Partida Rol por web

Al le hizo ver que estaba por venirse, ella sonrió feliz por verlo disfrutar y mordiéndose el labio expectante asintió para indicarle que todo estaba bien- Hazlo... córrete... -lo notó tensándose entre sus piernas y supo que era el momento de entregarse a fondo, haciendo el último esfuerzo por mantener el ritmo en su cénit.
Echo la cabeza atras elevando sus gemidos cuando el chico acabó en ella y aun continuó meneándose sobre él, regodeándose en su orgasmo, tratando que el de Al también se prolongara. Se fue retorciendo de placer y cediendo cada vez más, perdiendo vigor hasta ir dejándose caer con suavidad en el pecho de su amigo. Quizá el de ella se agitaba más por la extenuación, pero fue acomodándose a su lado, a medias sobre él, abrazándole y recostando la cabeza en su hombro.
El olor que aspiraba de su cuello y el calor que desprendía su cuerpo le encantaban, así que se quedó así un ratito con él, ojos cerrados, retozona, dejando que sus labios rozasen su piel y a veces dando con ligereza un beso. Se incorporó finalmente de costado, apoyándose con el codo en la almohada- ¿Que tal te lo pasas? -aun así no se separó, quería mantener su cuerpo contra el suyo- Voy a seguir un rato con los videos, tú si quieres duérmete.

Cuando me anima a dejarme llevar es como escuchar un disparador que consigue que me deje llevar del todo.

Tras el primer momento donde la sangre no circula como es natural y lentamente comienza a normalizarse puedo sentir cómo sigue moviéndose, estando yo aún sensible y terminando de dejar escapar las últimas gotas, sencillamente puedo jadear e intentar, malamente, echar parte del torso hacia arriba, con tan poco acierto que finalmente me dejo caer.

Entonces su cuerpo se abraza al mío y respondo de igual modo, un poco con ese cáliz de "no voy a dejar que te vayas" y otro poco de "por favor, no te vayas". Con mi cuerpo un poco cansado puedo disfrutar de estos momentos, la sensación de cercanía. Normalmente saldría corriendo pero con Candy es diferente, sé que puedo quedarme sin problemas. Mis dedos colocan sus cabellos con delicadeza y respondo a sus besos casi sin pensar.

Al levantarse emito un suave gruñido de disgusto.

¿No puede ser mañana?

Protesto ligeramente, pero me incorporo para rozar sus labios con la yema de mi pulgar.

No estoy seguro -sonrisa cómplice-. Supongo que tendré que repetir para asegurarme de que has estado increíble y no sencillamente bien.

Le saco la lengua y entorno mi mirada. Pero ese segundo asalto no sería hoy, probablemente. Demasiada acción en general para un día y, según algunos, para media vida.

La noche tocaba a su fin, pero aún podía exprimir unos momentos más.

Se había incorporado ya, arqueandose para estirar la espalda. Volvió a mirarle con una sonrisa cuando protestó porque se alejaba, la hacía feliz que la deseara a su lado, la idea de repetir era muy tentadora- Sabes que cuando quieras... -Al le puso el pulgar sobre los labios y no dudó en metérselo en la boca y chupárselo juguetona. Aun así su amigo la dejó seguir con lo suyo. Salió de la cama y se dirigió... a por su lata de cerveza, que ya no estaba para nada fría, aun así dio un último sorbo para acabarla, luego ya si fue a por el laptop y se lo llevó consigo de vuelta a la cama. Se tumbó junto a Al y se puso el dispositivo sobre las piernas- ¿Te molesta la luz? -no sólo la de la pantalla, iba a dejar encendida la de lamparita de su mesilla de noche, hubiera olvidado o no que había fantasmas aun tenía cierto miedo en el cuerpo y no quería quedarse a oscuras.

A la mañana siguiente sonó el despertador, la noche anterior había podido hablar por whatsapp con su amiga y había quedado en verse con ella. Tras un verano sin tener que madrugar, hacerlo de nuevo era un auténtico fastidio para la chica, aun así perezosa alcanzó su movil y apagó la alarma. De haber estado sola habría corrido el riesgo de volver a cerrar los ojos y pedirle al mundo cinco o cincuenta minutos más, pero vio lo que tenía al lado y lo abrazó- Buenos días... -dijo retozona y antes de que le preguntara porque diablos había sonado el despertador le besó los labios, y le dio explicaciones- Hemos quedado con Holly -y ya está, además en plural, los dos.

