El egipcio había controlado una sonrisa ante el gesto de Sam de cubrirse los senos con el pelo, y se había mordido la lengua para no decirle alguna frase divertida, que quizá ella podía tomarse, justamente, como todo lo contrario. Porque Sam era sexy con o sin ropa, fuera cual fuera la talla de su sujetador. Y así lo vio reflejado en la mirada que Mike trató de ocultar, junto con otra sonrisa, cuando la americana salió del agua.
Luego venía el turno de los dos gemelos, primero Mel, y luego Mike. Mike ignoró a Fadil, pero éste se centró en su hermana, que el americano estaba aupando. La cogió de ambas manos mientras que su hermano lo hacía de la cintura, y en un segundo estuvo también en el escalón.
-Vamos, id subiendo, realmente no nos conviene llegar cada uno por su lado.
Oli fue el siguiente. Ya sólo quedaba Mike en el agua.
-Estoy bien, sí, gracias tío.- Respondió al músico.- Yo también creí que me quedaba atrás, me ha faltado poco. -Levantó la vista para fijar la mirada en el hombre de la repisa.- No sé si van a vestirnos. Ojalá eso sea todo lo que nos hagan...
"No sé si van a vestirnos. Ojalá eso sea todo lo que nos hagan..." Escucho decir a Fadil a sus espaldas.
Su mirada volvió a pasar por cada uno de los que esperaban allá arriba recordando un pensamiento que ya tuvo al ver las imágenes de las pantallas.
Si es verdad que estamos donde estamos, que lo es, y hemos viajado en el pasado....¿que probabilidad hay de que esa gente haya visto antes un pelirrojo? ¿Como se lo van a tomar? Pueden considerarnos como bichos raros a los que discriminar, o a los que adorar, o puede que piensen que tenemos algo malo o bueno... o... Si en el colegio los niños pueden ser crueles, ¿que pueden hacer de mayores si son supersticiosos o tienen alguna leyenda al respecto?
Un escalofrío recorrió su cuerpo, aunque no tenía frio.
-No me importa seguir desnuda si con eso nos dicen como podemos volver a casa-dijo sin pensar, volviéndose a mirar a los que estaban saliendo del agua en ese momento y, en especial, a Fadil, que es quien había hecho el comentario.
Descubrió una escena curiosa que hizo que le sonriera abiertamente a Sam, dándole su aprobación a la idea. La rubia ha sido lista, ni se me había pasado por la cabeza hacer eso, pero es una buena idea....
No pudo evitar mirar entonces todo lo que tenía de frente mientras que unos y otros se ayudaban a salir del agua, aunque si le preguntaban alguna vez, negaría haber mirado. Fue solo algo que hizo sin pensar, porque al verlos salir del agua, le vino de nuevo la imagen del nacimiento de los lémures y, ni siquiera se percató durante unos instantes de que estaba mirando abiertamente y de que su mirada podía incomodar a alguien. Fueron unos escasos segundos, pero se llevó la imagen de los pequeños lémures Mike, Oli y Fadil consigo. Las de Mel y Sam también, aunque siendo realistas les prestó menos atención a ellas. Retiró la mirada rápidamente cuando su mirada se cruzó con la de un Mike que emergía el último del agua después de ayudar a su hermana y un Fadil al que pescó mirando...
Nunca ha visto a una pelirroja desnuda. Conozco esa mirada curiosa. Si, si, tenemos el mismo tono de pelo en todo el cuerpo....¿por qué todos sienten la misma curiosidad ante los pelirrojos? Nadie pregunta sobre nuestras pecas ni porque salimos pelirrojos si nuestra madre es castaña clara... ¡Oh! siempre es lo mismo...
Todos estaban bien, sanos y fuera del agua, por lo que tocaba correr, y rápido si quería alcanzar a Sean, Estel y Omar antes de que llegaran arriba. Se volvió hacia Nat, con toda ella ruborizada solo de pensar que la hubieran pescado mirando, y le puso su mano sobre el brazo, pidiendo paso, cosa que hizo intentando no perder el equilibrio y volver a caer al agua-Disculpa, creo que tengo un hermano y dos amigos a los que perseguir. Y tu también, ¡venga!
Cuantos más subieran a la vez mejor para todos. Así que no se lo pensó, agarró a Nat de la mano y tiró de él escaleras para arriba intentando no resbalar con el musgo y las hojas húmedas que cubrían los escalones de piedra. Ahora que todos estaban fuera del agua, tocaba subir. Y cuanto antes supiera lo que les esperaba arriba, mejor.
