VIGÉSIMO SEXTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.
AÑO: 4715 RA.
MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).
DÍA: 27, DÍA DEL FUEGO.
HORA: DESPUÉS DEL AMANECER. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. HACE FRÍO.
El grueso Oscuro miró un momento a Rastrojo, tras lo cual inclinó levemente su casco en señal de leve agradecimiento por el refuerzo hacia con su siguiente discurso. El Segundo Mago era un punto a tratar dentro de aquella reunión, y pronto le tocaría el turno de dar algunas explicaciones.
— Como ya sabéis somos un Pelotón que se compone de dos Escuadras la Ligera y la Pesada. En esta última estamos Campaña, Keropis, Lagrimita, Palomita y yo mismo, los demás pertenecéis a la Ligera.
He nombrado a Grito como Jefe de la Infantería Ligera, así que él será el segundo al mando de la Infantería a todos los efectos. Esto no os debe confundir, yo soy el Jefe de toda la Infantería y el es mi Segundo a todos los efectos, pero normalmente yo me centraré en los asuntos de la Pesada y él en los de la Ligera.
Espero que esto quede claro, así como el asunto de que tenemos a un Oficial en nuestras filas, el Segundo Mago de la Compañía, Chamán Rastrojo. Los Magos se asignan normalmente según necesidad a las misiones, pero en este caso se ha incorporado a un Mago orgánicamente a cada Pelotón, cosa que tiene su lógica. Quiero que tratéis a Chaman Rastrojo con respeto, como su rango de Oficial indica; todos esperamos lo mejor de ti, Chamán Rastrojo, lo cual me recuerda que debía preguntarte si posees algún poder sobrenatural que pueda curar heridas de los soldados. De ser así vas a encontrar que tu bienvenida a la Infantería será el doble de calurosa y probablemente nunca vuelvas a pagar una ronda en una taberna. Saber qué otros milagros puedes obrar también nos dará una idea de cómo debes ser posicionado en una lucha; está claro que sabes pelear porque vienes de los Hostigadores, así que saber qué otras cosas sabes hacer será bueno para todos.
Por lo demás, tened claro que las órdenes aquí las damos yo o Grito, por ese orden además. Con respecto a esto, hay algo que debo aclarar. Hay en el Pelotón de Hostigadores un Cabo cuyas órdenes son tan válidas como las mías. Si creéis que lo que os ordena va en contra del espíritu de la Compañía, o choca directamente con algo que he ordenado yo o Grito, debéis hacérselo saber. De persistir la orden, debéis cumplirla, siempre sabiendo que sois responsables de las consecuencias de la misma para bien o para mal, y ponerme en seguida en conocimiento de lo ocurrido. Los Cabos somos Cabos por algo y tenemos mando sobre los soldados sea cual sea su Escuadra o Pelotón. —
Barril dejó que los ánimos se calmaran por unos instantes mientras daba un sorbo a su pellejo de agua. Lo hacía para aclararse la voz más que nada, si fuera grog lo habría aceptado con mayor gusto. La mención a la taberna le había traído recuerdos, alcohólicos momentos en la tienda del Gordo Wem que echaba de menos.
— En cuanto a las tácticas, os diré hay dos tipos de situaciones, una que manejamos y otra a la que respondemos. La primera implica un plan y será la deseada, la segunda es para la que más debemos prepararnos, porque es aquella a la que debemos reaccionar con lo puesto.
En ambos casos la función de la Infantería Pesada es la de ser la punta de lanza o resistir una posición, y la de la Ligera el apoyar eso en forma de flanqueo, pinza o arrojando proyectiles, según la situación. Y puede variar mucho, porque una fuerza superior en número os puede obligar a adoptar un rol mucho más activo desde el principio.
Vamos a entrenar algunas formaciones en la Pesada, donde la tónica es que nadie sobre pasa mi posición. Se trata de que aún siendo más o menos rápidos, todos vamos a luchar de tal manera que no seamos rodeados o flanqueados con facilidad. Inevitablemente la Ligera llegará al cuerpo a cuerpo, pero se tratará de mellar antes a un posible enemigo arrojando proyectiles. Todos sabemos que esto es difícil una vez en cuerpo a cuerpo, así que se priorizarán blancos con buena línea de tiro, agrupando ataques siempre que sea posible. Grito empezará con las nociones de esto en los entrenamientos y os comentará otros aspectos.
