Cuando se aferran ndel cuello de los caballos se dan cuenta de un detalle extraño. Esos corceles estaban cubiertos de escamas, como si fueran pescados... pero a caballo regalado no se le mira el diente... y nunca ese dicho había sido tan apropiado.
Los caballos se mueven rápidamente hacia la costa, deteniéndose a solo a unos metros de ella. Ya no habñia nadie en la playa y solo alcanzan a divisar unas sombras que se escabullen entre los arboles del tupido bosque.
pero a esa altura ya nbada importa, cuando ya estan en tierra firma vuelven la mirada a lo que ocurre en el mar y solo ven al Demeter incendiándose. Ya no hay bruja, ni barco fantasma ni extrañas criaturas del mar. Incluso sus caballos vuelven a sumergirse, mostrando una cola de pez antes de desaparecer.
En fin, ya estaban a salvo, pero totalmente cansados, por lo que no les queda más que tirarse en la arena y descansar.