Partida Rol por web

TRIGÉSIMO CUARTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 7, DÍA DE LAS ESTRELLAS.

HORA: POCO DESPUÉS DEL MEDIODÍA. - CLIMA: CIELO GRIS. TEMPERATURA TEMPLADA.

Ahora es cuando un grupo de soldados sale del vagón acuchillando a Matagatos, desvelando que Analista es un traidor que nos ha guiado a una trampa... Pues parece que no, no había nadie dentro.

En cierto modo, Analista había perdido la cabeza con esto de las compras. No solo abandonaba el campamento en los momentos importantes, sino que también se gastaba el dinero en cosas tremendamente caras. Con suerte, ese carro iría por cuenta del nuevo Serpejo.

De estar plácidamente dormitando en su tienda de campaña, Cabo Barril se había encontrado marchando en mitad de los campos de Carnonegro en dirección a una granja, equina por los sonidos que le llevaban. Aún notaba un ligero pitido en el oído del lado de la cabeza donde había recibido el golpetazo del golem, bendito fuera el Acero Oscuro por su dureza; el hecho es que no podía recordar cómo había llegado allí exactamente, ni como se había puesto la armadura o recogido sus armas, pero ahí estaba, marchando con el resto de la plana mayor de mando de la Compañía con un destino incierto para una reunión que no se daba en el campamento por razones que no alcanzaba a comprender.

— Si es porque esa chica estaba en la tienda, yo mismo hubiera movido su blanco culo a otro sitio del campamento, no hacía falta peregrinar inútilmente por todo Carnonegro. —

Era algo que cavilaba Barril para sus adentros, mientras trataba de recordar sin éxito cómo había llegado hasta aquí. Sí, definitivamente aquel golpetazo había sido más fuerte de lo que pensaba. Gruñó ligeramente desde el interior de su casco mientras miraba de manera intensa al palafrenero que les había recibido. Aún tenían pendiente encontrar ese sitio para hablar y que el Capitán explicara los puntos a tratar en la reunión que debía haber convocado.

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AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 7, DÍA DE LAS ESTRELLAS.

HORA: DESPUÉS DEL MEDIODÍA. - CLIMA: CIELO GRIS. TEMPERATURA TEMPLADA.

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DÍA: 7, DÍA DE LAS ESTRELLAS.

HORA: DESPUÉS DEL MEDIODÍA. - CLIMA: CIELO GRIS. TEMPERATURA TEMPLADA.

Capitán asintió ante lo que el ranchero le mostraba, casi mecánicamente, mientras esperaba a que Analista siguiera hacia ese supuesto punto ciego. Al fin y al cabo, era el objetivo de todo el paseo, y no se iba a poner a hablar de los futuros planes de la Compañía delante de du Matte. Ni en clave, como pensaba hacerlo, ni abiertamente, como iba a hacer en aquel lugar prometido por su primo.

-Sí, todo parece avanzar bien... Gracias, señor du Matte...

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Al cabo de un rato, el hombre pareció cansarse de la visita y se excusó para volver al trabajo en el taller de carros.

Parece que por fin el tipo se dio por aludido, y decidió mover su trasero en hacia otro lugar donde fuera más apreciada su presencia, lo cual dejó campo libre para que se pudiera desarrollar lo que fuera que el Capitán les iba a comunicar.

— Por fin, creí que no se iba a ir nunca. Capitán, ahora que el tipo por fin se ha ido podemos inspeccionar el interior del carro. Supongo que es un lugar tan reservado como cualquier otro. —

El propio Cabo Barril abrió la marcha, entrando en el sólido interior de la construcción. Ya atisbando el exterior emitió un silbido apreciativo, para luego asentir ante la construcción y disposición del interior.

— Parece que están haciendo un buen trabajo. Me pregunto cómo se iba a pagar esto antes de los nuevos fondos adquiridos. Pero supongo que eso no es lo más importante ahora, ¿no, Capitán? —

El enorme Oscuro tenía ganas de solucionar aquel asunto cuanto antes y volver a la comodidad de su tienda a lamerse las heridas que había sufrido. Además, tampoco le hacía gracia haber dejado al Devoracarne y a Fadresh sin supervisión mágica en el campamento; creía que era algo desaconsejado, pero ante la urgencia y sorpresa de la salida y el que poco podía hacer para recordar cómo había llegado aquí, pues sólo quedaba solucionar el asunto cuanto antes.