La mano de Lottie agarró la suya mientras esta le instaba a subir aquellos peldaños. Nat decidió no responder y subir junto a ella. No responder... al menos no con palabras. Una ceja se arqueó más de la cuenta y la sonrisa se ensanchó al ver, no solo a la pelirroja deleitándose con todo lo que allí había para deleitarse (que no era poco). Sino mucho más después, intentando mirar a otro lado y que no se notase que se había quedado embobada más de lo debido en algún que otro miembro de la comitiva. Los colores rojizos subieron a sus mejillas rápida y efusivamente haciendo juego con el cabello de la muchacha que ante aquel silencioso órdago del bailarín no sabía dónde meterse.
- Il est impossible de ne pas regarder, non? - susurró en un francés algo tosco. - Sí... - concluyó Nat para dar por finalizado el brete. - Subamos tras Sean, Omar y Estel... no nos conviene separarnos.
Así, sin prisa pero sin pausa, primero un pié y luego el otro, Nathan y Charlotte fueron ascendiendo con cautela gracias al más que desarrollado sentido del equilibrio que poseía el canadiense. Despacito y con buena letra y sin arriesgarse a caer de nuevo al cenote. De haber estado de vacaciones sin duda habría sido un fantástico divertimento lanzarse a aquella piscina natural de aguas cristalinas... pero no. No estaban ni por asomo de vacaciones.
- Eso sí... creo que es buena idea que muestres una actitud más recatada y te cubras como ha hecho Sam. No es que sea machista... es que, simplemente, no creo que sea buena idea que te muestres excesivamente apetecible. No sé si me entiendes...
Ahora era Nathan quien parecía sonrojarse. Dirigir aquellas palabras a una mujer le resultaba cómicamente vergonzoso pero en verdad aquellas gentes bien podrían comportarse como bárbaros y pretender abusar de las mujeres. Visto lo visto, no descartaba que tras aquel recibimiento hubiese algo oscuro y potencialmente letal para todos ellos si Umayma estaba detrás de todo.
¡Mierda!
No había calculado que alguien la podía estar mirando mientras ella hacia lo propio. Hubiera que jurado que nadie la había visto, excepto sospechaba que Mike, pero claro, no había considerado a los que no veía en ese momento.
Lottie había tirado para adelante para intentar dar caza a los tres que iban en cabeza, pero no había reparado en un pequeño detalle. Las escaleras estaban resbaladizas, no había barandilla ni nada a lo que agarrarse y aquello estaba más alto de lo que esperaba. Y tenía vértigo. Así que no podía hacer dos cosas a la vez. O subía concentrada en no perder el pie, o hablaba. Por lo que al escuchar la frase en francés de Nat se detuvo en las escaleras, pegándose a la pared todo lo que podía y dejando el mayor espacio posible entre ella y el borde de las escaleras y se volvió hacia él dispuesta a soltarle algo en defensa propia. Pero al ver la expresión en la cara del bailarín se detuvo y le sonrió abiertamente, entendiendo el sentido de su frase por completo.
-Oui, trop –le susurró, resumiendo lo que pensaba, aunque pensaba mucho más, pero no era momento para hablar allí y, en francés, era complicado explicarle la escena que se había imaginado, que era de todo menos erótico-festiva- Sinon laissez-vous aller de l'avant -bromeó.
Pero si ya estaba colorada de por sí, el siguiente comentario de Nat la dejó fuera de juego y tuvo el efecto rebote de ponerla aún más colorada. Tenía en mente aún que lo que les esperaba allí arriba no era nada agradable pero lo que el acababa de indicar ni se le había pasado por la cabeza.
¿Apetecible? ¿Acaba de decir que puedo parecer apetecible a los de ahí arriba? La acababa de dejar sin palabras. No ya porque pudiera pasar, que lo creía improbable, sino que lo pensara él la había sorprendido. Y bastante. Y por supuesto dejaba claro a quien había estado mirando salir del agua. Tuviese o no razón, lo considerase ella o no improbable, no se perdía nada y ....mejor así. Así que se agarró el pelo, lo dividió en dos mechones y lo colocó como había visto hacer a Sam.
-Pero se deja poco a la imaginación de todas formas... Gracias por prevenirme yo... no había pensado en eso.
No le dijo nada de sus miedos respecto a aquella gente. El ya se estaba preocupando solamente por que era mujer, no tenía sentido preocuparle con otra cosa más. Y, ni mucho menos, recordar las malditas escenas. Le tendió de nuevo la mano a Nat y siguieron ascendiendo por las escaleras.
