Efectivamente, en cuanto salieron del despacho de William, Yasmin les esperaba con sendos dossiers que les entregó sonriente, con la indicación que ya Stevenson les había adelantado. Quedarían un día para la firma, pero antes tenían el tiempo que quisieran para sopesar los contratos, valorarlos y proponer modificaciones si así lo consideraban.
La cifra sólo la vieron de pasada, pero era excelente. Y les aseguró que dispondrían de cuantos medios necesitaran.
Les acompañó al hall, de vuelta, y les dejó con una despedida jovial, y un "hasta pronto" prometedor, así como con una tarjeta de contacto para que la llamaran cuando quisieran.
Nueva York les recibió de nuevo cálida, el sol ya muy alto, el bullicio sonando más optimista que estridente.
Y allí estaban los dos amigos, dejando el Stevenson Building a sus espaldas, solos de nuevo, pero... distintos, con un panorama absolutamente diferente ante ellos.