Partida Rol por web

Como buen caballero, Al cumplió su palabra y acudió a casa de Dannielle con tiempo más que suficiente para poder ir juntos a la fiesta del eclipse en la playa. A la hora acordada y un poco "achispado" por la copa de vino con la que había brindado con su tutor tocó el timbre de la mansión de los Cooper

Achispado no era la palabra adecuada. El vino no había nublado su buen juicio, al revés, parecía como si sus sentidos estuviesen más despiertos, aunque una sensación extraña había inundado su cuerpo. Desde su estomago había irradiado una sensación de calor y frío a la vez. que por suerte ya había pasado. Aunque el sabor era indescriptible. Tenía que sonsacarle a su tutor donde podía uno hacerse con una botella o dos más. 

No hay mejor belleza que la belleza del sueño. Consciente de esa gran verdad, Danielle había decidido echarse una breve siesta antes de la fiesta. Con la alarma puesta con suficiente tiempo para poder ducharse y prepararse antes de que Al llegase, se permitió intentar dormir, o al menos descansar los ojos. Fue un sueño intranquilo, tenia la agobiante necesidad de elegir entre dos cosas, una elección sin vuelta atrás. Cuando se despertó había olvidado que debía elegir, pero no esa acuciante sensación de dilema. Para colmo cuando sonó la alarma, tuvo la sensación de caer sobre su cama desde medio metro de altura debía de estar en una mala postura y su mente adormilada le había echo una mala pasada al girarse. Era la única explicación plausible. La buena noticia es que, al mirarse en el espejo, tuvo la sensación de que su piel estaba perfecta, mejor que nunca.

Tal como había prometido, ahí estoy, en la puerta de su casa.

Camisa gris con los primeros tres botones desabrochados y un baquero negro con las rodillas desgastadas. No era mi mejor outfit ni de lejos, pero se trataba de pasarlo bien en la playa. Incluso me he puesto algo de perfume con matices de pimienta negra y cedro, o eso decía el bote. Inspiro con profundidad para quedarme con los olores del lugar y pongo mi mejor sonrisa, una digna de la reina.

En una de mis manos cargo dos bolsas de botellas, la otra la tengo libre, a saber si me toca cargar algo más. Estaba listo.

Toco a la puerta.

¡Coop! Yo estoy listo ¿Y tú?

Danny salió, radiante como siempre, con una enorme sonrisa y mirando al chico de arriba a abajo, apretando ligeramente los labios y torciendo un poco el gesto, aunque finalmente da su aprobación.

Ella con un vestido blanco medio transparente que medio dejaba entrever el bikini que llevaba debajo, salía con las manos vacías. Por supuesto, ya se había encargado de que llevasen lo que tenían que llevar a la fiesta. Una verdadera reina no carga con nada nunca y lo tiene todo planeado.

¿Y bien? Dice dando una vuelta, haciendo volar su vestido y melena.

La aparición radiante de la Reina hace que alce una ceja y ladee la cabeza cuando da la vuelta, como intentando discernir algo.

No consigo discernir bien el bikini -protesto, medio en broma-. Pero radiante, como siempre. ¿O pretendías otra cosa?

Sonrío confiado, el hecho de no tener que cargar de más ya era una buena noticia. Casi tanto como el hecho de no tener que esperar. Miro hacia una de sus bolsas y luego hacia ella, de arriba a abajo, en concreto hacia el generoso escote, y asiento con más aprobación que momentos atrás.

¿Tenemos algo de tiempo antes de la fiesta?

Pregunto, pues sé que a veces a algunas personas les gustaba que esperen por ellas. Avanzo un paso hacia ella para tomarla del mentón y saludarla como se merece, con un rápido beso en los labios, si no se aparta.

Danny recibe el beso, es bastante fugaz, así que no parece importarle.

Claro que hay tiempo. ¿Qué te apetece hacer? ¿Te apetece que nos grabemos desnudos y que nos vea todo el mundo? Ah, no... que esas patéticas escenas ya las haces con Candy... Dice sonriendo de medio lado. No parecía enfadada, parecía divertida. No parecía mentir en sus palabras tampoco. Eso era lo que pensaba, claramente, pero iba a sacar provecho y burlarse un poco del chico. Espera respuesta con una sonrisa angelical y las manos a la espalda.

Pretendía ir a tomar algo contigo por la cantidad de bebida que nos espera, pero si lo que quieres es que me desnude, como desees.

Respondió tentador a la provocación de la Reina, bajando el costado de su pantalón para revelar, como continuación de su piel, un trozo de tela morada que era, a todas luces, el comienzo elástico de un bañador. Se rió, sin darse por aludido por aquella pequeña puya que, claramente, había afectado a Coop, o al menos le había impactado lo suficiente como para mencionarlo, algo extraño en ella pues normalmente era alguien más fría con los temas personales de otros.

Después de lo de ayer, de lo del Centro Comercial, pensé que necesitaba apoyo. Y sólo es una foto.

Se encogió de hombros, pero una idea cruzó su mente y se inclinó, servicial y cortés, con una sonrisa desafiante y atrevida.