Salió de la cama y obviamente lo primero que haría tras lo de anoche sería irse a la ducha. Tenía un baño independiente junto a su habitación, así que no necesitaba cubrir su desnudez lo más mínimo para ir allí. Se detuvo bajo el marco de la puerta y echó la vista atras hacia su amigo en pelotas en la cama- ¿Voy primera o... vienes comigo? -no esperó respuesta, que decidiera el chico. Lo primero que haría de todas formas sería tomarse la píldora, era lógico pensar que alguien con una vida sexual tan activa como Candy la usara, si bien había más riesgos que quedarse embarazada y para esas ocasiones si hacía uso de preservativos, a veces iba demasiado ebria o fumada como para acordarse de usarlo, o lo hacía con alguien de confianza y no veía el motivo para desconfiar.

Pese a los juegos de su lengua con el dedo de él, la dejó marchar sólo para poder disfrutar de la vista de su silueta al desnudo alejándose por una cerveza. Y también regresando, mientras él le abría las sábanas para que se metiera a su lado. La pregunta de la luz le hizo enarcar una ceja, tras todo aquel ejercicio, aquellas subidas de adrenalina y todas esas cosas, probablemente caería KO en cuanto quisiera apoyar la cabeza de verdad para dormir, no sin antes aferrar su mano para dormir. No comprendía porqué pero esperaba así transmitirle seguridad y que él seguiría allí.

...

Aunque a Al le encantaba la idea de ignorar el despertador, al sonar ya estaba acostumbrado, casi automatizado, de levantarse como un rayo. No obstante la visión de Candy a su lado hizo que decidiese que quedarse allí un momento más sería una buena idea. En aquel instante cayó en la cuenta de que el plan era dormir hasta tarde, no hasta el despertador pero el beso de la pelirroja hizo que cualquier pregunta quedara en el olvido

¿Se va a saltar las clases? -casi parecía sorprendido, Holly tendía a intentar ser una buena chica- Está bien, vamos. A la ducha, digo.

Aclaró, siguiéndola y sin cubrir su desnudez tampoco. El sudor se había secado durante la noche y, aunque ya había acostumbrado a dejar alguna camiseta en la casa de ella por si necesitaban cambiarse por alguna emergencia, no tenía pantalones ni nada de eso, así que la ducha sería doblemente necesaria. Al ver cómo tomaba la píldora él fue encendiendo el agua para calentarla para la muchacha y haría un ademán de caballero invitándola a entrar, sólo una excusa para aprovechar las vistas de cerca y es que nunca era un mal momento para alegrarse.

Pese a todo el trajín de la noche anterior Al despertó con una leve erección a la que no le hizo ni caso, algo más habitual de lo que le gustaba dado todo el ejercicio físico que realizaba. No le prestó la mayor atención aunque sí que frotó la espalda de la chica con sus manos llenas de jabón, haciendo algunos dibujos extraños y aleatorios, en realidad no era nada definido pero se preguntaba si ella intentaría adivinar algo o sencillamente se dejaría cuidar un poco.

Tomó de la mano a aquel chico tan caballeroso que se parecía a Al y lo metió en la ducha consigo. Debió haberle dicho que dejase de devorarla con la mirada, verle meneando esa erección ya le ponía en una situación complicada, quería insinuarse y a la vez no, porque sexo en la ducha sonaba genial, pero había quedado con su mejor amiga y ya que iba a saltarse clases por verla no quería hacerla esperar más de la cuenta, así que se conformaría con seguir viendo el deseo por su cuerpo en los ojos del chico, de eso nunca se cansaría.

Aquella ducha era otro de sus caprichos, era una cabina que también podía usar como bañera, con hidromasaje, porque a la pelirroja a veces le gustaba encender todos los chorros de agua y, aparte de malgastar en la factura, sentir que estaba prácticamente bajo una cascada. No lo hizo esa vez, sólo conectó un par, lo justo para que no tuviesen que turnarse bajo el agua sino que ambos estuviesen a la vez mojados.

