Es difícil reír cuando la muerte amanece cada día a tu lado... Cuando alzas la mirada y tan solo ves cuerpos cuya vida ha sido truncada, arropados por la sombra de los barrotes de un pétreo muro que cada día sufre nuestras penas, y agoniza con nuestros lamentos…
Tu vida ha transcurrido dentro de los muros del Calabozo de la Emperatriz del Destino… Cada día has sufrido el dolor de la tortura sobre tu piel, el aroma de la sangre es el perfume con el que tu cuerpo se ha rociado cada atardecer… Una vida llena de dolor y heridas… pero aún así nadie ha podido robarte la capacidad para reír… Pues sabías que tarde o temprano el tiempo pondría en su lugar a la odiada Naivé…
La tarde en la que el castillo de Naivé fue desolado por el pueblo, buscaba una Emperatriz sobre la que dejar caer todas aquellas culpas y heridas que con el tiempo había creado…
Aquella misma tarde, tu vida debía ser cercenada por la mano del verdugo del Imperio… Pero la suerte quiso que ni Naivé estuviese en su trono, ni tus ojos viesen el velo de la Parca recoger tu alma…
El castillo fue sitiado, y tu liberado, por un pueblo deseoso de encontrar a la Emperatriz aunque fuese entre los cadáveres apilados de los calabozos…
El exilio de la Emperatriz, fueron tus primeros días en libertad… y ahora que aquel dulce aroma llenaba tus sentidos, necesitabas al menos una cosa, para ser totalmente libre… Necesitabas mirar a los ojos a aquella que con su voz había esgrimido el látigo de la tortura, ver el miedo en sus ojos al menos por una vez, y escuchar de su boca la palabra perdón…
Años te ha llevado, encontrar un ligero rastro… pero parece que el rastro finalmente fue encontrado tarde… pues la Emperatriz ahora yace sobre el suelo… inerte…
Es tiempo de Cambio… el Destino se resquebraja… Es hora de mirar al frente y demostrar que aquellos que un día han vivido bajo el yugo de la tortura, también pueden hablar… y deben ser escuchados…
Miras a tú alrededor y ves como el miedo domina las vidas de todos y aquellos que viven bajo el yugo de la Emperatriz del Destino. El propio nombre de Naivé, produce llantos a tu alrededor…
Todos creen que sus vidas no podrían ser peores… Si conociesen tu suerte, agradecerían las lágrimas que cada día podían haber derramado.
Tu cuerpo siempre ha tenido impregnado el olor de la muerte como aderezo, pues tu propio nacimiento, fue momento de dolor, agonía y muerte… Tus llantos de recién nacida nunca fueron acunados… El cadáver de tu madre, te observaba inerte, mientras tu pedías a gritos un consuelo por traerte a este mundo donde el dolor y la tortura eran el pan de cada día.
Rápidamente aquella pequeña tuvo que aprender a sobrevivir en soledad, a aprovechar todo aquello que tenía a su lado para evitar perder lo único que tenías entre tus posesiones… tu vida.
Cuando todos se afanaban en temer el Imperio del Destino, tu tan solo podías aprovechar la muerte de otros para poder amanecer otro día más.
El Exilió de Naivé no tuvo mayor repercusiones para ti, que un poco más de hambre… pues entre las calles seguía habiendo dolor, tristeza y sobretodo muerte…
Ahora una noticia llena las calles, de desconcierto, alegría y miedo… Naivé ha caído… el poder no tiene dueño, el tiempo araña la cordura entre las vidas de aquellos que han podido ver un amanecer tras la ida de su Señora…
Puede que el nuevo orden necesite gente sin miedo, que quite las nieblas del temor y la desesperanza de entre las calles… Nadie como tú, para intentarlo…
Hace ya algún tiempo, que un primer conclave terminó… De ese aquelarre surgió Naivé, la Emperatriz del Destino… Aquella que ha sembrado de miedo y tortura todo un imperio…
Parece mentira, que fuera la misma que tras escuchar a aquella misteriosa mujer, te dejara ir con vida…
Ese día fuiste nombrada como Emperatriz del Cambio, Señora de los Vientos y Domina del Fuego… pero poco duró tú reinado y tú imperio.
Las Garras de Naivé te cercaron hasta tener que simular tu propia muerte… Dejaste atrás tu vida, tu descendencia y tus aliados, y mostraste un cuerpo pútrido y marchito que fue expuesto para demostrar el poder y dominio del nuevo Imperio…
Te refugiaste en un cuerpo pequeño, que aun esperaba crecer… diste vida a un cuerpo ya caído, y albergaste el nombre de su antigua dueña… Alexandra, es como ahora te conocen, un nombre que el tiempo recordará… Pues ahora que has crecido, tu poder vuelve a ser completo y esperas plantar cara a tu siempre rival, la Emperatriz del Destino… has aprovechado el tiempo de exilio de la Emperatriz para aunar fuerzas y reunir toda la magia que hace falta para derrotarla.
Pero algo ha truncado tu afrenta con Naivé, pues ahora su cuerpo, yace inerte… sobre el suelo, tu rival ha caído.
