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HLdCn - En Tiempo de Brujas II

Día 10 - Una puerta abierta

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19/03/2013, 13:36
Director


En la línea del horizonte se dibujaba el amanecer, algunos árboles dejaban caer sus hojas por el comienzo de una nueva era, mientras… tras aquellas puertas cerradas, Ailish dudaba cercana al cuerpo de Erial. No sabía si lo que estaba por hacer era justo pero al menos no encontraba en su mente otra solución.

Kalin descansaba con gesto derrotado, apoyado sobre su espada mientras su mirada se posaba una y otra vez en los caídos, recordando todo lo pasado, recordando el porqué. Miró a Ailish, que con gesto triste esperaba junto a Erial.

Puede que hubiera momento para dudas, pero quedaba ya  tan solo la oportunidad de probar. Ailish abrió un frasco perlado que dejo caer dentro del las heridas del Emperador, dejando que su sangre se mezclara con la argenta mezcla que pronto lo alzaría entre los vivos.

Pero… No deberías…

Las palabras de Kalin se perdieron cuando la vida volvió a irrumpir en el cuerpo de Erial, extraños movimientos donde la muerte aún luchaba por volver a instaurarse, mientras que paso a paso, la vida ganaba una batalla, enarbolada con una plateada bandera.

Cansado, y entumecido, Erial se alzaba, estirando cada uno de sus músculos que había estado en reposo durante severo tiempo, atenazados por las cadenas de la muerte.

Kalin no podía permitir que aquello pasase… Aquel que un día reino entre engaños no podía tener un hueco en el mañana, así que con las fuerzas que el cansancio dejaron en su alma se levantó sin pensarlo, desenvainando su espada, dispuesto a ser el último que rompiera la vida del Emperador.

Ailish mira su mano sumida en un gesto triste y dañado, no quería tener que llegar a esto, pero debía hacerlo.

En su mano un pequeño frasco con la apariencia de la misma noche. Una lágrima por el guarda caía de las mejillas de Ailish, mientras sin remedio lanzaba aquel funesto líquido a su encuentro.

Al igual que el día tiene su ocaso, la vida de Kalin poco a poco se apagaba… La noche de la muerte, llegaba a sus ojos, que lentamente se veían velados mientras sin comprender, Kalin caía postrado de rodillas al suelo, momentos antes de que su aliento dejase de exhalar, y cayese ante un sonido hueco sobre el frio mármol.

Ailish no podía mirar las almas de los caídos, ni siquiera podía hablar, necesitaba encontrar el perdón dentro de ella, antes de buscarlo en los demás.

Mientras ella permanecía cayada como sumida en un mundo de culpa, Erial tenía claro lo que debía de hacer. Sigiloso estaba tras de Ailish, su frío rostro apenas guardaba sitio para los sentimientos, ni siquiera la sonrisa de la victoria se adivinaba en él.

Sin previo aviso agarro la garganta de Ailish desde atrás, los músculos de sus brazos se tensaban, mientras que sin creer lo que sentía, la bruja hincaba sus uñas sobre las manos que la aferraban,  intentando encontrar una oportunidad, intentando encontrar una explicación.

Cobarde emperador, que sesgaba la vida sin mirar a su presa a los ojos, temeroso de encontrar aquello que él nunca había sentido, calor… El calor de ser amado, el calor del perdón. Mientras poco a poco la vida de Ailish agonizaba, entre sus manos, los rayos de la aurora dibujaban sus siluetas…

La fuerza de Erial disminuyó mientras una duda quedaba en las mentes de ambos. La puerta acababa de abrirse tras ellos, la luz del día entraba de nuevo a la morada… 

Erial sonrió pensando que quizás la muerte de Ailish no era necesaria, que ambos podrían cruzar el umbral, y esbozando un quiebro y liberando a la bruja de la prisión de sus manos miró la entrada, mientras Ailish, recobraba el aliento y acaricia su garganta, miró también incrédula al portón…

 Ante ellos  una puerta abierta, el amanecer tras ella, y en medio de aquel anaranjado principio una figura erguida. Su regio porte la distinguía, sin rastro de muerte en su mirada, tan solo de decepción, Naivé observaba el lugar, mientras que finalmente posó su mirada sobre aquel que un día fue su esposo…

Sus labios se despegaron para con voz armada decir:

Esta vez no… ya no… No hay tiempo para una segunda oportunidad.

