Partida Rol por web

Klauis corría y corría, todo lo que sus piernas le daban, pero no conseguía desembarazarse de la siniestra bandadas de pájaros no-muertos. El druida estaba desesperado y movía la cimitarra de un lado para otro sin mucho éxito. Esos malditos monstruos (porque para el druida pájaros no eran) no se alejaban de él. Y justo cuando pensaba en darse por vencido... las aves se marcharon.

El druida se llevó las manos a las rodillas y se inclinó resollando. ¿Dónde estaba? ¿Dónde estaban sus compañeros? O los otros aventureros. Miró a un lado y otro pero no había nadie. Hasta que vio a una figura encapuchada que se acercaba hacia él. Klaus agarró con fuerza su cimitarra y entonces quién estaba ante él se quitó la capucha.

—Hola Klaus—lo saludó—. Bueno esto ha sido inesperado, pero aquí estamos.

Ante él había un hombre de unos veintitantos años, con el pelo blanco ceniza y los ojos amarillos. Al druida le resultaba terriblemente familiar y entonces se fijó en la cicatriz que recorría su rostro. No había otra igual. No se lo podía creer, se trataba de Kristof, su hermano. Era él sin duda alguna. Pero, ¿qué hacía ahí? ¿Y qué le había ocurrido para que su aspecto cambiase tanto?

Estaba tosiendo intentando recuperar la recuperar la respiración mientras sus pulmones recuperaban el aliento. La garganta le dolía y obviamente cuando sintió una figura cerca y como los pájaros dejaban de molestarlo agarro su cimitarra con fuerza dispuesto a atacar o agradecer dependiendo mucho de la circunstancias.

Tosía de nuevo frunciendo ligeramente el ceño al ver a la figura frente a él, mientras le costaba reconocerlo, pero aquella cicatriz solo podía ser de una persona. Y a pesar de su apariencia extraña, y de las extrañas circunstancias sus ojos y sonrisa se iluminaron. -¡Kristoff! – Salió corriendo para acercarse al hombre practicamente corriendo para poder abrazarlo.

Había sido tanto tiempo el que había pasado desde que se habían visto, su hermano había sido el primero en partir mientras él se quedaba en la carreta con sus padres recorriendo los caminos, y desde entonces no había vuelto a verlo. - ¿Qué...te ha pasado?...- Fue cuando se percató realmente de su extraña apariencia

Kristof sonrió amablemente.

—¿Lo dices por mi aspecto? No es nada de lo que tengas que preocupar. Hay poderes que acaban por alterar nuestro propio cuerpo. Algún día te pasará lo mismo.

El hermano del druida le hizo un gesto a Klaus para que caminara con él.

—Veo que te has convertido en aventurero. ¿Cómo te va?

Se puso a caminar rápidamente a su lado sonriendo. - ¿Algún día me pasara también? ¿Pero papá y mamá no tenían un aspecto distinto al normal ...¿No? ...- Iba a añadir algo más cuando se percató de la situación y de lo tranquilo que ellos estaban cuando seguramente a sus compañeros podían seguir atacándolos, con su hermano allí seguro que todo sería más fácil.

¡Kristof! Iban a atacar el pueblo, ¿Podrías ayudarnos?. – Miro a su hermano lleno de esperanza cuasi infantil todavía, del que recuerda que su hermano mayor seguiría siendo un héroe para el toda la vida. – Son mis amigos, mis compañeros, deben estar sufriendo ataques como los míos, ayúdanos contigo seguro que todo será más fácil hermano..

También sentía la ligera inquietud de que algo no estaba del todo bien, quizás su instinto estaba diciéndole algo, pero se negaba a creer que aquel encuentro no fuera completamente fortuito y que su hermano no tuviera nada que ver con todo aquello. Simplemente era un encuentro del destino, estaba cerca, sabia del ataque y había ido a ayudar, nada más.

Kristof seguía imperturbable.

—Siempre hay nuevos secretos. Nuevos descubrimientos que nos ayudan a seguir con nuestra gran tarea. Y eso a veces trae nuevos cambios.

