Los Guardianes se levantaron tarde ese día. La repentina marcha de Kilian los había dejado sin fuerzas ni motivación, así que ese día no se dieron mucha prisa por salir hacia Mesné cuanto antes. Bajó un sol de justicia, la jornada de viaje fue silenciosa y depresiva. Nadie tenía muchas ganas de hablar, ni siquiera el bromista de Jace estuvo muy por la labor de hacer de las suyas. Al terminar el día el grupo montó su campamento al un lado del camino y se dispusieron a preparar la cena.
Jace estaba encargándose de asar unos trozos de carne cuando se tropezó y apoyó con su mano la sartén.
—¡AAAAAAAAAAAAAGH!—gritó dolorido—¡JODER! ¡DUELE! ¡JODER!
Shem, que era quién estaba más cerca, no tardó en acercarse y mirar la quemadura del mago. Olía a carne quemada y parecía realmente dolorosa. El forjado, sin que nadie pudiera hacer nada, puso sus manos en torno a la de Jace y rezó en voz baja una oración a Sirius. Las metálicas extremidades del paladín brillaron con una luz blanquecina y al finalizar, la quemadura había desaparecido.
El mago resoplando y todavía con el dolor en el cuerpo alcanzó a decir:
—Gracias...—entonces miró a sus compañeros que habían llegado con los gritos y por último fijó su vista en Klaus—. Menos mal que eres un paladín de verdad Shem. Sino habría sido Aethorn quién me curase y luego se pone muy pesado con que le debemos favores.
Entonces miró al paladín y descaradamente le guiñó el ojo. ¿Acababa de pasar lo que parecía que había pasado?
Al ver a Jace quemarse, Zhukov se cayó del tocón donde estaba pelando papas, de la pura risa.
Estaba en el barro secándose las lágrimas y apunto de levantarse para curar a Jace cuando Shem se le adelantó. Aún riéndose dijo:
— Jejeje pero hombre, Shem, dale un rato que le duela, que si no no va a aprender. He perdido la cuenta de las pupas que le he curado.
Después se quedó mirando al cielo nocturno, barriga al aire y pelando la patata sobre su pecho. Elevó una plegaria por los seres queridos de los que no podía cuidar personalmente, añadió a esa lista a Kilian. Después hablo con nostalgia
— Ya sabéis que dicen que los paladines que abandonan las leyes de sus dioses pierden sus poderes. Pues siempre me contaron la historia de un paladín de Moradin que perdió sus poderes por prestarle dinero a un elfo jajajaja.
Después se empezó a reír con su propia historia, tanto que la patata se le cayó sobre la cara.
Estaba recolectando algo de madera cuando vio todo aquel teatro. Por qué le quedo clarísimo que era un trato tras el descarado guiño de Jace al forjado y como Zhukov rápidamente se unía al grupo. Lanzo un suspiro y termino de recoger el último trozo de madera del fuego para acercarse al grupo, tomando la patata del suelo para lanzársela a Zhukov de nuevo con una sonrisa.
Vale....captado..... – Tras aquello miro al forjado, aun se sentía reticente, pero también era cierto, que no debería estarlo, o eso suponía, le habían demostrado que los poderes de paladín seguía teniéndolo. Quizás lo que realmente pasaba es que no quería volver a encariñarse con nadie sabiendo que aquello tenía fecha de caducidad seguramente.
Lo siento Shem......no me fiaba de ti, ni de tus intenciones, pensaba que tu hermano podía seguir controlándote de alguna manera....- Luego miro a los demás y se rasco el cuello ligeramente nervioso y avergonzado. – Lo siento a los demás también....por ser un poco dificil a veces... – Un hombre también debía saber reconocer sus errores y admitirlos.
Aethorn vio como Shem curaba las quemaduras de Jace y se alegró de que hubiera alguien más capaz de realizar esas funciones. Sería difícil si en combate tenía que curar y atacar a la vez, y con la ayuda de Shem podrían ser mucho más efectivos.
El paladín sonrió ante el comentario de Barril y se acercó a Jace.
-Así que me ves así, ¿no? Tendré que dejar de ser tan delicado cuando te imponga las manos, jeje. Para la próxima quemadura una buena friega y algo frio. ¿Te parece? Y Shem, muchas gracias por ayudarle, espero que no tengas que hacerlo con mucha frecuencia...
La mente del paladín volvió a acordarse de Kilian y durante unos momentos rezó para que su camino fuera lo más exitoso posible.
-Bueno... creo que va siendo hora de seguir nuestro camino. No creo que los hermanos de Shem vayan con demasiada tranquilidad en busca de su objetivo.
Aethorn le dio un golpe en donde estaba la quemadura aJace e intentando que todos estuvieran de mejor humor tras el último día miró a sus compañeros, tras dedicarle un vistazo a Rajmia, Barril, Klaus y Elbrietas miró a Jace de nuevo
-Yo hubiera preferido apodarte "brasitas". Ya no tiene tanta gracia...
