La reacción del comandante me hizo asentir con cierto respeto. Una vida en el mar me había hecho sentir eso por los buenos capitanes, aquellos que sabían elegir bien sus prioridades. Desde luego, aquel cascarón no era ni de lejos tan importante como los hombres a bordo, y no valía la pena arriesgar más de lo que ya habían hecho. Demasiado afortunados eran ya de que hubiera acudido yo a sacarles de allí. No me gustaba echarme flores, pero había que ser realistas: si mis compañeros hubieran estado solos, les habría costado dios y ayuda rescatar ese submarino.
Lo habrían hecho, claro, sobre todo porque los de arriba habrían insistido en ello. Era un lío diplomático y de inteligencia militar del carallo, y no dudaba que iban a explotar el asunto al máximo, sacando toda la información posible tanto de los tripulantes como del propio submarino. Pero todo eso no era asunto mío. Yo sólo rescataba personas y cuidaba del mar. Si la tripulación llegaba sana y salva a puerto y el cascarón no se quedaba en el fondo marino contaminando el hábitat, me habría ganado una ronda.
La vida, cuanto más sencilla mejor.
Espera, espera, háblame antes de esos botes. ¿De qué se trata, de balsas hinchables? -Pregunté alzando una mano para detener la conversación en ese punto, frunciendo el ceño, pensativo- ¿Qué capacidad tienen? ¿Justo la tripulación, o hay plazas extra? Tengo a trece personas en el barco que se va a pique ahí fuera. Si los helicópteros tienen problemas para llegar, que con este temporal es bastante fácil, con unos botes de emergencia y algunas cuerdas podría hacer un apaño. Si no hay suficientes plazas, aún podría usar algún salvavidas si hay cuerdas suficientes para anudarlo todo. ¿Cómo lo ve, comandante? Toda ayuda que pueda ofrecer a esos marineros españoles podría ser de ayuda de cara a la actitud de las autoridades españolas, téngalo en cuenta... -Sugerí, planeando ya que, si los medios eran los que esperaba y deseaba, y la situación tan comprometida como calculaba y temía, iba a tocar improvisar. Balsas, y puede que salvavidas, atadas entre sí con los marineros a bordo, y enganchadas con cuerdas a mí mismo...- Podría remolcarlos a todos a puerto. Esta nave ya la rescatarán otros cuando el mar esté en calma.
El comandante de la nave te explica que son balsas de salvamento marítimo, de color naranja y cubiertas. Hay unas diez en total en el submarino, suficientes para 100 personas para aguantar una semana en alta mar con agua y comida. Más que suficiente ya que este submarino sólo deberá tener más de setenta tripulantes. Posee un amplio margen que te servirá para que puedas llevarlos hasta la costa.
- Ayudaremos a los marineros españoles, es la ley del mar. Preferiría morir antes que quebrantarla. - accede el mando del submarino - Mis hombres desplegarán las balsas y las atarán a la vela del submarino hasta que todos estén subidos. Iremos avanzando lo que podamos con el submarino para acercarlo a tierra. Podemos desplegar seguramente una velocidad de diez nudos en estas condiciones. Si usted trae a los marineros españoles tendrán cobijo en nuestras balsas. Ayudaremos en todo lo que sea posible...usted pida ya que le debemos la vida. Usted vigile que eso con lo que chocamos no regrese...otro golpe así provocaría que nos hundiéramos en solo unos minutos...
Sin duda el hombre es un buen marino. Sabe que le espera un consejo de guerra al regresar a Marruecos porque no es de los que aceptarían quedarse en España para salvar su vida.
El capitán ordena a sus hombres que se muevan a toda velocidad, no sólo les pide que saquen las balsas si no que preparen mantas térmicas, se pongan los chalecos salvavidas y que el personal médico esté preparado para atender a los marineros españoles si alguno está herido. También sabes que ha ordenado eliminar información confidencial, pero es algo comprensible y sabes que permitir ese acto podría salvar su vida.
El comandante te dice:
- Vaya a por los otros marineros, les estaremos esperando. Los botes están desplegados, puede coger uno para traer a los suyos. Estarán algo apretados pero es preferible eso a perecer.
Si llevas la balsa te ahorras tener que traerlos uno a uno así que es perfecto para ti.
Medito la propuesta del comandante durante unos instantes, cruzando los brazos y asintiendo lentamente. Sin duda, es un plan bastante mejor, por múltiples razones. Pero el primordial de todos es el asunto del saurio atlante. Si sigue por la zona, prefiero contar con libertad de movimientos para encargarme del asunto, que es un mal asunto en cualquier caso.