Todo se resquebraja entre confusión y miedo, pues nadie se yergue sobre el trono del Imperio… Ahora sería un mal momento para desvelar tu identidad, pues todos pondrían la sangre de la Emperatriz en tus manos, y podría causar una nueva revuelta que te volviera a debilitar, o incluso te devolviera al exilio…
Es necesario alzarse con una victoria digna, y solo entonces desvelar tu verdadera identidad… Nadie mejor que tu, para velar por la confianza del nuevo Imperio…
Cuando tu nacimiento se yergue en medio de un Imperio de sangre, dolor y opresión, es fácil que poco a poco vincules tu vida a una espada…
Desde bien pequeña has defendido a todo lo que te rodea, esgrimiste una espada, en vez de jugar como cualquier niño haría… La Emperatriz del Destino, Naivé, se ha dedicó a propagar el miedo y la desolación, mientras tú… oculta entre el pueblo, defendías a aquellos que eran fustigados por las garras del trono del Imperio…
Cuando todo parecía sin remedio, una luz iluminó el futuro… La despiadada Emperatriz era desterrada, se ocultaba entre el pueblo temerosa de poder perder su vida…
Todo parecía haber acabado, los ejércitos están vacios… pero aún así, la muerte sigue llenando las calles. Ella ha desaparecido, pero el miedo y el dolor siguen azotando las tierras del Imperio. El trono del poder está vació… el desconcierto aumenta las muertes de todo un Imperio en manos de nadie…
Era el momento de esgrimir de nuevo tu espada, de librar de nuevo una nueva batalla… pero algo ha cambiado tu mirada… Pues cuando tus pasos apenas se alejaban unos diez pasos de tu casa, un grito desgarrador rompió el cielo…
Tus pies temerosos, vuelven sobre tus pasos, deseando no encontrar lo que en tu mente es inevitable…
La puerta que guardaba a tu familia, estaba en el suelo… la sangre acicalaba el suelo como una gran alfombra, y a los pies de aquella alfombra, tu pequeña te mira con ojos opacos… la vida se escapa de su pequeño cuerpo… Y las fuerzas flaquean en tus brazos… tus brazos ya no pueden soportar el peso de la espada por más tiempo… y el filo de tu espada se mella al golpearse contra el suelo…
Todo aquello que forjaste durante tu vida, se rompe en tan solo un segundo, no importa el empeño y esfuerzo, un segundo es capaz de romper el destino de cualquier persona…
Vagas sin rumbo, buscando alguien que te de una razón para seguir viviendo… cuando a tus oídos llega el rumor de la muerte de Naivé… Y entonces entiendes que ella es el principio de todos tus males, y debe ser el principio de un cambio…
Tu espada puede estar quebrada, pero tu voz y vivencias aún siguen firmes… así que alza tu mirada, he intenta que la guerra termine… al menos hazlo por tu pequeña…
Desde que la Emperatriz llegó hasta el trono, tú estuviste a su lado... Conocías su pureza, sus ganas de crear un futuro lleno de mañanas. Algo demasiado noble para el cargo que le correspondía.
Tú fuiste la venda que cubría sus ojos, y las manos que tapaban sus oídos… Mientras que el imperio se desgarraba entre lamentos de terror, miedo… las calles ardían entre torturas y matanzas, tú engalanabas todo lo acontecido, para que ella no conociera el verdadero aspecto de su Imperio… Naivé, la Emperatriz del Destino, Señora de la Tierra y Domina del Agua… Demasiado nombre, para alguien tan débil.
Si en verdad ella se hubiera merecido, tal situación de mando se hubiera encargado de enterarse por ella misma…
A pesar de ser totalmente contraria a los pensamientos de tu Señora, nunca has mostrado tu lado oscuro, al revés, siempre te has mostrado como una chica sumisa, y empeñada en querer negar los errores que el Imperio estaba realizando, intentado desviar las culpas de la persona de Naivé.
Gracias al cielo, aquella falsa se vio truncada por el exilio obligado de Naivé, su vida corría peligro, el pueblo ya no aguantaba más tanta opresión, y para cuando ella quiso darse cuenta de la situación ya nada era evitable…
La Emperatriz ha estado años en el exilio, y tú, durante ese periodo, buscándola, aparentemente para darle tu apoyo, aunque en verdad esperabas ver como su vida se escurría entre tus manos…
Pero alguien se te ha adelantado, la Emperatriz ha muerto… y ahora el poder del Imperio está pendiente de un hilo, es el momento para unirte a aquellos que piensan como tú, y erguir un Imperio donde ahora tú seas la Emperatriz, y dejes de ser la sirvienta…
Cuando la muerte llena las calles de un Imperio el lugar más seguro es aquel que sostiene la espada que el arma que asola el lugar…
Siempre has estado entre el pueblo, nunca te has favorecido del arropo que un muro de piedra da, ni te has escudado en tras puertas blindadas… Como si de un mero opositor al Imperio se tratase, has vivido insultando al Imperio, despreciando a la Emperatriz del Destino, irguiendo tu cabeza ante los ejércitos de Naivé, y negándote a cumplir su palabra…
De esta manera sencilla, has podido espiar al pueblo, pues en verdad siempre has trabajado para el Trono del Destino… pero solo eso, trabajar para ellos, pues en verdad, nunca has querido tener nada que ver con ellos, aunque tampoco con aquellos que se posicionan frente al imperio, tu simplemente has sido libre…
Y has utilizado tu posición de espía, para evitar la muerte… Llenando tus manos de sangre en silencio, bajo la sombra del Trono del Imperio… Nadie sospecha de ti… Ni tus muertes se cuentan como tuyas, es más… el pueblo permanece tranquilo, mientras tu velas por sus vidas…
Incluso tras el exilio de Naivé, el pueblo, ha deseado que lo protegieras, en esos momentos de desconfianza y temor…
Pero ahora ha llegado tu momento, la noticia de que la vida de Naivé ha sido sesgada, corre por las calles, llenando de intriga, miedos y desesperanza un Imperio que ahora vaga sin alguien que dirija el trono.
