Sales de la base en dirección a la Biblioteca Nacional. No es un trayecto extremadamente largo, pero toca pasar por demasiados puntos conflictivos del tráfico de la capital por lo que encadenáis un par de atascos. El chófer se disculpa por no poder llegar tan rápido como quisieras, es un chico majo natural de Murcia.
Cuando llegas a vuestro destino puedes ver que hay un cordón policial. Ves al menos cuatro lecheras de la Policía Nacional y dos camiones de los antidisturbios. Incluso ves una tanqueta. En la calle hay signos de destrozos. Cristales rotos, un buzón de correos abollado, papeleras con su basura desparramada por el suelo.
El chófer se sorprende y exclama:
- Joer, parece que ha pasado un vendaval por esta calle...
Unos policías de uniforme custodian el acceso a la biblioteca, pero nada que no te impida pasar mostrando tus credenciales.
No fue mucho el tiempo que pasó desde que creé aquel grupo de “Quepasa!” hasta que todo estuvo listo para que cada uno pudiera poner rumbo a dónde había decidido ir en busca de nueva información. Tras despedirme de mis compañeros, me monté en uno de aquellos coches que habían dispuesto para nosotros, chófer con claras instrucciones incluido. El teniente sin duda trataba de facilitar nuestro trabajo, hasta el punto de pedirnos que contactáramos con él si surgía cualquier contratiempo.
El trayecto hasta la Biblioteca Nacional resultó más largo de lo que esperaba, pues el tráfico impidió una llegada más rápida. Hasta dos atascos nos encontramos, durante los cuales charlé algo con el chófer, que al parecer era de Murcia y veía la necesidad de disculparse por algo que no era en absoluto culpa suya.
- No te preocupes, estamos en Madrid, es lo que toca, ¿no? – le dije con la misma amabilidad que él demostraba, queriendo quitarle hierro al asunto.
Al llegar me encontré un panorama del todo inesperado, pues además de los destrozos de la calle, era demasiada la presencia de efectivos policiales; y de gran diversidad.
Hasta una maldita tanqueta.
- ¡Hostia! – exclamé al ver esta, escuchando poco después al chófer. – Esto no ha sido cosa de un simple vendaval. - afirmé ante sus palabras, aunque seguramente él pensara lo mismo. – Demasiada poli. y demasiado preparada, para un robo que además fue ayer… Déjame donde puedas. – le apremié en pos de bajarme cuanto antes.
Cuando el chófer paró, me apresuré a quitarme al cinturón de seguridad y bajé rauda del vehículo, caminando a paso ligero hacia la entrada de la biblioteca. Mientras me aproximaba a esta, buscaba mis credenciales, tardando más de la cuenta en dar con ellas.
- Buenos días, ¿qué ha pasado? – dije con tono calmo a los policías que custodiaban el acceso, enseñándoles mis recientemente encontradas credenciales. - Venía por lo sucedido ayer, pero parece haber novedades.
El chófer aparca donde puede y te comenta que estará ahí aparcado, pero te da una tarjeta con su número de móvil por si necesitas ayuda. Te comenta que el teniente insistió en que en todo lo que pudiera te echara un cable.
Los policías te saludan como si fueras una oficial o un mando, pero como no parecen tener demasiada idea llaman al inspector que está al cargo. Es el Inspector Iñigo Buenaventura, es un hombre de mediana edad con cara de bueno.
- Buenos días señorita, entiendo que viene por lo del robo con altercado violento ¿no?
Hace un gesto para que te permitan entrar al área custodiada y los policías apartan el vallado para que puedas pasar.
- Según las cámaras eran al menos cincuenta hombres dentro pero fuera había por lo menos quinientos. Por lo que vimos en las imágenes de las cámaras de vigilancia, la mayoría pertenecían a los Ultra Sur aunque nos pareció ver gente de otros grupos radicales. - te guía hacia el interior de la Biblioteca Nacional - Por suerte los antidisturbios lograron contenerlos y disolverlos tras un par de horas. El problema es que entraron en varios establecimientos y destrozaron todo, algunos se llevaron regalitos. Por suerte aquí no hicieron como el Doner Kebab de la esquina que lo han destrozado completamente y los pobres trabajadores hospitalizados con casi todos los huesos rotos...
Saca su libreta donde suelen apuntar todo los policías y te comenta.
- Se llevaron un viejo tratado en alquimia del siglo XVI. No es la pieza más cara de la colección, está valorado solo en medio millón de euros. Había incunables de más de cinco millones y otros mucho más - te señala a uno de ellos, un libro de tapas negras - Ese lo escribió un tal Abdul Alhazred y parece que no tiene precio...
