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DÉCIMO QUINTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 16, DÍA DE LA LUNA.

HORA: POCO DESPUÉS MEDIODÍA. - CLIMA: SOL DE INVIERNO. NUBES DISPERSAS.

Palomita leyó con detenimiento el contrato fijandose bien en cada uno de sus puntos. Alzó las cejas y miró sorprendida a sus interlocutores cuando leyó la posibilidad de acabar con la vida de alguien por no cumplir bien sus tareas, algo que a todas luces marcaba una separación brutal entra los estratos sociales de estas tierras. Pero supo callar y continuó con la lectura.

De nuevo llamó su atención el penúltimo párrafo, unas tierras embarradas donde podian hundirse muchos hombres. En ese párrafo dejaba la compañia prácticamente en manos de su contratador. Unas órdenes suicidas debian ser acatadas o cabía la posibilidad que la Compañía fuese acusada de desobediencia y el contrato rescindido. No sabia si era lo apropiado, pero prefirió comentarlo en voz queda con Capitan antes de estampar su propia firma en el documento.

Señor, este párrafo puede ser algo confuso. Si bien es cierto que la Compañía siempre ha cumplido con todo lo pactado, un texto asi puede ser usado por un representante del Señor Jacques de Malar para debilitarla - Giró su cabeza hacia el noble - Con este párrafo, un representante suyo que quisiera derrocarle, debilitarle o por ejemplo usurpar su puesto y la propia Compañía fuera un escollo en su camino, podia dar órdenes en un sentido casi suicida debilitándonos y por lo tanto a vos mismo. Quizá ciertas órdenes deberia quedar por completo a su Juicio y al del propio Capitan, haciendose responsable cada uno de su decisión.

Se retiró un paso y esperó a ver si habia acertado en sus palabras o habia metido la pata por hablar.

El leñador meditó en silencio sobre las palabras del Alcalde. Culpables, según el veredicto del líder del pueblo. Asesinos de niños y profanadores de tumbas. Seguro también habrían violadores de mujeres entre sus filas... y de alguna forma, eran fuertes, y por el momento, libres. Libres incluso de adorar al Señor de la Medianoche, herejes. ¿Qué hacían esos herejes en aquellas tierras? ¿Prevalecerían o sucumbirían al dolor y al sufrimiento?

Probablemente lo segundo. Gobaldet sólo pidió que no arrastrasen al pequeño pueblo en el que nació y creció en su aciago destino. Y sin embargo, no pudo negar cierto atractivo en su forma de vida, o al menos en lo que se imaginaba que lo era. Ir de un lado a otro, con una banda de hermanos que darían la vida por la tuya, donde todos contribuían a la supervivencia del conjunto... Muy diferente a Verdín.

— Servir y sufrir —repitió en voz queda. Al menos lo último que el Alcalde dijo lo consoló un poco. Si los mercenarios impresionaron al Señor Jacques, seguramente los enviarían a alguna guerra para reemplazar a las tropas que se acababan de cargar, y Verdín podría estar en paz.

DÉCIMO QUINTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 16, DÍA DE LA LUNA.

HORA: POCO DESPUÉS MEDIODÍA. - CLIMA: SOL DE INVIERNO. NUBES DISPERSAS.

Palomita le decía a Capitán cosas. Campaña no sabía qué decir, para él todo aquello era nuevo, y no apreciaba las sutilezas de aquellas negociaciones. Todo era muy formal, y había que estar quieto, y hacer lo que le dijeran. Pero el lenguaje natural no conoce fronteras ni lenguas, y nadie debía enseñarle que aquellos hombres eran despiadados, crueles. Si entraban a formar parte de sus ejércitos como mercenarios, antes o después, sufrirían. Mucho. Pero estaba el misterio del destino de la Compañía Negra, que les llevaba por caminos desconocidos. Y su final estaba muy lejos. Todo aquello, más o menos, en su mayor parte inarticulado como palabras, y más bien como nociones o sentimientos, era lo que Campaña pensaba.

Miró con curiosidad para ver qué contestaría Capitán. Sería firme, como siempre, aunque no dijese muchas palabras. Eso le gustaba a Campaña.

Y al otro lado los nobles Nidaleses, que miraban fijamente a Palomita. Un ligero suspiro se le escapó, que debido a la sonoridad de su casco, resonó como el suave resoplido de un gran animal.

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AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 16, DÍA DE LA LUNA.

HORA: POCO DESPUÉS MEDIODÍA. - CLIMA: SOL DE INVIERNO. NUBES DISPERSAS.

