Elbrietas lo estaba viendo de nuevo... Los guardianes Errantes se estaban convirtiendo en los errantes a secas, y todo por el silencio y el victimismo de un miembro de su grupo, que por mucho que usase la palabra familia. Era precisamente con esa familia disfuncional con quien no compartía esa “verdad” y se limitaba a agachar la cabeza, apartarse y una vez m-as mantener el secreto y el silencio.

- Bueno, se acabó... 

Elbrietas puso los brazos en jarras y se posicionó del lado de Jace.

- Me da igual ya todo, yo estoy con Jace, y si hace falta me quedaré aquí con él. Si TAN familia somos no entiendo todo este juego de lealtades por que uno de nosotros lo único que haga sea lloriquear y callar. Así que me planto con Jace, tiene toda la razón del mundo. La verdad con la familia tiene que estar por encima de todo y llevamos ya demasiado tiempo con secretos y silencios. Y eso sólo lleva a donde estamos, a la muerte de la familia.

-Elbrietas, Jace, no me creo que Adín haya conseguido ganar ya... hace un rato era el enemigo y ahora... ni siquiera he visto que deis el beneficio de la duda a quien ha luchado a vuestro lado. Si de verdad queréis usar la palabra familia os recuerdo que eso significa estar en las buenas y en las malas. Como os he dicho, si es culpable seré el primero en reclamar justicia pero aquí, justo al lado de donde Adín nos ha puesto esta duda, justo en la puerta del enemigo, no es el lugar para airear todos los problemas internos de NUESTRA familia.

Aethorn se sorprendió de ver a Elbrietas y a Jace hacerle esta clase de chantaje.

-No me puedo creer que me hagáis chantaje de estar forma, que me estéis dando a elegir. Decidme alguno de vosotros, si estuviérais en la situación de Klaus, ¿preferirías ver a vuestra familia actuar como lo estáis haciendo u os gustaría tenerla duda de vuestro lado y que os dejara contarles vuestra versión en privado? Si de verdad somos una familia este es el momento de demostrarlo, y que no os quepa duda de que igual que actúo con él actuaría con vosotros.

El paladín miró a Klaus un instante y volvió a ver a sus compañeros. 

-Si queréis pensáoslo, estamos todos alterados. Si os parece me llevaré a Klaus a acampar a aquella zona de allí.

Aethorn señaló una zona que se veía bastante acogedora y que se veía bastante segura.

Espero poder veros allí pronto para que podamos hacer esto como la familia que somos. Símplemente pensad que os gustaría que hicieran con vosotros si estuviérais en el lugar de Klaus.

-No me puedo creer que esto esté pasando. 

A Aethorn se le vino a la mente la conversación que tuvo la última vez que le reclamaron de su orden.

-¿Cómo podrían tener esperanzas en mi si ni siquiera soy capaz de ayudar a que estemos juntos? ¿Cómo voy a poder ser un digno paladín para la orden si ni siquiera consigo defender la justicia en la que considero mi familia?

-Ojala os vea allí, os lo digo de corazón.

Aethorn le hizo un gesto a Klaus para ir yendo hacia la posada. Al paladín se le veía la preocupación en su cara, no tenía confianza en ver allí al resto de guardianes, pero no podía dejar que la justicia se dejara llevar por sentimientos y que se ejecutara como si estuviéramos en una plaza del pueblo señalando un culpable. Si era necesario hacer justicia se haría de la forma correcta.

El enano temblaba de rabia e impotencia. Adin lo había conseguido, buena parte del grupo estaba más interesada en dilucidar asuntos no procedentes que en detener a un tirano peligroso y que claramente trataba de enfrentarlos.

No dijo nada, se quedó quieto, con la enfurecida mirada fija hacia el lugar por el que se había ido Adin.

Habría atacado en solitario, pero el sabía que no tenía casi ninguna opción, y Moradin era muy claro en ese asunto. Se consideraba apropiado, incluso noble morir por una causa justa, aunque murieras tratando de matar un dragón anciano. Pero dejarse matar luchando en gran desventaja si había mejores alternativas se consideraba cobardía e, incluso, traición.

Negó suavemente mirándolos a todos, apretando los labios, todo aquello seguía siendo de alguna forma su culpa no era justo para nadie que aquello pasara por una decisión que había tomado el, con todas las consecuencias, así que negó de nuevo. 

