegas.

- Que no idiota - dije ofuscada por volver a explicarlo - Supuestamente el chino no era uno de los asesinos, aunque ahora nos guarda rencor y quiere jugar con nosotros. Inadra sabe el nombre de dos de ellos, se lo dijo Tifu, no es que pueda descubrilos... - terminé por decir en tono cansado por las faltas capacidades del de los refrescos, mientras miraba al espía de reojo con cada una de mis palabras.

-Es posible que el chino estuviera tambien coaccionado?-  Pregunté mientras me rascaba la ceja intentando sacar algo en claro.

-Me temo que si Inadra no habla, mañana le tendremos como un nuevo cadáver. Bien sea por no poder protegerlo de los malos... o algo peor.

Al ver semejante debate Yevtsye salio de su tienda aún adolorida. Habían hablado del animador coreano de mala manera y eso le parecía mal. Tomándose del vientre fue hacia la multitud y les dijo:

-No es cierto, Tifu no era un homicida.-Miro de un lado a otro intentando tapar su verguenza-Yo he estado observandolo a el por un buen rato y..................

Repentinamente cerro la boca de golpe, no queria decir a riesgo de quedar como que a ella le gustaba Tifu. No,a ella no se le daban bien los romances ni de tener novio. Por eso le gustaba mas los romances en novelas escritas que vivirlos.

-Según dice Irina, Tifu- reprimió una mueca cuando algunos le mencionaban como chino en vez de por su nombre- está más resentido que aliado con los asesinos. No sé por qué no ayuda a los demás desde el reactor ese, quizá está tan resentido que todo da igual o va a su bola con objetivos distintos a salir de aquí ilesos. No importa, si Inadra no dice nada, servirá lo mismo.

Miró a Irina- Según he entendido, Tifu te dijo en el otro sitio que Inara dijo nombres de traidores, ¿o quien fue? Si fue él, podría ser una mentira para tocar las narices. Si no, estamos en las mismas con el espía que calló.

- Es el colmo de la mala suerte. - Intervengo mientras doy una patada a un canto rodado. - Dependemos de la única persona que no puede, o no quiere, abrir la boca. Si su información es buena, y no tenemos motivos para duda que lo sea, es imperioso que hable antes de que alguien decida eliminarlo.
Por otra parte, deberíamos ir pensando qué hacer si Inadra no habla o si se lo cargan antes de que hable. Si no, estaremos otro día más en la misma situación.

Con la caída del atardecer, la doctora llegó como siempre, tratando de buscar las miradas y los rostros de aquellos que serían los protagonistas de este atardecer, pero se encontró perpleja, tal vez era una de las pocas emociones que había manifestado esos días.

- Este será un día extraño - primero miró a Mariano, el cual le miró extrañado y luego comprendió de qué se trataba, ya que Taylor corrió hacia él a golpearle fuerte en el abdomen. Tal vez eran los años en prisión lo que le había ayudado a la chica a ser tan agresiva. Entonces, Yevtsye se abalanzó sobre el hombre de una sola ceja tumbándolo al suelo. Alzó la mano para golpearlo y el hombre cerró los ojos un tanto asustado, pero entonces abrió los ojos al no sentir el puño llegar.

Al fijarse, se dio cuenta que alguien estaba sosteniendo la mano de la chica rubia y la joven parecía tan impactada como el hombre derribado, al darse cuenta de quién era. Clive, aquel hombre que había llegado promocionando sus productos en el primer día, era quien sostenía su mano. Con cierta facilidad, levantó a Yevtsye y la arrojó al suelo. Mariano tuvo la posibilidad de levantarse y al ver a la chica rubia en el suelo, le ayudó a Clive a inmovilizarla.

Por su parte, Maddie vio cómo Alexei se acercaba a ella y trataba de sostenerle. La mujer no quería ser ruda con el hombre, así que trató de inmovilizarlo con algo de tacto, pero el hombre parecía vigorizado y logró darle un golpe con su bastón en la cabeza, lo cual la dejó aturdida. Maddie trató de mantenerse de pie, pero se encontraba mareada, lo que le permitió a Alexei golpearla en la parte posterior de sus piernas, justo en la coyuntura de las rodillas, causándole a Maddie una caída involuntaria.

Tal vez por su silencio fue difícil que notaran que la irreverente chica rubia llamada Irina se había lanzado contra Inadra para tratar de tumbarlo y aunque el hombre era un agente entrenado, esta chica parecía ser bastante salvaje y se pegó a su cuello mordiéndolo con fuerza. El hombre gritó de dolor y fue más brusco esta vez, haciendo que Irina cayera con fuerza al suelo. Esta se levantó y se aferró a sus piernas, desestabilizándolo y haciendo que cayera. Entonces, Irina le besó de una manera lasciva y grotesca, lo cual lo dejó descolocado, para luego pasar a darle un buen puño, sin nunca perder la sonrisa. Sin duda, era la más peculiar de las peleas.

La doctora les miró y caminó despacio, analizando a los escogidos, cuando señaló a Yevtsye, quien comenzó a llorar y a pedir misericordia. Entre Clive y Mariano le ataron a una columna de aquella edificación y aunque la chica no quería morir, había perdido la fuerza de luchar, solo sollozaba y pedía entre suspiros que la dejaran ir. Con esto, la doctora les guió al nuevo lugar donde permanecerían por un día.

Organizaron sus tiendas en la oscuridad, pues esta vez habían tardado un poco más en llegar al lugar. No sabían dónde estaban realmente, pero los científicos les ayudaron con un poco de luz de linternas. No era mucho, pero había facilitado la tarea. A pesar de la oscuridad de la noche y el silencio de esta, los ojos de una suplicante Yevtsye brillaban en su mente con intensidad, tatuados en sus corazones.