La muchacha te mira con cara de pánico. Recuerdas que es bien joven e impresionable, así que tu máscara de dulzura y encanto hacen bastante mella en ella, relajándose y asintiéndo a todo lo que dices.
- Si señora, si, lo que usted desee señora condesa - ella asiente y hace una reverencia mientras se queda parada delante tuya ¿te va a desvestir? ¿No te va a desvestir?
Se queda como una pasmarota escuchando el trato, ansiosa por ganarse su aprobación, hasta que...dices que la harás responsable, lo cual la hace ponerse rígida, rígida. La ves empalidecer y preocuparse.
- Como diga - sumisa y espera a ver que le ordenas, si irse o desvestirte.
Excelente Juliette. Sé que no me defraudarás. Eres una chica lista. Ahora si, desvísteme.
Satisfecha con las reacciones de la sirvienta, se gira hasta quedar de espaldas, apartando sus bucles castaños hacia un lado con delicadeza para darle mejor acceso.
Cuando termines aquí cumplirás mis órdenes de inmediato, si encuentras la joya, sin importar si es Laudes o casi Prima vendrás a devolvérmela. Eres la única que sabe de esto y espero que así siga.
Asiente contrita
- Se hará como desee mi señora - dice con voz queda, preocupada porque ella no podría ni siquiera afrontar el coste de una de las perlas de esa pulsera.
Entonces poniendose a tu espalda, con dedos temblorosos, deshace el nudo del corsé que sujeta tu figura esbelta, cayendo al lado tela del traje, la camisola, la enaguilla, el miriñaque y dejándote en camisa interior.
Se acerca y por la cabeza te introduce el camisón, ajustandote luego los rizos de la cabeza.
- Si no requiere más, marcharé a realizar mi cometido - con la cabeza baja y casi al borde del llanto. Ella aviva el fuego antes de marcharse, abre tu cobertor y cierra las contraventanas dejando solo un hilito para ver la luna, como te gusta
Suspira relajada, ahora que ya no tenía que soportar la presión del corsé contra sus pulmones. La belleza tenía su precio, sin duda. Con ayuda de pequeñas horquillas y una red finamente tejida de lino, fija sus rizos en su lugar para protegerlos del maltrato nocturno, no quería que perdieran su forma de un día para otro.
Dado que se siente mucho más cómoda ahora, se siente algo generosa
- Quita esa cara niña, las lágrimas o la preocupación no sirven de nada. Haz lo que tienes que hacer, simplemente. Ahora retírate, espero que me traigas buenas noticias.
Espera a que la muchacha se retire para meterse en la cama, recostándose de lado para poder ver el delgado rayo de luna que ilumina su pecho. Por suerte la cobija es gruesa, puesto que a pesar del fuego, hay una sensación fría en el ambiente.
Te metes en la cama y al poco te quedas dormida, con la manta cubriendo tu cuerpo y la luna iluminando tu rostro. Empiezas a cerrar los ojos y lo último que recuerdas es el silencio y el crepitar del fuego en tu dormitorio.
La siguiente vez que abres los ojos la habitación estaba a oscuras, de un color gris oscuro, señal de que el fuego, que da a las paredes un cálido color anaranjado, se había apagado.
Adormilada abres los ojos buscando lo que ha hecho que te despertaras. Hay una presencia en tu habitación
Podía verlo desde su cama, alguien se aproximaba a ella. Una mano se movía en la oscuridad en dirección a su secreter. Intenta hablar pero no sale ningún sonido de su boca, es como si se hubiera quedado sin aire con el cual hablar. La luz de la ventana arranca un resplandor súbito al objeto que sostienen los dedos anónimos: una llave de plata, la misma que ella suele llevar colgada del cuello.
Sus ojos se abren con brusquedad, dirigiéndose de inmediato hacia el lugar donde guardaba sus joyas, pero por supuesto que no hay nadie ahí, era sólo un sueño, sin embargo, algo no estaba bien. La habitación está demasiado oscura. La luz proveniente de las ventanas le indica que aún no es muy cerca del amanecer, entonces por qué el fuego está apagado, normalmente duraba hasta casi la salida del sol. Entonces lo siente, hay alguien ahí en su habitación. No es un saber lógico, si le pidieran que explicara cómo lo sabía, no sería capaz de hacerlo, pero claro, a ella jamás nadie le pedía explicaciones, las cosas eran como ella decía y punto, así que si ella decía que había alguien ahí, lo había.
