Partida Rol por web

Trago saliva solo de pensar, de hecho estaba casi temblando por la idea de tener que sesgar una vida por propia voluntad. Sentía como las náuseas le subían, a quien asesinar, no se veía con fuerzas de hacerlo con nadie conocido, pero sin duda tenía que hacerlo no confiaba en que pudieran derrotar a su hermano, no confiaba en que el pudiera hacer nada solido contra él.

Hay....hay un ..Forjado...no quiero que nadie me vea Kristoff, que nadie lo sepa o estaré muerto también en menos que canta un gallo y no quiero morir.... – Miro al suelo apretando los puños. – ¿Podrías hacer que estuviéramos a solas para hacerlo?....Sé que puedes....asilarnos como lo has hecho aquí conmigo, solos él y yo...

Alzo la mirada para clavarla en los suyos con resentimiento. – Aunque supongo que tu desearas disfrutar de todo el espectáculo...

—Hasta para elegir una víctima eres una tremenda decepción—dijo Kristof negando con la cabeza—. ¿Eliges al forjado porque no está realmente vivo? Es el elegido de un dios. Seguramente le tengan en más consideración que a ti. Y eso es magnífico. Va a ser todo un espectáculo.

El druida oscuro sacó un retorcido y nudoso cetro de madera oscuro y cerró los ojos. La bandada de cuervos muertos comenzó a revolverse y volvió a revolotear por el pueblo. Poco después aparecían al fondo de la calle rodeando a algo. Los lobos y los jabalís que bloqueaban el paso de Klaus se lanzaron a por el atacándolo por un lado y por otro. Ya de por sí era difícil defenderse de un ataque así, pero en el caso de Shem y su voto de no violencia era imposible. Cuando la bandada se deshizo y los animales no muertos se marcharon, el aspecto del forjado era deplorable. Sus ropas estaban hechas jirones. Todas las partes no metálicas estaban destrozadas, y su cabeza apenas estaba sujeta por una fina estructura metálica. Sin duda estaba al borde de la muerte.  

Shem intentó levantarse, pero no pudo. Entonces alzó la cabeza y vio al druida.

—¡Klaus!—lo avisó con una voz débil incluso para él—¡Márchate! No sé qué ha pasado, pero esos pájaros me atrajeron a una emboscada y fui atacado. No sé por qué no han acabado conmigo, pero seguro que todavía están por aquí. Pueden aparecer en cualquier momento. ¡Márchate! ¡Huye! ¡Yo los contendré!

Pese a estar al borde de la muerte, el paladín todavía pensaba en salvar a los demás.

Kristof había avanzado por los tejados hasta llegar a dónde estaba Shem. Estaba claro que no quería perderse el espectáculo, pero el forjado aún no lo había visto.

—Es el momento hermano—dijo revelando su presencia—. Asesínalo.

Sintió como su cuerpo temblaba en aquel momento, mirando al forjado completamente devastado y destrozado por los animales que usaba su hermano a placer. Lo sabía, sabía que lo había sentenciado si no por su mano por la de Kristoff, Shem no saldría vivo de aquel lugar.

Lo…lo siento Shem….pero tengo que hacerlo…los dioses me perdonen por esto….lo siento…- Sintió como las lágrimas corrían por su ojos cuando alzo el brazo portando la cimitarra antes de asentarle el golpe que acabaría con todo. Su cuerpo temblaba, sentía nauseas cuando su brazo bajo con fuerza, cerrando los ojos. – Lo siento… - Tenía que hacerlo, por todos los demás, el mal menor, siempre el mal menor.

Shem no dijo nada, posiblemente sorprendido de que la persona que le había acusado de no ser de fíar estuviera allí plantado dispuesto a arrancarle la vida. La cimitarra de Klaus fue directa a la débil estructura metálica que aun sujetaba su cabeza, seccionándola en el proceso. La cabeza del forjado cayó al suelo y rebotó con un sonoro clonc. A continuación rodó hasta finalmente quedarse bocarriba mirando sin mirar al druida. Entonces, un chasquido seguido de un destello azulado bortó del cuerpo del paladín de Sirius, allí dónde se encontraba su corazón. Shem había muerto. Klaus lo había asesinado.

Kristof rió desde los tejados tras el vil acto de su hermano. Entonces volvió a coger con fuerza el extraño cetro. A partir de ese momento los animales no-muertos comenzaron a abandonar Entrebosques. Por ambos lados del druida pasaron los lobos y jabalíes que lo habían tenido atrapado.

—Ya esta Klaus, no volveré a atacar Entrebosques. Me pregunto que le vas a decir a tus compañeros. Aunque supongo que serás tan cobarde que ni siquiera serás capaz de decirles la verdad. En fin, has sido una completa decepción. Adiós hermano, espero que no nos volvamos a ver. O tal vez tengas que asesinar a otro de tus amigos.

El hermano del druida volvió a convertirse en águila para alzar de nuevo el vuelo y esta vez no volver. Ya está, estaba hecho. Shem había muerto pero Entrebosques estaba a salvo.

Se arrodillo para sostener el forjado contra su cuerpo incapaz de esconder las lágrimas que le inundaban el rostro mientras percibía como se marchaba, lo oía pero no era capaz de escucharlo, sabía que se estaba marchando. No tenía fuerzas para plantarle cara, no tras lo que había hecho, así que se aferró más al cuerpo del forjado.

Lo siento Shem...lo siento....- Pero era el mal menor, había salvado a tantísimas personas solo con su sacrificio, había realizado el acto más noble de un paladín, dar su vida por los demás, para salvar a tanta gente, aunque fuera a manos de alguien que había considerado un compañero. – No dejare que tu muerte sea en vano....te lo prometo....

Se quedó allí arrodillado abrazando el cuerpo del forjado, antes de alzar el rostro y dedicarle una mirada a su hermano antes de volver a bajar el rostro tras verlo transformarse y marchar.

Cuando su hermano se hubo marchado, Klaus lloró amargamente sobre el cuerpo decapitado de Shem. El druida embargado por la culpa del acto que acababa de consumir y buscando la completa justificación acabó por perder la noción del tiempo. Por suerte para él, ninguno de los vecinos de la calle en la que estaba llegó a salir, con un poco más de suerte habían estado lo suficientemente escondido como para saber qué había ocurrido.

¿Qué iba a hacer ahora?

Klaus continúa aquí.