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DÍA: 7, DÍA DE LAS ESTRELLAS.

HORA: DESPUÉS DEL MEDIODÍA. - CLIMA: CIELO GRIS. TEMPERATURA TEMPLADA.

Capitán agradeció secretamente que el ranchero se fuera. El cansancio de una noche de velar enfermos, de sus heridas y de aquel condenado país le habían dejado seco en cuanto a charla intrascendente se refiere, y no estaba seguro de como darle coba. 

-El vagón, igual que los caballos, es parte del pago del señor de Malar. En ese sentido, no hay preocupación alguna. Por lo demás... Como sabéis, ahora contamos con otro inquisidor además de Serpejo, y vamos a tener que dividirnos. Nuestro nuevo visitante va a necesitar a parte de la Compañía en otro pueblo, Cántaro Roto creo, para hacer el mismo trabajo que hacemos aquí...

Cabo Barril sacudió la cabeza, movimiento que vino acompañado con un raspar metálico.

— No somos muchos como para dividirnos, y hoy uno menos además. Eso que significa, ¿construir otro campamento, más defensas y otras misiones? Creí que una vez no tuviéramos que preocuparnos de Serpejo esos asuntos estarían de más.

Pero antes está el asunto del pago; se nos han dado las dos mil piezas de oro, pero hablaban de otros dos cofres como ese, es decir un total de cuatro mil monedas más de las que no sabemos nada aún. Creo que con cinco mil monedas contábamos con el paso seguro de los varisios fuera de Nidal, según las palabras de Analista. Nos dieron un mes de preparativos y luego querían desestabilizar la cuenca y atacar Ridwan.

Bien, podemos aprovechar ese tiempo, lamer nuestras heridas, para aprovisionarnos y abandonar este país y sus guerras. Si uno el dios de Nidal es el estandarte del dolor, sus rivales son los de la locura. Ninguna de las dos banderas es una bajo la que sea seguro servir. —

El enorme Oscuro comprobó la solidez del carromato y de la madera que lo formaba con un para de golpes secos, no demasiado fuertes.

— Queda el asunto de la "aparente normalidad" de la tropa de Serpejo. Fadresh me dejó caer mientras estabas inconsciente que su plan pasaba por animar en la no-muerte a la tropa que acompaba a Serpejo de tal manera que parezcan activos a un observador externo. Habrá que comunicar eso a los hombres.

Por otro lado, y siendo inevitable esa división, resta el hacer los grupos, el que permanecerá en Carnonegro y el que viajará a Cántaro Roto. Lo cual vuelvo a dejar claro que no me gusta nada. —

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Analista había permanecido en silencio ante la inopinada presencia del ranchero. Con Capitán presente prefirió que fuera él quien hablara en caso de tener algo que decir. Cuando se retiró, suspiró quedamente, aliviado de su marcha. Y entonces, Barril, como un vendaval, empezó a hablar con la cautela de una coz de burra.

-Lo que más me preocupa es vuestro tono -dijo, llamando a la prudencia y hablando en K´Hlata-. Siempre hay orejas curiosas y nadie se ha preocupado de comprobar si las hay cerca. Por lo demás, el lugar debería ser seguro Capitán. Fue junto a este taller de carros que mantuve mi reunión con los varisios. De igual modo, y como toda prudencia es poca, os aconsejaría que habláramos todos en K´Hlata, siguiendo mi ejemplo. Con ello evitaremos que de ser escuchados por algún trabajador o peón, nos entienda. Los oráculos no sé cómo funcionan y si leen la mente o visualizan la escena. En todo caso debemos darnos prisa y ser breves. Hay varios asuntos a tratar. Primero, parece ser que no se ha cobrado el pago prometido en su totalidad. ¿Dónde habéis guardado el cofre? Segundo, la detención de Reyezuelo. Tengo su declaración, pero me falta el resto. Ponzoña, tú fuiste quien le detuvo. Me gustaría que me aclararas lo ocurrido. Tercero, Cielo. Cuarto, la nueva misión. Quinto, ¿por qué el cambio de directrices en cuanto a cómo se iba a proceder, Capitán? - la mirada voló a su primo. Seguía estando enfadado.