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19/03/2013, 14:05
Ailish

Caigo al suelo, con la mano en el cuello, confusa, luchando por volver a introducir aire en mis pulmones. - Tú... - Susurro con voz entrecortada mientras me levanto con dificultad. - Maldito bastardo... 

Me pongo en pie lentamente, con la cabeza gacha al principio, concentrando todo el odio que siento formando un torbellino a mi alrededor. Finalmente alzo el rostro y mis ojos arden de ira fijos en quien hasta hace unos instantes consideré un aliado.

Sin prestar ninguna atención a la figura de la puerta mi voz habla únicamente a Erial, en un grito lleno de dolor y rabia a partes iguales. - ¡¿Incluso a mí me traicionas?! ¡¿Después de que te ofrezca la vida de nuevo?!- Levanto los brazos y con ese movimiento dirijo todo mi poder hacia él, tratando de hacer volar su cuerpo, de estrellarlo contra todas las paredes del lugar hasta que se convierta en una marioneta rota. 

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19/03/2013, 14:37
31 Muerto - Erial

 

En cuanto observa la mirada de Ailish, Erial sabe lo que vendrá después. Instantáneamente dedica una mano a crear todo un muro de hielo a su alrededor, tratando de protegerse del poder de la bruja.

Levanta la voz, tratando de que se le escuche entre el viento. - Ailish, tienes razón, te he traicionado. - grita - Por un momento deseé alzarme como único vencedor, pero no he llegado hasta el final. Decidí frenar en pos de un futuro. Has sido mi mejor aliada, y la única con la suficiente cabeza como para llegar hasta aquí. No podría hacer eso. - dice, tratando de ser escuchado e ignorando la figura de la puerta en favor de salvar temporalmente la vida.

 

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19/03/2013, 14:56
Alexandra (Gala)

Pero que tonta has sido niña... que tonta. Digo lamentandome

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19/03/2013, 15:08
24 Muerto - Mandrágora

Poco a poco Mandrágora va materializándose. En silencio contempla la escena incrédulo y no puede evitar sonreír. Vuelve a guiñar el ojo a Aelish y esta vez rompe a reír. Uno tiene lo que se merece, ahora paga las consecuencias... Bien Kalin, al fin muerto.

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19/03/2013, 17:02
Kuvia

Me dispongo a extender mis brazos entre Erial y la salida, pero entonces... Una voz me hace girarme y sonreír, una sonrisa que brilla por sí misma sin necesidad de ayuda, una sonrisa que devuelve la esperanza que siempre ha yacido en lo más interno de mi corazón. Entonces vuelvo a girarme y mirar con ojos acusadores al consorte de mi madre, a aquel que tanto dolor ha provocado, al que ha comenzado todo esto... y con el que todo terminará. Incluso muerta, siento mi fuerza latir, y no dudaré en exterminar con ella a Erial. No dudaré ni un segundo.

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19/03/2013, 17:11
Mustard Elm

La expresión agria al ver la escena ente los "supervivientes" se suaviza de inmediato al reconocer a la persona que estaba al otro lado de la puerta.

Sonríe.

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19/03/2013, 19:12
19 Muerto - Eriel

Aún en trance...el momento que tanto temía se hizo realidad, mi secreto, mis lágrimas caían de mi rostro mientras parte de mi historia se desvelaba en las estrellas...temor por la reacción, por mis hermanos, pero lo que se iba descubriendo en las mismas me hizo desviar la atención...todo aquello que me atormentaba, mi madre..