El paladín volvió con sus cosas y se puso cómodo de nuevo.
Rajmia no se encontraba de humor después de la dura despedida de Killian, incluso había perdido el apetito, por lo que el olor a carne asada que estaba preparando Jace, le estaba revolviendo el estómago.
-Puff... qué asquito...-pensó la félida mientras trataba de disimularlo, pues no quería arruinarle la cena al resto.
Al escuchar gritar a Jace, se sobresaltó y corrió como el resto de sus amigos para ver qué sucedía, y llegó justo cuando Shem estaba terminando de curarle.
-Vaya Shem... mmmm... parece ser que realmente sí tienes poderes de Paladín...-rascándose la cabeza con incomodidad añadió-al igual que Klaus yo tampoco terminaba de fiarme de ti del todo. Lo siento.
Lo único que consiguió arrancarle una sonrisilla fue el comentario de Aethorn, a quien miró con agradecimiento por tratar de alegrarles el día a pesar de todo.-Gracias Aethorn-y el resto del tiempo permaneció en silencio.
Shem miró al druida y después a la félida en silencio durante unos segundos antes de hablar.
—Lo entiendo. Pero sabed que mi hermano nunca llegó a controlarme, sólo lo intentó. Si así hubiera sido mi vínculo con Sirius se hubiera roto, como Jace bien os ha mostrado—el forjado entonces miró al mago—. ¿La quemadura ha sido intencional?
Jace puso cara de indignado.
—¡Por favor! ¿Tengo cara acaso de ir por la vida quemándome la mano para ayudar a un desconocido? Por favor, tengo una reputación que mantener—el mago puso los ojos en blanco—. Es sólo que con todo lo de Kilian ando hoy un poco despistado. Pero oye, si ha servido para que se disipen las dudas hacia ti... pues eso que te llevas. Ese soy yo, dando hasta cuando no lo pretendo. No se puede ser tan guapo.
Elbrietas se desperezó y se estiró a la vez que aún sollozaba muy levemente. Entre ruidillos de sorber mocos y ojos húmedos. Se limpió los mocos una vez más con la manga, una manga que por otro lado necesitaba una limpieza urgente ya...
Llevaba un tiempo muy callada, todo lo de Killian la había sumido en una cierta tristeza y un aura de nostalgia. No era frecuente pero de vez en cuando le pasaba. Aunque ya se estaba reponiendo. La verdad que ese Desde la taberna le había costado mucho dejar de llorar... Killian... Compañero...
El gritó de Jace evitó una nueva escena y la siguiente escena la alegró. Todo el mundo parecía estar contento de repente con Shem. Se alegraba mucho. Ella seguía pensando igual pero el tiempo diría justo eso. Ella vivía el ahora.
-¿Estás bien Jace?, qué fácil hacéis que parezca los paladines...
Elbrietas se levantó y se acercó a Rajmia, sentándose a su lado.
- En fin... Pues vistos los milagros ¿Cual será nuestro siguiente milagro? Yo siento que necesito pegar a alguien para animarme, estoy aún que me cuesta creerme lo de Killian, de haberlo sabido con tiempo le habría cocinado un gran pan para el camino.
Elbrietas fue cogiendo algo de comida y bebida y fue llenándose el estómago. Comer era algo que siempre la animaba.
- Es decir ¿Tenemos algún plan o es más seguir hacia delante y aplastar cabezas? A mí ya sabéis que me sirve todo. No soy alguien muy exigente. Pero también digo. Ahora que no está Killian sería buena idea replantear estrategias de combate entre nosotros. Y sigo diciendo que nos faltan algunas estrategias de combate en grupo con nombres chulos. De eso nunca hay suficiente.
Conforme comía, bebía y despertaba Elbrietas se iba animando, el brillo en sus ojos de pena iba siendo reemplazado por el de la expectación y la alegría. Pues era alguien que vivía las emociones de forma intensa pero los gnomos se sobreponían a todo. Miró a Rajmia y empatizaba con ella, conocía a su amiga y sabía que era alguien que callaba más que otra cosa. Le puso una mano y la miró a los ojos.
- Sabes gatusina
En sus palabras no había ápice de sorna ni burla, era un mote sincero y desde el mayor cariño y respeto.
- Con la tripa vacía no se funciona bien nunca.
Elbrietas rebuscó entre sus cosas y sacó envuelto medio bollito de canela, tenía pinta de estar seco y ser algo viejo, pero cualquiera que llevara un tiempo con Elbrietas sabía que el bollo de canela que siempre llevaba encima era una especie de “cura de emergencia” algo que siempre la alegraba y era como morder recuerdos, como saborear el hogar. Partió esa mitad a la vez en dos trozos y le dió uno a Rajmia.
- Toma compañera, esto no será magia, pero te aseguro que cura la tristeza.
