No pudo evitar mirar a Zhukov con el ceño fruncido y los labios apretados escuchando cada una de sus palabras. – Podéis no creer en mis palabras, y tener pensamientos propios maese enano, pero no me tratéis como si no fuera consciente de todo lo que digo, bien puedo ser joven, pero mi mente es clara en estas cuestiones.
Fui traicionado una vez, los dioses serán testigos de que no lo seré dos veces, no volveré a pecar de crédulo.....- Se quedo mirando seriamente al enano tras aquello- Asi pues, respetad mis impresiones como yo respeto que vos pienses en todo lo contrario....
Tomo su mano la bebida sin alcohol mirando a todos los que se habían acercado. – Bien, ya que estamos todos aquí menos el referido, tengo mis dudas sobre Shem, sobre sus intenciones y sobre si es el verdadero Shem quien habita en el interior de esa coraza que llama cuerpo...pero solo son mis ideas los demás sois libres de pensar como queráis....
Tras aquello su intención no fue reunirse con los demás en la mesa con Shem sino salir fuera para tomar el aire unos segundos, estaba enfadado y seguramente diría más cosas de las que se arrepentiría más adelante si seguía con aquella charla.
Elbrietas golpeó con su jarra ya vacía la mesa y eructó sonoramente. Hasta un enano habría estado avergonzado. Se limpió la boca con una manga los restos de cerveza.
- En fin. Ahora que tengo la atención de todos, parece que mí gnomicidad es contagiosa, normalmente es a mí a la que chilláis por ser una bocazas metepatas, pero en fin, si sospecha, que sospeche... Tenemos desconocimiento de cómo funciona el dominio de los forjados, o de que son capaces o no, ese desconocimiento siembra dudas y las dudas cosechan miedos. El miedo a lo desconocido es un asunto muy feo que tiende a volver un poco loca a la gente, sean buenas o malas personas.
Elbrietas hizo una pausa y suspiró.
- Pero yo tengo claro. Que hablar no sirve de nada, podemos pasar horas discutiendo si es de fiar, si yo soy de fiar. Muchos de aquí dirán que yo no soy de fiar por que no sé tener la boca cerrada o guardar secretos. Mirar. Los hechos hablarán, a mí Shem me cae bien, y el tiempo dirá si es un buen amigo o un enemigo digno de medirse con Ilusión y Esperanza.
Dijo Elbrietas levantando sus puños en una dramática pausa.
- Hasta entonces, voy a tratar a ese pedazo de metal con cprzón como a cualquiera de vosotros. Que sus actos hablen por él. Además. Aún tenemos pendiente ese puño meteoro... Y en fin. Me voy a por más bebercio, esta última me la terminé muy deprisa por el discurso y todo eso.
Dicho lo cual. Elbrietas se sentó junto a Shem, se sirvió más cerveza y le ofreció a Shem para brindar.
Rajmia, tras haber escuchado la preocupación de Klaus acerca de la verdadera identidad del forjado que se encontraba solo en la mesa, esperando a que el resto volviese con las bebidas, no pudo más que pensar que quizá su amigo tuviese razón. Tanto Elbrietas como Zhukov pensaban que se había vuelto loco por el miedo que genera una duda así, pero la félida, al igual que Klaus, ya había sido traicionada una vez y por tanto, empatizó más con el joven.
-¿Por qué pensáis que Klaus está bajo los efectos de la bebida por pensar de una forma distinta? Que yo sepa, no bebe nunca, y a mi también me ha inspirado siempre cierta desconfianza toda esta historia del "hijo pródigo" que vuelve a su padre y después quiere salvar el mundo del malvado poder de su hermano.-Se detuvo un momento para tranquilizarse y añadió tratando de reducir la tensión del momento.-Además, no siempre es tan bueno el ser demasiado confiados, no viene mal que haya un poco de todo.
Después, al ver que Elbrietas se había ido a la mesa con Shem, y que a Klaus le apetecía salir a tomar el aire en lugar de acompañarlos de nuevo a la mesa, miró hacia Jace y Barril, y con una cara ya somnolienta, les sugirió que deberían ir terminando la velada, o al menos, aclarar lo que se quisiera aclarar.
-Chicos, deberíamos regresar ya a la mesa con Shem y Elbrietas. Me gustaría que todos aclarásemos con Shem nuestras dudas, pero si seguimos así, me parece que correré el riesgo de no enterarme, estoy demasiado cansada ya de todo el día...
Zhukov se obligó a hacer caso omiso de las palabras de Rajmia. Parecía que todos habían vivido en un mundo tan lleno de intrigas que no sabían reconocer la bondad incluso si esta era evidente como un amanecer. Pero igual ese era el motivo por el que Moradin le había enviado, enseñar a aquellos descreídos que la bondad existía.
Mientras pensaba en eso Barril apuró su jarra mientras se rascaba la nalga izquierda. Despues tomó otra jarra y le dió un golpecito cariñoso a Jace en la espalda, casi tirandolo al suelo.
