Partida Rol por web

Ser Roshar esperó fuera fingiendo preocupación y arrepentimiento. Cuando se cruzó con Whalen apenas le dedicó una mirada, allí fuera estaba expuesto y debía mantener su máscara. Una vez en el pabellón siguió las indicaciones de su Lord. Ambos estaban fatigados, pero aún tenían mucha guerra por dar. 

- Tengo alguna propuesta que podría darnos ventaja.- no dudó en aclarar el motivo del parlamento privado sin rodeos. - Dada mi reputación y el motivo de la reunión del consejo Crogall - su mirada y su tono dejaban claro que se refería a la versión que mantendrían de cara a la galería, el debate sobre la posición de Ser Roshar en la familia. - podría ir en busca de los Dannett para compartir información con ellos.- No había que especificar que sería en gran parte falsa.

El caballero dejo unos instantes para que se planteara la opción, con su ventajas e inconvenientes. Con sus riesgos.

- También he pensado la posibilidad de inscribirme en el torneo como caballero errante, enfundado en una armadura. Podría colocarme el emblema del Caballero Zorro. Quizás el uso de su nombre y reputación hiera su orgullo y decida aparecer para proteger su valía. 

Cada movimiento suponía unos riesgos. Y el Caballero Zorro parecía un gran tirador...

- Por último, he considerado que el testigo puede ser uno de nuestros soldados. No lo creo, pero ¿cuáles serían sus ordenes en esa tesitura? - 

Whalen se sentó donde le ofrecía su padre, sintiéndose un cervatillo acorralado por un oso. Escuchó todo lo que decía en silencio, esforzándose para no tragar saliva y quedar como el cobarde que creía ser.

A medida que hablaba no parecía que fuera a reprocharle nada. Al menos no de la forma que él creía. Habría dicho alguna cosa a sus argumentos, pero no se atrevía a interrumpirle y despertar la parte letal de los Crogall.

Se sentía como un niño que ha sido pillado haciendo travesuras.

He tenido la suerte o la desgracia de vivir otros tiempos. No puedo juzgar a mi padre. Él ha tenido su vida y se ha visto forzado a un cargo para el cual no fue educado. Ha vivido cosas muy duras y yo se lo pago con ingratitud. Soy un imbécil.

¿Qué haría lord Whalen?

La pregunta daba vueltas a la cabeza del heredero. Tragó saliva antes de hablar.

Centraría nuestros esfuerzos en el Caballero Zorro. Encontrarlo a él, o alguna prueba que lo relacione con la campaña de desprestigio, e incluir el asunto Claviger en ello. De la forma que sea. Creo que es la forma más limpia de evitar un conflicto con esa casa. Opino que si nos enfrascamos en una disputa con ellos saldremos perdiendo. No dejaban de ser heraldos reales, por lo que contarán con mayor favor que nosotros ante el rey Robert.

Una vez expuesto eso, suspiró y miró a su padre a sus ojos.

Eso es lo que haría, padre, pero soy joven y es muy posible que cometa muchos errores y vea las cosas de forma inapropiada. Soy joven y no he vivido una guerra. No soy nadie para juzgar tus decisiones, aunque a veces así lo haya pensado. Tú eres el lord. Decidas lo que decidas, haré todo lo posible para defender nuestra familia, padre.

Allí estaban, dos viejos y curtidos hombres de guerra trazando planes para librarse de las intrigas que asediaban a la casa en esos tiempos confusos que empezaban. En sus tiempos de juventud las cosas eran diferentes, o al menos eso creía Lord Evan, puede que Lord Duncan, su viejo y gruñón padre, opinara lo mismo por aquel entonces. Evan hizo un pesado movimiento con la mano, descartando la opción que le proponía su caballero.

