El día se anunció con la desaparición de un miembro, específicamente Goronleone que la última vez que lo habían visto era descansando como cual niño cansado. En su lugar tan sólo había una gran mancha de sangre y partículas de polvo que amontonadas hacían un pequeño bulto que se desintegraba por la lluvia hasta no quedar nada, y así una persona más había perecido, en este caso el último niño.
Cierta hostilidad se puede percibir entre todos los animales, gruñendo, aleteando, aullando y arrastrando las patas traseras contra el suelo levantando así pedazos de lodo.
Del pedestal se anunció Magrom asustado por lo que estaba a punto de ocurrir - Oh no, no, no... - Un pitido se acentuaba cada vez más y más proveniente del mismo pedestal. - El clan Yiga ha... Ha ... - Una voz superpuesta interrumpió a Magrom.
-Ja- Ja- ¡JAJAJAJAJAJAJ! Zejin, Zejin ¡mi fiel sirviente! ¡Digno de leyendas! Has podido reunir los cuerpos suficientes para nuestro resurgimiento, te ascenderé a Líder luego de salir de este lugar. Pero antes tengo que encargarme de algo. -
- ¡Ah! ¡¿Qué es esto?! ¿Qué estás------- La voz de Magrom se cortó de pronto, su silencio suponía que Godaima había acabado con él pudiendo así apoderarse del pedestal. El Goron Magrom había muerto.
El espíritu de Godaima emergió del pedestal materializándose frente a la vista de todos. Levantó un espectral brazo y chasqueó los dedos, a continuación cinco cuerpos aparecieron de la nada, eran Kered, Fujin, Elwer Dugarion, Malaqgoron, Gorogure, Fujin y Goronleone, pero su imagen dejaría de ser la misma al rodearse de un aura carmesí e iniciando su transformación a diferentes miembros del clan Yiga, sirviendo de recipientes para los nuevos Yiga.
Pronto una batalla había iniciado, la tormenta se había acentuado provocando más rayos y el viento corría sin parar levantando polvo y hojas de los árboles y en el fondo Godaima observando el resurgimiento del clan Yiga.
El oso, como el más fornido del grupo de los animales, se echó gruñendo contra el más fornido de los no-animales convertidos en Yiga, Malaqgoron, las fauces abiertas y las garras fuera.
El jabalí vio que el oso se enfrentaba contra el más grande de los Yigas y pensó que dos mejor que uno.
Corrió contra el gigante cargando con sus colmillos por delante.
*UUIIIIII HHGGF HHGGF*
Cuando apenas estaba a un metro, el gigante se giró hacia él y le propinó un golpe en el costado lanzándolo a volar contra un árbol.
Antes de que se pudiera recuperar, el gigante cogió una gran roca y golpeó certero la cabeza del animal, tiñendo de sangre el césped y haciendo que sus ojos se apagasen para siempre.
Lo último que vio fue el gigante volteándose hacia el oso, su otro atacante.
-¡Hyeeeeeeeeeejejejeje! ¡Hyeee! ¡Hyeeeeeeejejeje! -se escuchó un sonido infernal brotando de las copas de los árboles.
Entonces todos la vieron. Era la ardilla, el animal más pequeño e inofensivo de cuantos se encontraban allí, pero no por ello el menos peligroso. Tomando carrerilla desde una rama, se lanzó al vacío, en dirección al reducido grupo de supervivientes, ya enfocada en su víctima. Quienes vieron al pequeño roedor planeando para caer sobre su objetivo tuvieron pesadillas durante el resto de sus cortas vidas. Era espeluznante, estremecedor...
Porque Artie no era una ardilla común.
Durante los últimos días, la ardilla había desarrollado cierta simpatía por Debbrunia, por lo que no podía pensar siquiera en la posibilidad de acabar con el rollizo goron. ¿Los hylianos en cambio? Eso era otra historia.
Artie cayó con fiereza sobre el rostro de Haakon y le arañó los ojos con sus diminutas garras, dejándolo ciego. Antes de que el joven hyliano pudiera reaccionar, descendió hasta su garganta y le asestó una fuerte dentellada, perforándole la yugular y poniendo fin a la vida del humanoide de orejas puntiagudas. Mientras Haakon agonizaba, desplomándose de bruces en el suelo, con la sangre brotando a chorros de su profunda herida, Artie ejecutó una voltereta hacia atrás y se encaramó al tronco de uno de los árboles cercanos, observando con deleite cómo las criaturas del bosque ponían fin a la existencia de aquellos desdichados que se habían atrevido a irrumpir en su morada.