Cuando Klaus le pidió ayuda, su hermano sonrió a la infantil mirada iluminada de su hermano.

—Precisamente es lo que estoy haciendo aquí Klaus. He venido a ayudar— tras esas palabras, Kristof no se movió ni un ápice mientras mantenía la sonrisa a su hermano.

Kristof….puedes..detén esto.. ¿Por qué el ataque? ¿Qué es lo que ha hecho la gente del pueblo?....- Se quedó a su lado mirándole alzando la mano para posar su mano sobre uno de sus brazos mirándole suplicante. Entendía la función de la neutralidad del mundo, de la muerte y la vida. Algunos habían de morir para que otros siguieran viviendo, el ciclo natural de la naturaleza.

Pero que animales muertos, que cadáveres se levantasen para atacar a criaturas vivas, era tan antinatural que le daba escalofríos solo de pensarlo. – Dime que tú no tienes nada que ver con esto…- Trago saliva mirando a su alrededor. – Que estabas cerca en el bosque y has venido para ayudar a mantener la balanza equilibrada y no para decantarla de un lado u otro….- Apretó suavemente su brazo de nuevo, era su  hermano mayor, había sido su héroe durante muchísimos años, no quería pensar que se había desviado tanto de la senda como para pensar que tenía algún tipo de control en la misma.

—Klaus, decir que este pueblo está siendo atacado es un mensaje tergiversado típico de aventureros que pretenden sacar un rédito. Si me preguntas a mí, este pueblo ha sido elegido con el don de la liberación. Y a eso he venido, a ayudarles con este regalo. Pero hay presentes que no se entienden hasta que se reciben.

Kristoff..... – Se quedó mirándole sorprendido, temeroso. – Pero no eres dios, no puedes decidir esas cosas hermano, debes ser como la naturaleza, no debes imponer tu criterio ni tus decisiones...no es natural un ataque de... – Miro a su alrededor. – Kristoff, para esto hermano...no puedes jugar a ser un dios....no es tu papel, nosotros solo velamos por la naturaleza...¿Por qué haces esto? ¿Por que les das esa liberación?

—Por favor Klaus—le replicó condescendiente—. Eres un aventurero. ¿Acaso tú no has matado a nadie? ¿No hay sangre en tus manos? ¿De verdad me quieres decir que ésto está mal cuando tu has segado vidas a cambio de conseguir dinero?

Kristof miró a su hermano decepcionado.

—Ya llevas suficiente tiempo viajando sólo. Ya deberías haber aprendido que al final, lo único que nos queda es la muerte. La vida no deja de ser un sufrimiento para que finalmente antes o después todo muramos. Y eso también es la naturaleza. No soy un dios, sólo un servidor.Eso es lo que somos. 

La muerte no es el final de todo Kristof, todo permanece en el mundo, es el ciclo sin fin que lo envuelve todo nuestra materia se descompondrá para darle alimento a otros y seremos uno con la naturaleza.... – Apretó los puños mirándole. – No fue porque yo buscase atacarlos, ellos decidieron hacerlo y yo me defendía, solo buscaba el bien mayor para lo que siempre protegeremos aquellos que no pueden hacerlo solos...

Se apartó dando un paso hacia atrás. - ¿Qué es lo que te ha pasado? Tu...no eras así Kristof....por que deseas la muerte de los demás, debes dejar que la naturaleza se encargué, no te están dañando, ¿por qué....usas cuerpos de aquellos que ya descansan?.... – Dio inconscientemente otro paso atrás, empezando a sentir verdadero miedo de aquel que llamaba hermano.

Kristof miró a su hermano con desprecio.

—¿De verdad Klaus? ¿Filosofía barata naturista para niños de ciudad? ¿Esto es lo que tienes para mí?—el hermano del druida negó con la cabeza— ¿Y así te justificas? ¿Legítima defensa? Claro si hubieran hecho lo que TÚ decías, no habría habido derramamiento de sangre. ¿Verdad? Sólo tú entiendes el "bien mayor".

Molesto el joven de ojos amarillos chasqueó la lengua.