-Demasiado arriesgado. - Respondió tras haberlo meditado. -Además, si yo fuera Adham Dannett no me fiaría por muy mala que fuera vuestra reputación. La idea del torneo también conlleva sus riesgos, aunque la considero más acertada, aunque... ¿Cómo sabremos que Lord Archay estará atento a ese evento?. Por lo que sabemos de él es difícil que quiera acudir a honrar al Rey Robert.

Dejó que Roshar considerara las opciones, todavía estaba a tiempo de inscribirse en el torneo por lo que Evan decidió que aguardara un poco para llevar a cabo esa artimaña.

-Primero veamos qué tal va la reunión de esta noche con el Lugus. ¿Hay algo que deba saber de él?.

Tras el informe que el caballero le presentaría sobre Orten Lugus, Lord Crogall asintió y tomó buena nota sobre ello. Después abrió la boca para hablar pero no pronunció sonido alguno, dudó unos instantes en silencio, se mantuvo pensativo y cuando al fin se decidió lo hizo de súbito como si ni él esperara esas palabras que ahora surgían de su boca.

-Creo que Whalen empieza a espabilar... -Comentó finalmente. -Sugiere que atribuyamos la muerte de los Claviger al Caballero Zorro, y no me disgusta la idea. Al fin piensa como un Crogall. Aunque debemos saber quién es ese testigo cuanto antes. Investigad a los hombres de la casa. No os dejéis a nadie. Galdrín y Covern fueron quienes se encargaron de hacer desaparecer el rastro. Sé que dos hombres más se quedaron con ellos, aunque no recuerdo quienes fueron. - Estaba demasiado lleno de ira en esos momentos posteriores al combate para recordar quienes se quedaron atrás para deshacerse de los cadáveres, aunque sí que recordaba haberles dado la orden a Galdrín y Covern explícitamente.

El caballero aceptó las decisiones de su Lord, había venido a por ellas. 

- No lo sabremos, pero no perdemos nada. A no ser que alguien tenga algo contra el Caballero Zorro y no se asegure de que es él antes de atacarle.- Ser Roshar alzó los hombros. Siempre había riesgos. Muchos riesgos. - Se extendería el rumor. Puede que le llegue y puede que no. - 

Parecía que todas las decisiones esperaban a la información pendiente. El testigo y el Lugus. Los datos podrían ser reveladores.

- Es un joven leído, inteligente, y sufriendo el acoso de sus hermanos continúa velando por la familia. Poco más puedo decir. - hizo una pausa mientras intentaba rescatar algún gesto más del joven. - Antes de reunirles me gustaría comprobar su actitud hacia la casa, mi señor. Hasta ese momento sería recomendable que pensase que solo yo estoy al corriente de la identidad del caballero, por si se vuelve hostil.  

A Ser Roshar le agradó escuchar los elogios a Whalen de boca de su padre y sonrió, uniéndose a un sentimiento familiar.

- Lo hará bien.

La idea le pareció tan valida como el resto, pero, como el resto, dependía de información que aún no manejaban. 

- Si no presenta incoherencias con la historia del testigo, será un relato incuestionable. Me doy cuenta de la importancia de conocer la versión y mis agentes son conscientes. - No quería repetirse más. Iría a buscar la respuesta en cuanto abandonase la reunión y regresaría a entregar el informe en cuanto le fuera posible. - Se hará, mi señor. - recibió sus ultimas ordenes y, a menos que su señor quisiera consultar o matizar algo más, estaba dispuesto a abandonar la carpa. Tenía trabajo que hacer. Demasiado trabajo. 

Galdrín asintió ante las palabras de su señor. No esperaba una reprimenda por su parte así que simplemente se levantó y se dirigió a Lady Scarlett:

-Cuando usted desee milady. -Mientras la esposa de Whalen le respondía y se despedia Galdrín se dirigió a la salida del pabellón. -Voy a organizar las guardias, le espero aqui.