Es el momento de unirte con aquellos que piensan como tú, diezmar las fuerzas de aquellos que pudieran hacer flaquear vuestras fuerzas, y esperar el momento de sentaros en el trono… cueste lo que cueste…
A partir de ahora nada quedará impune, ni siquiera… tu propia muerte…
Desde que Naivé, Emperatriz del Destino irguiera su Imperio, tú fuiste elegido como fiel lacayo, tú servías protección a tu Señora… Aunque con el tiempo, fuiste algo más que su guarda, pues llenabas de vida su lecho, siempre que tú Señor se ausentaba por las noches, para interesarse sobre las defensas del Imperio.
Hubo un tiempo que fuisteis uno, conocías todo cuanto concernía a la Emperatriz, sus sentimientos, sus deseos, sus anhelos, su delicado tacto… nada escapaba a tu mirada.
La arropabas mientras se preocupaba por su pueblo, le acompañabas durante sus llantos cuando descubría nuevas muertes en el Imperio… A tus ojos existía una Naivé, que nadie parecía conocer… Pues como bien sabes y fuiste testigo, fuera de las murallas de la Fortaleza, las calles día a día, se llenaban de muertes, y torturas, que decían estar bajo el mandato de la Emperatriz…
Pronto llegó, el momento del adiós, la ira del pueblo era irrefrenable, la vida de Naivé estaba en juego… No había más opción, debía de escapar… No podía quedarse esperando a ver como su propia hija miraba como perdía la vida… Era el momento de huir.
Quisiste acompañar a Naivé y a su hija, pero ella, rehusó tu compañía, no quería asumir más riesgos… Pero antes de partir, te prometía que un día volveríais a veros y entonces sería el momento de darte aquello que te pertenecía.
Intentaste persuadirla, pero la decisión de una Emperatriz es firme… Pasaron los años, y siempre te preguntaste que sería aquello que te pertenecía…
Y ahora, sabes que su promesa y su respuesta, siempre quedaran vacías, pues la vida de Naivé ha llegado a su fin… El cuerpo sin vida de Naivé, revive recuerdos, te llena de preguntas, y sientes el deseo de volver atrás y no dejarla ir sin ti…
El Imperio se desmorona, un trono vació es codiciado, por personas que traerán un buen futuro, y por otros que no esperan que la muerte deje de visitar las calles…
Naivé merece, que el mañana sea diferente… El Imperio necesita volver a sentirse vivo… Tu necesitas una respuesta…
Hace tiempo que Imperio del Destino se instauró prometiendo protección y servicio… A pesar de su promesa temprana, nunca se vio cumplida.
A penas, se había instaurado el trono de Naivé, perdiste aquello que más querías… En una de las matanzas del pueblo, tu casa se vio asolada por el ejército del Destino… Y tras su paso, tan solo encontraste un rio de sangre, donde tus pequeños dormían…
Ese mismo día dejaste de creer en todas las promesas que el Imperio profesaba, y empezaste a odiar a Naivé, pues tras su sombra y su trono las vidas de tus hijos, se apilaban, al igual que la de muchos otros…
El hilo de muerte y sangre ha seguido marcando el mandato de la Emperatriz, pero tu tesón y cordura, no se han visto reducidos… Hay incluso quien temé el nombre de Naivé, pero esa no eres tú, pues lo mejor que te podría ocurrir es luchar, hasta perder tu vida en contra de aquella que negó la vida a tus pequeños…
La rueda del Destino parece girar, pues el Trono del Destino tuvo que exiliar, para conservar, la vida… Lástima que tus pequeños no tuvieran esa oportunidad.
El trono se veía vacio, pero las calles aún hervían entre torturas, desgarros y gritos de dolor… Has dedicado tu vida a proteger a otros, como tú hubieras querido en su momento proteger a los tuyos…
Una grata noticia ha llegado a tus oídos, Naivé ha muerto… Lástima que no fueran tus manos las que cercenaran su vida… Pero aún tu propósito no está cerrado, la era de muerte aún no ha acabado… El imperio necesita tu ayuda para hacer efectivo el cambio… Es el momento de enfrentarte al destino y librar una batalla por un mañana justo y sin miedo…
Al igual que la muerte viene anunciada por la agonía, los designios de la Emperatriz venían proclamados por tu propia voz… Tu mismo nombre causaba pánico allí donde eras nombrada, pues el propio tono de tu voz suponía muerte y soledad.