Es por eso que voy a tratar de conseguir un puñado de jabalinas y lanzas extra para los de la Ligera sobre todo, así que quisiera saber vuestras necesidades de equipo en cuanto a armas, y si las hubiera, de otra índole. Supongo que tendréis cosas que comentar, este es el momento. —
Barril volvió a dar un trago al odre, observando a la tropa mientras se preparaban para intervenir.
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Lombriz escuchó asintiendo a todo lo que decía Barril. Tenía su lógica y los conocimientos adquiridos por Lombriz en lo respectivo a los asuntos militares lo confirmaban. De lo que no estaba muy seguro es de donde habían provenido aquellos conocimientos, pero no iba a quejarse por ello.
La pesada, como su nombre hacía indicar, iban a recibir todo lo grande, mientras ellos, la ligera, apoyarían hasta llegar a primera línea, en posiciones ventajosas para ayudarles y finalmente finiquitar entre todos el asunto. De cualquiera de las maneras, iban a recibir tarde o temprano de lo lindo, pero ese era el espíritu de la infantería, lo que le gustaba a Lombriz. Aunque eso de empezar a arrojar lancitas si que le había chirriado un poco, entendía la virtud necesaria de ir desgastando al enemigo para finalmente echarse encima de él. Levantó la mano.
-Hola a todos los infantes, soy Lombriz y aunque todos me conocéis, no está de más presentarse al integrarse a una nueva escuadra, tan solo decir que para mi es un orgullo formar parte de la infantería y que pagaré con mi sangre todo el honor que se me ha concedido al poder estar aquí- Se encogió de hombros, dándole igual si les parecía una gilipollez aquella entradilla, pero él era un buen soldado y es lo que debía hacerse. Siempre.
-Antes de nada, enhorabuena al chamán Rastrojo, se le tratará como es debido, cabo, y además estoy totalmente convencido de que nos enseñará a los soldados con su ejemplo, como debe de ser, no me cabe ninguna duda- A ver si aquel mago, vago redomado, hacía algo por la vida al fin y al cabo, aunque tuviesen que darle palmaditas en la espalda para empezar con buen pie.
-También quiero hacer un apunte particular en favor de Segundo-jefe-Grito, creo que no habrá problema alguno, al menos entre los nuevos aquí presentes, al respecto, la palabra del cabo es la ley, aunque, y esto es una apreciación personal, sería mejor que usted ascendiera a sargento y Grito a cabo, pero son pensamientos en voz alta que no van a interferir en mi desempeño, la palabra de los jefes es la ley, y así se hará, esperaremos impacientes las nuevas tácticas a entrenar- Comentó serio como una roca.
-Y por lo último, cabo, se que entre los mandos estará más que hablado, estudiado y planificado, pero por si acaso, lo digo aquí, salvo el zo...Keropis- Suspiró aliviado de no cagarla de gordo en sus primeras palabras -los ex Campamenteros no somos los mejores equipados del mundo, supongo que más gente de la escuadra estará igual, pero en un futuro no sería malo contar con algo más que un pellejo de vaca- Se golpeó su triste y floja armadura de cuero -Si vamos a estar en lo más hondo del combate- Se rascó la nuca, había algo en sus últimas palabras que incluso a él le chirriaba, luego abrió los ojos sorprendido, cuando detectó su fallo.
-¡Ah, cabo! No es que esté llorando por que me den algo sin haber yo dado nada a cambio todavía, por eso digo en un futuro, y en orden de antigüedad o valía en la escuadra, no quiero que piensen que vengo aquí pidiendo y encima el primero, no, no, son solo cuestiones futuras, ahora hay que estar contento con lo que hay, y luchar para llevar al pelotón y la compañía a lo más alto- Asintió satisfecho, creyendo haberlo arreglado.
-Por último tan solo comunicar el equipo que tengo disponible, únicamente para que lo tengan en cuenta usted y el segundo-jefe-Grito, Lombriz tiene esta armadurita, una hacha, dos lanzas cortas, un cuchillo tribal y mi escudo, de enseres básicos de acampada tengo de todo, salvo ropa, tan solo el taparrabos y la capa que viene muy bien para este clima de mierda helado, se nos van a congelar las pelotas con tanta 'Ñeve'- Sonrió.
-Y también, decir que estoy intentando aprender a hacer armaduras tribales K'hlata y cosas más complicadas, no me acuerdo quien, ni como ni donde me dijeron el nombre, pero 'Ingeñería' lo llamaban, que no es más que hacer chismes grandes para tener apoyos de combate, o eso creo, si no me mintió el que me lo dijo-
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Escuchó atento, tanto al Cabo Barril, como a Lombriz, que habló a continuación, asintiendo; el tema de los Cabos, y el papel de Grito como Segundo en el Escuadrón, estaba claro; a la hora de hablar de las necesidades de equipo, dio un paso al frente para hablar.
