Partida Rol por web

Después de varios días de viaje, los Guardianes Errantes (más Shem) llegó a la ciudad de Nogdem. Viajar con Shem no había sido un problema, en un mundo lleno de humanos, elfos, enanos, pero también félidos, tortúgidos y rátidos, el forjado era una rareza más, pero no algo que creara algún tipo de alarma. Un graciosillo podría generarle los mismos problemas al paladín de Sirius que a Rajmia.

Nogdem era una ciudad conocida por todos, puesto que en el viaje de ida ya habían pasado por allí, pero que tenía especiales vínculos con Aethorn y Elbrietas. El paladín era miembro de los Caballeros del Guantelete, Orden de Caballeros que guiaba a la ciudad. La gnoma por su parte, había sido instruida en la orden, pero a diferencia del aasimar había sido licenciada con mucho (¡muchísimo!) deshonor. Pero claro, sólo había que conocer un poco a Elbrietas para saber que su lugar no estaba entre unos caballeros.

El grupo se dirigió a "El caldero de Maryam", la taberna donde residieron en el viaje de ida. Fue una recomendación de Elbrieta a que no le gustaban la mayoría de los locales que frecuentaban los caballeros.Tras conseguir las habitaciones y los aventureros se dispusieron a cenar. Entonces al final de la cena, Frank, un caballero del Guantelte, vino con un mensaje de la Orden en la que requerían la presencia de Aethorn.

Como era de esperar en él, Aethorn acompañó a Frank hasta la Torre Valiente, la sede de la Orden. Los dos caballeros se conocían desde sus tiempos de instrucción, pero cada uno había tomado un camino distinto. Aethorn era un caballero andante (al menos hasta que la Orden reclamase sus servicios), mientras que Frank servía en la guardia de Nogdem. Los dos charlaron de cosas de poca importancia hasta que llegaron a su destino, cosa que llamó la atención del aasimar.

Se trataba de las dependencias de Ontharr Frume, enano nacido en Nogdem, y sin duda una de las personas más importantes de la orden. No por nada, se trataba del representante de la Orden en la Confederación de Benerluxia. En aquellos días, el representante era de facto la persona que estaba por detrás del Gran Maestre en cuanto a importancia en la orden. Aethorn había coincidido alguna vez con Ontharr pero nunca habían tenido ninguna conversación importante. ¿Qué podía querer de él?

Ontharr esperaba a Aethorn sentado en unos cómodos sillones. Al ver entrar al aasimar, el enano se levantó y fue a estrecharle la mano.

—¡Bienvenido Aethorn!—lo saludó—. ¿Qué tal va todo? ¿Como están los caminos?

Aethorn miró a su alrededor cansado y extrañado de estar en una habitación tan acogedora. Los viajes habían hecho que no recordara lo cómoda que podía llegar a ser una habitación. Centro la vista en el representante y, justo cuando iba a realizar una reverencia, se vio con la mano estrechada por Ontharr,

-Buenas Señor, muchas gracias por esta bienvenida tan acogedora. Siendo sincero entenderá que no entraba en mis planes. Respecto a los caminos, la verdad es que hay muchísimas cosas que contar, siempre hay que estar atento a las dificultades.

El paladín decidió obviar por ahora su experencia con Adín y mencionar el hecho de ir acompañado de un forjado. No era necesario alarmar al resto de la orden hasta que no fuera necesario y seguramente su presencia en esa habitación tuviera mucho que ver con y acompañado de Shem.

-Pero dígame, no quiero aburrirle con mis histórias. ¿A qué se debe mi presencia aquí?¿Hay algo que pueda hacer por la orden?

El enano se mesó la barba.

—No sé si te lo han dicho antes, pero me gustaría que supieras que tenemos puestas en ti grandes esperanzas para el futuro de la orden.

