Y lo decía en serio. Se da prisa en añadir, incluso cogiéndole de la camisa una vez más. Su mirada se fija directamente en la de él. Seguidamente la aparta a un lado. Son muchas cosas... creo que eres el único que podría romperme el corazón. Dice de nuevo con voz triste. No tenía es muro irrompible por ninguna razón. La tenía para protegerse y poder seguir siendo fuerte. Sabía que si no dejaba a nadie entrar, se estaba perdiendo cosas, pero muchas de esas cosas también eran negativas. No era tan fácil.
-No quisiera rompértelo... -dice Roland, con sinceridad, al escuchar el tono triste con el que Dannielle le hablaba.
El muchacho la observó. Ella le tomó de la camisa y eso hizo que él la mirara a sus azules ojos felinos.
Pareció dudar durante un instante, pero luego Roland acercó sus labios a los de la chica, posando en ellos un apasionado beso, mientras las manos del joven rodeaban su espalda. Después de allí bajó con suavidad a su cuello, posando otro beso más con sus suaves labios. Pero entonces Roland se detuvo, mientras aún rodeaba a Danny con sus brazos.
-No creo que deba... -le aseguró, convencido-. No quiero hacerte daño.
Esta vez Danny se dejó querer y le correspondió el beso abrazándole por el cuello. Cuando esta vez fue él el que terminó el beso, ella tardó unos segundos más en abrir los ojos y suspiró. Fue hasta que no oyó su voz que los volvió a abrir.
Esbozó una triste sonrisa. Ya sé que no quieres hacerme daño. No estoy diciendo que lo vayas a hacer a propósito. Si de verdad pensase que él querría hacerle daño, no estarían así. Le acarició la mejilla. Pero eso no significa que vayas a hacerlo igualmente. Y sí, ya sé que es algo que puede pasar y que no debo temer a lo que no ha pasado y todo eso... dijo sabiéndose la teoría. Pero, no creo poder reponerme de un corazón roto. No contigo. Se sinceró.
Asintió amargamente a las palabras de Danny. No quería hacerle daño a la chica, pero sabía como ella misma le decía que quizá le rompiese el corazón sin él pretenderlo.
-Eh... No quiero que te pongas triste, ¿de acuerdo? -le dijo a la muchacha, con dulzura-. Odio verte así. -Le sonrió, haciendo un esfuerzo por mostrarse animado-. Oye, nos veremos mañana en la fiesta de la playa, ¿verdad?
La reina asintió. -Por supuesto que nos veremos en la fiesta. No podría permitirme no ir.- Aunque el mundo pareciese estar al borde del cataclismo, la lucha por la popularidad era una guerra cruel que no admitía parones.
-No estoy triste. Es solo que todo es muy raro.- Declaró mirando a su interlocutor a los ojos. -Desde el final del verano tengo la sensación de que algo iba a cambiar este año, algo importante. Supongo que es el miedo a dejar la isla, prepararnos para la universidad. Es nuestro ultimo año de instituto. Pero... ¿y si tiene algo que ver con toda esta locura? ¿Y si de algún modo esa sensación es un aviso?
Negó con la cabeza y se autorrespondió. -No, es solo lo primero, miedo a la siguiente etapa. No puedo dejar que eso haga que esta locura sea más aterradora.- Mintió en voz alta para creerse su propia versión.
-Vayámonos a casa. Mañana será otro día.- Le dedicó una sonrisa encantadora. -Roland...- hizo una pausa. -... me alegro de que seamos amigos. Eres importante para mi.
La chica se preparó para marcharse hacía donde habia aparcado su coche.