Partida Rol por web

Florian no se esperaba que el Capitán castellano los nombrara en su discurso y, en un acto instintivo, da un paso atrás para buscar cobijo en la sombra de un árbol cercano.

Sera posible! Ya podría haber sido más discreto el hombre...

En cuanto el militar formula su amenaza de disparar a niños y mujeres, el cortesano entiende perfectamente que se trata solo de una treta para intimidar a los indígenas y se queda impertérrito en su posición.

A la amenaza del capitán sigue un silencio que solo es roto por un par de disparos que provoenen desde el techo de una esas esas chozas. No parecían gran cosa, aunque los castelklanos se alarman y San Bruno grita de dolor, llevandose la mano a un su brazo derecho. una de las balas le había rozado.

Los soldados responden a los disparos y San Bruno en ese momento se mira la herida en el brazo, que parece no ser demasiado grave. Entonces detiene los disparos de sus soldados y grita fuerte:

- ¡Sé que estás ahí, Neira, y que hay otros bandoleros contigo! ¡Si no sales en este momento mataré uno a uno a estos salvajes, empezando por las mujeres y los niños! ¿Estás dispuesto a llevar su sangre en la conciencia?.

Los minutos se alargan más de la cuenta, pero al final se escucha desde adentro:

- ¡Uste gana, Capitán! Yo y los que tan conmigo nos vamo a entregar, pero deje a esta gente tranquila.

San Bruno dice que nada malo le pasará a los indios si ellos se entregan. Entonces Neira, Guzmán y Nicanor salen y son tomados prisioneros por los soldados. Entonces San Bruno Se dirige a Florian y Hanns para preguntarles:

- ¿Son estos los únicos bandidos o habían más?.

Viendo que el anonimato ya no es una opción, Florian se acerca al Capitán:

Como bandidos propiamente sí, Monsieur, estos tres son todos los qué encontramos - el montaignés levanta la cabeza para otear mejor entre la multitud de nativos - A quienes no veo por aquí son parte de mi antigua tripulación, deux femmes, que estaban en manos de estos delincuentes. Quién sabe, quizás también habrán huido en cuanto han visto la oportunidad... Estaba claro que nada bueno se podía esperar de semejantes rufianes...

Si me lo permite, mon Capitaine, regresaré a la retaguardia... - concluye el cortesano mientras inclina ligeramente su espalda en una más que ensayada reverencia.

Con esto, Florian vuelve a un segundo plano detrás de los soldados.

Ante lo que dice Florian, San Bruno envía a un grupo de soldados a buscar por el pueblo a las mujeres y se queda interrogando a Neira.

Ustedes, como esperaban, han pasado a segundo plano. Los soldados castellanos están muy interesados en encontrar a las mujeres. No hay problema en que ustedes puedan moverse discretamente para quedar más cerca de la reliquia, la cual, ahora que se encuentran más cerca, ven que es una especie de disco plateado con simbolos extraños, como si se tratara de un mapa.

Lo mejor es que en ese momento ni siquiera los indios están pendientes de ustedes.

Florian se asegura de que nadie esté mirando y ¡zasca!, coge la reliquia y la esconde dentro de sus ropas (en la barriga o en la espalda sujetada por el propio cinturón). Después se aleja disimulando de la zona prestando atención en cualquier tontería.

Debido a la bataola que han producido los soldados que revisan todo en el pueblo, Florian puede hacer lo que se propone como si fuera un abezado ladrón.

Después de que los soldados volvieran y dieran cuenta de que no estaban las dos mujeres, San Bruno parecía inquieto. No obstante, Neira le dijo mirándo a Florian y a Hanns:

- Seguramente ese parsito son igual a esos do que tiene ahí. Traidores de mierda que muerden la mano que le da de com...

No alcanza a terminar, pues un culataso lo hace callar.

San Bruno, tratando de sebarse de la desgracia de Neira, le dice:

- Pues estos dos caballeros recibiran en la capital la recompensa que han puesto por tu cabeza, Neira. Así que creo que no les importa mucho lo que pienses de ellos.

Pero lo que no se esperaban es que Rayen, la princesa india, se atreviera a pasar por entre los soldados, acercarse a Hanns y darle una bofetada en la cara con ira. Algo dice en su lengua que no entienden, pero sonaba indignada. Por su lado, San Bruno toma del brazo a la chica y les dice:

- Parece que esta salvaje no conoce de modales. Quiza debamos llevarla con nosotros para educarla ¿Ustedes qué opinan?

Hanns encaja la bofetada de la mujer y se la devuelve con el doble de fuerza y con el puño cerrado ... un gesto inesperado para un gentilhombre, pero Hanns no lo es.

Luego la agarra por el pelo a lo bruto y le dice.

¿Que pasa? ¿No eres capaz de seguir tus propios consejos?

No es tan fácil sonreír cuando te salpica la mierda, ¿Verdad? - Y la lanza al suelo con fingido desprecio.

Dirigiéndose al Capitán le responde.

Si, llevemosla con nosotros ... verá que los eisenos tenemos buena mano en adiestrar salvajes. - Dice mientras se ajusta el guante con el que ha golpeado a la mujer.

Cuando la chica cae al suelo, un rugido de ira sale de entre los indios, cosa que alerta a los soldados, que los rodean con sus armas listas para repeler a los salvajes. Lo anterior no detuvo a uno de los jovenes guerreros, que se lanza contra los castellanos, quienes abren fuego y matan al atacante y unos cuantos indios más.

La cosa hubiera empeorado de no ser por San bruno que saca su pistola y se la pone en la cabeza a Rayen, anunciando:

- ¡Jefe! ¿Dígale a su gente que si  no se calma, su hija va a ser la siguiente!.

Leftaru, con impotencia, le dice a los suyos que se calmen Y estos le hacen caso.

San Bruno vuelve a hablar, pero esta vez le lanza una mirada cómplice a Hanns:

- Bien, creo que la princesa nos va a acompañar. Así me asuguro que ninguno de vosotros se sentirá tentado a unirse a los insurgentes... ¡Soldados! Dejen que esta gente continúe con su celebración.

Y sin más, comienzan a retirarse, aunque algunos soldados se habian hecho con los caballos de los indios.

Hanns asiente al capitán pero no dice nada mas.