Partida Rol por web

A Lady Varya le resultaba extraño que el caballero tuviera allí su espada y no contara con el resto de sus protecciones, armas o equipo. Que no tuviera una bolsa de equipaje, ni el resto de su equipo hacía suponer que el caballero dorniense se había acomodado en alguna de las habitaciones de la posada, pero entonces ¿para qué llevaba la espada tan a mano?. Si quería protegerse de algún peligro le bastaba con portar una daga o alguna otra arma pequeña que pudiera llevar cómodamente en su cinturón. Pero si llevaba esa espada larga consigo era sin duda porque, o bien era un caballero demasiado precavido, o bien aquella espada tenía mucho valor para él.

Ser Roshar entrecerró los ojos cuando la señora de la casa abandonó la reunión y clavó la mirada en las pupilas de su señor. El caballero no pudo evitar desconfiar ante aquella repentina escapada, pues sería el momento propicio para actuar contra los Crogall y él ni siquiera podría cerciorarse de que no comparte información con el enemigo. Esperó que su viejo amigo no se hubiera equivocado y retomó su actitud previa. Tampoco es que Evan fuera a dejarle ir tras su esposa para asegurar su lealtad. 

- No será difícil averiguarlo, Galdrín. Las listas suelen ser abiertas y públicas, para beneficio de los corredores de apuestas. A no ser que se presenten con nombre falso. O de forma anónima.* El mayor de los Lugus participará. - Se aventuró con poco riesgo. Aunque no lo sabía a ciencia cierta sería extraño que no intentase lucirse en el torneo. 

Su gesto se volvió más serio, casi oscuro. Debía concretar un asunto peliagudo. 

- Necesito que me contéis qué le pudo pasar al hijo de los Claviger. -

A Ser Roshar no le hacía falta preguntar por lo que había pasado, pero si necesitaba conocer una versión que pudiera ajustarse a los hechos. Ellos habían presenciado la escena y contaban con más información para poder reescribir el relato. El caballero, que sabía que los detalles podían arrastrarle a una versión incoherente, usaría la hipótesis que más convenciera a su señor. En conjunto deberían construir una lo más creíble posible. 

Whalen estaba dando vueltas a toda la información que manejaban. Faltaba llenar mucho huecos. Huecos importantes. Ante la pregunta de Galdrín se dio cuenta que ya no tenía ganas de acudir a la justa. Tenía cosas más importantes en las que pensar.

Esto debe de ser la responsabilidad de ser un lord...

Y aún más se le fueron las ganas cuando ser Roshar sacó a la palestra LA pregunta. Tragó saliva y miró a su padre. Él era incapaz de explicar lo sucedido. Era demasiado horrible como para explicarlo. Una vez desencadenado el altercado parecía que habían hecho lo correcto, pero se preguntaba si así era realmente, o si simplemente habían hecho lo más "cómodo".

Lord Evan suspiró profundamente ante la pregunta que formulaba Ser Roshar y se inclinó hacía delante en su silla de señor de la casa. Tenía las palmas de las manos colocadas frente a su pecho, con las yemas de los dedos tocándose entre si, su cabeza inclinada mantenía la mirada concentraba en esa postura de sus manos hasta que finalmente alzó los ojos sin levantar la barbilla y los clavó en el caballero.

-¿Qué versión queréis?. - Le preguntó con una media sonrisa formada en el tenso rostro.

Ser Roshar esbozó otra media sonrisa en respuesta a la de su señor.

- La que pueda divulgar. - 

Decidió ponerlo más fácil y señaló los puntos que le parecían más importantes. Al menos a priori. 

- ¿Se cruzaron mis señores con ellos? ¿o tomaron un desvío? ¿o fueron ellos los que debieron tomar otro sendero? 

Quizás el testigo sólo supiera que ambas casas habían tropezado en el Camino Real, y la posterior desaparición de una de las comitivas. ¿Estaba en posición de elaborar la coartada? Al caballero se le amontonaban los problemas. Dejar pasar más tiempo sin ofrecer una versión era peligroso, pero sería aún peor si se equivocaban con el relato. 