Puedes ver el destrozo que realizaron a su paso. Ventanas y puertas rotas, algunos cuadros en el suelo con los marcos quebrados, restos de sangre en el suelo... Pero no rompieron las vitrinas de ninguno de los libros y solo se llevaron uno. Que se llevaran ese y no más indica que fue un robo por encargo.
Mientras buscaba las credenciales guardé la tarjeta que me había dado el chófer, llamándome la atención la mención a que el teniente había insistido en que me ayudara en todo cuanto estuviera en su mano. Comenzaba a preguntarme en el propósito del militar con aquello, pues parecía preocuparle mucho que contáramos con cuanto recurso estuviera a nuestro alcance. ¿Serían ganas de medrar lo que le movía? ¿Confiaba en nosotros? ¿Alguien les había llamado la atención de algún modo? Eran muchas las opciones que se me pasaban por la cabeza, pero aquello carecía de importancia, al menos por el momento, y mi atención se centró en seguida en el desastre que debía abordar.
No tuve problema alguno al llegar hasta aquellos policías, no quedándome claro si se debió a mi autorización o a que sabían quién era. Aquella última idea me incomodó un poco, por el simple hecho de no estar habituada a ella aún, a pesar de llevar ya unos meses siendo conocida. Los agentes tuvieron que llamar al tipo al cargo, el inspector Íñigo Buenaventura, un nombre que por alguna razón me parecía salido de una serie de policías de La 1.
- Buenos días, así es. Aunque no esperaba que hubiera sido tan… violento. – respondí al inspector con cierta confusión, mirando con extrañeza a nuestro alrededor.
Fue entonces cuando me permitieron pasar a la zona vedada, y mientras el inspector me guiaba al interior de la biblioteca fue contándome lo sucedido, sorprendiéndome bastante todo ello; así como los destrozos que iba encontrando dentro. El suceso iba mucho más allá del robo en la Biblioteca Nacional, habiéndose producido un considerable conflicto fuera, además de haber problemas en otros establecimientos; algunos al menos bastante graves. Aquello comenzaba a no cuadrarme, y ya dejó de hacerlo del todo cuando una vez en la sección del robado tomo, el inspector Buenaventura dejó claro que con aquel tratado había libros de mucho más valor económico.
- Vamos, que quien se llevó ese tratado sabía lo que se llevaba, ¿no es así? – pregunté al hombre, viéndole con aquella libreta en las manos, tras haber ojeado brevemente aquel libro de tapas negras. – Tengo muchas preguntas que hacerle, así que espero que tenga tiempo… Empezaremos por lo que pasó aquí dentro si le parece bien. – comencé a decir con calma, estando a punto de apoyarme en una mesa de consulta, pero dándome cuenta a tiempo de que no debía tocar nada. – Sacaré mi móvil, yo no tengo cuadernito de notas. - sonreí, haciéndome pronto con mi teléfono por si debía apuntar alguna cuestión.- En cuanto al libro, ¿qué información pueden darme sobre este? Imagino que debe haber algún tipo de ficha de registro sobre él. ¿Sabemos de qué trata o algo sobre su contenido? ¿Qué hay de quienes lo consultaron en los últimos meses? – hice una breve pausa, aunque muy breve, pues las preguntas aparecían en mi cabeza sin cesar. - ¿Han podido ver ya la grabación de las cámaras de seguridad? ¿Hay algo reseñable? Si pudieran darme una copia se lo agradecería, así como los nombres de los testigos… Espero que se encuentren bien. -me pronuncié finalmente con cierta consternación, pues en aquel caso el haber sido testigo parecía suponer también ser una víctima.
El policía te responde:
- Sí, claramente tiene que ser un robo por encargo, y utilizaron una forma más llamativa de perpetrarlo. Las alarmas saltaron al momento de que golpearon el primer cristal, así que pudieron llevarse cualquier cosa porque los guardias no estaban preparados para algo así. Por suerte solo están bastante magullados y heridos en su orgullo, pero visto lo visto pudo ser peor...
Te copia en una hoja los nombres de los guardias que estaban durante la noche de guardia y te la muestra para que puedas sacarle una foto o te la entrega si lo deseas. De tarde todos pasarán a prestar de nuevo declaración en comisaría, ya que comunicaron lo que habían visto a los primeros agentes que llegaron a la zona para luego ser trasladados al hospital por las contusiones y heridas recibidas.
Sobre el resto de tus preguntas, el inspector revisa su libreta y comienza a leerte lo que tiene apuntado.