Las escenas patéticas son para la plebe, pero las verdaderas interesantes son cosa de la realeza.

Y alzó los ojos para encontrar sus miradas, relamiéndose los labios. ¿Cómo reaccionaría ella?

Danny se le quedó mirando desde las alturas. Le gustaba la situación y eso se veía en su cara pícara.

Que te quede clara una cosa, me da igual lo que hagas con otras, pero no quiero verlo. Y menos esas vulgaridades dignas de un burdel. Dijo aclarando las cosas. Si por lo que fuese la pillaban con Al, no quería que la relacionasen con el bajo nivel que tenía con otras.

Volvió a su papel de reina. Así que dime tú... ¿qué prefieres? ¿A la plebe o a la realeza? Preguntó con una sonrisa de lado.

Al escuchar el tono, al notar la complicidad y, sobretodo, al ver aquellos labios sonreír, el gesto de Al se tornó más similar al de un lobo y alzó las cejas, siguiendo con aquel teatro que, la verdad, también le resultaba divertido.

Sólo un necio no vería que la mejor opción entre todas está justo frente a sus ojos.

Extendió una mano hacia ella, como si se tratara de algún tipo de caballero -caballero oscuro, eso sí- que estuviese pugnando por la princesa de su cuento.

Danny le siguió el juego y le extendió la mano con gusto.

Incluso el más honrado de los caballeros puede ser tan estúpido de meter el pie en barro, teniendo una hermosa y elegante alfombra al otro lado... Dice siguiendo con el juego y sonriendo triunfante desde las alturas. Esperaba que hubiese pillado la metáfora.

Al no era un caballero, pero entendía el juego y sonreía mientras ella dejaba claras las cosas. Sabía que había mucho debajo de todas aquellas capas de realeza, pero aquello no le impedía apreciar lo que tenía frente a él.

En cuanto le ofreció su mano, y antes de hablar, él la besó como si fuese algo completamente preciado y, en un pequeño giro de los acontecimientos y al más puro estilo La Familia Adams asciende besando su brazo y al llegar cerca de su cuello sí decide pronunciarse.

¿Cómo podría semejante caballero remendar su error?

Apartó el cabello de Coop en el lado opuesto a la mano que le había tendido para entonces besar su cuello y llevar una mano a su cintura, con una sonrisa divertida y preguntándose cómo reaccionaría o si seguiría el juego y haría algún tipo de petición completamente digna.

La sonrisa de Danny se ensancha mientras el chico va subiendo por su brazo. Se deja besar y tocar por él, sin perder su postura real con la cabeza bien alta. Mil ideas le vinieron a la cabeza, pero todas ellas eran muy fáciles. A pesar de que él estaba dándolo todo y siendo afectuoso con ella, la reina simplemente se dejaba hacer, pero no hacía nada.

Si ese caballero estuviera por aquí y quisiera enmendar su error debería... sorprenderme. Dijo sonriente y triunfante. Así de simple. Añadió irónicamente.

La petición resultaba realmente curiosa, sencilla y complicada a la vez. Se las sabía todas -o casi- la reina de cabellos de oro. Él se mordió el labio, por su mente pasaron tantas opciones de cosas que podría hacer con ella... para sorprenderla, claro estaba. La mera imaginación conseguía despertar algo en el chico pero, al final, se decidió por hacer algo más propio de él, aunque con un tono caballeresco igual.

Se separó de ella para cerrar los ojos e inspirar profundamente, con una de sus manos rodeó las piernas de la chica y con la otra mano aferró con delicadeza y firmeza su hombro y en un momento la tuvo tomada entre los brazos, de un modo similar al que el novio lleva a la novia. Y rió.

No quiere que el barro mancille a su reina, ni que manche su alfombra.

Seguía hablando en tercera persona, no obstante. Ahora ella mandaba, y él la llevaba. Se preguntaba cuánto aguantaría.

Danny rió, dejándose coger divertida y acaba abrazándole por el cuello para sentirse más segura. Sí, la había sorprendido. Quizá algo breve, pero la espontaneidad y la velocidad la habían cogido por sorpresa.

¿Y ahora? Al ver que el chico la mira esperando órdenes, sonríe pícara y le señala con la cabeza la parte del jardín de atrás, al que se podía acceder desde fuera de la casa.

Una vez allí, el chico ve claramente dónde quiere que la lleve para estar tranquilos.

Era divertido escucharla reír y notar cómo me abrazaba, al final estaba cerca suya en aquel instante.

Obedece en un servil silencio hasta llegar al jardín trasero, a una especie de columpio de aspecto íntimo y cómodo. El muchacho la llevaba, para él era realmente liviana pero se notaba que se mantenía en forma. Al llegar al columpio la posó en él, sentándola y ladeando la cabeza para mirarla como un lobo hambriento mira a la carne más deliciosa.

La besó, con delicadeza primero.

¿Se ganó el caballero el perdón?

Preguntó, antes de volver a besarla con más avidez.

Se sentía vital en aquel momento, con ella, con los sentidos completamente despiertos. Y quería percibir todo de ella en aquel instante.