Una vez fuera asignó hombres a Lord Evan, Whalen y a Ser Roshar para que les escoltasen alli donde fuesen respetando los turnos de descanso. No le pareció necesario hacer lo mismo con el maestre Nicholas ni con Ser Adrik, el primero por resultar demasiado inofensivo y el segundo porque bien podía defenderse el solo de cualquier peligro. 

Mientras esperaba a Lady Scarlett el maestro de armas comenzó a dar vueltas a la conversación que habia tenido lugar. Galdrín nunca se había mostrado especialmente interesado en las politicas de altos vuelos, aunque en su dia a dia se rodeaba de nobles, quería considerarse a si mismo una persona corriente de a pie y por eso mismo tendía a imaginar que pensaría el pueblo llano de los acontecimientos, en vez de las grandes casas. Los nobles tendía a aceptar verdades según les convenía pero el pueblo llano era mucho más simple y ajeno a los politiqueos y el maestro de armas tenía miedo que si, en medio de una acusación por asesinato de 15 campesinos la familia Crogall admitia otro incidente mortal, independientemente de que no estuviesen relacionados entre si, la gente clamaría su culpabilidad por ambos. ¿Quien sabe si incluso se granjearían algún tipo de mala reputación?

Finalmente rechazó esos pensamientos de la cabeza, confiaba en los miembros de la casa Crogall y en que actuarían de la mejor manera posible.

La dama asintió y, en espera del caldo sureño, se llevó su copa a los labios.

-No conozco Dorne pero tiene razon, no siempre se añora la tierra que nos vio nacer. Cuán hábil es con la espada, ¿debería apostar por usted? Hay pocas cosas con las que una dama se pueda entretener en estos días... y nada de cerveza ser, si recomienda un buen vino ha de demostrar que es bueno bebiendo de él.

Lady Varya comenzó la charla vanal para ganarse su confianza, aunque también había alguna indirecta para ver como reaccionaba el caballero, nunca se tenía suficientes amigos ni oídos. 

Antes de irse Lady Scarlett llamó a su marido y al maestre para hacerles una pregunta que le preocupaba en sobremanera:

Whalen, Maestre, la muerte de los Claviger, vista a la luz de los fríos ojos del presente, si fue la desafortunada consecuencia del confrontarlos y amenazarlos con atacarlos, a sus monturas al inicio, pero luego a ellos.  Si hubiera un juicio y saliera esa verdad, ¿cuáles cree que serían las consecuencias para Lord Crogall, para Whalen, o el resto de nosotros? 

Yo me inclinaría, reconociendo mi poco saber, por aceptar lo que si cometimos, para reforzar la defensa de lo que no cometimos.  Esa acción sólo un inocente la tomaría.  Una sonrisa triste le salió ante la ironía de lo que acababa de decir. 

Pero claro, no se las consecuencias de hacerlo y tener éxito.  De fracasar, todo estaría perdido, claramente.  ¿Cuales creen que fueran? 

-Sabias palabras, Whalen.

No sólo el cumplido fue lo que extrañó al heredero. Whalen vio en su padre una mirada distinta a las que acostumbraba a ver en él, al menos dirigida hacía él. El rostro suavizado, una pequeña sonrisa apenas perceptible en las comisuras de sus labios, esbozando un gesto de asentimiento y de conformidad. Un brillo paternal se dibujaba en sus ojos, casi parecía orgulloso de las palabras de su hijo tras la pregunta que le había realizado.

-Muy bien. -Dijo recuperando la mirada dura hacía él y la voz arrastrada de cansancio con la que normalmente le trataba. -Podéis retiraros.

El dorniense se levantó y asió con la mano izquierda la espada que había apoyado contra la mesa y la desenvainó con una rapidez inaudita para un arma tan grande. La blandió frente a él y la colocó apuntando al cuello de la noble dama, después la retiró con un rápido movimiento hacía el lateral contrario a donde estaba la cabeza de la dama y recuperó su asiento colocando la espada sobre la mesa frente a él. Ni un sólo alma se atrevió a pronunciar palabra hasta que el dorniense se sentó de nuevo y pasaron unos segundos, Lyle Cervecero se quedó congelado a unos metros de allí con una bandeja llena de jarras para servir. Tardaron unos minutos hasta que el susto pasó y recuperaron la rutina habitual.