- El libro se llama "Transmutatum Alquimiae", siglo XVI y escrito por Rodrigo de la Torre. El libro llevaba expuesto el último año, procede de la colección particular de Enrique Taillefer como el resto de los libros expuestos. El dueño está de vacaciones en Bali, están intentando ponerse en contacto con él. Sobre la cinta de seguridad, hablaremos con el conservador del museo...
Manda llamar al conservador del museo que se acerca hasta donde estáis, parece preocupado y lamenta indicaros lo siguiente:
- Los asaltantes atacaron la sala de grabación y destrozaron todo el equipo, cintas incluidas. No se preocupen, se hace una copia en la nube al cabo de unos minutos. Me puse en contacto con la empresa de seguridad y enviarán una copia a la comisaría con la mayor premura posible. Seguramente de tarde la tenga en su despacho inspector Buenaventura.
Eso son buenas noticias para vosotros. Si hay copia de las imágenes en la nube es posible identificar a los que han entrado, aunque lleve un tiempo.
En ese momento, uno de los policías se acerca al inspector y le muestra una bolsa con una cazadora negra estilo bomber.
- Se le ha caído a uno de los que entraron, tiene las siglas de los Ultras Sur.
El Inspector Buenaventura no tardó en comenzar a responder a aquella retahíla de preguntas que le había lanzado en nada y menos. Parecía también convencido de que aquel robo tenía un objetivo muy concreto, así como de que el asunto podría haber terminado mucho peor. Por fortuna, los guardias no habían salido muy mal parados, cosa que me alegró.
Hice una foto a la lista de los nombres de los testigos, y tomé nota mental del proceso que seguirían, dejando para después el qué haríamos respecto a aquello. El policía en seguida buscó algo en su libreta y continuó respondiendo a las cuestiones que le había lanzado. Todo lo referente al libro no me decía absolutamente nada, pero fui apuntando todo con mi móvil, cada dato por insignificante que pudiera parecer; antes de disponernos a hablar con el conservador.
Cuando este llegó, se hizo evidente que estaba preocupado, informándonos en seguida de lo sucedido en la sala de grabación. Por suerte, el sistema estaba bastante modernizado y se podría disponer de una copia en algún momento de la tarde; al menos el inspector podría disponer de ella.
- ¿Podría tener yo otra copia? – pregunté al policía. – Podría serme de mucha utilidad.
No pasó mucho tiempo hasta que otro policía se acercó con una bolsa, una que llevaba una cazadora con las siglas Ultra Sur que parecía habérsele caído a uno de lo que habían asaltado la biblioteca.
- Supongo que eso tampoco nos dice gran cosa, podría ser una mera distracción. – reflexioné en voz alta, y es que el que uno de los asaltantes llevara una cazadora así no significaba que formara realmente parte de los Ultra Sur. - ¿Y qué hay de lo que pasó fuera? ¿Había algún tipo de convocatoria o ha pasado algo para que se concentraran esos grupos? – pregunté a los policías. - ¿Se ha identificado a los demás?
El conservador del museo en cambio sí que puede responderte a alguna de las preguntas sobre quiénes solicitaron ojear el libro.
- Pues el libro fue ojeado antes de la exposición por muchas personas, entre ellas el presidente del gobierno, grandes empresarios como Florentino Pérez, y la nobleza como su majestad el Rey Felipe VI y la baronesa Thyssen. Si quiere puedo enviarle una lista con todos aquellos que pudieron ojearlo, pero será una lista larga... - y sobre lo que trata te comenta - Es un tratado alquímico, se habla de portales para llamar a seres de otras dimensiones, convertir el plomo en oro... Lo que estaba de moda en aquellos siglos. Al creador del libro lo quemó la Inquisición en Pamplona poco después de escribir el libro por aliado del Diablo.
El inspector te indica que no se han revisado todavía las cintas, se harán desde la comisaría para identificar a los que entraron. El inspector habla con sus subordinados para que preparen una sala de visionado para que en cuanto llegue pueda ponerse a ello y te envíen una copia de la grabación. Estiman que durante la tarde te podrán enviar la copia, ya que es necesario descargarla y procesarla (decodificarla) primero lo que les llevará al menos una hora.