Lo hice...yo sentencié a Shem, mi mano y mi palabra fueron las que eligieron y dieron fin a todo…no tenía otra opción, el mal menor....no tuve valor para hacer otra cosa y sabia...que él lo entendería, de alguna manera, sabría que no lo habría hecho de tener otra opción...no tuve valor de morir...aunque quizás es lo que merezca...- Negó suavemente con la cabeza abajo sintiendo como su cuerpo temblaba. 

Hice lo que consideré mejor…para salvarlos a todos...al pueblo, a ….los demás...soy un asesino y un cobarde...y merezco lo peor.....Jayce tiene razón....pero no fui capaz de sacrificarme...no lo fui...lo siento…aunque se que no servirá de nada y no traerá a Shem de nuevo a la vida...- Cerro los ojos sin moverse, todo lo que pasara sin duda se lo merecia. 

Aethorn miró a Klaus sorprendido y a la vez confundido por lo que estaba oyendo. Lo que Klaus había dicho le generaba tantas dudas sobre qué había ocurrido.

-Pero...¿Como que elegiste? ¿Mal menor? ¿De qué estás hablando? ¿Cómo que lo mejor para salvarlos a todos? Cuéntanos desde el principio que pasó durante el ataque con detalle.

La curiosidad y la rabia invadió al aasimar. Acordarse de Shem y la idea de que Klaus le hubiese matado... Aun así algo en su interior le decía que debía escuchar toda la historia, que Klaus no era un asesino, que todavía no había escuchado la historia, sólo lamentos y culpabilidad.

- ¡Ja! –fue la primera respuesta de Morowe a la confesión de Klaus. - ¿Así que a eso te referías cuando dijiste que Shem te ayudaría? ¿A qué matarías a un compañero a sangre fría? –escupió al suelo contrariada a modo de repulsa. – Desde luego no sé qué pretendía Vanadiato haciéndome viajar con vosotros, quizás se tratase de esto. – dijo señalando a Klaus. - Seguro que sospechó también de él desde el primer momento.

Hizo una ligera pausa en la que se llevó su mano derecha a la frente y movió la cabeza a ambos lados mostrando síntomas de estar bastante contrariada.

- ¿Y ahora qué? ¿De verdad queréis entrar ahí con todo lo que tenemos encima? Por lo pronto Jace tiene razón, a ver con qué autoridad vamos a entrar a detener a Ardin y los demás, cuando entre nosotros va el asesino de uno de sus hermanos. Nada más que se difunda el rumor de que los Guardianes Errantes mataron a uno de los hermanos del “señor de Mesné” nuestras cabezas acabaran colgadas en picas a las puertas de la ciudad.

La humana miró al suelo y terminó añadiendo:

- Y lo peor de todo es que el nombre de los Guardianes Errantes ha quedado manchado con la sangre de un inocente. -concluyó cerrando el puño al recordar la escena del cuerpo del forjado inerte en el suelo.

—Lo sabía. ¡LO SABÍA!—dijo Jace pero en lugar de dirigir su rabia contra el druida lo hizo contra Aethorn—. ¿Pero tú te escuchas? ¿Cuéntanos desde el principio! ¿Qué más necesitas saber? ¡No eres más miope porque no quieres!

El joven mago escupió al suelo.

—Este grupo es una mentira—entonces volvió a marcharse pero esta vez no fue dirección a Mesné—. No volváis a buscarme.

—No me lo puedo creer Klaus—dijo una estupefacta Rajmia—. No puedo entenderlo. ¿Cómo pudiste? ¿Era porque no confiabas en él? Esto es...

La felida dejó de hablar con la voz rota.

—Morowe tiene razón. Nosotros no podemos hacer nada por Mesné. Yo... creo que es mejor que me marche.

Con la confianza del grupo desmoronándose y la mitad de sus miembros renunciando a hacer algo contra Adín, el viaje que habían iniciado en Fuerte Antares llegó a su fin. Los Guardianes Errantes no serían el primero ni el segundo grupo en desaparecer, ni tampoco sería el último. El oficio de aventurero es peligroso y la supervivencia de cualquier grupo nace de lo que ahora mismo nadie tenía, confianza.

Adín les había desafiado a entrar en la ciudad y confrontarle, pero desde la puerta de la misma el forjado contempló satisfecho de que ya no había reto alguno. Su objetivo en ningún momento había sido el de enfrentar a los Guardianes Errantes. Cierto era que todavía tenía ansias de venganza pero por el momento no iba a darles una excusa a esos aventureros para volver a unirse. Su prioridad ahora mismo era Mesné, y aunque nunca hubiera buscado el título de Señor, ahora que lo tenía no iba a rechazarlo. 

FIN