-Mis disculpas. -Dijo el caballero con una media sonrisa cargada de picardía en el rostro.

El caballero señaló hacía el brazo de Lady Varya que sujetaba la copa sobre la mesa y, de forma distraída, se centró en su propia jarra, sorbiendo ligeramente de su contenido. Varya pudo ver un pequeño mechón de pelo rubio sobre su brazo. Había caído allí después de que el afilado filo de la hoja lo hubiera cercenado con el rápido movimiento del dorniense.

Fue entonces, sorprendida por tamaña habilidad, que la dama se fijo en la espada. Se trataba de una espada muy bien forjada, con una buena empuñadura de acero templado y una cruz gruesa pero estética. Sin embargo, era la brillante e impecable hoja la que más destacaba. Era claramente de acero valyrio, pues ni una sola imperfección se observaba en ella. A lo largo de la hoja tenía un dibujo, una especia de espirales rojas, aunque cuando uno se paraba a fijarse bien en el dibujo podía ver que la forma en realidad era la de un escorpión dispuesto a atacar.

-Así de hábil soy con ella. -Dijo extendiendo las manos vacías hacía la espada que descansaba sobre la mesa. -Pero en el torneo utilizaran espadas romas. Por lo que parte de mi ventaja se disipa. -Reconoció con una sonrisilla.

Cuando el heredero salió del encuentro con su padre se le podía ver algo perplejo, pensativo. Casi contento... Y allí se topó con su mujer, que se les ingenió para enredarlo en un segundo conciábulo.

Se quedó desconcertado ante la propuesta de su mujer. Miró al maestre y luego otra vez a su atractiva esposa.

¿Qué dice? ¿Cree que hemos robado un puñado de caramelos?

pero se guardó mucho de decirle lo que pensaba. Aunque desde su llegada a Desembarco se le había dulcificado el carácter, bien conocía sus arranques de furia Tully.

Supongo que al margen de una compensación en forma de tierras o dinero, cosa que no nos podemos permitir, nuestra reputación se vería tanto o más manchada que por el hecho de los campesinos... Por no hablar del odio de los Claviger, que no creo que se apaciguara por mucho que le ofreciera el rey. En cualquier caso, mi señora, es mejor no tomar la iniciativa en esto sin ir todos como una familia unida.

Comentó, en voz queda, a la vez que miraba al maestre, en espera de su aportación. Los Tully estan acostumbrados a salirse con la suya, y este no era un tema de broma como el de los traficantes de grasa.

Lady Varya vio levantarse al caballero y se preguntó si lo habría ofendido de algún modo, pero cuando desenfundó se quedó quieta como una estatua, no era la primera vez que un hombre sentía la imperiosa necesidad de alardear sus dotes con el arma con ella. Cuando sintió la punta de la espada en su garganta, el único movimiento que hizo fue la elevación de una ceja a modo de muda pregunta, parecía estar disfrutando y para nada nerviosa. Interiormente dio gracias a Wildfor y a sus 'sesiones', gracias a ellas el dominio de su cuerpo en esa situación no era algo nuevo y pudo salir airosa.

Una risa leve se escapó de entre los labios de la dama después de que ser Gennady se disculpó, a la vez que movió la mano quitándole importancia al supuesto peligro que había corrido su vida. Cuando reparó en el mechón de pelo lo cogio entre sus dedos, la sonrisa todavía bailaba en sus labios mientras jugueteaba con él, y le echó una mirada más apreciativa a la espada.

-Parte, pero por muy buena espada que se esgrima la maestría es de la mano que la empuña. -se llevó la copa a los labios sin apartar la mirada de su interlocutor -Y... a parte de participar en torneos ¿hay alguna otra ocupación que le retenga en Desembarco?