-Bienvenido, Lombriz, y a los demás también. Yendo al asunto del armamento, Cabo, yo solo llevo una lanza; creo que me vendría bien una daga, por si hay que luchar en lugares angostos, como dentro de un edificio, donde la lanza se maneja peor; lo de una lanza arrojadiza, también me vendría bien, pues arrojar la lanza pesada, me dejaría sin el arma que mejor manejo.
Hizo una pausa; había otro asunto a sacar
-Sacando otro tema, el de nuestra marcha inminente para cumplir la misión con el Inquisidor... veo que los carros van a ir sobrecargados, y que incluso habrá que pensar en dejar cosas atrás; tal vez... podríamos llevarlas con parihuelas o algo parecido; algo que nos permita dejarlas rápidamente en el suelo. Será duro marchar con peso extra, desde luego pero... -sonrió y miró al resto del Escuadrón- ...con las palizas que nos llevamos en los entrenamientos, será como dar un agradable paseo.
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Rastrojo miró mal a Lombriz y a Cielo por haberse adelantado para tomar la palabra. ¡Era el Segundo Mago! Por importancia le tocaba hablar a él.
Lombriz, yo sé trabajar el cuero. Podríamos trabajar juntos.
"Trabajar juntos" era la manera que tenía Rastrojo de decir que otro trabajaba y él se llevaba el mérito. Su intento de utilizar el caparazón del escarabajo gigante para fabricar un escudo había terminado en un gran fracaso.
Bueno, a mí todos me conocéis ya. Me llamo Rastrojo, mestizo con alma K'Hlata. Fui hijo de la prostituta Amapola Negra y discípulo del anterior chamán de la Compañía: Caratótem.
En cuanto a mi magia... Es un tema delicado. Curé a Pelagatos cuando cayó en combate contra los Capas Rojas y a Preocupado cuando fue derrotado por las milicias de Jacques de Malar. Fueron dos experiencias distintas. Mi poder mana de la tierra, así que en las ruinas de Rocasone logré una curación bastante potente porque en ese lugar la magia fluye con facilidad. Sin embargo, en la cabaña del Tío Samuel de la tierra quemada con sal, a penas logré que Preocupado lograra recuperar la conciencia.
El resto de mi magia poco tiene que ver con eso. Siempre se me dieron bien los animales, desde niño, cuando trabajaba en las cuadras. Puedo hablar con ellos y hacerme pasar por un amigo. Caratótem me enseñó a hacer luz y sentir la magia, poco más. Puedo crear agua, lo cual es bastante inútil cuando estamos acampados al lado de un pozo. Y... el Gran Grajo dice que me ha enseñado a dotar a las moras y las bayas de mayor capacidad nutritiva, pero aún no he podido poner a prueba tal afirmación. Las moras son tan difíciles de encontrar en este sitio.
Mis armas son el arco de León Anciano, que recibí tras su muerte, y el machete que me dio el Pelotón de Exploradores por salvar a Enmascarado de una muerte segura. Fue bastante heroico por mi parte, la verdad. El caso es que salvo que se me acaben las flechas no necesito más material.
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El Cabo Barril empezó a explicar como iban a organizarse a partir de ahora, y sacó un tema que le interesaba enormemente, el posible reparto de equipo. Cuando vio que nadie intervenía pidió permiso para hablar
Cabo Barril, yo necesitaría conseguir una lanza corta- dijo- Ballestero me dejo la suya cuando perdí la mía pero me gustaría poder devolvérsela. Por mi parte, con una lanza ya estaría satisfecho.
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Las presentaciones, más una formalidad que necesidad, se fueron sucediendo al igual que las diferentes peticiones de equipamiento. La infantería volvía a estar formada por un buen número de soldados, tras dar varios pasos atrás siempre debilitada por las continuas bajas, aquello significaba un paso firme al frente, una determinación re
Soy Grito, todos me conocéis ya. Cuando llegué a la compañía no era más que una caricatura de mi mismo, sin duda había perdido el rumbo de mi camino y de mi propia identidad. Este no ha sido un camino fácil ni rápido pero ha sido un camino que ha merecido la pena recorrer.
En la infantería he encontrado a una nueva familia, a nuevos hermanos y sobretodo me he vuelto a encontrar conmigo mismo. Veo un nuevo futuro para esta escuadra, un futuro del que todos formamos parte, Barril es nuestro líder y veo esta confianza que ha depositado en mí, como un deber además de una oportunidad, de devolver a la compañía y a mis hermanos parte de todo lo que he recibido.
