Partida Rol por web

Reuno en una bandeja una gran cantidad de carnes y viandas y vuelvo a sentarme junto a la jarra de vino

-Es mejor acompañar el vino con un estomago lleno, sobretodo si no estás muy acostumbrada a beber- aconsejo a Zita, ya es tarde para ella de todos modos, y mañana tendrá una resaca de mucho cuidado, en fin

Pues que chafón sentirse ignorado por el disfrute del vino y el relax, aunque claro estaba acostumbrado, ¡La gente lo hacía todo el tiempo!, pero esta vez dolía ¡Vaya que sí!... Ahogar mis penas con el vino, no me quedaba otra pues. Cogí una copa de esas y susurré - Por Lokin't... - brindando para mi mismo por el héroe que me salvó a costa de que luego se lo quitasen de en medio, y me senté a un lado apenado mirando mi copa llena. La siguiente noche podría ser la última de cualquiera de nosotros. Ni las palabras de Hedone me parecieron reconfortantes.

  Con ciertos recelos me quedaría en una esquina intentando mantenerme ligeramente lejos de la vista de la deidad anfitriona, a fin de cuenta que aunque mi aporte a la sociedad pudiera parecer un favor otorgado por este... lo cierto es que mi inspiración vino de otro lado, por lo que no sabia hasta que punto podia haber un choque de egos en el cual... no me interesaba inmiscuirme.  

Desde luego alguien me atacó pero no supe quién es. Parece que mis elucubraciones sobre los aliados de Laurel son correctas. Pero, ¿Quién es?

Al ver a ese ser celestial, me eche a llorar de alegría. Como puede estar aquí, el máximo rey. Decía mientras bebía cada brizna de vino que nos daba. Dejando las ánforas, más limpias, que cuando estaban nuevas.

El vino, que tiene, hic, Asunción.

no es blanco, ni es, hic,  tinto, ni tiene color.

Viva, el vino, hic.

¡Asunción, hic,!, ¡Asunción!

echa media de, hic, vino al porrón.

A mí me gusta el hin, piribín, pic, pin,

de la bota, hic, empinar, parabán, pan, pan,

con el pin, piribín, pin, pin.

Cantaba lleno de alegría y satisfacción.

Pues está claro que tendrá que ser alguien que diga justamente lo contrario porque así funciona la mente de esta gente. Así que seguro es la más inocente de las criaturas. Si fuese divertido, podría haber sido yo, pero no es precisamente lo que más me interesa así que prefiero hacer otras cosas, aprovechando que ya no soy... beeeee.... estoooo... que ya casi no soy lo que era -dijo Camilia, sintiendo de repente como si tuviese algún ataque de ovejitis aguda.

Cojo una copa y me siento, bebiendo sosegadamente.
Entiendo tus sentimientos, Ácaro. Pero dadas las circunstancias hay poco que podamos hacer por Lokin't. Solo podemos reponer fuerzas y pensar en nuestro siguiente movimiento. Doy un sorbo y continuo. He sufrido la pérdida de compañeros en las diferentes obr... Batallas! Batallas que he luchado... Pero lo solo nos queda seguir adelante. El sacrificio de Lokin't no será en vano.

Estoy de acuerdo con Áyax de que el hecho de que unos estén heridos no tiene por qué significar que sean aliados seguros. Ácaro es la excepción. Como ha dicho Ayax, la cantidad de recursos gastados no cuadraría si fuera un traidor.

Estoy empezando a pensar que alguien ve a Atalanta como una amenaza, por lo que sea que puede hacer. No está separando a nadie más aparte de ella.

Cojo otra copa meditativo intentando no sobrepasarme como Zita.

Como y bebo con alegría, podría ser la última vez que lo haga después de todo. Sin dejar de atender lo que dicen unos y otros, en particular las palabras de Calístenes me hacen reir con fuerza

-Venga, veamos lo que tenemos, además de la inocencia de Acaro. De Hedon y Laurel no tenemos ninguna certeza de nada, aunque tu das la culpabilidad de Laurel por segura, supongo que decir lo contrarío sería decir que dijo la verdad al acusarte. Pero veamos, dices que nos fijemos en los que no la votaron, Camilia, Evangeline y yo mismo, somos malvados traidores como Laurel y por eso no la votamos, pero... la primera noche si la votamos, cuando parecía que fuera a morir ahí estábamos nosotros, cuando Eurythos la salvo condenando a Hedon ahí seguiamos. Lo que dices no tiene sentido. Zita lo vio inmediatamente y lo dejo bien escrito. Pensaba que habías quedado avergonzado al ver que esa niña se dio cuenta de lo que tu no fuiste capaz de ver. Pero ahora vuelves de nuevo, intentando sembrar desconfianza con tus acusaciones sin pruebas, lo que haría un traidor infiltrado.-