-Hylianos a mí... -murmuró, en tono burlón, con la pequeña boca manchada con la sangre de Haakon.
El gran lobo gris aulló desde lo alto de una de las rocas, y no fue mucho el tiempo hasta que varios de sus iguales llegaron al lugar. Los lobos cazaban en manada, era casi como una tradición. Aunque al ver como los demás animales se abalanzaban sobre los presentes no pude hacer otra cosa que reírme de la situación.
- Ja ja ja ja. Mira a los herbívoros, les das un poco de carne y se ponen como locos. Si hasta la ardilla se ha cargado a un orejas picudas. Ja ja ja ja
Aunque las risas no duraron mucho, si había ahora un peligro era el del clan Yiga, que seguramente intentarían cazar animales para alimentarse después de su gran letargo. – Chicos, ya sabéis lo que hacer – dije mientras avanzaba enseñando los dientes y dando pasos con cautela mientras me acercaba a los que habían resurgido de entre los muertos. – No dejéis que escape ninguno.
-¡FUISTEIS ADVERTIDOS! ¡¡HOHO!! -Fue lo primero y ultimo que se escucho de aquella majestuosa ave cuando salto de la rama mas alta del arbol mas viejo, en picado. Y solo cuando estuvo a escasos centímetros de Délano, saco las garras para que sus grandes uñas desgarraran la carne del hyliano. Dos grandes surcos dejo aquel animal sobre la cara y pecho de su enemigo.
Nada mas atacar, volvió alzar el vuelo para repetir presa y picotear los ojos de aquel soñador para acabar con su vida, mientras saboreaba sus fluidos y adquiría su sabiduría.
Malaqgoron había esquivado el ataque del oso y había acabado con el jabalí quien murió de manera heroica defendiendo los derechos de la naturaleza contra los intrusos.
Presenciando la muerte de su amigo el jabalí, el oso se alzó lleno de ira sobre sus patas traseras y cayó con todo su peso y golpeando brutalmente con las garras sobre su adversario Malaqgoron.
Un nuevo animal surgió poderoso en el lugar. Una yegua enorme, castaña de crines blancas. Quienes la conocían sabían su nombre, y quienes no, quedaban abrumados por su imponente presencia.
Epona, como había que llamarla para dirigirse a ella, simplemente relinchó como saludo, pateando el suelo tras alzarse sobre sus patas traseras.
Acostumbrada a llevar a héroes sobre su lomo, ahora que era ella quien decidía sabía que no podía dejar escapar a los humanos.
Con una poderosa coz pateó a Akino, el primero que vio.
Los animales ahora tenían el poder.
Poco a poco veían como el cucco emitía resplandores rojos y se movía para un lado y otro locamente, cualquiera que supiera el castigo que suponía el maltrato a un cucco, sabría lo que estaba por llegar, se estaban acercando..el batir de millones de alas era cada vez más cercano... Las pisadas de los cuccos hacian moverse un poco la tierra... El fin de los humanos allí reunidos estaba cerca...
La batalla fue rápida y desbordaba de violencia, animales, humanos y el clan Yiga luchaban por sus propios motivos de los cuales uno era seguro, sobrevivir.
El clan Yiga que correspondía a Zejin, Kered, Elwer Dugarion, Gorogure, Fujin y Goronleone luchaban contra los animales quienes se mostraban igual de resistentes y hábiles. Sin embargo Zejin se había dado cuenta de algo, y es que a excepción de Malaqgoron quien había caído recientemente en batalla, todavía tenía la mayoría de renacidos Yigas así que vio esta oportunidad para ordenar al grupo que se mantuvieran a distancia pues su objetivo se había cumplido ya que era un número considerable de miembros y era mejor evitar más bajas en aras del renacimiento del clan.
Los animales habían formado una línea cubriendo las ruinas para evitar que los del clan no vuelvan a pisarlas en busca de más destrucción y ruinas, Artie la ardilla había tomado las tres reliquias y las había introducido en el pedestal donde antes vivía el alma de Magrom, al hacer contacto estas se desvanecieron y las ruinas comenzaron a temblar, momento que Artie aprovecharía para salir corriendo, justo antes de salir una pequeña roca caería en su cola y el pequeño por poco no vería la luz del día una vez más de no ser por Lobo Gris quien había apartado la roca y se había llevado a la ardilla hacia las afueras de las ruinas tras sus compañeros.