—¡Por el pene dorado de Sirius! Vayamos a beber a nuestra mesa y olvidémonos de esta triste conversación.
Ya sobraban las conversaciones tan cripticas, era momento de bailar, cantar, pelear y putañear.
Al ver la actitud de Barril, siempre dispuesto a hartarse de beber y montar jaleo en cualquier taberna por la que pasaban hasta altas horas de la madrugada, la félida decidió que lo mejor sería pedirse una nueva jarra del licor sin alcohol que había estado bebiendo y unirse a Elbrietas y Shem, que parecían estar pasándolo en grande.
-Creo que será mejor que me vaya... en cuanto termine esta jarra, me retiraré a descansar... -pensó Rajmia, mientras pedía la bebida.
Una vez atendida, se marchó hacia la mesa con sus amigos, dejando a Barril y Jace con las bromas que acostumbraban a hacerse entre ellos.
A medida que se acercaba a la mesa, le intrigaba más la historieta que debía de estar contándole la pequeña gnoma a Shem. Así que decidió unirse a la broma, para olvidarse un poco de la situación tensa por la que había tenido que pasar.
Para ello, soltó la jarra en una mesa vacía que había justo al lado de la suya, y acercándose lentamente a Elbrietas por la espalda, tras hacerle un gesto a Shem para que disimulara, le dio un susto.
-¡Buh! -tras lo que Elbrietas dio un salto y por poco tiró lo que le quedaba en su jarra. -¡Qué animados se os ve chicos! ¿Por qué no me sorprende? -y girándose hacia la gnoma, le guiño el ojo.-Tú como siempre haciendo de las tuyas, jeje, pero ¡qué bien nos lo haces pasar a todos!
A continuación, se sentó junto a Shem y se dispuso a disfrutar lentamente del licor, mientras el resto del grupo decidía aparecer por allí.
- ¡La gata que te parió Rajmia! Qué susto me has dado, con todo el barullo de la taberna ni te oí. Pero ten cuidado. O un día te encontrarás con que te rompo la nariz con Ilusión. No sería la primera vez que me pasa... Ains... Pobre Fred... Estuvo sangrando tres horas... Me despertó por que me había quedado dormida sobre un libro de leyes. Luego además me enteré que no le preocupaba que estuviera dormida sino que temía por el libro ya que estaba babeando...
Elbrietas se quedó pensativa un momento, está ciudad le traía recuerdos de la academia y de su tiempo con los caballeros del guantelete. Fueron tiempos confusos y una época de su vida que no estaba muy segura de cómo debía de hacerle sentir. Pero pronto volvió a la mesa y la taberna. Era mejor beber. Se refrescó la garganta con un trago y siguió hablando.
-En fin Shem como te decía. Es un mundo complicado y confuso, a veces las cosas no son como parecen. Los que parecían malos son los buenos, los que parecían buenos son los malos. Y pues ahora mismo contigo estamos un poco así, pero eres un chico listo, así que no te preocupes. Haz como yo. Céntrate en vivir el ahora y ya llegará el mañana. Por ahora, tenemos que planificar el puño meteoro, lo único importante es ¿Cómo de lejos crees qué puedes lanzarme?
-Jolines, pues sí que se ha tomado mal el susto Elbrietas... Para ser siempre quien está gastando bromas al resto, debería aceptarlas mejor...-pensó Rajmia tras la reacción de la gnoma y la historia que la acompañaba. Pero en lugar de compartir sus pensamientos, pues quizá simplemente estuviese exagerando la reacción de su amiga, y no fuese para tanto, permaneció en silencio. Ya había habido demasiados "malentendidos" como para echar más leña al fuego.
Mientras daba un gran sorbo a su jarra, la félida se entretuvo observando la cara pensativa de Shem ante la pregunta de Elbrietas, como quien estuviese haciendo cálculos de ingeniería y no pudo evitar sonreír. -¡Vaya par! Ahí como se les ve, ¡son tal para cual! -Y lanzando un suspiro, se mantuvo al margen, escuchándolos.
Jace y Barril se quedaron solos en la barra. El mago se pasó la mano por la cara y resopló.
—¡Maldita sea! ¿Es que nadie sabe lo que es un paladín? ¡Ni que no viajásemos con uno! ¡Son perfectos! ¡No pueden equivocarse! Un fallo y se quedan sin poderes. ¡Con lo fácil que es pedir que los enseñe! En fin... arreglaremos esto cuando vuelvan Kilian y nuestro otro paladín.
Shem miró a Elbrietas sin entender muy bien a qué se refería. Excepto a la parte del Puño Meteoro, ahí la gnoma ya había sido bastante clara y concisa.
—Quizás... deberíamos empezar porque dejases de usar esa armadura tan pesada. Te añade demasiado peso extra y la verdad, no sé si incluso entorpece tus movimientos. ¿Estás segura que no te iría mejor con otra cosa?
Sin embargo la pregunta se quedó en el aire, porque Aethorn, Kilian y Klaus volvieron a aparecer por la taberna.