La tristeza de tus ojos delataba tu oposición a aquello mismo que anunciabas. Pues a modo de Parca, alzabas tu voz y desvelabas el nombre de aquel que debía de morir, o que por cuestiones del destino ya había caído.
Hace tiempo que dejaste de creer en la suerte, pues entre tus manos albergas el libro que fija el destino de cada uno de vosotros… Un libro oscuro, cosido día a día, aumentando poco a poco sus páginas con los nombres de los insurrectos al reino de la Emperatriz Naivé, en el que poco a poco sus páginas se van llenando con las fechas en las que sus vidas acaban… Mientras tus hombros cada vez, soportan cada vez una carga mayor, pues cada nombre supone una nueva alma dentro de ese oscuro libro…
El exilio de Naivé fuera de su fortaleza, no te supuso ningún alivio, pues sigues anotando y proclamando nombres, a la vez que te ocultas, para evitar tu propia muerte…
Pero ha llegado un día, en el que el Destino está cambiando… el Trono del Imperio amenaza con seguir rompiendo vidas, mientras que sin querer tu mirada lee un nuevo nombre en aquel libro, y alzas tu voz al viento, para que las almas proclamen la nueva muerte…
Un último nombre, un nuevo destino… un nombre esperado, el nombre de la Emperatriz, delata su muerte… Naivé ha caído.
Ojala, este nombre suponga el último capítulo de ese funesto libro, curtido con la piel de los infieles al Imperio.
Pero nadie asegura, un futuro mejor, por ello, será mejor, reunirse, y desvelar si este nombre supone, un punto y final a esta era de muerte. O si tan solo es un cambio de dirección…
Desde que Naivé llegó al trono del Imperio, siempre has codiciado estar a su lado. Pues estar con ella, suponía tener poder sobre el Trono y sobre todo un ejército dispuesto a cumplir tus órdenes y tus sueños.
Pronto fuiste, el compañero de la Emperatriz, y no tardaste en ganarte tu trono como Emperador, al lograr engendrar una pequeña vida junto a Naivé…
De vuestra unión, nació Eriel… una pequeña, dulce, respetuosa y obediente, que sería lo único que mantendrías en común con la Emperatriz, pues ya asegurado tu lugar, dejaste de visitar la cama del Imperio por las noches, para buscar alivio en otra cama.
Lástima que aquella mujer, muriese pronto, por un mal parto… A partir de ese momento decidiste, buscar un camino para obtener el Trono alejado de la mano de Naivé…
La mejor forma de hacerlo era debilitar tu imagen como Emperador, dando todo el poder y dominio a la verdadera Emperatriz del Destino, relegar tu posición a un segundo plano, y tras su derrota, hacerte con el poder, dominando de nuevo todas aquellas tierras, que esperarían con anhelo una mano versada en el Trono y conocida, para que los gobernase.
Tu plan surgió efecto, pues pronto el pueblo se vio envuelto en entre gritos de tortura, dolor y muerte… tan solo la muerte encontraba un camino ajeno a todo aquel campo de sangre…
Naivé tuvo incluso que romper su lazo con el trono, y exiliarse… tomo a vuestra hija, y se marchó evitando la muerte temprana…
Ahora ha pasado el tiempo, y una noticia alegra tu rostro… Naivé ha muerto… El imperio está vació de poder y mano que lo domine… y tu esperas algún día poder llegar de nuevo hasta ese asiento poderoso.
Naivé quería acabar con el miedo, la guerra y la muerte sin razón. Todo eso quebraría vuestro poder, y tú no podías permitirlo. Sin ella será más fácil obtener de nuevo un reino que gobernar…
Es difícil vivir, siendo la única hija de la Emperatriz del Destino, escuchando como todos desean su muerte y anhelan su destrucción.
A pesar de ello, Naivé, siempre te ha enseñado a perdonar, a vivir ajena a la envidia, y a ser justa ante lo sucedido.
Tu padre Erial, a penas ejerció como tal, pues poco a poco se fue distanciando de vosotras, a la vez que su poder en el trono era cada vez más pequeño. Tu madre no podía dejar en sus manos el poder, mientras se iba alejando de vosotras… era un riesgo.
Por mucho que tu madre luchó, por un Imperio vacio de orgullos, luchas y muertes vanas, día tras día, la Parca agarraba miles de almas, abanderando dichas muertes con el nombre de tu madre, Emperatriz del Destino, a pesar de ella nunca las deseara.
Pronto la protección de las murallas se hizo pequeña para vuestra seguridad, teníais que escapar de ese nido de traición que día a día deseaba vuestra muerte.
