Partida Rol por web

¿QUE ACABA DE PASAR? La parálisis que me da al ver que no se descongela Lokin't si no otra persona me deja pálido como una estatua de mármol. ¡¿QUE ACABA DE PASAR?! Lokin't aún congelado tan tieso y quieto como antes. Nada había cambiado. Caigo de rodillas decepcionado. Yo quise ayudar a mi héroe, y de nada sirvió. - Pero él... me curó de mis heridas... él merecía regresar...

Lokin't era un inocente. Un salvador. Una buena alma. Le habían robado su retorno. No tenía sentido, y yo no lo aceptaba. Y no aceptaría a esa Dakrima ni nada que tuviera que decir. No podía pedirle a los demás que lo trajeran de vuelta. Me sentía peor que un héroe olvidado... y me cayeron un par de lágrimas tristes y amargas al darme cuenta que no pude ayudar a mi héroe real.

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ÁCARO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Me arrodillo llevándome la mano al costado. Alguien me había atacado, pero no solo eso.. El dolor se desvanece poco a poco. Mi visión se nubla. La gente se ve rara... ¡Oh dioses... Estoy borracho!

¿¿C-Como eS que eSTá TOdo el mUNDo Aquí?? ¿PoR QuÉ siento qUE he BEbido dEmaSiaDO? ¡¡NO hE toMaDO uNA gOTa!!

Dakrima aparecee cuando debería haber aparecido Lokin't. No entiendo nada. Estoy abrumado.

Yo.. *hic* Atal.. *hic* ... Eso..

Menudo melodrama. No me querían. total, yo no es que demostrase mi afecto a otros.

- ¿Quué pasa, Ácaro, amigo mío? Que cara más larga, Parece como si te hubiesen salido las cosas mal. ¿Por qué estás deprimido? ¿Sabés qué? Que igual tienes secretitos. Si tiro una moneda y sale cara, los tienes, si sale cruz, no. Y odio los secretitos y a los mentirosos.

Le pego un codazo en las costillas.

- ¿Alguien va a contarme algo o tengo que sacar conclusiones por mi cuenta?

Cojo a la oveja morada, ¿ahora es Beeyurithos? Que nombre cuqui más repelente

- ¿Y ahora que eres oveja, que piensas? Creo que te sienta muy bien tu condición, un poco patética, he de decir.

Le doy tres tirones en la oreja ocn mala baba antes de soltarla.

- Bueno, los muertos no es que desembuchasen mucho en el otro lado, o espera ¿ya estábamos muertos? No sé cómo contarme. Pero si tengo mis sospechas.

Hedone grita mi nombre como si hubiera hecho algo malo.- ¿? - ¡Por los dioses! ¿No acababa de decir ella misma que fue la que nos atacó? Kyriakos parecía borracho, como Mette. Ay dios, me temía lo peor. Zeta ovejera.

Y la nueva poniendo el dedo en la llaga. Sí, claro, porqué no. Lo cual es raro pues ella fue congelada también, ¿debía estar de nuestro lado no? -Lokin't me salvó. Me atacaron desde el principio hasta dejarme moribundo - al parecer la misma Hedone lo hizo, o eso dijo ella misma - Lokin't compró comida y me curó cuando no tenía porqué hacerlo. Quería devolverle el favor. - y dolió mucho la decepción ¡Vaya si me sentía inútil en toda esta travesía desde el minuto cero! nada había hecho y lo que intenté, fue en vano - El hecho de que tú aparecieras en vez de él no me parece para nada algo positivo, visto que lo que él hizo fue por el bien de otro y tras eso le congelaron en el tiempo, demostrando su inocencia. Y de golpe ¡Zas! le quitas su lugar al regresar. ¡Y no sé por qué! Lo único que puedo pensar es que al menos no le quitarás el puesto a Atalanta - fue una pérdida enorme a nivel personal, pero tal vez eso evitó que hiciera lo mismo con ella- ¿sabías a quien le quitabas el lugar o no ha sido a posta?

Acaro habla y actúa demostrando, una vez mas, que tiene muy poco seso. Mi balido se hace eco del grito de Hedone

-Beeeee-

y la que vuelve es Dakrima, que no recuerdo tan habladora de antes, se ve insoportable, pero al ser una víctima de los traidores supongo que es otra inocente en nuestro bando, ¿no?

Asiento ante las palabras de Zita, aunque al final se confesó como la transforma ovejas esto dejaba muy mal a Hedone.

Hecate sostuvo la Z-Sand en la palma de su mano, observando cómo la esencia del tiempo y la muerte palpitaba en su interior como una estrella atrapada en cristal. Su mirada recorrió a las sombras reunidas frente a ella, cada una de ellas expectante, aguardando el resultado de su decisión.

-Tal como fue decidido -anunció, su voz resonando con un eco etéreo- esta arena no traerá a nadie de vuelta. En su lugar, se convertirá en un lazo con los dioses.

Con un leve movimiento de sus dedos, la Z-Sand comenzó a levitar. Giró en el aire, descomponiéndose en finas hebras doradas que se elevaron hacia el vacío, como si buscaran algo más allá del Inframundo. Hecate cerró los ojos y murmuró en un idioma antiguo, invocando fuerzas que solo ella podía comprender.

