Partida Rol por web

No puede ser que esto me esté pasando a mi...

Un momento... La humedad... ¿Porqué la llama sigue extendiéndose?

Aquí algo está mal. Algo no funciona como debería.

¿Estaría en un sueño? La humedad no debía permitir que el fuego se propagara tan fácilmente. No.

Daba igual: Tenía que salir de allí. No podía perder mas tiempo: Era su vida o su ropa, en aquel momento.

Empezó a desvestirse: Si era un sueño, tendría la ropa al despertarse. Si no lo era, al menos se habría salvado. Se propuso limpiarse con las hojas que viera rastros de aceite o lo que hubiese. No deseaba que se prendiese fuego....

Una vez estuvo limpio, tomó las prendas que podrían haber sobrevivido al roce de las hojas (Si no era ninguna, pues ninguna), y se atrevió a otear al horizonte, buscando un lugar por el que poder traspasar las llamas sin estar mas de un segundo en ella. Si no encontraba un lugar por el que poder hacerlo, buscaría la manera de tratar de detener el implacable avance de las llamas. Al menos ya no ardería por la ropa. No era demasiado, pero era algo...

Eso pensaba.

Haces un hatillo tu ropa y ves que sólo la ropa interior ha sobrevivido al aceite. La camisa y el chaleco tienes que enrollarlo con mucho cuidado sobre los pantalones. Por suerte, tienes el fuego que te calienta, porque en Enero en estos parajes hace un frío que mata pingüinos. De hecho, el vello se te pone de punta y notas en la parte superior de la cabeza como la temperatura es baja.

Con cuidado lanzas tu ropa al otro lado del círculo, describiendo una parábola perfecta, por encima del muro de llamas y cayendo justo debajo del árbol al cual no has podido subirte.

¿Y ahora que?

La esperanza que el fuego baje, es minúscula, puesto que sigue pegando igual, pero...en el lado del árbol las lenguas son más bajas.

Vale Pensó No puedo pensármelo mucho o no lo haré...

Tomó un poco de carrerilla mientras empezaba a sudar, no tanto por el calor, sino mas bien por la tensión del momento. Miró una vez mas hacia atrás, cerró los ojos, y respiró profundamente varias veces. 

Puedo hacerlo... Puedo hacerlo... Puedo hacerlo..

Había entrenado mucho tiempo en su vida, había pasado gran parte de su vida en aquel bosque. Salir de aquel lugar no debía ser algo demasiado complicado. Y al otro lado del anillo, estaría a salvo.

Su intención estaba clara: Saltar. Pero no en un salto normal, no. Correría hasta el borde de las llamas, y saltaría poniendo su cuerpo en horizontal y tratando de que las llamas no lo alcanzaran, en un salto que lo llevase hasta el otro lado del fuego. Esperaba con aquello ponerse a salvo.

Era arriesgado, pero no iba a estar esperando mucho mas a ver si por algún casual conseguía saltar mas para agarrarse a aquella maldita rama.

Tomó mas carrerilla, se centró en su objetivo, y sincronizó sus latidos.

Aquel era el momento. La sangre corría por sus venas como nunca. Sonrió ante aquel sentimiento, un sentimiento que lo propulsó, esta vez de manera definitiva, a la carrera que iniciaba aquel movimiento descrito con anterioridad.

La suerte estaba echada. O vivía, sin un rasguño, o moría envuelto en llamas. Y así debía pensar... Si quería tener éxito.

Tiras el espetón al suelo, porque, siendo sinceros ¿Qué necesidad hay de caer mal y clavárselo? Pues si, lo tiras (aunque era la razón por la que habías entrado al círculo.... o no, quién sabe) y lo dejas a un lado.

Inspiras con fuerza y sueltas el aire, con carrerilla avanzas hasta el muro y saltas haciendo que las llamas laman tu piel de forma tan instantánea que apenas llega a calentarla. Caes al otro lado sobre ambas piernas y ... bueno, parece que no te has hecho nada. Tocas tu cuerpo y aunque deberías comer menos tocinillo, te das cuenta que sigues hecho un chaval.

Te encuentras desnudo frente al árbol donde está tu carcaj y.... ¿y tu arco?

Sonríe ante el movimiento atlético que había hecho. Sin duda alguna, seguía estando en forma... Si. Mejor obviemos lo se subirse a esa rama.

Fue a recoger la ropa,  alejándose de las llamas tras tomar el carcaj...

Espera..