El infante miró los rostros de sus compañeros, unos más conocidos que otros pero todos ahora de la misma familia.
Trabajaremos duro en el nuevo concepto de la infantería que quiere el cabo, debemos sacar lo mejor de nosotros para prevalecer, ya que ahora más que nunca la infantería es la columna que sostiene a la compañía. Jabalinas, armaduras... son herramientas que nos harán mejores pero será el entrenamiento, la disciplina y el coraje, los que nos harán prevalecer a nuestros enemigos.
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Vale, empezaba a estar harta de tanto discursito, tanta camaradería, tanta palmadita. Y todo porque había, ya era hora, desaparecido el fiasco de escuadra que había sido la de los Campamenteros. Que ni fu ni fa.
Ahora o eran Hostigadores, o eran Infantes. Ajá. Y el Cabo Barril que le daba el mando de la Infantería Ligera a Grito, que no es que estuviera mal, claro, de todos ellos era el mejor sin duda. Pero, ¡Por el Tótem Jaguar! ¡Y Derviche, ¿qué?! No paraban de hablar de armas arrojadizas, de ataques a distancia, de lanzas y arcos, y vale... le parecía bien. ¡Pero ella no era de esa pasta! Y nadie, nadie en absoluto había dicho nada, ni siquiera se lo habían planteado. No era Infantería Pesada, no usaba armadura de placas o de acero. Pero tampoco era guerrera de lanza.
Dio un par de pasos al frente, malhumorada, con el ceño fruncido y de muy malas pulgas.
-¿Alguien ha pensado en mí en algún momento, Cabo Barril? ¿Grito? Soy buena en lo mío, soy una guerrera Derviche, joder. Ataco con mis dos cimitarras, soy buena en eso, soy letal. Pero, ¿lanzas? ¿arcos? En fin...
Quizá, después de todo, habría estado mejor aprovechada en los Hostigadores. Pero a todo el mundo le importaba un huevo. Malditos todos.
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El grueso Cabo volvió su atención hacia Derviche. La mujer era puro fuego, ansia de combatir hecha carne. Pero Derviche sangraba como todos y una situación desventajosa la pondría tan en aprietos como al resto. Hacer que lo entendiera sería más arduo que decirle lo que quería oír, que no estaba más que al lado de la realidad.
— ¿Arcos? ¿Alguien dijo arcos? No, eso no se estila en la Infantería, Derviche. Aquí plantamos cara, pero si te vienen dos o tres enemigos a la vez, el meterle un palo en la tripas a uno antes de que te alcance, pues siempre será de ayuda.
Como ya se contó, en la anterior misión nos enfrentamos a un grupo superior en número, equipo y posiblemente en habilidad. Sólo el usar los las lanzas a distancia, y no fueron más que un par de descargas, nos salvó la vida. La criatura que había entre ellos y nosotros estalló en una nube de ácido que cubrió a nuestros enemigos, y disolvió carne, hueso y metal de varios de ellos. Podríamos haber sido cualquiera de nosotros, o tú, Derviche si hubieras cargado de frente; y ahí hubieras dejado las teas. — El enorme Oscuro volvió a dirigirse a toda la Infantería.
— Pero no os equivoquéis, ella está en lo cierto. La labor de la Infantería es el cuerpo a cuerpo y todos nos veremos envueltos en una batalla cruenta de ese tipo. Es para eso para lo que debemos estar preparados. Es por eso el doble propósito de estar mejor armados, con recursos que arrojar además de vuestras armas de siempre. Y también trataré de mejorar las protecciones que lleváis, siempre que vuestro estilo de lucha lo permita. ¿Todo claro, Derviche? —
La poderosa voz de Barril retumbó desde el metal de su casco, haciendo que los oídos más sensibles se resintieran con esa última pregunta. Mientras hablaba, había paseado entre los hombres y mujeres de la Infantería, observando y tocando algunas de las armas y armaduras que llevaban. Trataría de mejorar el equipo de todos los que fuera posible, desde luego.
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No te preocupes, Derviche-añadió Rastrojo-: seremos pacientes con los que os cuesta más asimilar conocimientos. Somos conscientes de que algunos sois de aprendizaje lento. Pero con esfuerzo y perseverancia, hasta tú podrás aprender a usar una lanza.