El exilio os esperaba… es difícil vivir oculta para alargar la vida de tu madre… al menos no estabais solas, pues pronto vuestra soledad fue llena, por una pequeña hermana que tu madre trajo al mundo, llenando de luz vuestros días… La pequeña Kuvia, descubría un mundo de risas e ilusiones entre un Imperio lleno de muerte, sangre, odios y rencor…
Durante vuestra vida oculta, muchos rumores llegaron a tus oídos… mostrándote una cara que no conocías de tu madre.
La muerte, la tortura, y la destrucción que el Imperio recibía, todos eran ordenados por un solo nombre… Naivé.
Miraste a Kuvia a los ojos y no podías permitir un mañana igual para ella, así que la alejaste, dándole un pretexto y después de hablar con tu madre, ahogaste su vida con tus propias manos…
Mientras la vida se escaba de su cuerpo, su mirada vítrea atrapó tu mirada… mostrándote un aquelarre en el pasado… Un aquelarre en el que ella fue nombrada como Emperatriz del Destino… Acariciaste su rostro, besaste su mejilla y le dijiste: Mama…
De tus labios salen palabras que no sabes por qué entonas, pero que al decir poco a poco van tomando sentido:
Ahora marchad… fundad una nueva era, y aumentar vuestra progenie, cuando creáis que es el tiempo volved a este lugar… pues cuando eso pasé todo volverá a cambiar…
Miraste a tu alrededor, y viste como te guarecías en un palacio algo destruido, pero que aun guardaba semejanza con aquel palacio que un día guardó el primer aquelarre.
Ese mundo del pasado se desvanecía ante ti, mostrándote ya el cuerpo sin vida de Naivé, ahora el Imperio esta vació de poder, una nueva era esta pendiente de ser gobernada.
Has errado en tu juicio, y debes enmendarlo, al menos por un mañana justo para Kuvia…
Puede que para la gente en estos tiempos de terror y muerte, la familia sea algo que tan solo te acompaña durante este tránsito de agonía y terror. Pero para ti es diferente.
Hace ya bastante tiempo, que la muerte de tu madre, fue proclamada a bombo y platillo… La caída de Gala, la Emperatriz del Cambio, daba por culminada una época de tránsito entre dos grandes brujas, alzando victorioso el reino de Naivé…
Tú, primer hijo de Gala, aún añoras las caricias de tu madre, que tempranamente fue robada de tu lado. Desde que ella desapareció, y la Emperatriz del Destino proclamó su muerte, te has visto obligado a protegerte, sin un hogar fijo, nómada para sobrevivir, viviendo en el exilio para poder conservar la vida, a pesar de ser tan solo un niño… Un niño, con el valor de un hombre, pues a pesar de tu condición y tu situación nunca has negado tu familia, y nunca has ocultado tus raíces…
Ahora ha pasado el tiempo, y el Imperio de Naivé se resquebraja, primero ella misma tuvo que huir al destierro, para que al igual que tú, conservar su vida…
Pero parece que su suerte es peor que la tuya, pues su muerte ya es proclamada, y su cuerpo yace inerte…
El olor a sangre amenaza con un nuevo cambio, una nueva era se avecina… y tú estarás ahí para evitar que la balanza vuelva a postrarse ante un reinado que bajo una bandera ornada, someta a su pueblo a elegir entre el destierro y vivir bajo el yugo del mismísimo infierno…
Ahora es el momento de que tú, alces la voz y muestres que el cambio es posible…
Ser el Guarda personal de la Emperatriz del Destino, no supone impunidad y libertad. Al contrario, supone servicio, sumisión, y obediencia.
Sea cual fuere la petición de tu Señora Naivé, debías de cumplirla, velabas por la seguridad de su habitación cuando ella lo pedía, negabas ver cuando ella lo ordenaba… y tu memoria olvidaba, cuando así se antojaba a la Emperatriz.
Las calles hervían ante la oleada de muerte y destrucción, pero aún así, por órdenes del Trono, tu nunca hablaste sobre lo que fuera de los muros acontecía… Ni en la pérdida de seguridad, tan solo te limitabas a guardar la conservación de la vida de la Emperatriz.
Pero el tiempo trajo consigo el fruto de todos aquellos años, y pronto Naivé tuvo que huir al exilio para conservar su vida.
El destierro de tu Señora te dejó sólo ante un pueblo que clamaba venganza. Y todos aquellos que se había rodeado de la protección del Trono, ahora era un punto de fuga para las iras de aquellos que habían sido sometidos por el Imperio del Destino…
Nunca pensaste, que un Guarda del Imperio, tuviera que huir, esconderse, y olvidar tu propio pasado para que nadie pudiera relacionarte con él…
El exilio te rodeaba cuando escuchaste la noticia… La Emperatriz Naivé ha muerto…
Necesitas comprobar que es verdad, que aquella que ha convertido tu existencia en un infierno, ha dejado de existir.
Y ahora que nadie rige el mundo, necesitas saber que tu vida volverá a tomar sentido otra vez… fuera de un Imperio de Terror.
Crecer rodeada de un mundo en batalla, donde la muerte y la tortura son el pan de cada día, ha sido tu destino.