Después de un rato de miradas y esquivas por fin la señora de la casa Crogall y el dorniense se encontraron, la dama bajó un poco la cabeza mientras esbozaba una ligera sonrisa y se ruborizaba levemente, como quien ha sido descubierta haciendo algo indebido pero inofensivo. Al oír las palabras dirigidas a ella elevó el mentón y su mano puso el mechón de pelo rebelde, que caía sobre su frente, en su sitio.

-Para aguantar las cosas mejor en compañía, ser Gennady. -dijo señalando a su mesa vacía, si el hombre se acercaba pediría dicho vino y se presentaría. 

El caballero mostró una amplia sonrisa que desveló algunas arrugas más junto a los labios y en el mentón y alrededor de la mandíbula. Tomó su jarra y la terminó de un tragó, después se puso en pie y recogió su espada para llevarla consigo hasta la mesa en la que se encontraba Lady Varya.

-Moza. -Reclamó a una de las sirvientas que asistían en el negocio de Lyle Cervecero. -Un Tinto de Dorne y otra jarra de cerveza.

A continuación retiró la silla que quedaba libre en la mesa de la dama y tras dejar la espada a su izquierda nuevamente apoyada contra la mesa se sentó. Mantuvo la mirada con curiosidad, y amplió su sonrisa.

-Nos cruzamos con ellos. -Respondió Lord Evan. -Venían en el Camino Real siguiendo la dirección opuesta. Reconocieron los escudos de nuestra casa y tuvieron el descaro de insultarnos. Exigimos una disculpa, como no podía ser de otra manera, pero desenvainaron las espadas y nos encararon. -Hizo una pausa para frotar de nuevo su maltrecha rodilla. -No tuvimos más remedio que defendernos.

Lanzó una mirada alrededor para estudiar las miradas de los allí presentes. Todos habían presenciado lo ocurrido a excepción de Ser Roshar, por lo que no tenía sentido que Lord Evan y el caballero mantuvieran aquella conversación en privado. Finalmente la mirada de Lord Crogall se quedó fijada en los ojos de Ser Roshar, se conocían desde hacía tantos años que no hubo que decir que aquella historia no era exactamente cierta.

-En los lances del combate quedaron malheridos. -Explicó. -Fue una desgracia. Pero así son los designios de los Siete. -Su mirada se clavó entonces en el maestro de armas justo antes de mentar su nombre. -Galdrin y Covern se encargaron de darles una digna sepultura. -Y deshacerse de los caballos sin dejar testigos, en teoría. -Miró hacía Galdrin exigiendo una respuesta a aquella situación pero antes volvió a Ser Roshar.

-Esta es la versión que tendremos que usar para defendernos si no nos queda otro remedio. No obstante, Ser Roshar, supongo que estáis al corriente de la cantidad de bandidos que atacan a las comitivas descuidadas del camino real durante estos días...

Galdrín no abrió la boca mientras Ser Roshar y Lord Evan hablaban.

Las dos opciones de versión oficial que el maestro de armas manejaba eran simples: o bien nos los habiamos cruzado sin más percances, o bien no los habiamos visto nunca. Cualquier otra versión podía dar lugar a más preguntas o investigaciones.

Escuchó como Lord Evan relataba, pormenorizadamente, los detalles del encuentro. Galdrín se removió inquieto en su sitio cuando lo miró y describió las acciones que habían tomado. Finalmente no pudo permanecer más tiempo cayado y dijo, con un tono de voz ligeramente ansioso:

-Tenemos que saber quien es el testigo y que es lo que vio o creyó ver.

Ser Roshar no debería haberse sorprendido por la elección de su señor. No era la opción más fácil, pero si la más sólida, la que presentaba menos fracturas e incoherencias. Aunque su última insinuación no le pareció tan acertada, el uso de varias versiones restaría credibilidad. Y la credibilidad era crucial para ganar un juicio. 