- No lo hice...no lo hice...- pensé- Lo hice, pero no terminé con su vida. El peso de mi corazón desapareció, la culpabilidad me atenazaba por el hecho de haber tenido la acción, pero no le dí fin....

Lo siguiente, Aillish y mi padre. Corrí intentando separarlos

¡Padre!¡No!¿No has tenido sufieciente con la sangre que ya has derramado? - pensaba mientras intentaba sin éxito quitar sus manos de Aillish.

De repente se hizo el silencio y ví como la puerta se abría, me giré y allí estaba mi madre...Naivé. Mi cuerpo fantasmal temblaba, las piernas me temblaban, sollozaba, quería acercarme....pero la impresión me atenazaba.

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19/03/2013, 22:07
Prue Elm (Elvira)

Prue al lado izquierdo de su hermano con las manos en jarra y la cabeza alta mirando la figura de su madre, sonreía solemne. Ella estaba de vuelta solo para ver el final. Y Prue estaba feliz, podía ser testigo de su grandeza una vez mas. y esta vez orgullosa.

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20/03/2013, 02:42
Director


 

Lentamente Naivé descendía cada peldaño que alzaba el portón sobre la zona principal de la sala... A cada paso una mirada a los caídos, buscando el contacto de aquellos que lucharon por su imperio, evitando los rostros de aquellos que finalmente le fallaron.

Mientras ella avanzaba, Ailish y Erial se enfrentaban, la agresión rompía su lazo. Ya no había lugar para la confianza, miradas que ahora deseaban la muerte de aquel que tenía enfrente. Como si nunca hubiesen luchados juntos, como si la herida abierta no fuera a dejar de sangrar…

Naivé avanzaba mientras las almas expectantes le abrían paso, mostrando respeto, o tan solo mostrando su erguida figura en forma de indiferencia o desprecio… A lo lejos se presentaba ya el extinto pebetero. Aquella llama que un día daba a luz un campo celeste interior se apagaba. Era el momento de llamar a la lucha a los que dieron la vida por su Imperio.

Una leve mirada de Erial bastó para reconocer los pensamientos de la Emperatriz… Aquel recipiente albergaba el poder de la última batalla. No podía permitir perder la oportunidad de armarse sin paragón.

Escondió su cuerpo tras un escudo de hielo, mientras avanzaba raudo en hasta el final de la sala, donde los esperaba aquel mágico lugar esperando despertar…

Muchos de los muertos exponían su etérea  presencia ante el camino del emperador, siendo atravesados con la fuerza que se destruye el humo… Naivé aumentó su paso, no debía perder, mucho había perdido hasta ese momento, no era el momento de ofrecer el último adiós sin al menos luchar.

Empatados en su carrera, estaban ambos a pocos metros del santo lugar, aunque Erial ganaba distancia poco a poco. La mano del Emperador se extendía victoriosa, mientras se lanzaba sobre el suelo para tocar la piedra que un día fue la base de aquel pebetero.

Sus dedos sobrevolaban la piedra cuando un extremo dolor le hizo romper en un gran alarido, su mirada presta miró hacia atrás, donde agónico y sin fuerzas… se extendía el cuerpo de Kalin. La mano del guarda agarraba la pierna de Erial, dejando que la electricidad entumeciese su movimiento, aunque la muerte pronto presto un velo sobre su corazón, apagando la fuerza de Kalin y el dolor del Emperador.

Sin duda de que aquel movimiento sería el último hasta la victoria extendió su mano, y frente a él, Naivé.

Ambas manos tocaron a la vez el frio suelo. El silencio se hizo en el lugar, mientras Ailish miraba atónita las consecuencias de sus actos.

Una gran fuerza se origino desde el epicentro del pebetero, elevando huracanados vientos que destrozaron en parte la piedra ya raída del lugar. Y luego, en el más inocente de los silencios, una pequeña luz se elevaba entre las manos de los Emperadores.

La mirada de ambos seguía el curso de aquel lucero que ascendió hasta quedar en un lugar equidistante del suelo y el alto techo. Finalmente quedaba quieto, para luego romperse en débiles rayos de luz, que alumbraron en aquel amanecer los cuerpos de los caídos.