Si estaba tirandole la caña o tanteando a un nuevo integrante para su casa no se podía apreciar claramente, aunque también podían ser las dos cosas.

Ser Gennady sonrió de nuevo con aquel particular gesto que caracterizaba su rostro, una media sonrisa ladeada mitad llena de picardía y mitad cargada de encanto. Parecía haber captado las intenciones del tanteo de la dama, bien fueran acompañarla en su lecho hasta la llegada del anochecer o captarle para su causa, y asintió lentamente mientras abría la boca para hablar de nuevo.

-Lo cierto es que la vida de Dorne no me agrada, como ya os he dicho. Estoy abierto a cualquier posibilidad que pueda surgir. Siembre y cuando, claro está, haya una compensación justa por mis servicios. - Se centró en su jarra de nuevo y manteniendo todavía el gesto de sus labios habló de forma distraída. -No me importaría establecerme en cualquier otro sitio si la oportunidad adecuada se presenta.

Lord Crogall llevaba varios días preocupado por la situación en la que se encontraba su familia, era algo que nunca le había tocado vivir, pues a lo largo de su vida todos los enemigos le habían venido de frente, y en aquellos momentos sentía que se enfrentaba al mayor peligro al que su casa había tenido que hacer frente. Un peligro prácticamente invisible, que atacaba desde las sombras, y con una gran posibilidad de hacerles daño y provocar la desgracia de sus tierras y de los suyos. Pero tenía a Ser Roshar, su experto en el tema de las intrigas, las conspiraciones y la sombra, y confiaba en él.

-Por supuesto, Roshar. -Dijo de forma más familiar, como si hablara a un hermano y no a un subordinado. -Tantead al Lugus y comprobar que no representa un peligro antes de invitarle a reunirse conmigo.

Asintió a las palabras escuetas sobre Whalen. Tenía sus dudas, quizá había ejercido demasiada presión sobre su hijo y eso terminaría afectando a su temperamento, como le había sucedido a él con Lord Duncan. Pero no le cabía duda de que Whalen estaría bien rodeado cuando él ya no estuviera allí. Escuchó las últimas palabras del caballero, referidas al tema de los Claviger y asintió con la cabeza para despedirse de él. No quería entretener su trabajo más de lo necesario.

-Whalen tiene razón. -Dijo el anciano con voz pausada. -Por mucho que me desagrade, debemos mantener oculto ese incidente hasta que tengamos claro qué ha podido ver el otro testigo. No me gustan las intrigas y las conspiraciones, pero creo que Ser Roshar será quien mejor consejo podrá darnos en estos momentos, y debemos fiarnos de su criterio. Cuando sepamos de qué se nos acusa podremos actuar de una manera u otra. Debemos estar unidos.

Miró al joven heredero tratando de escrutar en su interior para comprobar si estaba preparado para soportar el peso de lo que se le iba a venir encima.

-Whalen, es importante que veléis por mantener esa unidad de la familia. Ahora todos reman en la misma dirección, pero esto va a terminar pasando factura y quemando a tu padre. Puede que no tarden en surgir voces discordantes si las cosas se ponen peor. Mantened vuestra atención. Sé que podéis hacerlo. -Terminó diciendo con una mano apoyada en el hombro del joven muchacho.

Whalen se siente reconfortado por lo que dice su viejo mentor... Hasta que lo mira con una extraña intensidad y le confiesa algo que no quería escuchar. Se siente mal cuando posa la mano en su hombro. Se siente un idiota por haber sido el primero en hacer justamente lo que debería evitar.

Baja un momento la vista y luego mira al maestre directamente a los ojos, muy intensamente.

Sí, maestre.

¿A quien debe tener en mente? ¿Galdrín? Varya? Adrik?

¿Tenéis a alguien en mente, maestre? 

Piensa en añadir que tiene en mucha estima su consejo, pero el viejo maestre ya lo sabe.