El caballero se giró hacia Galdrín. 

- Estoy trabajando en ello. -

Miró a Evan, se quedó en silencio un par de segundos y se atusó la barba.

- Justa defensa. - sentenció. - Considero dos opciones. En la primera mi señor debe presentar los hechos ante el Rey para que no duden de su veracidad. Pasaremos al ataque y en la audiencia se reclamará compensación por el ataque sufrido. - miró a los presentes para comprobar qué nivel de compromiso mostrarían ante la idea y regresó la atención sobre su señor. - En la segunda confiamos en que no se llegue a hacer acusación formal y no nos tengamos que defender en un juicio. Las pronunciaciones de la familia sobre el asunto deben desaparecer. A no ser que decidamos una versión compartida, lo que nos restaría credibilidad en un posible juicio si no mantenemos la misma. 

Paseó la mirada por los reunidos intentando adivinar sus preferencias. Quizás incluso esperando alguna otra alternativa de menor riesgo. Pensaba ya en los detalles que cualquiera de las opciones que se le ocurrían podían presentar. Tras esta reunión tenía que quedar todo claro a nivel interno, no sabían si podrían volver a disfrutar de otra. 

Todo aquello le dejaba perplejo. Whalen no podía creer lo que oía.

Pero... Pero eran heraldos reales. Atacar a un heraldo es como atacar al mismo Rey. No es lo mismo un lance con un noble que habla demasiado que hacerlo con alguien que viaja bajo la protección Real.

Explica, visiblemente afectado por lo ocurrido.

Antes de decir nada sobre este asunto es necesario saber quien es ese testigo y saber qué puede alegar. Quizás no es muy sólido lo que pueden presentar. A mi parecer es mejor solución cargar sobre el Caballero Zorro lo de los Claviger. Incluirlo en nuestra campaña de desprestigio. Así incluso puede ser que los Claviger nos ayuden a encontrar a ese traidor escurridizo.

Lady Varya siguió los movimientos del hombre con curiosidad y una sonrisa bailándole en los labios, cuando se sentó ladeó la cabeza ligeramente, echando un vistazo a la espada.

-Está lejos de su tierra, ¿ha venido por el torneo? -dijo haciendo referencia al arma.

Lord Evan dirigió una mirada reptiliana a Ser Roshar mientras este explicaba las opciones que tenía la casa Crogall para evitar que les salpicase aquel nuevo escándalo. A diferencia de la acusación de los Dannett, en el asunto de los Claviger sí que habían ejecutado a aquellos jóvenes por su desfachatez, lo que ahora parecía hacer sentir mal a todos ellos y enojaba a Lord Evan, pues si dudaban de lo que habían hecho dudaban, por ende, de sus decisiones. Tal vez ajusticiar a los Claviger no había sido la mejor de las opciones, pero era lo que él había decidido.

-Estoy empezando a hartarme de ocultarnos como si fuéramos villanos. -Dijo visiblemente hastiado. -Denunciaremos lo ocurrido ante el Rey. Pero debemos saber primero lo que vio ese maldito testigo. - No hizo falta que le dijera a Ser Roshar que debía hacer.

Desvió su mirada hasta encontrarse con la de Whalen.

-Whalen. Quiero hablar contigo en privado.

Al maestro de armas le sorprendió el cariz que estaba tomando la conversación y levantó las cejas ante el arrebato de Lord Evan.

-Mi señor. -Galdrín habló antes de que el Lord se llevase a su hijo a hablar en privado. -Nuestra actitud no ha sido la de nobles señores. Si, les ejecutamos, pero luego escondimos los cuerpos y nos deshicimos de las pruebas. ¿Que verán en la corte ante eso?, no será simplemente justicia por nuestra cuenta sino un asesinato en toda regla. -Se mantuvo firme e intentó que su voz sonase más tranquila de lo que realmente lo estaba el.