Tras lo cuál se levantó y se sentó junto a Shem. Le ofreció el último trozo del bollito de canela reseco.
- En fin hojalatas. Eres bienvenido. El tiempo dirá quien es el malo y quien es el bueno. Pero yo vivo mucho el ahora, lo demás es lo de menos. Bienvenido a mí familia.
¡Y ahora todo el mundo a cenar o se las verá con el puño meteoro, prototipo uno!
¡SOMOS LOS GUARDIANES ERRANTES! Gritó Elbrietas levantando el puño al cielo.
Observo a la pequeña del grupo mientras se sentaba y sentía como Cormag se posaba en su hombro para darle obvio consuelo. – Podemos dejar ya el tema de Killian, se ha ido, y no volverá pronto....si solo miramos atrás nunca veremos el camino que se abre delante.... – No quería pensar en su amigo, en aquel que había sido un hermano mayor para él. No le gustaba pensar en las pérdidas, le hacía recordar que no era el primero en marcharse de su vida en poco tiempo y aquello le recordaba el inmenso abismo de incertidumbre que se abría ante él.
Los suyos siempre estaban solos nunca sabría donde estarían sus padres, o sus hermanos, solo tenía conocimiento bastante escaso de donde podían estar sus abuelos y hacia tanto que no los veía que seguramente ni los reconociera. No le gustaba estar solo, aquello aun le seguía dando algo de miedo, no le gustaba perder gente a su alrededor. Se acercó entonces a la hoguera para dejar su plato allí. – Quien quiera mi ración que la tome no tengo especial hambre....voy...a buscar más madera...
Lanzo un silbido para que el burro se acercara para pasear un rato por los alrededores del campamento, soltando un suspiro mientras pegaba patadas a la piedrecitas del campo.
Habia demasiada melancolía para Zhukov, que descansaba tranquilamente sobre su espalda con las piernas sobre el tronco donde estaba sentado hasta hace unos momentos. Por suerte se había reabastecido así que, con un par de gruñidos, se estiro hasta coger el zurrón de vino que descansaba y se echo un buen trago. Después trato de acertarle a Elbrietas con la patata que tenia a medio pelar a modo de broma, pero solo consiguió que cayera sobre la hoguera. Con un gañido mezcla de carcajada y bufido, se levanto y se puso a comer la otra media patata asada.
—No lo entiendes Elbrietas, los paladines pierden sus poderes si no cumplen los preceptos de su dios. Así que es imposible que Shem sea controlado por su hermano. Podemos decir que Shem es tan bondadoso y honorable como Sirius, es decir, un poco menos que Moradin.
Elbrietas se encogió de hombros
- Claro que lo entiendo barril, pero vengo de una ciudad en la que demasiadas veces he visto como las leyes se retuercen y consiguen que algo hecho para proteger a los inocentes se convierta en un arma para proteger a los malvados. Pero me da igual. Os lo he dicho muchas veces, juzgaré los actos de cada uno. No lo que digan las leyes de un dios con quien no puedo compartir ni mí comida ni mí cerveza.
Tras lo que se quedó un poco pensativa.
- Además. No sabemos nada de estos forjados y seguimos sin saber la verdad de nada. Podíamos empezar con los miles de ¿Y sí? Desde si es Shem quien controla y no quien es controlado. O en fin. No acabaría. Creo firmemente en lo que he dicho. Juzgaré al hojalata por sus actos, no por lo que nadie diga, y menos unas leyes divinas. Hasta que me demuestre lo contrario. Es un nuevo miembro de la familia.
Rajmia, no tenía mucho apetito, pero el gesto de la pequeña gnoma la enterneció. No le dio tiempo a decirle gracias pues tras darle el trozo del rollito de canela, salió disparada hacia Shem, pero no iba a hacerle el feo a su amiga y se lo tomó.
Después, se acercó a Elbrietas.
- Gracias pequeña gnoma.-mientras le revolvía el pelo cariñosamente añadió- Tienes razón en algo, se piensa mejor con el estómago lleno, pero sobretodo más que tu rollito de canela, lo que cura la tristeza es tu buen corazón.
Griñándole un ojo, y antes de que saltase a sus brazos, continuó. -Eso sí, pero mi ración de la cena vas a tener que perdonármela, con tu "remedio" ya he saciado el poco apetito que me quedaba.
Un escollo menos. Eso es lo que significaba la recuperación de la confianza en Shem. Con unos guardianes tristes y abatidos por la marcha de su compañero lo último que necesitaban era una confianza frágil que pudiera acabar por desmantelar por completo un grupo de aventureros. No sería la pimera vez que eso ocurría. Pero los Guardianes Errantes eran más resistentes al respecto. Puede que no a las quemaduras de una sartén, pero si estaban dispuestos a sacrificar su propia integridad por hacer un grupo más unido.
El grupo continúa aquí.