Levantó el dedo pulgar al Cabo Barril para prestarle su apoyo en lo que necesitara. Ya había estado en los Hostigadores con Derviche y tenían un vínculo de confianza para decirse según qué cosas. Rastrojo no tenía los problemas de Derviche, ya que una lanza en manos del chamán era tan mortífera como un arco o una espada: cero letalidad. Es lo bueno de ser un patán, que eres igual de inútil te den el arma que te den.
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Plumilla se presentó, igual que había hecho Lombriz, - Soy Plumilla, creo que todos me conocéis. – dijo con una sonrisa amable, pues la mayoría de los presentes había pasado por la tienda de heridos o la enfermería en algún momento.
Conozco mis limitaciones, no soy fuerte y mi cuerpo no aguanta tanto, lo sé – frunció el ceño, - pero soy ágil y se me da bien observar mis alrededores – obviamente se le daba mejor las cosas mentales que las físicas… pero eso allí importaba poco. – Se me dan mejor las armas arrojadizas que las armas a cuerpo a cuerpo, pero sé usarlas y he entrenado con ellas, tanto la lanza como el garrote o la daga.
Ladeó la cabeza con duda y finalmente comentó, - Si se me permite… yo sí preferiría el uso del arco. – Afirmó con seriedad, - es un arma arrojadiza que permite mas proyectiles que una simple lanza y con la que se puede disparar a más distancia. – Se encogió de hombros, - Con la lanza debilitas al enemigo que tienes a unos pocos metros, con el arco debilitas al que está a más de una decena de metros. Y cuantos menos enemigos lleguen a nuestra formación… mejor.
En cualquier caso, yo no poseo arco ni flechas, por lo que las únicas armas arrojadizas con las que puedo ser de utilidad son la lanza corta y la jabalina. – Enumeró sus armas, - Además tengo uno de los garrotes que se recogió de la misión en Seldocha en caso de verme en cuerpo a cuerpo.
Por el resto… se me da bien los primeros auxilios, es la diferencia entre la vida o la muerte en momentos en los que no hay ni tiempo o tranquilidad, como puede ser un combate, para tratar las heridas. - Frunció el ceño, - Pero si algo me ha enseñado la misión que hicimos para Seldocha es que un botiquín hace milagros para estabilizar a compañeros inconscientes en pleno combate. Me gustaría pedir permiso para hablar con Analista o Capitán y ver cómo hacerme con un botiquín… ¿Quizás en Carnonegro?
-Eres imbécil...
Murmuró la fanática sin nombrar a nadie en concreto, aunque mirando claramente hacia el Chamán.
-Entendido, Cabo, todo claro. Pero ya te digo que si quieres cimitarras y cuerpo a cuerpo, soy tu mujer. Si quieres lanzas y distancia, estoy... como Rastrojo.
Sonrió malévola. Y luego se dirigió a los nuevos Infantes.
-Bienvenidos, por cierto, a ver qué tal nos lo montamos juntos.
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La reacción de Derviche no era inesperada, la temperamental guerrera tenía claras sus virtudes y su carácter difícil siempre era reacio ante según qué cambios.
Barril dio las explicaciones pertinentes y Rastrojo hizo un comentario bastante inapropiado, algo que ante la fanática no resultaba del todo inteligente.
Ojalá los arcos y las jabalinas fueran la solución para todo, pero como dice el cabo eso solo son ayudas, el cuerpo a cuerpo es ineludible y a corta distancia se me ocurren pocas cosas tan letales como esas cimitarras. No te preocupes seguirás teniendo más oportunidades de blandirlas de las que me gustaría.
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Te entiendo perfectamente, Derviche, pero creo que la situación actual nos obliga a combatir de formas en las que no estamos acostumbrados – Tan sólo pensando en unas semanas atrás podrá recordarse que Palomita formaba parte de la extinta caballería – Hazte con unas cimitarras en cuanto puedas, si tal es tu deseo, pero aprende a combatir con una lanza. No te digo que no sepas usarla, no se me ocurriría siquiera pensarlo, pero una lanza larga puede ayudar a cualquiera a combatir desde una segunda línea. Entiendo que, a todos, llegado el momento, nos gusta herir a nuestro rival sin llevarnos una herida, pues esa es la función de estas dos infanterías, al menos eso creo yo si no he olvidado las primeras lecciones. Un combatiente con una lanza atacando desde detrás de uno de nosotros equipados con armaduras pesadas te garantiza precisamente herir y no ser herido, en el momento que te veas forzada a una pelea más cerrada, suelta la lanza y haz cantar a tus cimitarras.