Palomita no había hecho sino expresar las dudas que el propio Capitán sentía sobre una cláusula que, aunque en cierto modo lógica, podía usarse con relativa facilidad para negarles todo lo que habían logrado, con mayor o menor motivo... Aunque la oscura no parecía compartir los temores más profundos del líder de la Duodécima: que la usarían, pero con absolutamente toda la razón de su parte. Lo que había visto en estos últimos días no le había gustado nada, pero era algo que debía intentar solucionar mientras aún tenían tiempo para ello, si es que había solución alguna y no habían perdido totalmente el norte.

-Aunque coincido en que es una cláusula un poco... Preocupante, estoy seguro de que nuestros patrones no se aferrarán a tecnicismos para volverla contra nosotros, ya que son hombres de honor-dijo, mirando a los nidaleses y procurando sonar firme-y que las tierras de nuestro contratista el señor de Malar son fieles y no albergan malos siervos que quieran menoscabar a su señor.

"Y además, no nos queda otra" pensó, aunque se guardó mucho de decirlo. El Capitán firmó también la copia redactada por el Caballero Errante de Nidal, pues anteriormente había firmado sólo el original redactado por el Señor Feudal.

-Campaña, cuando estés listo, deberías firmar estos dos papeles.

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MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 16, DÍA DE LA LUNA.

HORA: POCO DESPUÉS MEDIODÍA. - CLIMA: SOL DE INVIERNO. NUBES DISPERSAS.

Si Capitán estaba de acuerdo, ella no daría más vueltas sobre ello, por lo que tomó la pluma y estampó su firma bajo el nombre en ambas hojas, retrocediendo un paso al acabar.

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MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 16, DÍA DE LA LUNA.

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- "Estas clásusulas son bastante habituales, en particular tratándose de mercenarios extranjeros. Se resumen básicamente en que no pueden traicionar a su empleador ni ponerse al servicio de otro empleador mientras dure su contrato. Tampoco pueden desobeder abiertamente ni limitarse a cobrar para luego no hacer nada de nada, como ha ocurrido en el pasado con algunos grupos mercenarios que eran más parásitos que soldados. En cuanto a la Herejía, comprendo que siendo forasteros sus creencias no serán las de Nidal, pero deberán abstenerse públicamente de adorar a falsos dioses y cosas por el estilo.

Estarán bajo la completa autoridad del Inquisidor Serpejo, o de quien él designe. En cuanto a mis propios representantes locales, podrán ser investigados discretamente si el Inquisidor así lo pide o si las circunstancias lo aconsejan. Tan sólo les pido en ese caso, como ya he comentado, que sean cautos y presuman la inocencia de mis agentes, salvo prueba en contrario." -

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Campaña se inclinó sobre la mesa y cogió con sorprendente delicadeza la pluma, que casi no se distinguía entre sus enormes dedos. Estampó su firma donde le dijeron, y dejó la pluma encima de la mesa.

Echó un paso atrás, volviendo a su postura inicial, a la espera de más acontecimientos.

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El noble derrite un poco de lacre rojo sobre ambos documentos y estampa su sello nobiliario, dando así al contrato que ya lleva en ambas copias la firma de las dos partes y de los dos testigos de cada una de las partes.

Después, seca ambos pergaminos con un poco de arena y entrega al Capitán el original redactado de su puño y letra, mientras enrrolla la copia, la sujeta con un cordel y la guarda en su bolsa de cintura.

De su cinto desata seguidamente una bolsa de monedas que pone en la mesa ante el Capitán.

- "El pago anticipado del primer mes. Aunque el contrato se inicia formalmente hoy día dieciséis, como gesto de buena voluntad les entrego el pago completo de cien monedas de oro nidalesas. A fin de cuentas, acabaron con la molestia de los Capas Rojas, y puede que necesiten realizar algún gasto para parecer más presentables ante el Inquisidor.

Volveremos a vernos, Capitán, aunque no le sé asegurar cuándo pues hay asuntos que me reclaman en Ridwan. Sin embargo, antes partiré a Carnonegro y le advertiré de su llegada para el día dos del mes que viene.

Lo dicho, aproveche este tiempo para adiestrar y entrenar a sus hombres, mejorar su aspecto y, si es posible, enseñarles a desfilar. Al Inquisidor le agradará que presenten el porte más marcial y profesional posible." -

El noble sonríe tenuemente, e, ignorando a Fringilda, sale fuera de la Casa del Alcalde seguido de sus dos Caballeros.

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El Señor Feudal de estas tierras y sus dos Caballeros Errantes escoltas salen de la Casa del Alcalde.

El movimiento en el pórtico de la casa del Alcalde sacó a Gobaldet de su ensimismamiento. 

— Alcalde, ya salen —advirtió a su superior. No se lo diría a nadie, pero el resultado lo tenía un poco ansioso.

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-Buen viaje-replicó Capitán como despedida, viendo como se marchaban... Allá iba su destino. Si bueno o malo, estaba por ver, aunque desde luego tenía un nefasto presentimiento con todo aquel asunto. Sonrió levemente a la mujer del alcalde, procurando alejar esos negros pensamientos de su cabeza.

