-Muy bien, dicho todo, creo que es momento de ponernos en marcha, aunque ahora que me acuerdo...
Me doy la vueta en dirección a la puerta donde se encontraba Sirvus de nuevo.
Al entrar en la sala, sin siquiera saludar me dirijo a Sirvus.
-Perdone la interrupción, pero tengo pensado visitar a un amigo que se encuentra en el puesto de las Islas Innombrables, peor la verdad el desconocimiento lo respeto. ¿Sabe como funcionan as cosas por alli? ¿Aunque solo me diga en el puerto, será un avance...
Yo me encontraba con los sentidos alerta para ver que podía hacer allí y divertirme pues me aburría bastante de esperar a tantas charlas de fines políticos con alianzas, treguas, tratados... ¡bah! Ninguno duraría para siempre dudo mucho que durasen ni un año.
Después de esto toda mi atención se desvió hacia un individuo felino el cual entro en una sala adyacente a la que me encontraba y le escuché decir que quería ir a las Islas Innombrables:
No puedo perder esta oportunidad, sería una necedad.
Entonces me fui a la puerta de la sala que había entrado y me esperé a que saliese para charlar con él.
Mire a mi alrededor, quedando claro que todos los lideres de algun grupo ya se habian ido o ya habia tenido unas palabras con ellos. Asi que sin mas ceremonia me diriji hacia la puerta de la sala, observe detenidamente cuanto tiempo me quedaba de oscuridad y despues salir en busca de mis armas. Tenia un largo paseo hasta la ciudadela... hasta el Dajir y hasta un incordio de morena... tenia que arreglar lo que ocurria en el desierto antes de preocuparme por esta alianza.
Los navios del consejo debian estar listos para zarpar, seguro que Sirvus se habia encargado de ello... solo tendria que ir al muelle y encontrarlos.