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¿Seguro que aquí todos sabemos hablar K'Hlata?-dijo en Oscuro.

No pondría la mano en el fuego por Barril. El culo gordo era de otra generación, un veterano, y la gente se vuelve torpe en aprender idiomas cuánto más viejo se hace. Además, Rastrojo nunca diría de él que tiene suficiente sesera como para que le cupiesen más palabras de las pocas que chapurrea pobremente en su idioma natal. Rastrojo prosiguió en K'Hlata, como recomendó Analista.

¿Qué hay de la muerte del ganadero? Es uno de los objetivos que nos habían pedido. El segundo cofre no nos lo darán hasta que hagamos en el resto de pueblos lo mismo que hemos hecho en este. El tercero nos lo darán en la capital. El primero... no sé dónde está. Lo escondieron el Cabo Barril y Campaña. Yo acompañé a Guepardo a guardar el carruaje.

En realidad, en cuanto los dos "primos" se fueron, Rastrojo se fue directo a su tienda de campaña a dormir, dejando las tareas de las bestias de tiro en manos de Guepardo.

¿Vais a hacer otra degradación a recluta con Reyezuelo? Nos vamos a quedar sin soldados.

Le interesaba más el tema de Reyezuelo, porque de lo que había pasado con Cielo no tenía ninguna explicación. Mejor pasar de puntillas en ese tema, pero tarde o temprano le preguntarían qué hacer con el caníbal.

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La reunión no podía haber sido en un momento más inoportuno, pero la preocupación por la situación en la que había sido encontrada Dedos había postergado lo que debía haberse hecho la noche anterior. Debido a ello nos habíamos visto obligados a dejar el campamento y sus proximidades cuando no debía faltar mucho para el ritual que el recién llegado Inquisidor había prometido que realizaría. Un ritual en el que quería estar presente.

Debido a que, de momento, carecía del don de la ubicuidad, me había quitado un peso de encima, en más de un sentido, dejando a la víbora en el campamento. Cuando volviera me relataría lo acontecido si es que el despliegue de magia se realizaba mientras yo no estaba. Obviamente no sería lo mismo, pero era, con gran diferencia, mucho mejor que la nada.

- La preocupación por que se nos entienda es tremendamente laudable, Chamán Rastrojo, pero dependiendo de a quién haya que entender puede terminar siendo también un inconveniente. - Sonreí con ironía tras hablar en k'hlata. - En cuanto al ganadero, si finalmente es necesario realizar lo que nadie normalmente desea para sí mismo, si todo se orquesta del modo adecuado, podemos recibir  aún así, recompensa por la venganza del que no pudo, en su totalidad, ser protegido . Pero es un asunto menor en comparación con lo planteado  por Lengua Negra.

El orondo Oscuro miró al Capitán como si le hubieran salido alas, y luego el resto empezaron a chapurrear el K'Hlata. Así que era eso. Con un suspiro de fastidio Cabo Barril pasó al dialecto de la Gran Sabana.

— No soy de susurrar, si bien las circunstancias son las que son, de locos. Ahora bien, el pensar que alguien nos está escuchando siempre, sí nos llevará a la locura más pronto que tarde. Las cartas están sobre la mesa. Es hora de decidir. —

El ver a un grupo de tipos armados susurrando llamária más la atención que otra cosa. Algo trama el que habla con voz de serpiente. El gargantuesco Cabo había aprendido K'Hlata tiempo ha, y lo desempolvaba con la Infantería de vez en cuando. De hecho, las órdenes principales en combate al Pelotón las emitía en K'Hlata, así se aseguraba de que nadie más pudiera entenderlas en este país de mierda. No podría dar un discurso, pero serviría para hablar de bebida, putas y matar.