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Permaneció en silencio a posta, escuchando a todos y cada uno de sus compañeros a medida que Barril compartía con ellos su nueva idea de funcionamiento para esta nueva infantería, no había nada que objetar al respecto. Si había algo a destacar en su primo, por encima de sus pocas pero acentuadas virtudes, era la sencillez y efectividad de lo que ideaba. Por suerte para ellos, su cabeza estaba centrada y no había síntomas de flaqueza, más allá de lo físico claro está. Durante la misión en el Bosque Oscuro de los druidas pudo ver como la edad o el tonelaje, más bien lo segundo, le causaron serios problemas de movilidad. Necesitaba implantar en su metálica sesera, que había que empezar a cuidarse o aquel proyecto de taberna mencionado en varias ocasiones, puede que no estuviera lejos de suceder. No le apetecía, no, tener que llamarle Gordo Barril, un gancho comercial que tal, vez usase el cabo en honor a Wem, tendría su sentido, evocaría buenos recuerdos por lo menos.
Veía como tomaba repetidos tragos de agua a medida que iba desvelando detalles de las rutinas, estilos y funcionamiento que deseaba poner en marcha, una señal inequívoca de que no había cerveza ya en nuestras provisiones y andaba algo ansioso. De pronto, se preguntó como llevaría la abstinencia sexual, ya que desde que cayeron en las frías aguas estaba casi seguro de que no habría tenido oportunidad de... Bueno, intimar con prisioneras o meretrices. Francamente, envidiaba ese apetito sexual, le producía a su vez alegría, ya que la maldición de su raza no le habría alcanzado por completo como le había pasado a él.
Miró a Derviche cuando, visiblemente enfadada, demandó atención sin motivo aparente. Estaba claro, a su juicio, que la frustración se debía a una errónea interpretación por parte de la fanática, quien empezaba a necesitar liberar tanta tensión y mala baba... Miró a Barril, luego a ella, — Nooooo, no, no, destrozarían la tienda como mínimo. — Pensó al instante, apartando cualquier posible imagen de su cabeza con la intención de intervenir por fin en la reunión, una vez Grito y su hermana lo hicieron. Se dirigió a todos con la firme convicción de transmitir un pensamiento, con la intención de calar hondo en sus mentes y corazones.
— Saludos a todos, antes de nada, quiero dar también la bienvenida a los nuevos. Felicitar a Grito y Rastrojo por sus nombramientos, una evidencia manifiesta de que entre Oscuros, K'Hlatas o mestizos no hay diferencias a la hora de promocionar, que no quede duda alguna al respecto. Tenemos problemas muchos mayores en los que preocuparnos. — Comenzó diciendo.
— Como guerrero que también se maneja con dos armas, — miró a Derviche sin hostilidad hacia ella, — no veo inconveniente a llevar dos jabalinas o lanzas cortas, su utilidad resulta innegable compañera. Créeme, las podemos llegar a necesitar. Además, hasta podemos sacar una simpática y sana competición de ello mientras practicamos. — Sus palabras deseaban calmar a la mujer, mitigando con suerte el claro intento de llamarla lerda por parte de Rastrojo, de paso, quien sabe, podría sacarle una sonrisa que no expresara intenciones sombrías.
— En cuanto a la reducida unidad de infantería pesada, espero cabo, que tengas pensado ampliarla o acabarán llamándonos El Puño de Barril. — Sonrió, se le había ocurrido sobre la marcha, ya que eran justo cinco con el orondo oficial, los que la componían. — Creo que Romo podría ser un buen candidato, ha dado el paso para dominar el arte de la espada y mostraría a los demás K'Hlata las ventajas de ir bien protegido. Me ofrezco voluntario para enseñarle a usarla, si es que mi Palomita no está demasiado ocupada. — Hizo una leve inclinación de respeto y añadió un apunte, — claro que, necesitaríamos alguna vieja armadura que no sirva para mucho para poder entrenarlo. — Finalizó.
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Preocupado escuchó atentamente las intervenciones de sus hermanos de escuadra. No pensaba que fuera un buen momento para discutir, así que trató de no hacer ningún comentario que pudiera avivar las llamas de la conversación. Siempre había sido un soldado bastante prudente, por decirlo de algún modo, y ahora lo era aún más. Demasiados problemas estaban teniendo desde que llegaron a estas tierras como para crearse los suyos propios.
-Bueno, en primer lugar bienvenidos a todos -dijo mirando a su alrededor, para finalmente detenerse en Cabo Barril-. En cuanto a mi equipo, Cabo, ahora mismo dispongo de la armadura de cuero duro que llevo encima, además de una muda de ropa. También poseo un portalanzas con tres lanzas cortas y un escudo de madera pesado. Supongo que una lanza larga me podría venir bien, así como algún cuchillo o similar para defenderme cuerpo a cuerpo en caso de que fuera necesario.