Se dejó hacer cuando su amigo le recorrió la espalda, era algo que le encantaba, sentir que alguien se ocupaba de ella y a la vez de una forma tan excitante. Echaba la vista atras a veces, para sonreirle y contagiarle de su alegría, aunque los ojos se le fueron una de las veces hacia aquella erección. Se volteó hacia él con ojos lobunos, aunque se contuvo- Tendría que haber puesto la alarma una horita antes... -dijo con arrepentimiento, riendo despues, posando una mano sobre el pecho del chico- ¿Me dejas? -y con la otra indicándole que se girase. Le apetecía devolverle el favor, aunque seguramente verle el trasero no mejorase la situación. Aun así se contuvo y se centró en masajearle la espalda, no tanto para limpiarle sino para entre esto y el agua caliente lograr que se relajara. Candy obviamente disfrutaba recorriendo sus formas.

Al acabar y volver a tenerlo de frente, se quedaron bajo el agua- Al -ella le preguntó sin más- ¿Piensas en tus padres? -el chico se podía imaginar de donde venía aquella curiosidad. No todas las noches ves al fantasma de tu madre desaparecida- Se que no sueles hablar de ellos...

Las modernidades de la ducha de Candy resultaban, en verdad, bastante prácticas. Ducharse dos personas a la vez era algo que ahorraba tiempo y tiempo de frío esperando tu turno. Se sentía bien acariciando la espalda de su amiga, pese a que notar cómo su amiga desviaba la mirada hacia la erección no ayudaba precisamente a que ésta desapareciera por generación espontánea.

Da tiempo para una buena ducha.

Intentó animar a su amiga, aunque tenerla enfrente y deseosa hizo que tuviese que apretar el puño para contenerse de apretarle contra la pared y llevarla a la locura con sus dedos. Se giró y cerró los ojos para disfrutar de cómo masajeaban su espalda. Sí, aquello debería ayudarle a relajarse un poco. Tardó más de lo que le hubiese gustado, pero el pequeño Al bajó la guardia antes de girarse hacia ella nuevamente.

Al escuchar mencionar a sus padres el chico sufrió un rictus durante uno segundos, mandíbula tensa. Lo suficiente para poder masticar las palabras de ella y digerir la respuesta antes de pronunciarse, con un tono bastante suavizado, pero pese a todo seco.

Sí, claro. Hasta hace casi dos años vivía con ellos. Ahora no puedo verlos. Casi creo que es mejor así.

No mintió en aquella última frase. Más bien no fue del todo preciso. Normalmente su respuesta se hubiese limitado a un monosílabo, que ni siquiera contendría una respuesta clara, pero la situación -y la desnudez- hicieron que hablara más de lo habitual. Puso una mano en su hombro para transmitirle apoyo, pero su elocuencia no permitía una respuesta verbal decente.

No sabía si salir o seguir allí hasta que ella decidiera. Aún les quedaban varios minutos de margen, así que se quedó a la espera de su reacción.

Candy alzó las cejas mirándolo con curiosidad, sonriéndole para esconder su actitud caprichosa, porque por el gesto de su amigo parecía no apetecerle hablar de ello, y aun así ella quería saber más- Sabes que me tienes aquí para hablar de lo que quieras -si ya habían acabado cortó el flujo de agua, aun así no salío todavía de la ducha, se quedó frente a él, empapada y goteando- Cuéntame algo de ellos que no le hayas contado a nadie -se arrimó al chico y le puso las manos en la cintura apegando su cuerpo al del chico- Si no te sientes incómodo...

Los ojos de Al siguen clavados en los de ella, como intentando adivinar qué pasaba por su cabeza mientras ella hablaba.

Lo sé, sé que puedo contar contigo, sólo que es algo que no tiene solución.