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Capitán asintió ante la sugerencia del k'hlata de Analista, aparentemente más calmado al saber que estaban en el lugar. El riesgo cero seguía sin existir, pero al menos allí había alguna posibilidad.

-El pago lo ha aclarado Rastrojo... Y hay que añadir el carro, que debería estar terminado pronto. Reyezuelo... ¿Qué ha pasado exactamente con él? Entre combate, inconsciencia y heridos... Y lo mismo para Cielo. Si lo que he oído es cierto, ¿sabéis si ha tenido comportamientos raros antes? Sobre la misión, desestabilizar la Cuenca, sí. La mitad aquí con "Serpejo", la otra mitad en el otro pueblo con Fadresh. El último punto... No os va a dejar muy contentos. Teníais razón con que el contrato anterior era una mierda. Pero no me fiaba nada de ese Devoracarne, y sigo sin fiarme. 

-El problema viene que, cuando llegó la hora de la verdad, me vi solo. Ninguno de los soldados parecía dispuesto a aceptar aquello como otro contrato, todos estaban implicados a favor de la condenada Enrietta. Se puede guiar al infierno a unos hombres que no están convencidos si tú lo estás... Pero yo tampoco lo estaba. Sigo pensando que era el mal menor. Pero también pienso que más de uno de los presentes iba a acabar con un cuchillo en las tripas a manos de soldados que han olvidado demasiado para lo que les conviene, si seguíamos por ahí. Y, para que conste en acta, el condenado Serpejo estaba solo cuando ordené el golpe. Y al puto segundo había una monstruosidad de carne salida de la nada, y un pelotón nidalés salido de la nada también. 

El grueso Oscuro miró al Capitán mientras lanzaba sus preguntas y su explicación de los hechos ocurridos. Era un resumen muy apresurado del asunto, uno al que Cabo Barril añadiría muchos matices, pero por ahora debería bastar. Luego se acordó de algo y siguió hablando en K'Hlata.

— Analista, el cofre lo dejamos en tu tienda, como todo lo que es propiedad de la Compañía. Campaña y yo lo descargamos del carro y lo dejamos allí. De hecho, me extraña que no lo hayas visto, son unos veinticinco kilos de cofre.

En cuanto al asunto de los soldados, sólo sé que Cielo se transformó en algo infrahumano. Crecieron sus dientes y su lengua, y enloquecido devoró parcialmente las vísceras de un enemigo derrotado, que afortunadamente parecía estar muerto ya. Aunque parece haber recuperado la razón, su físico no ha revertido al original completamente, sino que mantiene algunos rasgos inhumanos. De Reyezuelo nada sé, supongo que Cabo Ponzoña pueda aclarar el asunto.

El tema del golem y la escolta de Serpejo, bueno, nadie esperaba algo así. Algo raro se cocía en su tienda, si bien pensé que podría tener a un no muerto allí como refuerzo; nunca pensé en algo como ese golem. Si estoy vivo es gracias al buen Acero Oscuro, nada más. La Escolta, bueno, supongo que estarían esperando al mediodía para el espectáculo de Serpejo. No puedo decir que seamos afortunados habiendo tenido una baja, pero vista la lucha en retrospectiva, creo que podía haber sido mucho peor. —

Cabo Barril sospechaba que confrontado a la realidad de tener que usar el látigo con su propia mano, Capitán no sería capaz de llevar a cabo el asunto, máxime cuando tenía fijas las miradas de una aparentemente disconforme Compañía. Es por eso que había dispuesto a varios hombres armados en posición por si finalmente las órdenes variaban. Una de las máximas de la lejana Khatovar que había viajado con la Duodécima todos estos años era, "si quieres la paz, prepárate para la guerra", y eso había hecho el fornido Oscuro. Bueno, a lo mejor no era exactamente ese el significado de la frase, pero el sentido general era apropiado a la opinión de Barril.