A Galdrín le aterraba ver caer a su señor por una mala decisión, en aquel momento cualquier tropiezo podía acabar con la casa Crogall pendiendo de un hilo.

Whalen se hizo muy pequeño ante la adusta mirada de su padre. Podía notar como le ardían las orejas, y aunque agradeció las palabras del maestro de armas, por otra parte sabía que eso no le iba a librar de la evidente reprimenda de su padre.

Lo que está hecho no se puede cambiar, maestro. Intervino el heredero, mirando casi suplicante a Galdrín. Lo último que quería era hacer enfurecer más a su padre. Ahora hemos de encontrar la manera de minimizar sus efectos. Es eso lo que debe centrar nuestros esfuerzos.

Con esas palabras también quería evitar que su reprimenda privada se convirtiera en un arranque de ira público. No quería que aquello pudiera dividir a la familia. Se mostraba dispuesto a ser el depositario del desagrado de su padre.

Milord...

Añadió, levantándose, a la vez que su padre, dispuesto a seguirlo donde le indicara... Con muy pocas ganas.

El caballero sabía la importancia de conocer la versión de aquel testigo. Con suerte lo sabría esa misma noche. Hasta ese momento era mejor contar con su desconocimiento. 

Se mantuvo en silencio ante el intercambio de argumentos, escuchándolos con atención, y percibió el enfado creciente en su señor. El cruce de miradas fue intenso. Aquel viaje a Desembarco les iba a solicitar grandes esfuerzos, pasándoles factura.

- Lo que merecían. - respondió a Galdrín. - Los falsos rumores han provocado hostilidad en diversos grados hacia los Crogall, derivando en la muerte de los Claviger. Los Dannet son culpables por sus mentiras. - era un enfoque como tantos otros, pero uno que podía servirles. - Le informaré en cuanto lo sepa, mi señor. Si se quiere hacer algo con los cuerpos, podríamos mandar hombres a buscarlos y argumentar que los custodiaremos hasta que se nos compense. Si es que quiere hacer algo al respecto, mi señor. - Las palabras de Ser Roshar sonaban neutras. No quería forzar la decisión de su Lord en ninguna dirección, solo proponía las opciones que se le ocurrían para ponerlas en su conocimiento. Después, seguiría la dirección que Evan marcara. - Y me gustaría hablar en privado con mi señor. Tras su hijo, si me lo permite. - 

El caballero tenía unos detalles que concretar con su viejo amigo. Quedo a la espera, pero dispuesto a abandonar la estancia para la charla privada si Lord Evan así lo quería. No sabía si iba a dar por zanjada aquella reunión... De ser así esperaría fuera para esperar su turno si era concedido. 

Ser Gennady llevó su mano inconscientemente hacía el pomo de la espada cuando Lady Varya miró hacía el arma. Su mirada también se había dirigido hacía la espada como un acto reflejo protector, a pesar de que su mano se mantuvo sobre la empuñadura de la espada, su mirada regresó hacía la dama para responder a su pregunta.

-Sí, he venido a participar en el torneo. Pero no penséis que añoro mi tierra, odio el calor. Dorne es demasiado caluroso, y demasiado seco. -Puntualizó.

Lord Evan escuchó las palabras de Galdrín y como Whalen y Ser Roshar intervinieron a continuación, su gesto no se endureció como pensaban que iba a suceder sino que se relajó ligeramente. Lanzó una mirada paternal a Galdrin y después negó con la cabeza, como si descartara una idea que rondara por su mente. Galdrín había expuesto en voz alta, aún a riesgo de causar la ira de su señor, lo que todos pensaban. Y lo había hecho con auténtica preocupación y amor por su señor. No podía mostrarse débil y reconocer que se había equivocado en su decisión, pues tampoco creía que se hubiera equivocado realmente. Tal vez las formas no fueran las correctas, como apuntaba Galdrín, pero sin duda habían hecho lo que cualquiera en su situación.