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Había solicitado a Lagrimita poder entrenar con la espada larga para familiarizarse con esa arma, dado que podía sacarle un potencial bastante interesante y sobretodo que era una forma de diversificarse en el combate. Sabía manejar la lanza, pero no estaba demás tener conocimientos y control en otra arma.
Más sorprendido quedó cuando Lagrimita le propuso como un posible candidato para la infantería pesada. Nunca había pensado en ello, aunque era innegable que la forma de luchar de Romo era más defensiva que ofensiva. Prefería aguantar los golpes del enemigo -así se había estado entrenando los últimos días con el Cabo Barril- y luego atacar cuando estos bajasen la guardia que no atacar desde el inicio del combate. Así que, una buena armadura que le diera más protección podía ser perfectamente compatible para su forma de combatir.
Sin embargo, no era de los acostumbrados a llevar algo más pesado que una armadura ligera. A decir verdad los suyos eran más propensos a utilizar principalmente armaduras ligeras o directamente no llevarlas. Claro que ahora era miembro de la Compañía, ellos eran su clan por lo que debía adaptarse a las necesidades de la tropa. Y, que diablos, quería formar parte de ese grupo de infantería pesada.
Sería un verdadero honor poder pertenecer a la infantería pesada- reconoce- siempre y cuando consideren los mandos que fuera posible y estuviera listo para ello.
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En ese momento, Campaña se adelantó. Había escuchado a Lombriz decir que había que saludar, y pareció que aquella particular porción de información, había llegado a su cerebro.
BONG - Campaña cerró su mano enguantada en metal y golpeó el pectoral de la coraza que llevaba - ¡Campaña saluda a Infantería!
La figura y aspecto de Campaña eran sobradamente conocidas, no sólo por su tamaño y fuerza, sino también por su legendaria alabarda, Svraisse, y su armadura de bronce y acero chondeloriano. En origen, había sido una simple coraza de bronce, pero había sido reforjada a mano por el Maestro Khovias. Le había añadido varias piezas de acero en la capital de Ch'on Delor, hasta transformarla en una increíble armadura pesada, única, una auténtica obra maestra. Rematada por el igualmente famoso casco del gigante. El Oscuro podía luchar también con sus cuchillos y escudo pesado de ser necesario. O bien con sus simples manos.
De cualquiera de las formas, era letal.
Formaría parte del núcleo acorazado, central, que haría frente directamente al enemigo. Con su arma principal, podía actuar como si con una lanza pesada atacase, con lo cual parecía estar bien situado.
Su Tío, el Cabo Barril, había dicho que no le adelantaran. Otra pieza de información que caía en su sitio. Campaña entendió que estarían en fila, hombro con hombro. Su instinto guerrero le decía que eso era bueno. Era más sencillo atacar siempre hacia delante.
VIGÉSIMO SEXTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.
AÑO: 4715 RA.
MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).
DÍA: 27, DÍA DEL FUEGO.
HORA: DESPUÉS DEL AMANECER. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. HACE FRÍO
Barril había resumido con precisión lo que quería y esperaba de la nueva escuadra de infantería. Era un esbozo táctico sencillo y eficaz: una punta de lanza acorazada y una retaguardia flexible e igual de letal. Keropis tensó levemente sus apergaminados labios en una sonrisa ante lo que estaba por venir; su huidizo cambio de expresión quedó oculto tras la máscara mortuoria.
El eremita se descubrió anhelando entrar en combate flanqueado por el broncíneo coloso que era Campaña y la avalancha de metal y mala leche que era Barril. Habiendo visto pelear a Palomita, sabía que la oscura sería más que capaz de mantener e incluso aumentar el ritmo de combate de la pesada. Y seguramente Lagrimita no se quedaría atrás. Punta de lanza, había dicho el cabo... Más bien serían un martillo de guerra lanzado con furiosa fuerza contra las partes blandas de sus enemigos. Volver a formar parte de una muralla de acero inamovible e inmisericorde, despertaba algo largo tiempo aletargado en el interior del ermitaño; tal vez el Esclavo había sujetado las riendas durante demasiado tiempo...
El Guardián de los Muertos miró a uno y otro lado mientras se iban sucediendo las presentaciones de los recién llegados a la infantería. Todos sabían quién era Keropis: el lacónico soldado que pasaba las noches junto a las tumbas de sus hermanos; el extraño asceta que mantenía su rostro y su cuerpo ocultos bajo un muro de herrumbroso metal; el silencioso y siniestro mercenario que había degollado a un hermano ante la mirada atónita de toda la Duodécima.