Las almas de los caídos desaparecían como deshechas en una arena espectral, despidiéndose de aquel estado, mientras sus cuerpos eran cubiertos por el aroma de la vida, todas sus heridas se cubrían, la piel volvía a surgir… allí donde el dolor anidó, ahora calma y gozo se presentó.

Calma que llega antes de la tempestad…

Pronto uno a uno se alzaban dedicando una débil reverencia a la vida… Kalin, sempiterno entre ambos mundos aferró su alma con fuerza, levantándose para dar la cara a la última guardia.

El alma de Prue negaba su futuro, mientras el cuerpo de Elvira se desvanecía en cenizas, como si de un libro quemado se tratase… Un corazón herido que volvía como un único ser, donde Elvira pondría la experiencia y Prue las ganas de vivir.

La mayoría de los vivos tras alzarse se situaron tras Naivé… Kuvia agarró la mano de su madre, tras ellas, vigilaban Kalin y Aeidos, cercana a este último, Drakonia esperaba el momento apoyando su rostro sobre el corazón de Mustard, grabando en su mente aquella dulce canción.

Alexandra avanzó hasta Naivé, no hacían falta las palabras, las miradas que un día fueron rivales, ahora se sonreían comprendiendo el error. La que un día fue Emperatriz del Cambio camino hasta el lado de Anabel, que con tristeza la esperaba guardando un lugar, pues aunque nada fuera cercano en ellas, el cuerpo de su pequeña Coryne seguía presente. Geralt siguió a su madre, mientras tendía la mano a Shioban.

La estirpe de Gala acompañó el bando del Destino,  y no fue sola, pues Shioban no podía olvidar ahora que volvía a la vida conociendo la verdad a Xar. Lo cogió de la mano y fue hasta un lugar cercano, mientras Cole, sonreía a Kuvia y tras mesarle el pelo y arrodillarse ante su señora, se situó tras estos.

Ailish miraba con miedo y aprensión aquel despliegue, pues sus decisiones habían desatado un debacle en el destino de todos, primero maldiciendo la estirpe de Naivé, y luego tras la  resurrección del Emperador.

Naivé miró a esta y mientras Vaechio se decidía a quien seguir, sumido en un mar de dudas, le respondió:

No eres la única que ha errado en su vida, lo importante es enmendar el error…

Vacilante, y con paso quebrado, se situó bajo la protección de la Emperatriz del Destino. Solo quedaban unos cuantos caídos, y Kuvia tendía la mano orgullosa hacía su hermana…

Eriel, rompió el trayecto de una lágrima mientras dándose la vuelta y dirigiéndose junto a su padre dijo con voz queda:

Lo siento...

Los fríos pasos de Eriel eran seguidos de la tristeza de Kuvia que poco a poco dejó caer su brazo mientras en su mente aún se preguntaba el por qué…

La primogénita de Naivé fue recogida por la diestra de Mandrágora el cuál con su otra mano, llevaba aferrada a Ankara… y que con gesto altivo y distinguido se posicionaron junto a Erial.

El último en tomar posición fue Arnau… que antes de posicionarse junto al Emperador miro prepotente a Ailish, y tras mojarse los labios sonrió.

Una sonrisa que rompió el silencio y dio lugar al calor de la batalla.

Ailish recordaba el cuerpo de su madre tendido, sobre adoquines mojados, y no pudo aguantar más, mientras se acercaba a un lugar cercano al centro, atrajo a los vientos del sur con fuerza para sí, e irremediablemente Arnau era arrastrado hasta estar a tan solo unos centímetros de la hija de su víctima. La sonrisa de Arnau, ahora mostraba indiferencia, y mientras Ailish apretaba su garganta con fuerza, partiendo sus uñas maltrechas, Arnau clavó en la espalda de la bruja una flecha, rompiendo la madera de la misma, dejando que el acero fuera irrecuperable.