Otra vez la cantinela del futuro predestinado. La había tenido que aguantar en Pontflamingo durante toda su infancia y también en su época de escudero de la orden. Por eso mismo se había dado prisa en hacerse caballero andante. Aethorn era un devoto seguidor de Nihal, pero le molestaba de sobremanera que todos esperasen grandes cosas de él.

—Ha llegado a mis oídos que entre tus compañeros de viaje está Elbrietas—dijo ya con gesto serio—. No dudo de que esa gnoma no tenga el corazón en su sitio, pero el camino que tú y yo hemos elegido conlleva algo más que corazón. Me preocupa sobremanera las consecuencias que sus alocados actos puedan acabar causando sobre ti. Dudo que sea la mejor de las compañías.

Aethorn se sorprendió por un momento. Suponía que destacaría más la presencia de Shem que la de Elbrietas, aunque tampoco era de extrañar, dado cómo salió de la orden.De repente su cabeza volvió a sentir la presión de "Lo que esperaban de él".

-¿Por qué no podía llevar su camino por la senda que creía que Nihal le tenía preparada?- Aethorn respiró hondo...

-Le agradezco que tenga puesta tanta confianza en mi. Espero poder justificarla y demostrarle que está en lo cierto. Respecto a Elbrietas... Sí, es cierto que viene con nosotros, pero le rogaría que no se preocupara por las consecuencias que él pueda tener sobre mi. Yo doy gracias a Nihal por tener la oportunidad de que mis actos tengan consecuencias sobre todos mis compañeros, incluído Elbrietas.

Por un momento se calló y pensó en sus compañeros.

-Es más, estoy seguro de que alguno de mis compañeros de viaje, con entrenamiento y fe, podrían ser unos valiosos miembros de la órden. Creo que la fortaleza del grupo con el que me muevo está precisamente en su diversidad y su lealtad. Cada día siento que soy un mejor paladín gracias a todos ellos, señor.

El aasimar miró fijamente a los ojos al representante de la orden. Quería mostrar que realmente estaba convencido de sus palabras y que, su viaje estaba siendo muy productivo.

El enano no pareció muy conforme con la respuesta del aasimar.

—No dudo de su valía ni de que puntualmente puedan servir a la orden. Pero ahora eres tú quien me preocupa. Tú, tu futuro, tu futuro para con la orden y la propia orden misma. Tus actos afectan a la orden de la misma manera que los actos de la orden te afectan a ti. Un paso en falso, una mala decisión tuya o de alguno de tus compañeros, y todo a lo que has dedicado tu vida se irá al garete.

Onthar hizo una pausa para tomar aire.

—Hoy eres un caballero andante Aethorn, pero tú estás hecho para algo más. Quién sabe si incluso ocupar el sillón en el que hoy me siento. ¿Estás seguro de querer arriesgarlo todo?

El paladín escuchó atentamente sus palabras. La confianza que mostraba en su futuro le hacía volver a sentir toda la presión de la que había intentado evadirse.

-Le agradezco que tenga tanta confianza en mi futuro, y por creer que algún día podría estar preparado para desempañar ese tipo de funciones. Soy consciente de que mis actos afectan a la orden, pero mi camino como caballero andante me ha llevado a una misión un tanto delicada. Comprendo y agradezco que se preocupe por mi, pero la circustancia me ha llevado a una delicada misión.

-En fin, creo que va siendo hora de hablar sobre Adín...

Aethorn hizo una pausa, miró a Ontharr y tras ver cómo fruncia el ceño intrigado tras sus palabras continuó.

-Actualmente nos encontramos siguiendo los pasos de unas extrañas criaturas que se creían extintas a día de hoy, forjados. Al parecer uno de esos forjados se ha apoderado del alma de todos los demás excepto uno, y está dispuesto a lo que sea por conseguir tener alma propia. Estamos en una misión para detenerle ya que, estamos seguros de que realizará cualquier cosa, por malvada que sea para lograrlo. Además... al ser un forjado ha aprendido muchísimo y muy rápidamente, ya he podido comprobarlo. Por eso creo, que lo mejor para la orden, para mi, y para todo el mundo es tener éxito en esta misión...