Sobre lo que sucedió fuera te comentan lo siguiente:
- Eran ultras del Real Madrid, había partido de copa atrasado y lo estuvieron viendo en bares de la zona porque no podían viajar a San Sebastián. Estaba el mismísimo Jorge Campos con ellos, suerte que el Madrid no perdió que si no podían haberlo liado más todavía. - te aclara el inspector que es el dirigente más radical que tienen los Ultra Sur y que además tiene un largo historial delictivo. - Los antidisturbios lo vieron durante un rato, luego apareció el gigantón que tumbó a varios de los nuestros pero cuando mandamos la tanqueta el grande ya se había marchado.
El inspector se acaricia el bigote y te comenta:
- El gigantón ese es un matón de los Ultra Sur, nadie sabe su nombre pero es fácil de reconocer. Es alto y muy fuerte, se le busca por asesinato de varios hinchas de equipos rivales. No siempre aparece, pero cuando lo hace siempre hay algún herido.
Al menos tienes un nombre de quién puede conocer lo que pasó de primera mano porque estaba cerca.
Finalmente, el conservador pudo aportar algunos datos más sobre el tomo robado, pareciendo que había sido demasiada gente la que había podido mirar con mayor detenimiento el libro antes de ser expuesto. No había contado con que mucha gente querría ver algo así para hacerse el interesante en determinadas reuniones a pesar de no interesarles lo más mínimo lo que un alquimista del siglo XVI hubiera querido plasmar. Suspiré sin disimulo alguno ante la mención de lo larga que sería aquella lista.
- Envíemela de todas formas, por favor, no vaya a contener algo importante. – lo dudaba, pero sería mejor contar con aquel listado por lo que pudiera pasar. Fue tras ello cuando el hombre siguió hablando, esta vez sobre el contenido del tomo, teniendo que esforzarme en no mostrarme sorprendida. – Aliado del Diablo… - terminé repitiendo en voz baja, pensativa. – Qué cosas tienen algunos, ¿eh? – añadí con una sonrisa, tratando de disimular.
Al parecer el inspector podría hacerme llegar una copia de las grabaciones, pero aquello no sería antes de la tarde, pues tenía que revisar antes las cintas. Al menos dispuso todo para poder hacerlo lo antes posible. En cuando a lo sucedido en la zona con los Ultra Sur y otros grupos, el inspector no tardó en comenzar a contarme lo que sabía, dándome el nombre de alguien que había estado presente incluso; el de uno de los peces gordos, que al parecer era toda una joyita.
- Sí, menos mal que no ganó la Real... – coincidí con el inspector Buenaventura, ya no sólo porque lo contrario habría procurado un desastre aún mayor, sino porque mucho me temía que iba a tener que tratar de hablar con aquel tipo; y hablar con una vasca igual no era lo que más le apetecía después de que los txuriurdines ganaran al Madrid. - ¿Gigantón? ¿Tanqueta? – pregunté llena de sorpresa cuando el inspector llegó a esa parte del relato.
No era mucho lo que pudo contarme del “gigantón”, como él lo llamaba a falta de conocer su nombre, pero me quedó claro que aquel tipo era muy peligroso; al menos para la gente de a pie.
- Eso de que es muy fuerte… ¿Estamos hablando de algo fuera de los límites humanos? Porque una tanqueta… Una maldita tanqueta. – repetí llena de confusión.
Eché un vistazo en derredor, sin tener muy claro si tenía algo más que hacer allí. Definitivamente, tendría que ir a ver a ese Jorge Campos para intentar descubrir si los suyos habían tenido algo que ver con el robo del libro, y si sabía algo de aquel asesino.
- ¿Y de los demás grupos presentes? ¿Han identificado a alguno más? Si no tienen nada más que contarme, creo que no tardaré en retirarme, aunque voy a necesitar que me haga llegar, además de las grabaciones, los informes policiales oportunos y toda esa parafernalia… Porque imagino que la policía científica habrá hecho ya su trabajo aquí. - le expliqué al inspector, tratando de ser amable, la verdad era que a aquel hombre debía tocarle un poco la moral que hubiera aparecido allí a meter las narices en sus asuntos.
A la espera de su respuesta, escuché que mi móvil sonaba, y miré este para ver de qué se trataba. Al leer el mensaje de Marcos me quedé más que sorprendida, no pudiendo más que enviar un emoji por el momento. Aún debía escuchar la respuesta del inspector, y tras ello echar un vistazo con más detenimiento a la biblioteca y su exterior, por si encontraba algo que se le hubiera escapado a la policía.
El inspector te da algún dato más sobre el gigantón.
- No sabemos si es metahumano, aunque lo parece. - luego añade - La tanqueta se sacó porque estaban causando disturbios y los policías presentes no eran capaces de detenerlos. En cuanto la vieron salieron corriendo, aunque tras ver lo que había pasado la dejamos por aquí por si volvían a reunirse que es algo que suelen hacer antes de una gran velada... y en pocos días hay un partido importante. Puede que veamos mas acciones similares...