El aire vibró. El suelo tembló bajo los pies de todos. Un resplandor cegador descendió sobre ellos, cruzando la frontera entre los dominios divinos y la tierra de los muertos. La bendición fue concedida.

Uno a uno, los presentes sintieron la presencia de los dioses a su alrededor. Era diferente para cada sombra: algunos sintieron una cálida brisa envolviéndolos, otros una energía ardiente recorriendo su ser, y otros escucharon susurros divinos que prometían poder. La elección no era suya. Era de aquellos que habitaban el Olimpo.

Hecate abrió los ojos. La Z-Sand había desaparecido. En su lugar, solo quedaba la certeza de que el destino de cada uno había sido marcado por la voluntad de los dioses.

-Que vuestra lucha continúe -declaró, antes de que la luz se desvaneciera y la noche eterna del Inframundo volviera a envolverlos.

Kyriakos sintió el cambio en el aire antes de verlos. Un escalofrío recorrió su espalda cuando la sombra del tiempo mismo se cernió sobre él. El murmullo de las huestes de Chronos resonó en la penumbra, como si el pasado y el futuro susurraran a la vez, arrastrando los ecos de incontables eras sobre sus hombros.

Trató de moverse. Su instinto gritó que debía huir, que debía hacer algo, pero sus músculos se tornaron pesados, como si el tiempo mismo se aferrara a él con garras invisibles. Un resplandor pálido, frío como la eternidad, se extendió desde los bordes de su visión.

El aire se tornó pesado, cargado de una energía imposible de describir. Un temblor invisible recorrió el suelo bajo los pies de Eurythos, como si el mismo tejido de la existencia comenzara a desgarrarse. Un susurro antiguo, infinito y sin voz, llenó el espacio, penetrando cada sombra, cada grieta de la realidad.

Eurythos lo entendió en el instante en que ocurrió. No hubo advertencia, ni tiempo para reaccionar. Su forma comenzó a desvanecerse, como si nunca hubiera estado allí. No fue un destierro, no fue muerte. Fue algo peor.

El poder de Chaos no dejaba restos, no concedía despedidas. Era la anulación absoluta. Su cuerpo, su sombra, su esencia misma se disolvieron en la nada, como un recuerdo arrancado del universo. No hubo estruendo, ni gritos, ni resistencia. Solo la desaparición. El lugar donde Eurythos había estado quedó vacío, como si nunca hubiera existido.

Hecate observó a Melinoe en silencio, su mirada insondable brillando con la tenue luz de los portales abiertos. La energía de la magia aún vibraba en el aire tras la bendición otorgada, pero la diosa sabía que no había tiempo para regodearse en lo logrado.

-Debes partir, Melinoe. -Su voz fue firme, pero no carente de calidez- Aún hay enemigos entre las sombras que te acompañan, sus intenciones ocultas como serpientes en la hierba. Pero este no es el momento de detenerse.

Dio un paso al frente, posando una mano en el hombro de la hija del Inframundo. La oscuridad parecía envolverse a su alrededor como un manto viviente, aunque su semblante permanecía inquebrantable.

-Tu misión aún no ha terminado. Lo que has enfrentado hasta ahora no es más que un preludio. Debes seguir adelante. Ayudar a tu familia en el Olimpo es lo más importante ahora.

Un leve murmullo cruzó el grupo de sombras a su alrededor. Algunas se removieron inquietas, otras permanecieron impasibles, como si ya supieran lo inevitable.

-No te distraigas con la duda -prosiguió Hecate, sus ojos brillando con el resplandor de su poder- Sigue caminando, Melinoe. El destino aún no ha dictado su última palabra.

El portal destelló con un resplandor espectral. Era momento de continuar.

Melinoe se quedó en silencio por un momento, observando a las sombras que la rodeaban. Sus rostros, difuminados entre la penumbra del Inframundo, reflejaban una mezcla de determinación, duda y fatiga. La advertencia de Hecate pesaba sobre todos, pero no había tiempo para la incertidumbre.

-No podemos quedarnos aquí. -Su voz cortó el silencio con una firmeza inquebrantable- Aún quedan enemigos entre nosotros, pero este no es el momento de dudar. Debemos seguir avanzando.

Se giró hacia el sendero que se abría frente a ellos, el camino hacia la superficie. Más allá de esas sombras desconocidas, de los peligros que aún aguardaban, estaba su propósito: ayudar a su familia en el Olimpo, detener la amenaza que se cernía sobre el mundo.

-Si alguien pretende detenerme, que lo intente aquí y ahora. -Su mirada recorrió el grupo con intensidad- Pero si realmente desean ver el final de todo esto, entonces sigan mi paso y no miren atrás.

Sin más palabras, Melinoe dio el primer paso. El camino se desplegó ante ellos, envuelto en una bruma espectral, con la energía del Inframundo vibrando a su alrededor. Uno a uno, las sombras comenzaron a moverse tras ella, atravesando el sendero que los llevaría de regreso a la superficie.