Está bien, comandante. -Accedo finalmente- Embarcaré a los marineros en una de sus balsas, y cuando estén todos listos les escoltare hasta puerto. Hay un buen temporal ahí fuera, sí que prepárense para bastante oleaje. Aten bien esas balsas a la vela, y tengan a mano cuchillos en todas por si hay algún percance y el submarino vuelve a sumergirse. No queremos que ninguna de las balsas se vea arrastrada, yo respiro bajo el agua pero nadie más aquí lo hace. -Indico con una media sonrisa- Me mantendré cerca, vigilando. Esa cosa seguramente ya estará muy lejos, pero si está por aquí la veré a tiempo y me encargaré de ella. -Me golpeo la palma de una mano con el puño contrario, mostrando una confianza no demasiado auténtica. Conozco a esos bichos, y son duros de roer. Pero lo que más me preocupa no es eso, sino que me extraña mucho que uno de ellos se encuentre aquí, tan lejos de su hábitat... a no ser que alguien lo haya traído.
¿Un acto de guerra? ¿Terrorismo? Si el pueblo atlante está detrás de ésto, de un modo u otro, supone una montaña de problemas.
Me giro y dejo que me guíen hasta la escotilla por la que salir al exterior de la nave, desde donde saltar al agua y nadar arrastrando una balsa hasta el barco, donde reunir a Fran y a los marineros, explicarles el plan y trasladarles a la balsa.
Agarras la cuerda de uno de los botes y te la atas a la espalda. Nadar hacia el barco no es difícil para ti, y los marineros se prestan voluntariosos a ayudar y ponerse a salvo sin que tengas que esforzarte. Entre ellos hay un nadador de Salvamento que se queda con ellos para guiarlos en cada paso. En apenas diez minutos ya están a salvo en la balsa. Les avisas de que será un viaje movido, pero mejor eso que pasar horas a la deriva en un mar embravecido.
Cuando regresas con los marineros, los submarinistas marroquíes te ayudan a atar la balsa a la vela del sumergible y ponen en marcha los motores del submarino a un tercio de su potencia en dirección a la costa. Las balsas están bien atadas y no corren riesgo, además el submarino rompe las olas más grandes con lo que la travesía es más llevadera de lo esperado.
Vigilas el submarino pero la bestia marina que lo lanzo hacia arriba y provocó el accidente no aparece. Lo que es algo normal si fue un ataque puntual. Los cetáceos escoltan el navío, podrías hablar con ellos y preguntarles si saben algo de dicha bestia ya que ellos han estado más tiempo por esa zona.
A medida de que os acercáis a la costa el submarino aumenta su velocidad a dos tercios, lo que hace que el tiempo de rescate se acorte. Miras al cielo pero de momento el helicóptero de salvamento marítimo no ha hecho acto de presencia. Por suerte no hay heridos graves y además en caso de hacerlo los sanitarios del submarino se prestaban a ayudar.
Un arroaz bastante parlanchín se acerca a ti y te habla de la bestia, aunque lo denomina como "lagarto" o es lo que entiendes en la traducción de su idioma.
En el Gran Burato se sabe que hay un lagarto de grandes proporciones, nuestros ancianos nos dicen de no acercarse a esa zona por si acaso...es zona peligrosa...llena de burbujas que salen del suelo y a veces levantan piedra...
La maniobra se desarrolla bien, muy bien. Sin el menor contratiempo, puedo ayudar a pasar a los marineros a la balsa, junto al colega de Salvamento Marítimo, y los remolco hasta el sumergible, donde la tripulación trabaja de forma voluntariosa en el marre. De hecho, todo va realmente bien con ellos, y es que esos marroquíes se portan del carallo, llevando incluso la travesía a un ritmo moderado, lo que es bueno para los remolcados y para la seguridad del propio navío. No está para alardes.
Durante el trayecto, me mantengo cerca de ellos, sumergiéndome y emergiendo cada poco tiempo, de forma que mantengo control sobre ambos mundos. Bajo el agua, no hay rastro de ese reptil que supuestamente ha causado el accidente, y es que a estas alturas empiezo a estar convencido de que ha sido eso, y no ningún ataque premeditado. Si fuera eso, habría tratado de terminar el trabajo.
Sin embargo, entre los cetáceos que nos acompañan en el trayecto, hay uno especialmente despierto y hablador, posiblemente porque le resulta curioso que alguien le de conversación. Los humanos no son capaces, y los atlantes no se prodigan en la superficie tanto como cabría esperar, aislados en su mundo de las profundidades. El caso es que el delfín me habla de un lugar que los suyos les advierten que deben evitar, un sitio con burbujas y fuertes corrientes ascendentes. Parece un suelo volcánico, pero no hay de eso en la costa gallega que yo sepa... ¿Bolsas de gas? Algo tengo entendido de que hay un yacimiento por allí... lo que lo hace aún más preocupante. Más aún si el reptil está ocultándose allí.
~Gracias, amigo. Creo que tendré que revisar ese territorio cuando deje a esta gente a salvo en tierra. Ese "lagarto" es un peligro para todos~ -Indico al arroaz, despidiéndome de él mientras compruebo en la superficie que los helicópteros no han aparecido, aunque ya no son necesarios.
