Desde las sombras del más allá se transmuta un alma para volver de entre los muertos a entrar a las filas de los vivos, una vez más Elwer Dugarion volvía, no siendo la persona de antes, pero tampoco el asesino del clan Yiga, pues el jugar con la vida y la muerte conlleva a pagar un precio que no muchos estarán dispuestos a contemplar.
-¿Qué desea, mi amo? -pregunté, observando al joven Akino con interés-. ¿Cuál es el motivo por el que se me ha concedido la oportunidad de regresar de entre los muertos?
-Buenas siervo, tienes la oportunidad de protegerme por la noche en el caso de que intenten atacarme, no me fío de las intenciones de algunos de ellos. dijo el granjero a Elwer, o lo que quedaba de él.
-Os protegeré con mi vida, mi amo. Aquellos que os ataquen se mostrarán heridos ante todos cuando amanezca.
-Amo, nunca he comprendido las intenciones de los nigromantes, por lo que he de preguntaros una cosa, ¿buscáis la muerte de los asesinos del Clan Yiga o la de todos los que han acudido a las ruinas?
-Solamente la de los asesinos del clan Yiga. Nada más.
-En ese caso, la victoria está de tu lado. Vuestro número es aún bastante alto comparado al de los asesinos. Confía en los expedicionistas, no tienes nada que temer de ellos. Y permanece atento a la desconfianza que algunos muestren o hayan mostrado ante mis palabras. Los espíritus del Clan Yiga, más que nadie, son quienes deben temer que haya sido devuelto a la vida.
-No dudo de la inocencia de Sokan, mi amo, mas no me gusta que haya expuesto de manera tan abierta que he sido traído a la vida por usted. Los enfrentamientos con Fujin tampoco os ayudarán, solo son una humareda que oculta a los verdaderos culpables. Él no va desencaminado con algunas de sus sospechas.