Arnau parecía volver a sonreír, mientras sentía sobre su mano, el calor de la sangre de Ailish desvanecerse. Pero pronto su gesto cambio. Pues tras de él, Alexandra demostraba su presencia dejado que su aliento se estampara contra sus oídos. Como el reptil que atemoriza a su presa se alejó levemente de él, un destello en los ojos de Alexandra y pronto se giraría para introducir su mano sobre el costado de Arnau… no hizo falta espada ni filo, pues sus manos ahora revestidas en escamas poseían la fuerza de un dragón.

Anabel se acercó mientras Arnau apretaba los dientes de dolor, la bruja se rodeaba de un aura plateada, y en sus manos poco a poco parecía crecer una maza cuya extremo estaba ensartado en pinchos.

Tras estar junto a él, dijo:

Nunca debías de haber jugado con el amor de una madre, y el corazón de una hija… y tras ello, levantó con fuerza su arma y la dejó caer sobre la cabeza de Arnau, dejándola enclavada sobre su cráneo, haciendo que sin fuerzas cayera al suelo.

Mientras la muerte ya vencía sobre Arnau, Anabel pisó su espalda para desenclavar su arma. Un crujido liberaba la maza, a la vez que su dueña miraba con desprecio a Vaechio.

La vida de su hija debía ser pagada…

Vaechio, sabía que la muerte llegaría pronto si no ponía remedio. Sacó su baraja, alguna de todas las cartas debía de protegerlo…  una a una fue pasando las cartas frente así, pero todas parecían dispuestas a volverse en su contra. Desesperado buscó, una y otra vez… el miedo hacía que sus cartas cayeron al suelo, mientras Anabel se acercaba arrastrando el acero de la maza.

No había momento para pensar… e intentó recoger las cartas, pero el tiempo impedía que sus actos fueran serenos, tan solo unas cartas quedaron entre sus mano, y sin pensarlo, corrió entre pasos torpes, tropezando una y otra vez, mientras que con miedo giraba la mirada hasta Anabel, para certificar que no estaba cerca.

En su camino sin razón, encontró un obstáculo… Pues sin mirar hacia delante, era difícil que no lo encontrara. Eriel estaba en su camino, y sin pensarlo, la agarró del brazo y tiro de ella, haciéndola caer… Los peldaños de la entrada encontraron el cuerpo de Eriel, sirviendo de alfombra a los pies Vaechio, mientras sin dudarlo salió de aquel lugar… sin rumbo fijo tan solo huir, escapar de la llamada de la muerte. Había escapado de un pasado lleno de muerte y traición, ahora se enfrentaba a un presente donde debería encontrar lo primero su propio perdón.

Mientras Vaechio, se perdía tras las puertas de aquel lugar, para siempre… Eriel agarraba su pecho, cansada sin poder a penas respirar.

A tan solo unos metros, Xar se soltaba de la mano de Shioban y gritó todo lo que su cuerpo pudo el nombre de su señor, el nombre de su padre… Y mientras este se perdía los alaridos del brujo reverberaron en el lugar, haciendo estallar las cristaleras que aún quedaban, rompiendo entre crujidos, los cimientos de una morada que durante tanto tiempo había alojado una verdad.

Piedras y cristales llovían desde lo alto, sembrando el caos en aquel salón. Mientras todos se apartaron de aquella lluvia siniestra, hubo un cristal difícil de evitar… un cristal que no se puedo evitar.

Rompiendo el aire con un silbido, aquella cristalera cayó, atravesando con la fuerza de un gigante y la delicadeza de una flor un corazón… Eriel descasaba sobre aquellos escalones, mientras a su alrededor, se dibujaba un aura carmesí, que pronto cesó, el corazón de la primogénita cesó mientras un alarido repetía su nombre.

Con lágrimas en los ojos, y sin prestar más atención, Kuvia se acercó a su hermana, implorando su perdón, rogando porque se quedara junto a ella, pidiendo que volviera para defenderse de traición. Premisas y ruegos que desaparecieron en vano, pues aquella que había levantado a los muertos durante el aquelarre ahora descansa para siempre, inerte, fría… pero igual de bella.