En verdad lo de sus padres no lo tenía, al menos que él tuviese constancia, aunque tras lo del centro comercial empezaba a plantearse eso de los viajes en el tiempo. El gesto de ella de arrimarse y pegar su cadera a la de él sólo tenía dos lecturas posibles y, junto a sus palabras, una: manipulación. Ál no era particularmente espabilado, pero hasta ahí llegaba. Aunque tampoco le importaba demasiado, incluso con esos juegos seguían siendo amigos. Su sonrisa se amplió, como si acabase de encontrar la excusa perfecta para golpear al pringado de turno.

Sabes que vivo con mi padrino, pero no tenemos nada que ver, no hay lazos de sangre que nos unan. Sin embargo, mi padre le salvó la vida y por eso estoy aquí. Contigo.

Vale, demasiado ñoño.

Se giró para salir antes de que la ñoñería del momento le dejase blandito y estúpido. Más todavía.

La pelirroja estaba excitada, sólo el hecho de no haber despertado sola ya la hacía feliz, así que siguió a su amigo fuera de la ducha para animarle- Quieres decir, que a pesar de todo hay algo bueno; haberme conocido -reformuló lo que el chico había dicho, aunque con actitud más juguetona- ¿Has escrito un poema sobre eso? -le preguntó, bromeando sólo en parte, pues añadió a modo de sugerencia- Podrías hacerlo para mi -se hizo con una toalla y tras secarse a medias se fue de vuelta a la habitación. No pondría orden ni cambiaría las sábanas, de todo ello se encargaba la asistenta que tenían contratada, y es que Candy llevaba años sin hacer una cama o limpiar su cuarto.

Desnuda como estaba se puso a buscar por las cómodas y armarios de su dormitorio que ponerse, hasta decidirse por un top de tirantes y una minifalda blanca, a la que se podría adjetivar plisadas e inapropiada, por lo corta que era. Su amigo lo tenía más facil, los mismos pantalones y una de las camisetas que allí tenía, por lo que le tocaría esperarla mientras ella terminaba de arreglarse. Por último se cargó en una mochila lo que estuvo haciendo anoche, su plan era pasar por el instituto a mediodía y colarse en el departamento de tecnología para ver si allí averiguaba algo más- Estoy lista ¿Vamos?

Su cambio de formulación consiguió que alzase la mano derecha como concediéndole que tenía cierta razón y que no le apetecía discutir por detalles. Cuando habla de poesía sonrió un poco más, buscando las palabras adecuadas mientras él mismo se secaba.

Sin embargo, algo hizo click en su cabeza y rápidamente se puso manos a la obra, a escribir, sin darle más importancia siquiera al cuerpo escultural que se movía cerca de él. Para cuando se giró ella estaba de espaldas enfundándose una falda de lo más interesante. Con una sonrisa negó y se puso los pantalones y se acercó pasando por el lado de ella, rozando su hombro para tomar una de las camisetas que tengo allí y ponérmela.

Era el tiempo que ella tendría para cotillear la libreta si lo deseaba, mientras fingía que estaba ocupado.

Lejos un trino.
El ruiseñor no sabe
que te consuela.

Tanto si lo había leído como si no, retomó sus apuntes.

Claro. ¿Pillamos algo para desayunar?

Al lado de ella palmeó su trasero y miró hacia el techo, como si no hubiese sido él. Seguro que no se daría cuenta de que era la única persona a su lado. Revisó también la habitación con un vistazo rápido: de dejarla así su padrino sufriría una pequeña taquicardia.

La chica miraba de reojo a su amigo mientras se iba vistiendo, siempre la llamaba la atención eso que hacía de la poesía, era algo que a ella nunca le había interesado, pero le resultaba fascinante ver como a Al si, de una manera que a veces lo absorvía tanto que incluso pasearse desnuda de la cómoda al armario no lo sacaba de ese ensimismamiento.

Aprovechó que estaba supuestamente distraido cambiándose a la camiseta para ojear la libreta que había dejado tirada. Lo bueno de los haikus es que se leen rápido, y es lo mejor que podía decir la pelirroja, porque no entendía nada del significado. Al menos si sabía lo que era un ruiseñor, que ya era bastante.

La palmadita la hizo mirar hacia atras- Que ya nos estamos yendo... No me tientes -dijo juguetona, contoneando la cadera con gracia antes de ponerse en marcha. Aquella manera mañana no podía caer, había quedado con su mejor amiga.