Tu madre, tu hermana y tú, habéis vagado por las tierras del Imperio evitando una muerte temprana. Antaño tu madre, Emperatriz del Destino, reinaba sobre todas estas tierras, bajo un mando justo y equilibrado, pero algo ha cambiado, y ahora la Emperatriz del Destino se apaga para dar a luz a Naivé, una esclava de su pasado.
La mirada de tu madre, siempre ha estado velada por el recuerdo de antaño, y si no hubiera sido por tu hermana Eriel, muchos días habríais caído presas del hambre, del odio o peor aún, presas del propio pueblo.
A tu lado, tu hermana y madre han sido grandes en el arte de la magia… Pero el destino quiso que aún tú seas demasiado joven para comprender los designios de la magia en su totalidad, pero demasiado inocente para soportar semejante maldición… Pues tu cuerpo aún exento del dominio de tu poder, es presa una oscura lacra que día a día, te hace desvanecer por el dolor.
Varios han intentado tentar contra tu vida a pesar de tu corta vida… tu tan solo suplicabas clemencia mientras enfrente tuya, entre lágrimas podías ver como tu atacante, perdía poco a poco su vida, y se secaba cualquier rastro de alma, volviéndose tan solo arena… Mientras eso ocurría, tu piel ardía, como lacerada por el propio fuego del averno…
Tu piel cicatriza dejando ver, un cuerpo lleno de las marcas, rastro de las heridas que el fuego, poco a poco, han ido dibujando en tu piel… Una maldición que te ha librado de cualquier mal hasta ahora… pero que acosta de tu propio dolor…
La sangre oscura de tu estirpe, manchada por el odio, la guerra y la traición, ha dejado en ti como pena este legado de dolor… Y ahora tu cargas con esta culpa dueña de tus antecesoras.
Miles de veces has preguntado el por qué tú, el por qué tienes que vivir con esto, y el por qué tanto dolor… y siempre has escuchado como respuesta el silencio, que tras una lágrima sorda en los ojos de tu madre, te han negado volver a atreverte a preguntar hasta un nuevo día…
Ahora en tu mente resuena la voz de la Parca, reclamando con su séquito de almas una nueva compañía… Naivé debe abandonar el mundo de los vivos, para agarrar de la mano el mundo de los caídos…
Tus pasos se aceleran en busca de tu madre y tu hermana, aunque en el fondo sabes que ella ya no estará… Ahora comprendes que el tiempo era ingrato y nunca debiste de haber callado…
Ahora es tiempo de encontrar respuestas, o simplemente de cumplir con tu legado… asumir una vez más la maldición.
En un principio la Emperatriz del Destino levantó un imperio justo, correcto y en paz… Los mandatos de Naivé se elevaban sobre sus tierras siendo agradecidos por todos aquellos que las habitaban.
Pero poco duró aquel tiempo, pues pronto la sonrisa fue borrada del rostro de todo aquel que vivía en el Imperio de Naivé…
Desde el momento en el que el Imperio del Destino supuso agonía, muerte y desolación, decidiste que no merecía la pena seguir bajo la protección de los muros de la Fortaleza de Naivé… Decidiste que el Exilio sería un buen lugar, para morar por el momento. No te mancharías las manos por decisión de otros, esa decisión era propia.
Y fue así como el Comandante de la Guardia del Imperio, abandonaba una vida de comodidad y placeres, y se zambullía en un mundo donde tan solo se rifaba soledad… Ese era el precio, por mantener tu decisión…
Evitaste el cruce con los ejércitos de la Emperatriz, pero no todos tuvieron tanta suerte, algunos se encontraron con tu látigo y sus vidas desfilaron por su cuero… También has evitado convivir con aquellos que en silencio esperaban la vuelta de la desaparecida Emperatriz del Cambio, pues no sabías cuanto podrías aguantar tus ganas irrefrenables de esgrimir tu látigo sobre sus almas…
Pero parece que no eres el único que has decidido el exilio pues, la propia Naivé ha sucumbido entre amenazas y lamentos, y ha tenido que huir de su propio Imperio…
Tu viaje de vuelta se ve interrumpido por una grata noticia… La vida de la Emperatriz del Destino ha sucumbido a la muerte… Ahora las aguas parecen estancadas, y los reinos se ven desguarecidos de alguien que los gobierne. Debes de alzar tu voz, libre de las heridas que la guerra y las matanzas han creado a lo largo de los años… Debes de estar presente durante el debacle que designe un nuevo mando para este Imperio sin dueño.
Poco puede esperar el destino de dos pequeños hermanos, cuando las calles están llenas de dolor, tortura y tan solo la muerte calla las mentes agitadas… y tan solo unos pocos días han pasado por sus vidas
Pero nadie podría esperar que la dama a la que todos temen, diera cobijo a esos pequeños. El castillo de Naivé, fue vuestra morada… para ti y para tu hermana Prue.
