Partida Rol por web

Melinoë observó a todos los presentes con la seriedad de una jueza que emitía su veredicto final. Las sombras habían hablado, la democracia había decidido. Su mirada, oscura como la profundidad del Inframundo, se posó sobre Calístenes.

-La mayoría ha votado en tu contra. -Su voz no tembló, no hubo vacilación- Eso solo puede significar una cosa…

El aire se volvió frío, un susurro etéreo recorrió la sala. Un manto de energía oscura comenzó a envolverse alrededor de Calístenes, serpenteando como espectros ansiosos de arrastrarlo de vuelta a donde pertenecía.

-Tu destino ya no está aquí. -Melinoë extendió la mano y la neblina umbría lo cubrió por completo- Regresarás a The Crossroads.

No hubo gritos, no hubo resistencia. Solo un instante en el que la silueta de Calístenes se desdibujó y desapareció en la bruma del Inframundo. Un segundo después, no quedaba nada de él en la sala. Melinoë bajó la mano, dejando que el silencio pesara sobre los que aún quedaban. La democracia había decidido… y no había vuelta atrás.

Melinoë dejó que el silencio tras la expulsión de Calístenes se asentara solo un momento antes de alzar la voz nuevamente.

-Ya no hay más tiempo que perder. -Su mirada recorrió a los presentes con determinación- El Olimpo sigue en peligro, y nosotros seguimos atrapados aquí.

Su hoz resplandeció tenuemente en la penumbra del Inframundo mientras daba un paso al frente.

-Debemos ascender hasta la superficie. No era una sugerencia, era un mandato. -Cada momento que pasamos aquí, el enemigo sigue su marcha.

Las sombras a su alrededor parecieron retorcerse en respuesta a su resolución. No había más juicios, ni más votaciones. Era la hora de moverse.

-Seguidme. El camino no será fácil, pero si hemos llegado hasta aquí, no nos detendremos ahora.

Y con esas palabras, Melinoë se giró y comenzó a avanzar, esperando que los demás la siguieran.