- Por supuesto - conviene él - Se lo daré de su parte.
De camino a ver al hermano Romualdo, te encuentras con el hermano secretario que te mira de arriba a abajo.
- Buenas noches Hermano Lombard, ¿Terminó con las compras?
Si Hermano. y no me extraña que algunos frailes hagan voto de apartarse del mundo... ahí afuera hay un infierno de prostitución, latrocinio y monstruos sin alma!!! Esta pequeña aventura no sólo me ha traído un gran desasosiego espiritual y desconcentrado de mis estudios si no, que además me ha robado un tiempo precioso. ¿Se encuentra mejor el Sr. Abad?
El hermano te mira con los ojos miopes y parece no enterarse de lo que le dices.
- El mundo está corrupto, Hermano Lombard. Pero lo mejor es hacer siempre penitencia. Ver el pecado ayuda a combatirlo - dice con cierto pesimismo - ¿El padre Abad? Estaba ocupado aún... creo. Pero le comunicaré que le busca.
Según me giro para seguir mi camino le digo... - Es curioso que con todo lo que hay que hacer en la abadía, se esté dedicando el personalmente al arte culinario. Espero que le salgan bien las morcillas. Continúo hacia la celda del hermano Romualdo.
El te mira frunciendo el celo, no sabes si por tu comentario irreverente o por no esperarse que le dijeras lo de las morcillas.
- El padre Abad tiene muchas cosas en que pensar y las que ocuparse - comenta - A menos que quiera optar al puesto de Abad - te deja caer
Su actitud te parecía desdeñosa y poco simpática, pero era el pan nuestro de cada día
Me giro y le respondo con la mejor de mis caras de sinceridad descarnada ante su salida de tono.
El señor me libre de semejante desvarío. Soy incapaz de salir de la abadía sin alterarme, no me imagino lo que podría pasarme con todas las preocupaciones propias del Abad. Es una responsabilidad que no le envidio. Y que sinceramente viendo lo visto, tampoco comprendo, ni aspiro a comprender. Mi comentario era más curiosidad que otra cosa. Pero estese tranquilo que deseo que el señor de larga vida a nuestro Abad en su cargo y en caso de que decida dejarlo, creo que ese puesto estaría mucho más ajustado a una persona como usted, que a un simple erudito que no sabe del mundo, ni de las gentes, como yo.
Ahora, si me disculpa, hablar de comida después del primer día de ayuno me marea y todavía quisiera visitar al hermano Romualdo antes de volver a concentrarme en mi verdadera tarea. Le deseo muy buenos días (y un poco más de fibra en su dieta).
Es encantador....
Visitas. Al hermano Romualdo, que no se encuentra muy bien y que apenas está por la labor de pronunciar palabra. Así qué terminas volviendo a tu celda para encontrar otro paquete encima de tu scriptorium. Un paquete lleno de tierra en el exterior, deforme y que se cubre por un paño burdo de color marrón sucio
Dios santísimo todopoderoso que en tu gracia nos guías no permitas que el pecado llegue a este tu servidor.
Con más miedo que vergüenza examino el paquete mientras rezo para que no sea otro (o el mismo) feto muerto.
Tienes toda la razón. Por desgracia, tus pensamientos son acertados y si, es el mismo feto muerto que pensaste que habías enterrado.
Y esta vez tiene una nota ligera con la misma letra
"¿Que clase de investigador eres?"
Espantado salgo de mi celda en busca del causante. busco restos de la arena que traía. Hay un demonista en el convento y debo encontrarlo!!!
El rastro de arena que ha llegado hasta tu celda pasa por el pasillo principal y llega hasta el patio. Ahí, pierdes cualquier rastro porque todo se confunde.
El niño empieza a desprender un olor desagradable. O si es que a eso se le puede llamar niño. Al menos lo dudas con esas deformidades.
Examino con más detenimiento el feto, lo observo con los ojos de un galeno, no de un hombre de fe. ¿Porqué alguien insistiría en perseguirme desde el mercado al cementerio y de allí al mercado y de allí a la abadía con esto a cuestas? O me están intentando volver loco, o están intentando impedir que siga con mi investigación.
Me planteo el hacer una autopsia, pero hay prohibición expresa de profanar cadáveres del santo pontífice. Aprovechando la siguiente comida (que me salto con el ayuno), me voy al camposanto (o catacumbas) y vuelvo a sepultar al bicho. A ver si lo dejan ya descansar en paz. Hasta entonces lo escondo en las letrinas para disimular el olor. Mientras tanto voy como alma que lleva el diablo a ese libro de heráldica!!!
¿Qué hora es?
Es cercana la hora de vísperas y algunos de los hermanos empiezan a caminar hacia la capilla. No siempre rezais todo juntos, pero Visperas, Maitines y Laudes, es de sagrado hacerla en la capilla.
Algo en tu interior te llama. No sabes porqué hay una prohibición de abrir cadáveres pero... así nunca se avanza.
Pero el crío sigue en las letrinas y empezará a apestar mucho y alguien se dará cuenta.
Alcanzas el volumen de heráldica y dentro casi todas las familias de la región al menos.
Busco referencias al sello de la primera carta. Y cuando tenga que ir a vísperas. Lo dejo.
Decidido que en cuanto que terminen los rezos voy a hacer la autopsia, intentaré pillar al hermano apothecario comiendo para poder usar hierbas para disimular el olor. El problema es dónde, no el cuando. Pienso a ver dónde es menos probable que vaya nadie, esté bien aireado y oculto. ¿la cripta?
Tengo que terminar con esto para localizar el sello y averiguar quién es el sádico que me ha citado. Hasta que no acabe con esto está visto que no me va a dejar seguir con mi investigación. Así que tendré que dedicarle todo mi tiempo a esto para acabar pronto. Por otra parte un pensamiento se pasa por mi cabeza. Y si eso es lo que pretende? y si lo que no quiere es que yo continúe mi investigación. Durante las vísperas me dedico a pensar en quién sabe de mi investigación y a quién podría afectar. Por menos mi maestro se tuvo que exiliar. Por eso yo he tomado más precauciones que mi maestro y ni siquiera el propio Abad sabe muy bien a lo que me dedico. No sé, quizás esté paranoico*
*aunque todavía no exista esa palabra.