—Siempre he sido así. Todos hemos sido así. Todos nos marchábamos de viaje para acabar descubriendo la gran verdad. La vida es sufrimiento y descomposición. Unos pocos de años para alcanzar el cénit y luego un lento, doloroso, largo y lamentable ocaso. Uno al que lo que mejor le puedes ofrecer es una liberación. Todos los entedimos menos tú, claro. Tú estabas siempre predispuesto a lo que te dijeran. Lo que fuera sólo por conseguir un poco de cariño. Y aquí tenemos el resultado. Tenía fe en que a lo mejor el viaje te espabilaba pero... ya veo que no. Tan defensor de la vida eres que ni siquiera eres capaz de levantar tu espada contra mí.

Sintió su regaño y bajo la cabeza ligeramente, no le gustaba aquella mirada en su hermano, pero tampoco le gustaban las palabras que estaba vertiendo sobre él. – Puede que no sea el más inteligente y espabilad o Kristoff, puede que no haya evolucionado en el camino como piensas que debería haberlo hecho, pero es mi camino, son mis piedras y mis atajos, es mi aprendizaje, yo soy el que tener que sufrir, el que tiene que crecer con la adversidad y ni tu ni nadie va a poder hacerlo por mi…

Padre y madre no eran así, nuestros hermanos no eran así, tu no eras así, no sé qué te ha pasado para que decidas que todo está lleno de sufrimiento y descomposición, no sé de qué me estás hablando, yo quiero crecer, seguir en el camino,edscubrir que puede ofrecerme y al final poder casarme y tener hijos como cualquiera…..-Lo miro apretando los labios. – No voy a atacarte, eres mi hermano, no me has hecho daño aunque estés loco…y pase lo que pase, son mis decisiones si tengo que pagar por ellas lo hare…pero no dejare tampoco que hagas daño a mis amigos…tampoco…

No quería enfrentarse a aquella situación, no quería tener que enfrentarse a su hermano, no era le gustaba lo que  veía pero tampoco podía ignorar lo que estaban pasando. - ¿Que es lo que quieres? ¿Que es lo que pretendes?

El discurso de Klaus fue la gota que colmó el vaso.

—¡Idiota!¡ TODOS ÉRAMOS ASÍ! ¡Padre! ¡Madre! ¡Ernest! ¡Agnes! ¡TODOS! ¿Te acuerdas del medallón de padre? ¿El del árbol desnudo? ¡No! ¡No era un medallón del Árbol de la Vida! ¡Era el símbolo de Marfik! —furioso Kristof negó con la cabeza—. Todos realizábamos el mismo viaje. Explorábamos el mundo, descubríamos la verdad y padre nos acogía. Porque sólo hay una verdad. Sólo en la muerte hay equilibrio. Sólo ante la muerte todos los seres vivos somos iguales. Sólo la muerte bloquea ese caos destructivo. Ese es el equilibrio.

Entonces se calmó.

—Yo tampoco voy a matarte, pero no puedo decirte lo mismo de tus amigos. El don de la muerte debe ser entregado como un acto de amor, como una liberación que ofreces a los demás. Y ahora mismo sólo lo haría por rabia.

Dos lobos y dos jabalíes reanimados aparecieron por cada lado de la calle. Bloqueando sus salidas.

—No te harán nada siempre y cuando te quedes quieto. Y tampoco intentaría buscar una salida por los tejados, ya has visto que también controlo los cielos. Es hora de que vaya a contarle la verdad a padre y a madre. No sabes cuánto le va a doler a ella, vas a partirle el corazón. Ella sí creía que descubrirías la verdad.

Tu verdad no me pertenece, y si esa es la verdad absoluta de toda la descubriré por mí mismo por el mismo proceso que los demás sin atajos, pero ahora esa verdad no me pertenece y no me representa, no seguiré el camino de la muerte, sino de la vida....creo que cada ser vivo merece vivir su vida como desee, no salvare a quien no quiere ser salvado y no matare a quien no desee morir.... – Apretó los labios y llevo la mano a la cimitarra.