Ser Roshar se alzó del sillón, plantó una mano sobre el hombro de su amigo y asintió, quiso transmitir a su señor apoyo y optimismo. No estaba seguro de que vencerían aquella batalla en las sombras, pero debían enfrentarla con sus mejores ánimos para aumentar sus posibilidades. Él haría todo lo que estuviera en su mano, era consciente de su importancia. 

- Le mantendré informado. - 

No podía permitirse más demora, nadie podía, por lo que no alargó más su despedida. Se giró y se retiró. En primer lugar fue hacia la posada, en busca de Galdrín o Ser Adrik. Les encomendaría realizar las primeras pesquisas acerca de los hombres de la casa. También necesitaba entrar en contacto con sus agentes, ya fuera de camino o tras hablar con ellos. Estaría atento, por si conseguía localizarlos. 

El rostro del caballero se mostraba divertido, como si no fuera la primera vez que se enfrentaba a una reunión en la que se cuestionaba su pertenencia a la familia. Como si solo tuviera que poner cara de pena para salir airoso, evocando tiempos pasados junto a su señor, tiempos de infancia, tiempos felices, tiempos sin preocupaciones. 

-No me refiero a nadie en concreto, mi querido Whalen. A veces cuando la presión es grande, el castillo puede derrumbarse por el lado que uno menos espera.- Respondió el anciano con un leve encogimiento de hombros. Cualquiera, incluido el más fiel servidor, podría surgir como voz contraria y, a pesar de su segura buena intención, terminar causando roces en la familia si las cosas seguían torciéndose. Es lo que ocurría cuando las cosas se torcían.

Asiente a las sabias palabras de su mentor.

Gracias, maestro.

Tras lo cual se vuelve a su flamante esposa.

¿Y vos, mi señora? Qué pensáis hacer ahora?

Ser Roshar abandonó la carpa y decidió buscar a Galdrín por las cercanías, con suerte no tendría que perder tiempo yendo hasta la posada. Ser Adrik también le valía, o eso quería creer, pero tenía más confianza con el maestro de armas. Los entrenamientos juntos habían forjado una robusta amistad. 

Una vez localizado se acercó a él, con su acostumbrada sonrisa. 

- No ha salido del todo mal. - comentó, como si estuviera aliviado, o como si hubiera sido un proceso de rutina. - ¿No has acabado? Esperaba que pudiéramos tomarnos unas jarras. - rió, y acompañó a Galdrín en sus tareas en lo que podía parecer una conversación normal e irrelevante. Aunque el caballero suponía que su amigo ya sospechaba que sus intenciones eran otras, por lo que intentó guiarle hacia un punto ajeno a miradas y oídos extraños antes de transmitirle su nueva labor. 

Sería más sencillo si un juicio justo hiciera a Lord Evan "tomar el negro" por aquella impulsividad y arrogancia que terminaron con la muerte de dos jóvenes, igualmente impulsivos y arrogantes, pero no por eso menos inocentes.  

Pero no, las cosas en Poniente nunca son sencillas ni justas.  

Nada, mi Whalen.  Seré prudente, pero sigo preocupada de que negar algo que pueden descubrir cierto, pueda socavar la defensa ante lo que es claramente parte de una conspiración mayor.  Aun así, me mantendré callada y al margen.  

Ahora me gustaría ir a rezar, a buscar consejo y consuelo ante los 7.  Iré al Septo de Baelor.  Andá tu a tus cosas. 

Maestre, -dijo antes de encaminarse- se que se cónclave es estos días.  ¿Hay algún espacio para que lords y damas escuchen sus muy profundas reflexiones y debates?  Me gustaría asistir a algunos, especialmente a uno sobre la Justicia en Poniente, y quizá otro sobre las señales que se tienen de que el Invierno se acerca.  

Corto, Mediano y Largo, tanto en horizontes como en vestidos, siempre hay que tener, decían las tías Tully.