Se esfuerza por ver en la oscuridad , recorriendo el cuarto en busca del intruso, un sirviente jamás entraría de aquel modo, conocía bien su lugar.
Aquí es donde Isabelita pregunta " ¿quien anda ahí?" xDDDD
Te gustaba sentir la seguridad de que lo controlabas todo. Tu regías los destinos de toda alma en muchos kilómetros a la redonda y tener que despertarte y pensar que hay alguien que no deseabas que estuviera, en tus aposentos, te hacía envararte y llenarte de ira.
Sin embargo, imperaba la prudencia.
Si. Porque por muy mujer que fuera, ante todo eras prudente. ¿Quién sería tu misterioso extraño?
- No se si se lo han dicho, pero está preciosa cuando duerme, Isabel - la voz era varonil y profunda. Tenía un deje erótico y tintes de seducción en la forma de pronunciar las eses.
¿Quién sería?
El fuego refulgía sobre su silueta, sin dejarte ver que rostro se adivinaba detrás de esa voz paradisíaca.
La voz del hombre causa que un estremecimiento no del todo desagradable baje por su espalda.
Se alza hasta quedar sentada recargada contra el respaldo de su cama, enderezando la espalda y clavando los ojos en el rostro en sombras que tiene frente a ella, responde con voz dura - No sé si se lo han dicho, pero entrar a los aposentos de una dama como un ladrón es descortés.
El hecho de que hubiera un hombre frente a su cama invadiendo su intimidad le hace sentir una punzada de inquietud que rápidamente da pie a la ira, ¿quién era aquel sujeto para hacerla sentir así? no le gusta la idea de que la hubiera estado viendo dormir, sin importar que tan encantadora resultara su voz; le hacía sentirse vulnerable y no había nada peor para Isabel que eso.
Debería retirarse si no quiere que alerte a mi servidumbre.
La voz suelta un pequeño suspiro encantador y se ríe mientras escucha como hay un leve crujido, como si se moviera en el sillón.
- Sigue estando preciosa aunque tenga ese rictus tan serio - lo más gracioso, es que su voz te resulta vagamente familiar y acogedor - El servicio duerme, no vendrá - categorico
Ves como la sombra se levanta y se apoya a contraluz en el fuego.
- ¿Eres feliz, Isabel? - ¿Como osaba a tutearte y más llamándote sin el consiguiente título? ¡¿Como osaba hacerte esa pregunta?! Te habías acostumbrado tanto a las formalidades que fuera de ellas te perdías. ¿Como tenía la desfachatez?
Y seguía con los cumplidos, aunque era claro que estaba jugando con ella. Lo más desquiciante era la familiaridad de sus maneras suaves que contenían un subtexto burlón. Le molestaba sobretodo su voz, la forma en la que se colaba por sus defensas haciéndole sentirse cómoda. Debería alertar a sus sirvientes y remover a este hombre de su cuarto cuanto antes, sabían que incluso de noche tenían que estar pendientes de lo que se le ofreciera, vendrían sin duda. Debería de hacer mandar a la guardia para que lo encarcelaran. Sin embargo algo en su interior le decía que esa noche no terminaría así, tan fácil.
Se atreve a... - la intensidad de su indignación ante la forma vulgar en la que se dirige a ella le corta la respiración, así que tiene que empezar desde el principio - ¿Cómo te atreves a hablarme de ese modo? era de esperarse que un vulgar ladrón como tú no tenga idea de su lugar, pero te prometo que lo vas a conocer - dentro de si sabía que aquel hombre no era ni mucho menos un sirviente, había algo en sus maneras que hablaba claramente de clase.
Se incorpora de la cama con un movimiento grácil que es a la vez un reto para aquel hombre, no piensa seguir acostada en la cama para que piense que puede hacer lo que quiera y llama a la campañilla con fuerza.