Kuvia grito de dolor, era aquel dolor que siempre sentía, en el centro de su pecho, aquel que le recordaba lo que dolía una herida en el alma, pero esta vez no era ajena, esta vez, la firma de aquella herida eran los surcos de sus lágrimas.

Sin pensarlo y llena de ira, Kuvia agarró el cristal que había sesgado la vida de su hermana, la piel de sus manos se rompía ante el frio filo que poco a poco se incrustaba más y más en su carne. Sin dudarlo, con el rostro lleno de lágrimas y la sangre que la muerte de su hermana y sus propias manos habían derramado, corrió hasta Xar. Y sin dar lugar a replica ni a respuesta, mientras este arrodillado lamentaba la pérdida de su padre, la hija de Naivé, sesgó su cuello, dejando una corbata de sangre, que enmudeció su voz, y que en unos minutos lo dejó caer, aún con pequeños movimientos que hacía que su cuerpo pareciera moverse, mientras se apagaba su corazón.

La pequeña Kuvia volvió junto a su hermana y mientras se guardaba entre la ilusión de volver a verla alguna vez, se arropó con sus brazos inertes mientras el calor de su sangre la envolvía, protegiéndola de la muerte que en el lugar parecía rondar.

Ankara tragó saliva, la verdadera batalla estaba frente a ella, y debía de vencer, no había momento para huidas ni perdón, el camino es para los cobardes y el suelo para los caídos…

Frente a ella avanzaba Drakonia, sus cabellos parecían plateados por el tiempo, pero en su mirada aún una herida viva, que pronto debía de disolver. Con pasos serenos y confiados avanzaba hasta Ankara, mientras esta se creía en ventaja pues sus pequeñas apariciones hacía unos momentos la habían abandonado.

Pero la mirada de Ankara se abrió con terror, cuando por ambos lados de Drakonia, aparecieron ambos gemelos, adelantando a su madre, los ojos de Ankara parecían engañarla, pues parecía que a veces fueran aquellos tigres que un día la protegieron…

La primera en avanzar fue Prue, la cual miraba con frialdad a la sirvienta de Naivé, con la misma frialdad que ella misma le había enseñado. Alzó sus manos, y para sorpresa de algunos, aunque no para ella, pequeños lazos oscuros rodearon el cuello de Ankara, y tras realizar la lazada… una fuerte presión comenzó a impedir que Ankara volviese a respirar, mientras cediendo a todo lo que pasaba huesos y músculos parecían a punto de estallar.

Finalmente llegó Mustard, y tras una fugaz mirada a Drakonia, la cual asintió sin más, se acercó hasta Ankara y mientras esta se aferraba a la vida con sus últimas fuerzas el bardo sentenció dejando que sus ojos marcaran el desprecio del mayor enemigo:

Triste corazón de piedra… prueba la hiel de tu sangre.

Drakonia se acercó para ver como poco a poco, algo parecía corroer a la sirvienta desde dentro. Su pecho ya no entonaba ninguna palpitación, pero su cuerpo comenzaba a temblar, y mientras el más vil de los venenos se aferraba en corroer la carne que un día a día había servido entre mentiras y engaños, los ojos de Ankara comenzaron a llorar sangre.

Suspendida por aquellos funestos lazos, Ankara moría, mientras Mandrágora mordía de rabia su labio inferior. Pronto vengaría su muerte, avanzó en dirección hacia donde Drakonia se encontraba, observando con deseo como su cuerpo continuaba mostrando el dolor.

Los pasos de Mandrágora fueron entorpecidos por Shioban, un muro de ilusiones se enfrentaban ante él, un laberinto de precipicios que le negaban cualquier paso más allá de sus pies.

Aquel laberinto pronto empezaría a caer, mientras la mente de Mandrágora se llenaba de dolor y sufrimiento,  mientras Aeidos, los miraba con dureza a la vez que abrazaba a Drakonia.