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- Entiendo, pues, que la razón para tu decisión fue que estabas solo en esa decisión que solo a ti te correspondía tomar, ¿no? - intervine enarcando una ceja. - Que te dejaste llevar por una impresión sobre la opinión del resto y el temor a que el descontento llevara, tarde o temprano, a una insubordinación. Primo, primo, primo - continué con una sonrisa condescendiente -, te importa demasiado la opinión de los demás, siempre te lo he reprochado,  y actuando en función de lo que los demás piensan corres el riesgo de que los demás se lleven la impresión de que su opinión te importa demasiado, nutriendo así la semilla de la desobediencia que sin duda florecerá cuando finalmente consideren que no son escuchados lo suficiente, como siempre han creído que lo han sido. Actuaste en base a sus gustos y sus preferencias y en contra de tu propio criterio. Lo que me lleva a preguntarme, también, qué poder tiene la soldadesca sobre ti que nosotros, tus consejeros, no tenemos. Porque a pesar de que conocías nuestras preferencias, en nuestra última reunión elegiste un camino que nada tenía que ver con ellas. Un camino que a pesar de todo aceptamos y que Lengua Negra y yo teníamos como una certeza cuando partimos de un campamento al que aliviamos de la carga de varios soldados...

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-En relación a Reyezuelo, poco hay que decir. Durante el combate le sorprendí intentando cortar las ataduras de la prisionera. Se lo prohibí de forma tajante pero, en lugar de obedecer, siguió con su propósito pensando que quizá su acción pasaría inadvertida pues obró de forma subrepticia. Tal vez sabiéndose descubierto trató de marcharse del lugar pero lo retuve. En aquel momento, con la llegada del inquisidor y quizá sabiéndose perdido, se puso a su servicio -su voz era ronca y cuando concluyó bajó la cabeza un momento, tal vez para ocultar su rostro. Volvió a alzarla-. Me avergüenza que uno de mis hombres y aprendiz tuyo haya tenido ese tipo de comportamiento. Ha sido totalmente inesperado y sorpresivo. Es como si creyeras tener un cachorro de licaón y al crecer descubrieras que es un facóquero. Siempre ha tenido un buen comportamiento, por más que sea un estirado. Es... era un buen soldado y no puedo entender por qué ha actuado así. Desobediencia y traición.

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-No he pasado por mi tienda, así que es normal que no lo haya visto, Barril. Tanto da que pese veinticinco kilos o cien. Afortunadamente, mi vista sigue siendo buena -dijo en respuesta al Cabo. Después miró a Capitán. Entender lo que decía o incluso comprenderlo no justificaba aquel tipo de comportamiento ni cambio de perspectiva-. Llegaste a saber perfectamente nuestras intenciones, la de tu cuadro de mandos, cuando nos reunimos. Decidiste pese a ello en sentido contrario. Acatamos y obedecimos, sin cuestionar en ningún momento tu decisión. Y tampoco voy a entrar a juzgar las razones que te impulsaron a cambiar de opinión. Pero tenemos un muerto, varios heridos, un arrestado y un soldado bajo los efectos de la corrupción -declaró Analista con una frialdad totalmente atípica en él cuando hablaba con Matagatos-. Lo hecho, hecho está -concluyó. Había escuchado las palabras de Serpiente, que consdieró más que oportunas. En un líder, aquel comportamiento solo podía considerarse como debilidad. No podían estar dirigidos por una veleta. Capitán, gustaran sus órdenes o no, sería siempre respetado y obedecido. Pero las órdenes debían ser claras y firmes como una roca.

Desvió entonces su mirada hacia Ponzoña. Escuchó sus palabras y asintió.