¿Y el arco? ¿Y el maldito arco?

De nuevo aquella sensación... Esta vez fue un tanto diferente. Y es que parecía que alguien se estaba divirtiendo con él.

Miró a su alrededor, buscando la dichosa arma. Ahora le rugía el estómago, pues con los nervios había tirado el espetón, aún en ropa interior, pues no se atrevía a ponerse la ropa aún tan cerca de las llamas, y desarmado.

Perfecto. La cosa no puede ir mejor.

Empezaba a tener ganas de gritar a todo el bosque para que el bastardo que se mofaba a su costa saliese y diese la cara. En el fondo estaba preocupado, y bastante nervioso, pero la adrenalina del momento del salto lo mantenía mas activo que aterrado.

No había perdido ni un minuto, y ya el arco no estaba allí. Trató de no pensar en ello demasiado, debía mantener la cordura.

Se colocó al hombro el carcaj, y aunque fuese una defensa deplorable, tomó una flecha. Tenía pensado usarlo como daga hasta que encontrase el arco, que debía estar por allí, antes de marchar a tomar el resto del equipo. No pensaba perder algo que había costado tanto tiempo y dinero. No, maldita sea. Era nuevo, y de buena calidad, y no es que fuera precisamente rico.

Fuera del calor sofocante de las llamas, te das cuenta que estas en....Enero, en el norte de la Península. Quizás si te quedaras al lado del murito ese, tendrías algo de calorcito pero tienes que elegir entre la hoguera, tu arco y... ¿y para eso te metiste a buscar el espetón? ¿Para dejarlo tirado?

Solo tienes unos finos calzones de linón y las botas. Tus cosas están en otro lado y te falta el arco, que dios sabe donde está.

Entonces, te das cuenta como vuelve a chispear un poco y se empiezan a apagar las llamas que sólo habían afectado a los matorrales que rodeaban el círculo.

Echas a tu hombro el carcaj, coges tu ropa y... ¿ahora que? Por mucho que uses las flechas como dagas, con eso no vas a cazar y no vas a comer nada. Que bonito va a ser cuando llegues y tu mujer vea que vienes con las manos vacías. Tres días y las manos vacías. Ni el espetón de conejo que te serviría para matar el gusanillo mientras vuelves.

No me puedo ir sin el arco. Me rehuso. Tiene que estar por aquí. ¿Que clase de brujería es esta?
Raoul se separó un poco mas del muro, no demasiado,  esperando que el calor no se escapara muy velozmente de su cuerpo, y buscando por los alrededores el arco. El peligro de morir quemado ya había pasado. Ahora el asunto era intentar no morir de frío o por inanición.

-¡Donde quiera que estés, sal que te vea! ¡Al menos ten el orgullo de mostrarte, rata inmunda! ¡Vamos! ¡Sal! ¡Dime donde has guardado mi arco!

Gritó a pleno pulmón, enormemente molesto por la pérdida del arco. Volvía a ser una gran estupidez gritar en campo abierto donde habían cazadores, pero sus pelotas estaban alcanzando niveles críticos de hinchazón. De igual modo el crepitar de las llamas apaciguaba a su vez la voz de Raoul.

Empezaba a desesperarse: No podía volver sin comida, y no iba a volver sin su arco. Estaba perdiendo mucho, mucho tiempo. Y en adición, su estómago empezaba a rugir bastante. No podía creer que aquello le estuviera pasando a él. Pocas cosas podían ir peor ya.

Se alejó un poco mas de las llamas, con la esperanza de encontrar algún indicio de su principal herramienta de caza.

Cuando empiezas a gritar, en ese lugar donde a un lado empiezan a apagarse las llamas del muro de fuego que había, reduciéndose a brasas, y al otro estaba apoyado tu carcaj, te das cuenta de que hay unas huellas que parten de donde estaba apoyado tu carcaj hacia la maleza. Parecen huellas de animal, quizás un lobo, o un perro o un gato. Un cuadrúpedo no muy grande, ditígrado.

Tus cosas están en dirección contraria.
 

Una vez las llamas han desaparecido, decide volver a colocarse la ropa. Había encontrado huellas, si, pero para ello primero necesitaba primero sus cosas.

Se dirigió entonces hacia donde había dejado las otras cosas. Esperaba poder tener al menos alguna oportunidad de poder tomar su arco una vez tuviera el resto del equipo. Con un poco de suerte, era posible evitar a la bestia para tomar el arma principal de caza para desaparecer de allí de una maldita vez.