Dos hermanos, unidos por la fecha del nacimiento, pero diferentes en todo lo demás… Todo lo que tú veías cierto, ella no negaría… Aquello que para ti era bueno, para ella sería caos…
A ambos os crió, bajo la protección que el Imperio le otorgaba, pero tú fuiste de los dos el preferido, el niño que nunca había tenido…
Junto con Eriel, creceríais recorriendo los pasillos de la fortaleza, recordando palabras y consejos que la Emperatriz del Destino, tuvo para vosotros…
Palabras y consejos que un día os hicieron crecer, pues pronto la gloria del Imperio del Destino se desvaneció y la Emperatriz se vio obligada a abandonaros para apartaros del riesgo que suponía seguir a su lado.
Sabes que lo hacía por vuestro bien, más le dolía a ella que a vosotros mismos…
Junto a tu hermana crecerías, recordando todo lo aprendido bajo la tutela de Naivé… y mientras recordabais todo aquello, el día que nunca esperabas llegó…
Una voz rota, susurra en tus oídos al atardecer el nombre de la Emperatriz… Naivé ha muerto.
Ahora su muerte marca una sombra en el destino, que mientras ahogas tus lágrimas para mantener en consuelo a tu hermana, piensas en construir un mañana con aquellos consejos que un día te dio y con aquella luz, que aunque todos dudaran, existía en su corazón.
Poco puede esperar el destino de dos pequeños hermanos, cuando las calles están llenas de dolor, tortura y tan solo la muerte calla las mentes agitadas… y tan solo unos pocos días han pasado por sus vidas
Pero nadie podría esperar que la dama a la que todos temen, diera cobijo a esos pequeños. El castillo de Naivé, fue vuestra morada… para ti y para tu hermano Mustard Elm.
Dos hermanos, unidos por la fecha del nacimiento, pero diferentes en todo lo demás… Todo lo que tú veías cierto, él no negaría… Aquello que para ti era bueno, para él sería caos…
A ambos os crió, bajo la protección que el Imperio le otorgaba, pero tú fuiste de los dos la que nunca creyó en su palabra, siempre dudaste de sus intenciones, pues sabías que fuera de los muros de aquella fortaleza la muerte sucumbía día tras día, ante su mirada impasible.
Junto con Eriel, creceríais recorriendo los pasillos de la fortaleza, recordando palabras y consejos que la Emperatriz del Destino, tuvo para vosotros… consejos que para ti tan solo eran mentiras.
A diferencia de tu hermano, que pasaba los días junto a Naivé y reía ante su presencia… tú, evitabas su contacto, pues noche tras noche, escuchabas los lamentos de aquellos que tras el amanecer caerían por ordenes de la Emperatriz del Destino, la misma que anhelaba vuestras caricias.
Pronto la gloria del Imperio del Destino se desvaneció y la Emperatriz se vio obligada a abandonaros para apartaros del riesgo que suponía seguir a su lado.
Junto a tu hermano crecerías, recordando todo lo aprendido bajo la tutela de Naivé… y mientras recordabais todo aquello, el día que no podía evitarse llegó…
Una voz rota, susurra en tus oídos al atardecer el nombre de la Emperatriz… Naivé ha muerto.
Ahora su muerte marca una sombra en el destino, y en tu mente se dibujan miles de imágenes que te muestran las lágrimas de cariño sinceras que ella os dio entonces, comprendiste tu error… todos aquellos desprecios, todo aquel vacio… era demasiado tarde para pedir perdón, aunque una última imagen se dibujo en tu mente, Naivé te sonreía y te otorgaba el perdón…
Entre lágrimas lloras su muerte, consolada por tu hermano… Es el momento de enmendar todos los errores que un día se cometieron bajo el blasón del Destino, y tu ayudaras a que el agua vuelva a su cauce.
La muerte y la tortura llenan las calles del Imperio, la Emperatriz del Destino sedienta de poder, abusa del Trono sometiendo a todo un Imperio bajo el yugo de sus ejércitos.
Abandonada nada más nacer, fuiste acogida por una hechicera, la cuál en vez de cuidarte y protegerte de todo aquello que os rodeaba. Día a día te ha amenazado con dejarte libre, y dejarte enfrentarte a todo cuanto los muros de su casa te protegen.
El servicio y la sumisión eran tu forma de pago, a cambio ella te daba techo y te recordaba día a día que tu vida no valía para nada, que tu madre te odiaba al nacer, y si no hubiera sido por ella, hubiera muerto estrangulada en manos de tu propia madre.
Lástima que los poderes de una bruja se desvelen solos, y siempre lo hacen en el peor momento para algunos, y en el mejor para otros.
La Emperatriz Naivé lleva varios años en el exilio, y ahora más que nunca el desorden y el caos reina sobre el Imperio… Y en todo este desorden y caos, algo comienza a ordenarse en tu mente, tus poderes empiezan a despertar…
En tu mente un pasado, un aquelarre donde Gala y Naivé son nombradas Emperatrices… Luego un Destierro… Gala, Emperatriz del Cambio debe de abandonarse al destierro si prefiere conservar su vida… tu mirada se fija en su vientre… tenso, abultado… esperando un nuevo día para dar a luz…
Otra imagen en tu mente, la luz de los ojos de la pequeña criatura, la delatan… Eres tú, en los brazos de tu madre… en los brazos de Gala…
Más imágenes en tu cabeza se agolpan, la hechicera que hoy día es tu señora, robándote del lado de tu madre… ansias de poder en sus ojos, y lágrimas al despertar en los de Gala…
Miles de días buscándote, sin una respuesta…
Ahora miles de noticias, vuelven a tu pensamiento, el anuncio del Imperio de la muerte de Gala… El destierro de la Emperatriz del Destino…
Con furia, te abalanzas sobre tu maestra y como ella misma día tras día te había dicho que tu madre haría contigo, terminas con su vida, ahogando su vida por el cuello con tus propias manos.