-Parece que no abusaremos mucho más de su hospitalidad y la de este pueblo. Gracias por todo, señora Fringilda-dijo, y tras asegurarse de recoger el dinero y el contrato, y de no dejar nada atrás, hizo una señal con la cabeza a sus soldados. Era el momento de salir de allí, y tenían mucho que preparar. 

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La mujer asiente en silencio, con los ojos brillantes, a punto de llorar. El Capitán se pregunta a qué se debe su llanto, pero tiene otros asuntos que atender y sale al exterior, a la plaza del pueblo, seguido por Campaña y Palomita.

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Cuando el Capitán, Campaña y Palomita salen de la Casa del Alcalde, el Señor Jacques de Malar señala al Leñador Gobaldet, que está junto al Alcalde, Giraud y los tres caballos de guerra pesados.

- "¡Tú, Siervo! Desde este momento perteneces a la Compañía Negra. Si no sirves bien a tus nuevos amos, tienen mi consentimiento por escrito para darte maltrato o incluso para darte muerte. Dentro de algo menos de dos semanas los guiarás hasta Carnonegro y harás todo cuanto te ordenen, sea lo que sea." -

Después, el Señor Feudal pone una cara mucho más amable para dirigirse al Capitán, evidenciando que lo ve más como a un igual en la escala social de Nidal.

- "Marchad, Capitán, con los vuestros, y lleváos a vuestro Siervo." - Y le despide con una palmadita en el hombro.

A su vez, los dos Caballeros Errantes nidaleses se despiden del Capitán y sus acompañantes con sendos asentimientos de cabeza.

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"Lágrimas... ¿Por qué iba a llorar esa pobre mujer?" se preguntaba Capitán, aunque eran preguntas que no tendrían respuesta. Fuera, el señor de Malar, así como los caballeros, informan a su nuevo "siervo", de forma poco elegante... Pero seguramente, dentro del estilo de estas tierras. 

-Muy bien, gracias señor de Malar. Bienvenido eh... ¿Gobaldet, verdad?-dijo, pues era el nombre que figuraba en aquel contrato-sin duda pronto te acostumbrarás a nosotros. Vayamos a la granja, hay mucho que preparar. 

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El desprecio con el que el Señor Jacques de Malar trató al pobre leñador, revolvió las tripas de Palomita. A duras penas logró evitar llevar la mano a la empuñadura de su espada o hacer algún tipo de comentario.

Mordiendose el labio inferior, la mujer se aproximó a Gobaldet, asi le habia llamado, y colocó su mano sobre su antebrazo para tranquilizarle. Tranquilo, lo vas a hacer estupendamente y no vas a tener ningún tipo de problema. - Su género y su aspecto frágil, normalmente resultaba más tranquilizador que el tamaño de Campaña, por ejemplo, asi que trató de que su inclusión forzosa en la Compañía, fuera lo menos traumático posible.

Atónito era poco para describir la cara de Gobaldet. Tenía fama de ser un tipo estoico, eso todos lo sabían en Verdín, pero en aquella ocasión estuvo a un paso de transformarse en el más puro terror. Sin embargo, su instinto de supervivencia le hizo no hacer eso en presencia del Señor de Malar.

Lo que no pudo evitar fue cruzar una mirada con el Alcalde Gennus, y tomó su expresión de derrota como una sentencia a muerte. Una muerte incierta y grotesca en las filas de aquellos mercenarios a los que su destino acababa de ser atado con las gruesas cadenas de la lealtad feudal. 

Sintió el toque amable de la hermosa doncella de piel blanca, aunque ella misma estuviese recubierta de acero, y se sintió consolado. Luego, miró al Capitán, evitando mirar más de lo necesario a Campaña. «Servir y sufrir».

— Sí, Capitán —respondió. Si hubo algún atisbo de resentimiento o congoja, su voz no dejó traslucirlo. Era un hombre estoico, y esa cualidad siempre se terminaba sobreponiendo. Además, uno no podía luchar contra su destino—. Permitidme recoger mis instrumentos de carpintería antes de marchar para seros útil.

Le tendió la mano a Giraud y se la estrechó con un asentimiento de cabeza a modo de despedida.

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Gobaldet se acercó trotando a la casa que compartía con Giraud, su amigo y hermanastro. Allí recogió su mochila, sus enseres, dos mudas de ropa de reserva, y su fiel caja de herramientas de carpintería. Así cargado volvió trotando a la plaza del pueblo, donde se reunió con sus nuevos Amos.

Capitán, Campaña, Palomita, y Gobaldet se dirigieron entonces a las siempre abiertas puertas de Verdín y salieron caminando por ellas.