Nos encontramos ya cerca de la costa, así que parece que el trabajo está prácticamente hecho. Este trabajo. Pero parece que voy a perderme la "hora feliz" y renunciar a las birras de esta noche, o como mínimo a las primeras rondas. No puedo dejar el asunto del lagarto, así como así. De modo que me acerco y salto a la balsa a hablar con mi compañero, informándole de la situación desde la compuerta entreabierta para la ocasión.
¡Hey! Estáis llegando ya a tierra, sólo os queda un rato y el oleaje no es preocupante. ¿Te ocupas tú del "papeleo"? Las autoridades querrán hablar con la tripulación del submarino y un informe por mi parte, pero antes tengo que comprobar un par de cosas. -Le explico, esperando que pueda disculparme y cubrirme ante los jefes por no quedarme a dar explicaciones- Si vais después del curro a tomar algo al bar de siempre, que me apunten a mi cuenta la primera ronda. Espero llegar a tiempo para tomarme alguna yo también, pero... -Me encojo de hombros, sonriendo con resignación. Quién sabía si me daría tiempo.
Tras ésto, me aseguro de dejar bien cerrada la balsa y me echo al agua de nuevo, tomando una ruta distinta, la que me llevará al punto de costa más cercano a mi propia casa. Tengo que pasar por allí a coger mi tridente, antes de ir en busca de ese lagarto. Esos bichos no son ninguna broma.
Dejas al submarino rumbo a la costa, con las instrucciones dadas al submarinista de Salvamento Marítimo.
Llegas a tu casa y puedes ver que el mar que había dado un respiro se vuelve a encabritar. El temporal va en aumento y han declarado en alerta roja la costa. Puedes ver como los pesqueros que habían salido a faenar en la boca de la ría regresan a puerto a toda velocidad. Las olas empiezan a ser cada vez más grandes, aunque en las profundidades la furia no es tal.
Coges tu tridente y miras en un mapa la dirección de O Gran Burato. Está a unos 150 km de la costa, aunque desde Combarro son unos cuantos más. Te llevará al menos dos horas llegar hasta ese sitio a toda velocidad, tres o cuatro si vas nadando a tu velocidad de crucero y recorrer toda la zona que tampoco es pequeña te llevará tiempo. Luego toca la vuelta a casa que sería más o menos el mismo tiempo y aunque no estás extenuado de momento podrías acabar y combatir a un ser así podría ser peligroso. Además tampoco sabes si estará allí ese lagarto prehistórico, aunque el arroaz al que has apodado "Darwin" no mentía y parecía tener miedo de esa zona.
Ahora debes sopesar el viaje, lo más sencillo sería que te acercaran en helicóptero. Los Helimer de Galicia son Eurocopter EC225 Super Puma que pueden volar a una velocidad de crucero de 260 km/h con lo que podrían llevarte allí en menos de una hora pero hoy no es el mejor día para pedirle a un piloto que te lleve de paseo ya que el tiempo es difícil incluso para ellos.
Realmente el prólogo terminaría aquí, digamos que ese saurio aparecerá o no en algún otro punto de la partida :P Todo depende de hacia donde os mováis como equipo. Pero en vista de que aún no se ha terminado la ficha el nuevo fichaje podemos alargarlos un poco más.
La casa esta vacía, y el temporal sigue aumentando, así que antes de echar mano del tridente me recorro cada estancia asegurándome de que están todas las ventanas cerradas y con las contraventanas bien aseguradas. Sólo entonces voy al garaje, lo que antiguamente eran las cuadras de la vieja casa, y abro mi armario personal, donde guardo algunos recuerdos de mis viajes, especialmente de mi periplo por Atlantida, y con ellos mi tridente. No es un tridente atlante, no fabricado por ellos al menos, pero en esencia es básicamente lo mismo. Con alguna variación en su diseño, no es más que el mismo sistema replicado por mí mismo con lo que recordaba de su tecnología cuando regresé a casa. Ni siquiera se por qué lo hice, no es que pensase en tener que zurrarme con nadie, pero lo mismo estaba cabreado por cómo terminaron las cosas y "robarles" sus secretos era como mi pequeña pataleta.
Al coger el arma, saco también mis mapas, comprobando la ruta a seguir y la distancia. Frunciendo el ceño, me doy cuenta de que está lejos del carallo, y más con este temporal. El mal tiempo no es un peligro para mí, pero hace la natación algo más costosa, así que esa distancia sería más dura de lo habitual. Y bien mirado ¿realmente corre prisa revisar Gran Burano? Puedo esperar a después del temporal y pedir que un helicóptero me acerque a la zona... Apoyo el tridente junto a la mesa en que estoy consultando los mapas, mientras esa idea va cobrando fuerza. Bastaría una llamada a Salvamento Marítimo para comprobar que no haya barcos en esa zona, consultar si abría algún helicóptero disponible cuando el tiempo arreciara, y hasta podría llegar a tiempo a la primera o segunda ronda en el bar...
Sí, sin duda es una idea del carallo.