Ahora que pasan los días, sientes la necesidad de hacer algo por aquella madre que nunca conociste, cuando el Destino ha querido que en tu mente resuene el nombre de Naivé… la voz rota de la Parca, anuncia su nombre en tu cabeza.
El Imperio está vacío de poder, mientras las calles siguen llenándose de alfombras carmesí por la sangre de sus ciudadanos… Es el momento de que la estirpe de Gala, demuestre que el cambio es posible… Es el momento de que tú, hija de Gala, extiendas tu mano y muestre que el cambio no siempre es malo.
El dinero y la protección no han sido problemas para ti y los tuyos en este período de caos, muerte y destrucción.
Los muros de tu fortaleza han acogido a muchos temerosos de las garras de la Emperatriz del Destino, sin saber que se enfrentaban a las cadenas de tu mandato.
Te has escusado una y otra vez, en la frialdad y carácter sanguinario de mujer… Tú has cubierto tu verdadero ser, tras una máscara de sonrisas y de juegos de azar ante tus protegidos… Sin saber estos, que en verdad, el que lapidaba sus almas eras tú.
Fuera de tus muros, la sangre recorre las calles infundiendo dolor y desesperación… dentro de tus muros, la muerte no deja huella en el resto de los ciudadanos ajenos a tu fortaleza.
El momento del exilio de Naivé, fue un momento álgido para aumentar tus protegidos y tu reputación… aumentaron aquellos que vivían bajo tu dominio, aunque pronto conocieron el yugo que los amedrentaba cada día… no conocían el verdugo… pero sabían que la muerte rondaba por aquellos muros, impidiéndoles la libertad.
Pero la casualidad quiso, que un hecho te otorgara parte de la culpa, de una muerte que tú no habías propiciado… Tu mujer fue hallada muerta… estrangulada y pateada. Todos te otorgaron la culpa, y el miedo empezó a cernirse sobre tus protegidos… Quien te iba a decir, que la única muerte que no tenía tu firma, te otorgaría el sobrenombre de asesino…
Aunque poco duró este rumor, pues ahora, otra noticia superior ronda vuestras mentes, la voz rota de la Parca anuncia la muerte de Naivé, la Emperatriz del Destino ha dejado este mundo de vivos…
Ahora el trono se haya sin dueño, sin nadie que lo gobierne… es el momento de dejar a un lado el dominio de una fortaleza, y dirigir todo un Imperio… Es el momento de encontrar camaradas, y entre todos construir un nuevo Imperio bajo vuestro yugo
Dicen que fuera de los muros de dónde vives, la muerte y la tortura engalanan la vida, de todos aquellos que viven dentro del Imperio de la Emperatriz Naivé… A penas notarías la diferencia.
Siempre has vivido dentro de la fortaleza del señor Vaechio y su mujer… el siempre ha sido muy amable con todos vosotros, pero ella… ella siempre deseo vuestro mal.
Tu mismo pudiste ver como acababa con la vida de tu madre embarazada a patadas, en el suelo de la cocina, por tan solo indicarle que necesitaban más vivieres para pasar la semana los sirvientes…
La mirada de la mujer de Vaechio, doblegaba vuestras almas… tu pequeño corazón ha sentido las dentelladas de su mandato, desde que apenas te mantenías en pie. Tus llantos eran frenados a fuerza de golpearte contra el suelo, tu risa con días de hambre y soledad, y tus ganas de aprender con el desprecio y la tortura.
A tus oídos ha llegado la noticia del Destierro de Naivé, Emperatriz del Destino… Dichosa ella que puede salir de los muros que guardan su vida… Día tras día, has odiado a tu madre, por traerte a este mundo. Día tras día, has odiado al mundo por darte la espalda… Y día tras día, te odias a ti mismo por negarte el privilegio de escoger la hora de tu muerte.
Aunque todo ese odio, hoy tiene su recompensa… pues tus ojos han podido contemplar el cadáver de la mujer de Vaechio, sobre el suelo… La vida ha huido de su cuerpo… y ahora tu corazón se siente fuerte para latir…
Has aprovechado el revuelo, de la fortaleza para huir, y buscar un nuevo mañana para ti… Aunque las calles tienen el mismo color que la fortaleza… sangre, tortura y miedo… En vuestras mentes la Parca resuena con su voz rota… Naivé ha muerto…
Una nueva era va a comenzar, un nuevo Imperio esta por levantarse… es el momento de elegir tu propio camino, ayudar a construir ese nuevo mañana y esperar un cambio… un futuro diferente.