—Sssoy Kerrropisss...
VIGÉSIMO SEXTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.
AÑO: 4715 RA.
MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).
DÍA: 27, DÍA DEL FUEGO.
HORA: DESPUÉS DEL AMANECER. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. HACE FRÍO.
Barril escuchó las palabras de todos, y las de Lagrimita en particular le arrancaron unas carcajadas.
— ¡JO, JO, JO! El Puño de Barril. No sería mal mote para la Infantería Pesada, sólo quedaría asignar un dedo a cada uno; aunque tendríamos que poner dedos extra si entrara más gente. — Miró elocuentemente a Romo.
— Bueno ya nos conocemos todos, y os he explicado qué espero de vosotros a grandes rasgos. Voy a comentar el resto por partes.
Tema armas y armaduras, sabiendo dónde tengo que tratar de colocar algún arma o armadura adicional, dependiendo de lo que he visto en vuestro equipo, trataré de conseguir armas tipo lanza, jabalina o dagas para que todos tengáis algún arma arrojadiza para ser usada de manera puntual, o bien un arma auxiliar para usar en combate. Una vez en la lucha, las armas se rompen, pierden, resbalan y huyen de uno de la peor manera posible, así que tener algo en el cinto para seguir cortando o sajando siempre es buena idea.
Todo esto depende de cómo podías soportar el peso sobre vosotros, ya que quiero que todo el el que suelte la mochila para combatir este ligero. No contéis con grandes mejoras en armaduras. He visto sólo tres de cuero tachonado y aparte de tener que compartir con los Hostigadores, aunque se llevan la nuevecita de Dolor así que trataré de sacar dos al menos, no están en muy buen estado, incluso puede que necesiten reparaciones.
Este asunto va aparejado a tu situación como Infante Ligero, Romo. No pensaría siquiera en meterte en la Pesada sin una armadura adecuada, y podemos tardar en conseguir eso. Pero tu rol defensivo en la Ligera puede ser muy útil también, como ya te explicará Grito con sus tácticas y distribución de lucha.
Preocupado, las lanzas cortas ya son un buen arma auxiliar en sí, si tienes tres, sólo preocúpate de no arrojar la tercera. En todo caso, trataré de conseguirte una daga. Plumilla, tienes razón en tratar de conseguir material para curas. Que Lagrimita te ayude a buscarlo una vez lleguemos a Carnonegro. Una vez lo encontréis pediré fondos para comprarlo.
Lanzas largas he oído, ¡ah, qué más quisiera yo! No sé si Gobladet sabría hacer un astil, pero desde luego no la punta de metal. Si encontramos alguna, trataré de conseguir las que pueda; avisad si avistáis alguna en Carnonegro en un armero o algo así.
También quiero comentar algo sobre nuestro Hermano Keropis. Ha tenido un bache y ha salido de él, casi todos merecemos una segunda oportunidad, así que espero que le tratéis como uno más. De momento se encargará de vigilar el equipo durante la mayor parte de la noche siempre que estemos viajando, así que esa será un de tus primeras tareas en la Infantería, Keropis. No dormirás mucho, así que deberás poner a punto tu resistencia. —
El gigantesco Oscuro miró al Eremita como si le retara a decir algo al respecto, pero a la vez parecía que compartían un diálogo que iba por debajo de las palabras habladas, como si ambos supieran algo que quedaba entre ellos.
— Por lo demás, creo que va siendo hora de empezar a entrenar. Si alguien necesita algún otro tipo de equipo personal, que me lo comunique tan pronto sea posible. ¿Algo más, Infantes? —
VIGÉSIMO SEXTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.
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¡No, Señor! ¡Nada más por mi parte!-se cuadró y saludó marcialmente.
Lagrimita es gilipollas. Que no hay diferencias en los ascensos y las promociones, dice. Se le olvida decir que Grito no ha sido nombrado Cabo con el aumento de responsabilidades, como tampoco Ballestero tuvo oportunidad. Yo literalmente he tenido que adulterar las leyes de la Naturaleza (a pequeña escala, lo reconozco), para que se me reconociera. ¡Y soy medio Oscuro! Y el único K'Hlata entre los oficiales, Ponzoña, ha tenido que sufrir la peor de las humillaciones: acostarse con una Oscura frígida de sangre demoniaca para confraternizar con su hermano y ganarse el puesto a base de lamer coño.