Sin derecho ni siquiera a respirar, Mandrágora agarró su látigo para intentar zafarse de aquella ardua batalla, pero su suerte ha estaba escrita pues el primogénito de Gala, lo atravesaba con su espada, prendida con el fuego del averno, atravesando con fiereza su pecho. Un pie sobre la espalda y tras un fuerte movimiento la espada se movía hasta alojarse en el cuello de su presa. Sin apenas esfuerzo, Mandrágora moría mientras el fuego del infierno lo seguía quemando aún después de caído.

La muerte tildaba el lugar, pues ya solo quedaba Erial entre los traidores en pie. Sabiendo que la batalla no duraría mucho más dejó que el frio de su alma dejara a la vista un escudo  y una espada de hielo. Estaba dispuesto a luchar.

Pero sus contrarios no a que esto durara mucho más… Cole centraba su mirada en la mano de la espada, y centrando su poder, la mano del Emperador se empezó a consumir. Entre huesos rotos y carne raída por el tiempo, la espada cayó formando una estela de cristal en el suelo. Kalin alzó su espada, y sesgó de un solo trazo brazo que sostenía el escudo…

Gritos de dolor y derrota avecinaban el resultado. Entre sus guardias, Naivé, se acercó enfundándose la antigua Garra de Shaiya y sin ningún miramiento arrancó el corazón de su marido, de su Emperador…

Mientras la muerte se instauraba en aquel cuerpo sin vida, Naivé miro el campo lleno de derrotas y muerte, terminando sobre el lugar donde Kuvia, se arropaba entre la muerte de su primogénita.

Se dio la vuelta y dijo mientras el Emperador cegó su destino: Ya te lo dijeron… el agua siempre vuelve.

Naivé se acercó hasta la entrada y miró desde el umbral su Imperio, A partir de ahora, debería de cuidar por él, pero ahora sabía cuál era su error, no lo haría sola, Cuidar de un Imperio que debía ser reconstruido, con la medida y justicia, al igual que libra, mantiene sus balanzas.

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20/03/2013, 02:46
Mustard Elm


 

Y cerrando su libro Mustard terminó de contar la historia de las doce constelaciones, donde gracias a doce secretos ahora se alzaba un Imperio justo y sin temor. En su mente aún recordaba los nombres de los caídos que marcaron su vida.

Shioban, junto con su madre, Alexandra, y su hermano, Geralt, ahora descansan en aquella fortaleza donde un día reinó el terror, donde los pasos de Shionne, ya están borrados, y tan solo hay hueco para el estudio y la reflexión.

La tumba de Xar no fue marcada, pues nadie quedó para recordar su historia.

Los pasos de Vaechio marcaron una senda lejana hacia otros Reinos buscando su perdón.

Aunque distantes, Ailish y Kalin, siempre se acompañan, unidos por el silencio y el dolor, marcando un amor por el acero de la batalla, donde ella aún no olvida sus errores, y donde el siempre recordará el perdón.

Unida por el sentimiento de pérdida de una hija, Anabel se irguió como nueva consejera del Naivé, apoyándose en su hombro para no caer, en la ardua batalla de la justicia.

Aunque de forma más distante, Cole intenta paliar el dolor de Kuvia, tras la pérdida de su hermana. No había lugar para el reemplazo pero sí, para la adaptación a la nueva situación.

Volver a empezar de cero era difícil para Drakonia, pero en el dolor de Aeidos encontró el bálsamo de su propio dolor, que día a día se borraba ante las miradas de su hija Prue, la cual ahora sonreía feliz aun a sabiendas de que pronto se marcharía para regresar como Elvira; y ante la voz de este humilde Bardo que os narra esta historia.

Las verdes solapas del libro descansaban sobre la mesita, mientras en el exterior el tiempo seguía su curso. Donde el destino siempre cambiaba, y los cambios siempre daban lugar a una nueva senda en el destino.

Notas de juego