-Bien. -Dijo después de que Ser Roshar hablara. -Esperadme fuera entonces. -Se giró hacía el maestro de armas y en su rostro pareció haber más cansancio de lo habitual. -Acompañad a Lady Scarlett a la posada y aseguraros de que mi esposa está bien. Volveremos a reunirnos esta noche para la cena.

Aquellas viles patrañas de los Dannett no lograrían desunirles como familia, estaba seguro de ello.

Una vez que se quedaron a solas en el pabellón familiar, Lord Evan se sentó de nuevo en su silla e hizo un gesto con la mano hacía la silla libre para que Whalen se sentara con él. Mientras Whalen lo hacía, Lord Evan dirigió su mirada hacía sus arrugadas manos, ya no eran las manos del joven guerrero que una vez fue, aquel que fue a la guerra y blandió su espada en defensa de los colores de su amada tierra. Ni siquiera se había percatado de cuando habían cambiado tanto sus manos, se sentía como un viejo.

-Hijo mío... -Whalen estaba seguro de que su padre iba a descargar su ira contra él, pero el tono que había usado en aquellas primeras palabras parecía tranquilo y sereno. No obstante, Whalen no se relajó, no sería la primera vez que su padre hablaba en tono un tono calmado para expresar su enfado. -Sé que piensas que he resuelto mal esta situación y que tú lo hubieras hecho mucho mejor, ¿verdad?. Estás deseando ser Lord Whalen, ¿no es cierto?. Heredar mis títulos, y corregir las cosas que consideras que yo he hecho mal: perdonar la vida a los Claviger de turno, secar los pantanos y terminar con los lagarto-león, educar mejor a vuestro hijo... -Sonrió mientras se miraba las manos de nuevo con aire distraído. -No creas que no te he observado, preguntándole al maestre Nicholas, sopesando como actuarías tú en mi lugar, hablando con tu esposa del futuro Lord Whalen. Es normal, llevas toda la vida preparándote para ser Lord. Y es lo que quieres. Yo nunca quise ser el cabeza de familia. Aún hoy lo detesto. Hubiera preferido estar en la situación de otro... -Recordó a su hermano Joseph, el padre de Ser Adrik, muerto años atrás. Muchos decían que hubiera sido mejor Señor de Tearswamp que Evan, y él pensaba que no les faltaba razón.

-Pero Whalen, voy a darte una lección que ni siquiera el maestre ha podido enseñarte, pues sólo yo poseo ese conocimiento. -Evan alzó la mirada y clavó sus ojos de reptil en su hijo con una mirada fiera. - Lord Crogall no se equivoca. Y si os equivocáis, si actuáis de mala manera, no podréis rectificar. Porque no pueden ver la vulnerabilidad en ti. Porque si ven la debilidad en tus actos, quedaras marcado. -Volvió a mirar sus manos distraído. -No lo olvides. No te equivocas tú, son ellos los que están equivocados, y tendrás que hacer que lo sepan.

-Y ahora dime. ¿Qué haría Lord Whalen en una situación como esta?.

Cuando Whalen abandonó el pabellón, Ser Roshar entró en él para hablar a solas con su viejo amigo. Lord Evan Crogall se encontraba sentado en su silla de señor de la casa con aspecto de estar muy agotado. Parecía más viejo que cuando habían llegado a Desembarco del Rey, y mucho más viejo que cuando habían salido de Tearswamp apenas unos días atrás, pero antes del comienzo de toda esa locura. Alzó lentamente la mirada hacía Ser Roshar y conforme el caballero entraba se puso en pie y señaló unos cómodos sillones que había mandado traer y se habían colocado en un lateral del pabellón. Fue hacía ellos andando renqueante de su rodilla y se sentó pesadamente en uno de ellos. Tomó la jarra de vino que había en la mesa frente a los sillones y sirvió dos copas.

-¿Y bien?.