Su ropa olía a aceite... Pero eso era lo de menos ahora, mientras no hubiera fuego cerca.

Las criaturas del bosque tienen ciertas rutinas, no desaparecen porque sí. Alentándose con aquello consiguió obligarse a volver sobre sus pasos para coger las cosas que había dejado atrás, con la intención de volver a por aquello que fuese que ha robado la herramienta fundamental de su oficio.

Vuelves a por tus cosas de forma metódica, mientras te arreglas la ropa que huele aún a aceite. No mucho pero algo si. gracias a dios es oscura. ¿O es que es oscura la noche? Mañana comprobarás los destrozos y esperemos que se le quiten las manchas.

Al volver por tus cosas, las encuentras tal como estaban. Sin mucho problema. Así que te echas el hatillo al hombro, tomas lo que queda de tus armas (si, tu precioso arco no está) y lo poco que has cazado y te queda (es decir, poco más que esqueletos)

Retomas tus pasos hasta el sitio donde perdiste de vista tu arma y tratas de buscar las huellas de perro. Estás un buen rato, pero finalmente das con ellas y te llevan a un sendero y hasta.... otro claro de bosque.

Ahí, en medio está tu arco. Tirado

Al fin, después de tener todo su equipo, volvió a encontrar el rastro del arco. Pero esta vez no cometería el mismo error dos veces.

Lo primero que hizo, antes de adentrarse en el nuevo claro, fue inspeccionar todo el lugar con paciencia  e intentando que el margen de error fuera el mínimo posible.

Una vez se percató de que ninguno de los matorrales se movía de manera sospechosa,  siguiendo las huellas y prestando atención de mas al lugar por donde se habría marchado el digitígrado, con mucho cuidado de por donde se movía, fue acercándose a aquella herramienta de caza fundamental para Raoul. Ahora las prioridades eran diferentes: Primero recuperaría el arco.

Y después cazaría a ese felino, o lo que fuese que se estaba escondiendo en la oscuridad... Al menos así llevaría algo que mereciese la pena para casa, aunque fuera piel, y algo para comer.

Explorando el lugar del claro del bosque te das cuenta que nada extraño hay en los matorrales que lo circundan. No hay aceite, ni fuego, ni llamas, ni nada. Nada extraño en los matorrales, asi que volteas alrededor del círculo para ver si hay algo más que pudiera, no se, incendiarse, inflamarse, matarte, cortarte.... lo que sea.

Parece que no, que no hay nada dentro del círculo que te diga que.... nada.

Y el arco en el centro.
 

Parecía no haber nada extraño, y había inspeccionado bastante bien. Avanzó con cuidado hasta el arco: Quien sabe, quizás la bestia simplemente se había marchado. 

Llegó hasta donde estaba el arco, y sonrió levemente.

Por ti he perdido un espetón... Espero que al menos me des una buena presa por los alrededores, esa que te ha llevado hasta aquí.

Se agachó, examinando el arco y si es que tenía algún tipo de mecanismo como aquella chispa que soltó el espetón. Ya había aprendido la lección a no confiarse de algo tan fácil.

Es que... Era eso. Era demasiado fácil.

Si no hubiera ningún tipo de mecanismo, nada raro, tomaría el arma y rapidamente la tomaría, colocando una flecha, preparado para lo que pudiese ocurrir.

Te fijas que alrededor del arco que está en el suelo hay como la tierra removida.

Es extraño, en el bosque la tierra suele ser compacta.

Asi que cuando fuiste a coger el arco para ver si había algún tipo de mecanismo.... No sabes como alguna fuerza te tiró para arriba, golpeaste la cabeza contra el suelo y sin saber como, encontraste en un frenesí de cuerdas, elevado en el árbol.

El arco se ha quedado en el suelo tras el golpe, de forma que al chocar tu mano con el suelo de improviso, se cae y sueltas el arco, descubriendo entonces que el sitio por donde estaba la tierra removida, no era más que una trampa con una red y que ahora, como si fueras un vulgar perro que alguien va a merendarse, cuelgas a unos dos metros, sobre una rama... en el claro que parecía inofensivo.

Todo parecía bien... Había tierra removida. Y no se le ocurrió otra cosa que tomar el arco..

Mala acción. Sabía que había algo mal, pero el tirón que sufrió, el golpe y después el quedar colgado allí, a dos metros, sin su arco, perdiéndolo una vez mas, añadiéndole el golpe que se había dado, eran mas que suficiente para saber que allí estaba pasando algo muy extraño. Huellas de digitígrado, y después ¿Una trampa de cazadores? ¿Qué estaba ocurriendo?