Sean frunció el ceño al ver a esos dos tan juntos. Nathan no era el pretendiente que hubiese preferido para Lottie. Su primera opción de emparejarla para conseguir cuñado divertido siempre fue Mike, en un rebuscado intercambio de hermanas a modo de dote... o incluso dos americanas por el precio de una francesa. Que estaba en juego poder veranear en Miami, una Mel y una Sam, para que ahora su hermana se pusiese a pendonear con un... ¿cómo coño es el gentilicio de Canadá?
¡A ver, los de ahí abajo!-gritó a su hermana y al bailarín-¡Menos cuchichear y más subir escalones!
Mientras tanto, siguió subiendo escalones al ritmo que quisiese marcar Estel. Porque es su Estel y puede moverse como le dé la gana. Pero al ver con su altura de baloncestista por encima del hombro de su amiga, y ver a Omar, no pudo evitar sentirse solo. Estel le había gustado mucho, durante mucho tiempo, pero era de Omar. La relación que tenían entre ellos dos era muy especial, y a prueba de Seans. Y en cierto modo, Sean estaba metido en ese viaje acompañado de un campo de nabos... así que sus esperanzas románticas se limitaban a Mel y Sam.
Miró atrás, sin detener el ritmo de subida. Por lo que sabía, Mel tenía novio. Y Sam... bueno, se la imaginaba esclavizada por Fadil en una relación jefe-empleada llena de cuero y objetos de formas extrañas. Y puede que hasta con una Nefissa. La conclusión que se podía sacar de las inseguridades de Sean estaba en que sus posibilidades de ligar en este viaje eran nulas, y eso se extendería para el resto de su vida si no lograban volver a su tiempo.
Peeeero... al volver la vista hacia arriba, y ver a todas esas nativas vitoreándole... Si es verdad que estaban donde estaban, que lo es, y han viajado al pasado....¿qué probabilidad hay de que esas chicas hayan visto antes a un pelirrojo? ¿Cómo se lo van a tomar? Oh, sí... Sean iba a causar furor.
-De nada tío. -Respondió a Oliver mientras él también miraba como Omar seguía ascendiendo sin pausa.- Su hermana está ahí arriba, va a buscarla. Mejor vamos todos, por si hay problemas.
No le apetecía aguantar a Fadil, pero el egipcio también se había quedado atrás, parecía que no se había recuperado por completo, aunque no se iba a morir por aquello, solo necesitaba un poco de descanso, o al menos eso pensaba Mike. Se volvió al egipcio con curiosidad por lo que había dicho que les podían hacer arriba, o más bien por lo que no había dicho.
-¿Entonces no tienes ni idea de que hacemos aquí? ¿Ni que van a hacernos? ¿Ni nada? Al menos pensaba que podrías darnos alguna explicación... ¡Eh! ¡Que estoy aquí! ¡Que se te va la mirada a donde no debe!
No le habían pasado desapercibidas las miradas hacia Sam y hacia su hermana, y aunque sabía que era algo que prácticamente no se podía evitar en las circunstancias actuales, no iba a pasar sin decirle nada.
Una frase de Charlotte, dicha a Nathan probablemente sin pensar confirmó que aquello era inevitable.
Cita:
Mike sonrió y no pudo evitar cruzar la mirada con Oliver y Fadil.
-No creo que nadie protestara por eso.
La pelirroja ya se alejaba cogida de la mano de Nathan y el grupo comenzaba a dividirse en dos. Fue Sean el que comenzó a meterles prisa desde arriba y Mike estiró su brazo a modo de saludo y le contestó.
-¡Ya vamos colega! ¡Haznos sitio! -Entonces miró a los que todavía estaban cerca de él y finalmente se centró en el egipcio.- Fadil, ¿Te importaría subir delante? Me sentiría mejor sabiendo que no vas a seguir mirando el culo a mi hermana y a Sam.
Lo sentía por Charlotte, pero su culo y el de Nathan serían los siguientes en la visión de Fadil, a veces había que hacer sacrificios, ya buscaría la manera de compensarla, aunque la francesa parecía muy animada hablando con Nathan escaleras arriba y ajena a todo aquello.
No sabía qué ocurría abajo, ni le interesaba en gran medida. Enara era la culminación de aquella escalada y eran muchas las preguntas que asaltaban su mente y que no sabía si podrían ser respondidas por ella. ¿Cómo había llegado hasta allí? ¿La misma máquina que los había teletransportado aparentemente en el espacio-tiempo, había sido el mismo vehículo empleado con ella? ¿Cuánto llevaba allí? ¿Por qué los aguardaban? Y la más importante. ¿Era Enara o aquella inquietante presencia descubierta en Suiza seguía poseyéndola?