Mis amigos no quieren morir, tienen toda una vida por delante y no serás tu quien se la arrebate esta noche....¡Diles que se apartes Kristof!... – No se creía aquellas palabras, no creía que sus padres siguieran aquella senda, pero si era cierto, él no iba a seguirla. Miro a su hermano desafiante, si tenía que enfrentar a aquellos animales, lo haría, si su hermano se ponía delante, también cargaría contra él.

Su hermano no mentía... en nada de lo que le había dicho. 

—No se van a apartar Klaus. Si quieres suicidarte, estaré encantado de verlo.

Girando sobre sí mismo Kristof se convirtió en un águila y alzó el vuelo. Tras dar una vuelta por los aires trazando un círculo, descendió de nuevo para posarse en el tejado de un edificio de dos plantas y allí recuperó su forma humana. Si su hermano era capaz de convertirse en un animal estaba claro que sus habilidades sobrepasaban por bastante las suyas.

—Adelante—le invitó.

Se quedó allí en medio sintiéndose devastado y sin saber realmente que es lo que debía hacer. Apretó con fuerza la cimitarra antes de guardarla de nuevo mirando a los animales que había en su camino, mirando a su hermano que se había transformado para ir al tejado. Estaba furioso porque volvía a no poder hacer nada para ayudar, completamente impotente con lo que estaba pasando. Kristoff no podía tener razón, ¿Cierto? ¿Oh es que las cosas eran realmente así y él era tan estúpido como para no verlo?

Bajo la mirada al suelo apretando los puños. - ¿Cómo se supone que os disteis cuenta de todo eso? ¿Por qué no...?....- Y aun a pesar de todo su hermano no le hacía daño, no estaba poniéndolo realmente en peligro, aunque dejara que el mismo se arriesgara, pero era un cobarde.

 ¿Dónde están los demás? ¿Madre, padre y nuestros hermanos?

Kristof se quedó un rato en silencio mirando a su hermano ignorando sus preguntas. Cuando volvió a hablar, sólo dijo una palabra.

—Patético.

El hermano del druida se volteó y por un momento pareció que iba a volver a convertirse en águila. Pero entonces se detuvo a mitad del movimiento. Volvió a mirar a Klaus y sonrió con malicia.

—Quieres proteger a este pueblo, ¿verdad?—le preguntó— Estoy dispuesto a marcharme de aquí. A cambio de una cosa. Quiero que mates con tus propias manos a uno de los aventureros. Me da igual quién. Tú eliges. Una vida por todas las de éste pueblo. No es un mal trato, ¿no? Total, no podéis ganar.

................- Se quedó sin palabras durante un segundo mirando a su hermano sintiendo como se le paraba el corazón, la cabeza iba a explotarle en aquel momento pero alzo la mirada para clavarla en los ojos de aquel con el que compartía sangre. – Hecho... lo hare.... – No podían ganar, y aunque pudieran hacerlo el no deseaba mal alguno a su hermano, aunque fuera malvado, aunque no estuviera de acuerdo con lo que hacía, era su sangre, si tenía que cargar con aquello lo haría.

Pero no mates a nadie más, este pueblo y sus gentes no deben sufrir más daño, no me engañes Kristoff, hare lo que dices....pero..prométemelo...- No tenía ninguna seguridad de poder hacerlo, pero si tenía que elegir entre el bien mayor, era aquello, aunque quizás, su hermano era un mal necesario para proteger algo más grande.

Se sentía de nuevo un niño estúpido, sin saber que elegir, pensando que se equivocaría hiciera lo que hiciera, pero en aquel momento no tenía tiempo para pensar, y la vida de cientos no valía la de uno solo.

La cruel sonrisa de Kristof se ensanchó aun más al escuchar a su hermano.

—Tienes mi palabra Klaus. Abandonaremos este pueblo, te lo garantizo—le dijo—Así que dime,  ¿quién va a ser la victima? ¿A quien vas a asesinar?

El énfasis y el siniestro tono con el que su hermano utilizó la palabra asesinar fueron escalofriantes.