-Además... el forjado que sigue siendo fiel a nosotros... también es paladín, pero por algún extraño motivo no alzar su arma para combatir hasta dentro de tres meses. Siento que debemos conocer sus razones y sus motivaciones y concer qué razón puede existir para que un paladín ponga una promesa así por encima de sus votos de defender la justicia. Debemos recuperar su mejor versión por el bien de todos.

El enano seguía mirando a Aethorn con el ceño fruncido.

—Entiendo. No voy a ser un impedimento en la empresa en la que estás metido actualmente Aethorn.Es lo suficientemente importante como para que lo demás no importe. Pero mantengo mis palabras. Recuerda que debes obediencia a la Orden. Si veo que persistes en tu comportamiento, me veré obligado a requerir tu presencia en la ciudad. Tu sabrás si quieres mantener tu libertad de caballero andante.

Esto ya no era un consejo, sino que sonaba a advertencia.

-Por supuesto señor... No me malinterprete, soy fiel a la orden y me siento orgulloso de que se me permita ser caballero andante. Si ha sido así es porque creen que es lo mejor para mi y para la orden. Sólo pretendía mostrarle mi punto de vista para que pudiera comprender mejor lass decisiones que he ido tomando. Y del mismo modo, si tiene algún consejo que darme ahora que conoce mi misión actual se lo agradecería. Estoy seguro de que su experiencia puede ayudarnos mucho y, créame que tendré muy presente lo que me ha dicho.

Aethorn intentó relajar la conversación. No le estaba gustando el camino que tomaba ya que creía que no estaba transmitiendo su preocupación actual por los acontecimientos al representante de la orden.

Ontharr seguía ceñudo, pero había dejado su mensaje claro. No le gustaba que el aasimar viajara con Elbrietas, no iba a seguir insistiendo.

—Son pocos los forjados que hoy pisan Mercatia, Aethorn. Desconozco si se trata de uno de esos míticos forjados que han sido capaces de sobrevivir durante más de dos milenios, o algún despertado posterior. Sea como sea atiende a todo lo que él pueda enseñarte. Son seres formidables con un gran saber. En mis tiempos de caballero andante, también tuve la suerte de viajar con uno de ellos.

El enano se levantó de su silla invitando indirectamente al aasimar a hacer lo mismo.

—Supongo que tienes que volver con tus compañeros. Buena suerte en vuestra empresa Aethorn. Nihal siempre estará ahí para guiaros hacia la victoria. Lidera a tus compañeros.

El aasimar se levantó teniendo claro el mensaje que le estaba transmitiendo Ontharr.

-Muchas gracias por su consejo y seré cauto a la vez que intentaré aprender todo lo posible. Debería partir de vuelta para ver a mis compañeros. Ha sido un placer verle y espero que pronto lleguen a sus oidos buenas noticias de mi misión.

Aethorn se quedó pensando sobre la experiencia que podría haber tenido Ontharr en su pasado con los forjados.

-Espero que no le moleste si algún día le pregunto por el tiempo que compartió con el forjado en su época de caballero andante. No tenía constancia de que hubiesen existido más forjados el los últimos tiempos. Para mi sería un honor escucharla y poder utilizar su experiencia en mi futuro próximo. Me han surgido muchas preguntas al respecto de su aventura.

El paladín se acercó hasta la puerta mientras le acompañaba Ontharr para despedirle.

Tras despedirse de Onthar, Aethorn salió de sala y volvió por dónde había venido. Había sido sin duda una conversación extraña, no era normal que alguien como el Representante de la Orden se metiera en un asunto tan personal. Y sin embargo así había sido.

¿Qué estaba pasando?

Aethorn continúa aquí.