No es momento de pensar. Hay que salir de aquí antes de que llegue lo que sea que está esperando que me quede aquí para siempre.

Con algo de suerte podría tomar la daga de desollar, que ya estaba bastante gastada, y limar la cuerda hasta la ruptura... Si, parecía una buena idea. O al menos, sonaba como un plan. Algo para no estar allí, colgado sin hacer nada, al menos.

Comenzó a hacer aquello, en la parte de abajo de la red. ¿Sería suficiente? Parecía no haber mas que hacer, a decir verdad.

Soltó un quejido, mas por el golpe que aún lo tenía algo mareado y por la situación, que por el esfuerzo que estaba realizando.

La daga que tenías a la espalda, la sacas sin mucho problema y con cuidado esgrimes el arma roma, para tratar de lijar la cuerda envejecida.

Te tiras un buen rato rascando el tejido vegetal de la red, sujetándote para no caer y quedas colgado como a un par de metros así que te dejas lanzar al suelo, cayendo sobre ambas piernas, sin problema.

Sin embargo.... ¿¡qué!? ¿¡Maldita sea!? ¿Donde demonios está tu arco? ¿DONDE?

Si... ha vuelto a desaparecer, nuestro peludo amigo (si es que es acaso eso) ha vuelto a hacer de las tuyas, pero... ¿como no te has dado cuenta.

Ves huellas que salen de este claro, hacia el interior de unos matorrales

De nuevo en el suelo. Por suerte para él, su destreza seguía estando como en sus mejores momentos. LLegó allí y tomó la mochila, esta vez tomando la cuerda rota y guardándola en el interior de ese morral. Quien sabe, podía servirle para algo en el futuro.

Tras ello, empezó a seguir una vez mas las huellas del ditígrado... ¿Otra vez había desaparecido sin ser visto? Que no lo viera una vez, pase. Dos... No. Allí estaba pasando algo malo.

O no era real..

Cada vez creía mas firmemente de que aquello se trataba de una especie de sueño. No podía ser que su arco desapareciera misticamente como si alguien estuviera pasándoselo en grande viendo a Raoul de trampa en trampa, a ver cuando caía en una mortal, o algo por el estilo.

Siguió el rastro hacia los matorrales, esta vez con la daga en la mano... Aunque no fuera mucho, era al menos mas que una flecha. Si salía cualquier cosa, como mínimo podría defenderse, aunque antes de entrar en los matorrales los observó con cautela, buscando señales de la bestia que debía estar mofándose de él.

Tal como sales de la caida con el trasero algo dolorido, te levantas y tomas tus cosas, internándote de nuevo en la espesura a ver dónde demonios han metido tu arco. ¿Es realmente tan valioso para tí, como para pasártelas buscando por todos lados?
 

Parece que sí, por lo que te adentras en el matorral buscando a quien o qué te haya quitado el arco. Y descubres de nuevo las huellas que se mueven por el boscaje. Esperas no terminar en otro claro tratando de ver qué trampa te han podido tender esta vez.

Pero no.... no llegas a ningún otro claro. De repente.... caes, no sabes porqué, pero caes. El suelo cede bajo tus pies, las hojitas y las pajas se quiebran y terminas en una especie de ¿hoyo?

Si. Es un gran hoyo excavado en el suelo con una profundidad de unos dos metros y un diámetro que no tocas con los brazos abiertos, redondo. Demasiado dificil escalarlo por las parede pulidas y demasiado dificil subir apoyandote en un lado y reptando por el otro.... ¿Como saldrás de ahí?

Otra tampa mas. La caída fue aparatosa, pero por algún casual, no se había hecho daño.

Sacudió el polvo y la tierra de sus ropajes mientras tosía ante la intensa polvareda que se había levantado.

Esto cada vez va a mejor...

Y es que ahora se encontraba encerrado allí, sin posibilidad de salir saltando. Tomó la cuerda que había en su mochila y la echó hacia arriba. Hizo primero un lazo en la punta e intentó enganchar una piedra o algo que pareciera grande y bastante inamovible, o una rama bien enraizada con la tierra: Algo que soportase su peso.

No se si esto es una prueba tras otra que alguien me está poniendo, si es un sueño, o si es que Dios quiere verme muerto y me está mandando señales.