El policía que tiene la chaqueta rebusca en los bolsillos. Hay unas entradas para el partido de España. El inspector sonríe y dice:
- Uno que no va a ir al próximo partido. - luego vuelve a tu pregunta - Seguramente al visualizar las imágenes veamos a más conocidos, si son Ultras Sur aparecerán como setas... Sí, la científica ya terminó su labor, ahora estamos con el atestado para ver todo lo que han roto y que la biblioteca pueda dar parte al seguro.
El inspector ordena que la cazadora y la entrada vayan a la comisaría.
- Miren si la entrada es numerada, si hay suerte hasta tendríamos a uno de los que han estado dentro fijo. Si cogemos a uno ya será más fácil.
Con esto último seguramente sepas un segundo nombre si has suerte. En la base podrás consultar quién es Jorge Campos y sobre todo quién suele estar con él. Las bases de datos policiales tienen esos datos normalmente registrados así que de ahí también podrás sacar más nombres y por supuesto sus direcciones.
Aunque el inspector no supo decirme si aquel tipo era un metahumano, sí creía que pudiera serlo, lo que me resultó más que suficiente para mantenerme alerta respecto a él. En lo relativo a la tanqueta, al parecer aquello no tenía tanta importancia como había imaginado, aunque el que permaneciera allí se debía a que podían darse más disturbios. Había un partido importante próximamente, y era habitual que pasaran ese tipo de cosas. Nunca había entendido la desmesurada pasión que algunos sentían por el fútbol, y mucho menos aquellos casos en los que se terminaba rebasando ciertos límites.
Tras descubrir que quien se había olvidado la chaqueta también se había quedado sin entrada, el inspector continuó compartiendo información, manteniéndome atenta a cuanto decía, muy seria y concentrada. Fue al escucharle hablar sobre la posibilidad de dar con uno de los implicados a través de la entrada cuando volví a sonreír, pues contar con un nombre más facilitaba las cosas.
No parecía ir a obtener más información por el momento en aquel lugar, así que me decidí a despedirme del inspector y los presentes.
- Es hora de irme, les agradezco su ayuda. – dije en general con una comedida sonrisa, dirigiéndome después al inspector Buenaventura. – Espero que pueda mantenerme al corriente de todo, le daré mi número. No dude en llamarme ante cualquier nueva información, o si las cosas se complican más de la cuenta, claro está.
Tras darle mi número de teléfono, y echar aquel último vistazo por si acaso, me dirigí en busca del chófer murciano; atendiendo mientras tanto al móvil, donde me esperaban novedades.
El inspector se despide de manera educada mientras continúan sacando fotos y tomando muestras, aunque no tardarán mucho en terminar allí porque el equipo de limpieza ya está preparado para intervenir. Queda en llamarte en cuanto tenga novedades y enviarte todo lo que obtenga lo antes posible.
Cuando llegas al coche ves que el chófer está escuchando las noticias. En cuanto te visualiza, caballerosamente te abre la puerta y luego te pregunta:
- ¿Ahora a dónde iremos? - ves que revisa el GPS del coche para introducir una dirección por si no la conociera de memoria.
Mi tiempo en aquel lugar parecía haberse acabado, como pronto lo haría el del inspector Buenaventura, aunque a él le quedaba algo más de trabajo aún. Accedió sin problemas a compartir conmigo los resultados de su investigación, pero para aquello aún quedaba. Afortunadamente, tenía información suficiente de la que tirar mientras tanto.
De camino al coche, escuché los audios de André y envié un mensaje al grupo, no tardando en llegarme otro mensaje más del gallego. Al parecer había terminado ya con lo que tenía entre manos, así que podía ayudarme con mi parte de la investigación, terminando por preguntarme por una dirección y por un tipo de bocadillo; aprovechando la ocasión para bromear con ello.
Respondí al mensaje con una sonrisilla ya casi llegando al coche, siendo el chófer quien se encargó de abrirme la puerta del vehículo.
- Vaya, ¿eso también te lo ha pedido el teniente? – bromeé con una sonrisa, no tardando en entrar en el coche y comprobar que el murciano se encontraba escuchando las noticias. – Vamos a nuestra base de operaciones, bastante más chula que la vuestra. – afirmé con falsa chulería. - ¿Sabes dónde está?
De no ser así, le daría la dirección para que pudiera introducirla en el GPS con el que trasteaba.