-Tenemos varios frentes abiertos que deberíamos cerrar aquí y ahora. Reyezuelo. Entiendo tu rabia e incluso tu desilusión hacia tu hostigador. Muy bien, además. Como has señalado es mi aprendiz. He hablado con él y se muestra confuso acerca de lo ocurrido. Es evidente que desobedeció y actuó de un modo inaceptable y más en medio de una batalla. La acusación de traición o deserción, creo que debemos mitigarla. Al ponerse al servicio de Fadresh no trataba de abandonar la Compañía. Eso me queda claro. Pero debe ser castigado. Dura, pública y permanentemente para que enfrente su vergüenza y para que todos sepan que hay actos que no pasan sin punición. Mi consejo es la pérdida de rango y que pase a la condición de recluta reviviendo la instrucción, vara y una marca de fuego en su pecho -dijo implacable-. Respecto a Cielo, si es cierto que está afectado por la corrupción y que su físico ya se ha modificado, amén de haber devorado un cadáver humano... Lo siento, pero debe ser ejecutado. Todos hemos sido testigos de lo que la corrupción supone y el peligro que implica. No podemos permitirnos su presencia en la Compañía. Y en cuanto a las ejecuciones que debemos llevar a cabo y una de las cuales afecta al ganadero al que debemos proteger... Es un conflicto de intereses. Nuestro contrato con él es anterior al que, finalmente, se adoptó con nuestros nuevos... amigos, algo que no hubiera llevado a cabo de saber que las cosas iban a cambiar. Se me ocurre una posibilidad para satisfacer a ambas partes, pero de momento no es importante. ¿Qué misión debe cumplirse en la otra aldea?

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-Es natural que no os guste lo ocurrido-replicó Capitán tras escuchar a los suyos-a mi tampoco me gusta. Pero podéis pensar que hice más caso a la tropa que a vosotros... O pensar que ni la tropa ni vosotros estabais convencidos de ese camino, y que incluso muchos no estarían dispuestos a transitar por él. Sea como sea, lo hecho hecho está, como apunta Analista-dijo el oscuro. 

La narración de Reyezuelo sería sorprendente, de no ser lo que llevaba ocurriendo en la Compañía ya un buen tiempo. Exactamente esa clase de comportamientos, salidos de la nada, y que dejaban claro que algo estaba fallando muy gravemente. Quizás era él quien fallaba, era una posibilidad... Pero los soldados cada vez estaban más desmandados.

-La madre que trajo a Reyezuelo... Sí, degradación, vara y marcaje suena apropiado. En cuanto a Cielo, me gustaría oír más opiniones. Por un lado me siento inclinado a apoyar a Analista en esto, pero por otro lado, me parece una mierda de final para alguien que ha sido leal y se ha mantenido firme junto a nosotros. Sobre la otra aldea, eso debería quedar clarificado cuando nos reunamos con ellos. Una actuación similar a la que debemos ejecutar aquí. Y, en un mes, marcharemos contra la capital. El objetivo allí es ¿romper? unas grietas mágicas o algo así. Desconozco los detalles, pero eso debería complicarles controlar las sombras y hacer que se vuelvan contra ellos. Y, teóricamente, el caos resultante es nuestra ventana de oportunidad para irnos.

Pues sí que le estaban dando un buen baño a Capitán, no falto de razón, desde luego. Sus parientes más jóvenes enseñaban los dientes e incluso pareció que Serpiente había dado uno o dos bocados, con veneno incluido. El cambio de opinión en el último momento había mellado severamente la confianza que debía sugerir la figura del Capitán, cierto era. Cabo Barril intervino en un par de asuntos que consideraba importantes.

— Me pregunto dónde habrás dormido la noche anterior entonces, Analista... — había curiosidad y quizás un tanto de humor sexual en la voz del Cabo, pero recuperó su tono duro habitual para continuar. Después de todo el oficial no estaba herido y habían dejado la tarde anterior el cofre en su tienda. — Hablas de un castigo severo para Reyezuelo pero con buen juicio quieres mitigar el cargo de traición. Me parece bien, soy de dar segundas oportunidades. Una vez. — Miró a Rastrojo tras esa afirmación, sólo los dioses sabían porqué.

— Te pediría lo mismo para Cielo, un Infante y Hermano ejemplar hasta ahora. No creo merezca ningún castigo inmediato, sino un una sentencia definitiva pospuesta. Sería partidario de anunciarle a él y sólo a él que si lo que ha ocurrido hoy se repitiera, tiene su juicio resuelto. Hay Magos y Chamanes que pueden examinar su mal y determinar si es reversible, puntual o si pueda aparecer de nuevo. Si pasara otra vez, que tenga claro que la sentencia ha sido dispuesta, pero no me parece bien premiar con una muerte inmediata años de servicio por algo que, si bien es inhumano, al fin y al cabo no ha perjudicado a ningún Hermano de la Duodécima. —