Un paso tras otro, escalón tras escalón, la distancia se acortaba conforme los músculos de las piernas comenzaban a arader por el esfuerzo.
Tras que Omar decidiera subir, Estel se había quedado con la liana en la mano por un largo tiempo, mirándola detenidamente como si el pobre pedazo de vegetación tuviera la respuesta a alguna cuestión del que, cada vez, era un universo más confuso. O quizás sólo estaba pensando en la cantidad de chistes inapropiados que podían hacerse en relación con aquella estructura cilíndrica, su rigidez o largo, y las otras a disposición. La mano de Sean en su cintura la sorprendió, pero no lo suficiente como para hacer exactamente lo que el pelirrojo le decía: mover el culo. Puso una mano sobre su hombro para tomar equilibrio, y luego dar el paso.
En su camino hacia el siguiente escalón, echó una mirada a cómo se estaba desenvolviendo el resto. Como le fue claro que ninguno necesitaba ayuda que no le estuviera ya brindando alguien, comenzó a enroscarse la liana sobre los hombros, dejando que las curvas se apoyaran sobre sus senos y que los extremos cayeran casi unidos hasta la mitad de sus muslos. La verdad era que su desnudez no la avergonzaba, no ante desconocidos, y ni siquiera ante conocidos. Imposible ante Omar, cuyo cuerpo conocía entero como su mente y el resto. Ridículo ante Lottie, cuya esencia era una que formaba una parte tan íntima de su universo. Incluso con Sean, donde claramente existía una tensión que no había en los demás casos, había por su parte comodidad y confianza. E incluso aunque no fuera el caso, aunque sí le avergonzase, la situación que vivían le hacía imposible concentrarse en una preocupación como esa.
Sus ojos volvieron a posarse en Enara, y en Omar que continuaba subiendo. Abajo, sabía y escuchaba que estaban sucediendo cosas que en otro momento le hubieran hecho detenerse e involucrarse. Lazos humanos chasqueando sobre pieles desnudas, a la búsqueda. Conversaciones que ameritaban respuestas e intervenciones, a la expectativa. Lágrimas, risas, nervios, tentación. Una tentativa red de vida formándose sobre la base de situaciones bizarras y pullas, construyendo palabra a palabra los cimientos de una estructura que quizás los acompañaría toda la vida, si sus padres eran ejemplo de algo. Una que se superpondría a las cicatrices que todo aquello definitivamente dejaría.
Sin embargo, arriba Omar apretaba el paso, y junto a Enara los esperaba quizás la clave para descifrar aquel enigma. Nadie podría culpar a Estel por abstraerse y centrar su atención, exclusivamente, en el otro extremo de la escalera. Hacia allí apuntaban su corazón cedido y su mente analítica. Allí esperaban dos pilares de su carácter y su existencia.
- Y menos preocuparse por ver o no culos, vamos. Mirad y dejad mirar – agregó Estel a lo que había dicho Sean – No convirtáis esto en una walk of shame, que será peor. O si lo hacéis, vale, pero que sea una bien rápida.
Se volvió brevemente y le guiñó el ojo al francés, haciéndole un gesto para que no perdieran el ritmo. Mientras continuaba subiendo paso a paso, cada vez más rápido, se preguntó vagamente si las cosquillas en la base del estómago y en el interior de las muñecas siempre habían formado parte de su sangre, iguales a las que habían sentido tantas veces su padre y su madre, asomando hacia lo desconocido.
Ya todos, uno tras otro, habían superado cada paso del proceso de su renacimiento. O lo que fuera. El desconcierto, el ahogo, el miedo. Mantenerse centrados en sí mismos, sobrevivir. Y luego, centrarse en los demás. Ayudarse unos a otros, rehacerse, descubrir. Incluso, y gracias a esa Máquina maldita y su parto, estrechar lazos a base de sonrisas, a base de compartir. Miradas, vergüenza, risas... por qué no. Estaban desnudos unos ante otros, y ya no les incomodaba. Ya no.
Pero aunque atrás habían quedado prejuicios, culpas incluso, lo que les esperaba arriba abría nuevas preocupaciones.
Todos, solos o tomados de la mano, subían los escalones hacia la cornisa volada en la que Enara, junto a otros chiquillos y el hombre de blanco les esperaban.
Ahora el griterío había amainado algo, aunque seguían riéndose y aclamándoles. Y las flores y pétalos aún caían, y formaban manchas multicolores sobre el agua...