Mastico algo mas de carne y arrojo a un lado un hueso pelado

-Si Laurel era una traidora ni Evangeline, ni Camilia ni yo somos traidores. Si Laurel era inocente... bueno, su última acusación sonó muy desesperada, igual se lo invento igualmente, pero el caso es que te señalo a ti Calístenes-

Bebo un largo trago de vino antes de continuar

-Antes de las votaciones yo dije que los traidores querrían descubrir los dones que han otorgado los Dioses a algunos de nosotros y que deberíamos desconfiar de los que tanto le insistían, Zita, Zósimo y tu Calistenes. Es un tercer indicio que te apunta Calístenes, demasiados-

Miro a Zita que parece estar durmiendola entre unos extraños garabatos

-Y además considero que Zita es también inocente. De no ser así te habría apoyado en tus acusaciones precipitadas, o incluso se habría callado dejando que siguiera la confusión entre nosotros, pero señalo una información muy reveladora, no tengo dudas sobre ella-

Voy a dar un nuevo trago pero la jarra está vacia y la dejo al lado, he bebido suficiente ya

-En resumen, Acaro es inocente, Zita es inocente, Evangeline, Camilia y yo somos inocentes si Laurel era una traidora, y si era inocente no se sabe lo que somos. Y tu Calístenes eres un traidor-

Mientras comenzaba a vendar las heridas de Calístenes, Atalanta escuchó las explicaciones de Áyax sobre lo que había sucedido esa noche.

Frunció el ceño cuando el de Telamón comentó que el hecho de que estuviera perdiéndose todas las noches fuera debido a los poderes de uno de los traidores. No se le había ocurrido que estuviera siendo atacada ella misma, en lugar de sufrir las iras de algún dios o diosa celosos.

Paró un momento en su labor curativa al ver cómo Zita salía de la fuente de vino y se desplomaba. Normalmente se habría reído por la situación, pero las palabras de Áyax le habían afectado. Así que simplemente sonrió ligeramente, mientras terminaba de vendar a su compañero herido.

—No lo sé, Calístenes.

Se separó del hombre y cogió vino en uno de los vasos que había por el lugar. Después, bebió un largo trago, sin mezclar el vino con agua para rebajar su potencia.

Escuchó las palabras de Kyriakos y frunció el ceño aún más. Se bebió de un trago el resto del vino, mientras Áyax hablaba y acusaba a Calístenes.

Arrojó el vino contra una de las fuentes.

—¿Uno de vosotros está haciendo que me pierda todas las noches? ¿O varios? 

Su mirada brillaba, peligrosa.

—Si descubro al culpable, no seré clemente.

Eurythos observó a Atalanta, su furia proyectada en cada palabra, el vino derramado reflejando la tensión que pendía sobre el grupo como una guillotina invisible.

Sin apresurarse, rozó las cuerdas de su lira, un acorde suave, casi imperceptible, apenas un murmullo en el aire espeso del Tártaro.

-Atalanta…

Su voz fue baja, serena, pero no carente de peso

-Si es cierto que alguien te está apartando cada noche… quizás no lo haga con malicia.

Un segundo rasgueo, un sonido más melancólico.

-Piénsalo…

Prosiguió

-Aquel que desaparece cada noche, siempre regresa. No ha caído, no ha sido silenciado.

Una nota sostenida, el eco vibrando en la distancia.

-Tal vez, en vez de dañarte, te está protegiendo.

Las palabras quedaron en el aire. No buscaba calmar la ira de Atalanta, sino darle otro ángulo, otro camino en la duda.

Eurythos no dijo más. Su lira habló por él, un último acorde fundiéndose con el silencio del Tártaro, sin esperar respuesta.

-Dionysus, te lo agradezco. De verdad. Sé que este lugar es tentador, y quizás en otro momento me quedaría a compartir una copa contigo. -Melinoë le dedicó una leve sonrisa, pero su mirada era firme. Detrás de ella, su grupo esperaba, algunos con heridas, otros con fatiga, pero todos con la determinación de seguir adelante. -Pero no podemos quedarnos. Chronos nos espera, y cada segundo que pasamos aquí es otro segundo que él gana. Así que, con todo el respeto que mereces, debemos irnos.

Dicho esto, la hija de Hades giró sobre sus talones, avanzando con decisión hacia la última puerta.