Partida Rol por web

-Creo que Debbrunia tiene razón -declaré, haciendo un gesto de asentimiento-. Deberíamos dirigirnos a las ruinas para tratar de investigar. -Alcé entonces el dedo índice mientras mi rostro se tornaba en una expresión severa-. Pero que nadie toque nada.

Sin más, decido dirigirme a las ruinas.

-Yo... no sé a quién goronvotar. Apenas nos conocemos, la verdad. Confieso que trataré de goronvotar quizás a suertes. No tengo sospechas de nadie, ni puedo goronacusar a nadie porque sí. Supongo que hay gente más lista que quizás pueda averiguar goroncosas importantes, y si las comparte, podremos entre todos saber quiénes son los goronmalos. Pero ahora se nos pide un goronvoto que será más por suerte que por goronrazones reales-añadió el goron, apenado.

-con el pesar en mi corazon, creo que tienen razon.

El Zora comenzo a caminar hacia las ruinas alcanzando al grupo que se iba adelantando, mientras murmuraba letras de una cancion que buscaba componerle a sus compañeros caidos.

Weirton estaba confundido y apesadumbrado por lo acontecido. “No puedo explicármelo…” De verdad ni siquiera se pudo recordar que Kered y Morla hubieran dicho algo, tan ínfima había quedado su presencia en su memoria, pero una presencia de repente potenciada por su muerte atroz. “Esto es muy, muy grave… No puedo explicarme porque estos dos fueron las primeras víctimas de los poseídos. Y tampoco… tampoco tengo idea a quien votar. Como dice Goronleone, será votar y esperar en la suerte, sin tener razones válidas.” Le disgustaba tal situación, pero no veía claro en todo esto.

Regreso a las ruinas.

No dejaba de dar vueltas en círculos intentando descifrar el enigma que se nos presentaba.
-Piensa, piensa-piensa-piensa. Vamos, ¡piensa! Piensa, cerebrito, ¡piensa! -susurraba-
Entonces miré de nuevo a la entrada en las ruinas.
-¡Sí! ¡Ahí debe de estar la respuesta! -me decía a mí mismo en voz alta- Entonces debería volver a las ruinas. ¿Alguien me acompaña?
Esperé pacientemente las respuestas de mis compañeros. Mi cara dibujaba una sonrisa, incluso a pesar de que no había dormido y el miedo me carcomía las entrañas; pero el deseo de averiguar la verdad me podía.
Lo único que espero es no tener que matar a nadie -pensé entonces, mientras aquella sonrisa se tornaba a un tono más agrio, hasta acabar en una línea recta-

-A mi no me Goro-esperéis en las malditas ruinas. No pienso moverme de aquí mientras no sea estríctamente necesario...
Se cruzó de brazos apoyando la espalda a la pared

Yo voy a las ruinas. Si quieres puedes venir conmigo, pero no estorbes. No me gustas. Algo en ti no me da buena senación. Pero si quieres venir a las ruinas yo iré tanto si vienes conmigo como si no

Malaqgoron era hosco y bastante desagradable.

-Me quedo contigo, grandullón... ¿Eras Gorogure, verdad?- Zejin se sienta en el suelo, junto a una pared. Hace señales, tanto al Goron cómo al resto de los presentes, para que le acompañen -No voy a ser yo quien entre en esas estúpidas ruinas si no es estrictamente necesario. No me gustan ni una pluma.

Ya era buen hora de hallar algo de juicio en toda esta locura. ¿Zejin, verdad?
ofreció un saludo con la cabeza al Orni

Rio guardo sus armas, pero aun mantenía distancia con los presentes.
-Pienso quedarme en aquel lugar donde haya mas gente, esta claro que ellos atacaran al grupo mas reducido siendo mas fácil acabar con ellos. -Rio por primera vez estaba hablando de corrido. -Hoy han muerto dos Zoras, esta claro que los asesinos están buscando un conflicto entre razas, pensar quien querría algo así, y hay tendrán sus asesinos. -La Gerudo pensaba en verdad en sus palabras y si nadie mas daba una pauta distinta de investigación, es a lo que se agarraría por el momento.

“También voy a las ruinas con vosotros”, dije a Délano y Malaqgoron, aunque con el corazón encogido. “Es verdad que, pará acabar con la maldición que pesa sobre las ruinas, es necesario volver allí, en la cueva de leones… No creo que podamos ayudar a Magrom a recuperar su cuerpo, ni liberarnos de esta tormenta que rodea la aldea, si no buscamos más pistas en este lugar, por muy malvado que sea.”

-Yo me quedaré, no tengo ningún motivo para ir otra vez a esas ruinas.

Debbrunia se levanto y caminó hacia las ruinas -bueno, cualquier cosa saben donde encontrarnos- y siguio su camino sin decir más 

La noche estaba a punto de caer, las tensiones se podían cortar con un simple y ligero movimiento de una cuchilla. Magrom por fin había hablado tras un momento de silencio, su voz resonaba en toda la aldea a pesar de los rayos y truenos de la tormenta.

 -Ahh- EEhhh... - Se notaba un poco incómodo y cierto tono de tristeza en su voz - Recopilando los votos... Una... Una decisión se ha hecho por voto popular, lo siento muchísimo...- 
 

Desde el pedestal salió un aura blanca, tan blanca como la nieve, esta se empezó a mover como si vida propia hubiera tomado y se movía hasta quedar al frente de cada uno de los viajeros, sin embargo al llegar hasta RioTazi violentamente se apoderó de ella haciéndola gritar de dolor, los gritos eran tan fuertes que el pobre Goronleone se tapó los oídos. RioTazi trataba de resistirse hasta que poco a poco cedió.

Cayó al suelo y la extraña neblina salió de su boca hasta regresar al pedestal donde Magrom se encontraba encerrado y gritando del susto que acababa de presenciar. Pero aquello no acababa ahí, entre todos los presentes salió corriendo Elwer Dugarion quien desprendía lágrimas pesadas desde sus ojos, se agachó frente al cadáver de RioTazi y sollozó por un momento, sollozos los cuales se convirtieron en sonidos de ira, Elwer giró la cabeza hacia los demás y sus ojos, ahora de un color rojo intenso se posaba ante todos. 

Elwer se levantó y su cuerpo comenzó a sufrir una transformación la cual pudieron reconocer de qué se trataba. Era el símbolo sheikah invertido, un miembro del clan Yiga. Elwer sacó unas grandes cuchillas y comenzó a correr hacia todos ahogado en la ira para acabar con quien sea, pero ahí estaba Mikau y sacrificando su guitarra se pudo defender a tiempo, por suerte la guitarra no había sufrido tanto daño en comparación a Elwer quien ahora le sangraba la cabeza.

El golpe pareció calmarlo haciéndolo arrodillarse en sollozos de tristeza e ira tras la muerte de RioTazi, finalmente gritó levantando la cabeza y cerrando los puños pues su amada había muerto y tras el malvado espíritu del clan Yiga todavía existía esa parte humana de Elwin donde el amor se encontraba hecho pedazos. Elwin cayó al suelo por completo y su respiración había parado su ciclo inerte, Elwer yacía muerto.

Una silueta emergió desde su cuerpo produciendo un grito de ultratumba que no duraría mucho puesto que podían notar cómo el espíritu se disolvía hasta no quedar nada más que las gotas de lluvia delatando un ambiente lúgubre.