El temblor que producían las ruinas cesaron hundiéndose en la tierra para no ser vistas nunca más y así la desaparición de estas había concluido. Artie pronto se montó encima del Oso quien amenazaba con sus grandes garras a los Yiga al frente, este comenzó a correr violentamente hacia Fujin y lo tumbaría para darle el golpe final, sin embargo el cuerpo que una vez perteneció al niño llamado Goronleone le intentaría asestar un fuerte golpe al Oso que se encontraba desprevenido, justo en ese momento lo interceptó Hoho con sus garras alzando al niño por los aires y dejándolo caer y haciéndolo impactar contra el suelo concluyendo así su vida.
El antiguo cuerpo de Kered explotaba en ira mientras Zejin le ordenaba que se mantuviera a distancia pero este no hizo caso a sus órdenes y corrió para lanzar shurikens a Hoho quien todavía se encontraba por los aires, pero este tuvo la mala fortuna de encontrarse con Cucco quien revoloteaba para picotear a quien se atravesara en su camino, Cucco recibiría una fuerte patada de parte del Yiga Kered, no obstante esto había sido un error pues por instinto Cucco comenzó a cacarear fuertemente produciendo un eco en toda la aldea, el silencio había invadido el lugar y a lo lejos se podían escuchar numerosos aleteos, hasta que de entre los árboles aparecían más y más Cuccos respondiendo a su llamado, aquello parecía una tormenta.
En medio de esta se encontraba Debbrunia tapándose con ambos brazos para evitar el picoteo de los Cuccos quienes únicamente dejaban ilesos a los animales restantes, pero a su salvación llegó Epona cabalgando elegante hacia el Goron e inclinándose para que este suba a ella, lo cual hizo. Epona se llevó en su espalda a Debbrunia como si su peso no fuese obstáculo, haciendo que los Cuccos no atacaran al Goron y por fin llevándolo a un lugar seguro.
En medio del caos de Cuccos, los Yiga restantes se veían en aprietos, eliminando la mayor cantidad de Cuccos haciendo una pequeña montaña de cadáveres a su paso, Zejin levantó su gran espada y produjo un fuerte tajo que hizo matar a la mitad de los Cuccos, por suerte el Cucco líder había logrado esquivar el ataque que redujo la tormenta de aleteo a la mitad. Finalmente Zejin le ordenó al resto de Yigas que se retiraran y sus palabras finales antes de transportarse a lo que sería su nueva guarida gritó:
- ¡VIVA EL CLAN YIGA! -
Sus compañeros lo siguieron repitiendo el grito y desapareciendo al instante .
La aldea se encontraba llena de paz al fin, sin embargo las bajas eran increíblemente altas y con el resurgimiento del clan Yiga el futuro de Hyrule era incierto. Los animales se reunieron junto a Debbrunia para disculparse por sus amenazas y por parte del Goron agradeciéndoles por salvarlo, pasado unos minutos comenzarían a reunir a los caídos pero se vieron sorprendidos por Malanya, el hada de los caballos quien representaría a los animales, esta chasqueó los dedos y todos los cadáveres se había unificado con la tierra y el pasto y en su lugar nacieron cantidad de flores de todos los tipos y así la aldea se había llenado de vida una vez más, Malanya chasqueó de nuevo los dedos y las casas que conformaban la aldea se derrumbaron uniéndose por igual a la tierra y produciendo colinas verdes y árboles llenos de vida, finalmente el hada desapareció.
Debbrunia prometió a los animales no poner un pie de nuevo en aquella aldea y creó de los restos de madera y materiales que habían quedado a las afueras diferentes letreros advirtiendo a todo aquel que ese no era sitio para humanos ni aventureros pues un negro destino les llegaría, finalmente se despidió de sus amigos animales y se fue rumbo a la aldea Goron que propondría un largo camino, allí viviría una vida llena de aventuras donde las futuras generaciones escucharían las historias de la antigua aldea Drako y la maldición que en ella cayó.
Y así termina esta compleja historia con el resurgimiento del clan más temible de todos los tiempos, pero por igual el comienzo de nuevas vidas para los animales afectados por el daño colateral de los inconscientes humanos que más nunca se atreverían cruzar un pie sobre aquel lugar.
- FIN -