Partida Rol por web

Orennor, fue intercambiando la vista en cada uno de sus hijos. Sonrió de manera especial a Deli y Dania, que estaban algo asustadas. Pero el padre, a pesar del relato que contaba a sus hijos, tenía un rostro alegre y se reflejaba en las llamas que danzaban al son del chisporrotear de la madera.

- ¿Por qué sonríes como si no pasara nada, papá? - preguntó Dreon frunciendo el ceño, extrañado.

- Porque es necesario, hijo. Cuando los problemas se hacen con la vida de uno, es necesario sonreír. Y más si tienes a la gente adecuada a tu lado. Todos pensaban que Elessäl los había salvado, que los guiaba. Pero, en el fondo... eran ellos quien habían salvado al mago. A él y gran parte de la Tierra Media y sus Pueblos Libres. Sería una locura decir que ellos mismos podrían acabar con las mismísimas huestes del Sauron... pero al menos, habían hecho eco del plan malévolo del Señor Oscuro y un aviso a tiempo podría salvar la vida de la gente de Ethur, Minantir... Podrían prepararse para lo que les vendría y evitar daños mayores. 

Dreon asintió lentamente mientras miraba al suelo. A pesar de ser un niño de doce años, entendía lo que su padre quería decir. En cambio, Deli y Dania, incluso llegaron a sentir enfado con su padre. Si tan mal iba todo, ¿cómo iba a alegrarse? Dreon levantó de nuevo la vista hacia su padre.

- ¿Cómo continua la historia, papá?

- El valiente enano, la dama Elanor, la guerrera Vänima, el guerrero Ódvar y el montaraz Brecca partieron junto a Elessäl con un aire distinto hacia Minas Tirith, no antes si pasar por Minantir, donde empezó todo. Los aventureros emprendieron su marcha con un hálito de esperanza...

"Desleal es aquel que se despide cuando el camino se oscurece"

TURNO 1

Frío y barro. Las pisadas de los aventureros chapoteaban entre el lodo del camino a campo abierto que ya conocían del camino de ida. En aquel momento, el cielo era hermoso y amable a pesar del cansancio que se hacía con ellos. Elessäl guiaba la expedición con paso firme y directo. La estatura hacía que las largas piernas del semielfo fuera un objetivo difícil de mantener el ritmo.

- ¡Señor Dromri! - dijo alzando la voz - ¡Veo que a pesar de la fama que tiene su pueblo, tiene un buen paso! 

El camino se hacía largo pero esperanzador. Habían recorrido bastantes leguas cuando llegaron al mediodía. 

- Hora de descansar - dijo Elessäl mirando hacia el horizonte y alzando levemente la cabeza, como si estuviera intentando sentir alguna presencia a través del aire -. Repongamos un poco de fuerzas y continuemos. Señorita Pippi, ¿hará los honores? - preguntó sonriente.

Pippi asintió levemente mientras miraba al suelo, con los pulgares sujetando las asas de su pequeña mochila. Su pelo rizado se movía al son del viento, tapando su noble e inocente rostro cuando soplaba con fuerza.

- ¿Qué le ocurre? - dijo el medioelfo inclinándose hacia la mediana, posando su mano en su hombro amablemente.

La hobbit dejó caer una pequeña lágrima tras su mejilla. 

- Tengo que despedirme - dijo absorbiendo por la nariz y pasándose la mano por la cara para secar sus lágrimas -. Creo que no estoy preparada para continuar... Este cometido se ha quedado grande para mí. Quería aventuras y grandes historias para contar en Hobbiton... y las he vivido. Pero a partir de ahora... quiero seguir en casa con mi familia y poder despertar tranquila. Siento que mi presencia solo os retrasaría y no quiero ser un lastre ni que tengáis que poner vuestra vida en peligro por mí - se tranquilizó un poco y sonrió con tristeza -. Pero dejadme que os prepare el almuerzo por última vez al menos. Habéis cuidado de mí y os estaré siempre agradecida.

Sus redondos ojos brillaron como siempre, como el que se quita una pena que le pesa durante mucho tiempo. Pippi había sido una gran compañera con un corazón más grande aún.

- Os queda mucho camino, ¡vamos a preparar algo rico!

Turno 1 – Ódvarr

Ódvarr observó la pena y la penumbra de la pequeña hobbit, y acercándose a ella, le puso una mano en el hombro y le dijo;

-No te desanimes, Pippi, puesto que tu compañía ha sido crucial, así como tus pedradas a enemigos que nos pudieron haber abatido nos defendieron. Tampoco hay que tener vergüenza en aceptar para lo cual uno no está preparado, a mí también me gusta la vida apacible, y si no fuera porque se necesita hasta el último hombre, yo no estaría aquí. Disfrutaremos todos juntos este desayuno, para que nos despidamos con sonrisas y no con tristeza. –Dijo, con una gran sonrisa, mientras se ponía a ayudar a la hobbit.

TURNO 1 – VÀNIMA

Los pasos de la elfa, acostumbrados por su errante vida a ser veloces y ágiles, siendo además ligeros y élficos, seguían aún así con cierta dificultad el ritmo de Ellesäl, un verdadero caminante, veloz e infatigable, por lo que parecía. La orgullosa elfa procuró no quedarse atrás, ni que se notase que en algunos puntos no alcanzaba el ritmo, pero se sentía alegre por recordar y vivir con la presteza que le gustaba, y que se exigiese. En algunos momentos, miró a sus compañeros, viendo que seguían, mejor o con más complicaciones, el ritmo, y se sonreía. Eran un grupo, una pequeña familia, y aunque fueran mortales muchos de ellos y el soplo del tiempo se los llevaría de Endor, la Tierra Media, en su corazón estarían siempre recordados. 

Cuando se detuvieron a reparar fuerzas, una sonrisa triste le nació en la mirada cuando la pequeña hobbit habló. Aquel pueblo mediano estaba apartado de los acontecimientos del mundo, pero la intuición le decía que eran más de lo que parecían. Pippi lo había sido, así que podía ser que cualquier ser de la Comarca les sorprendiese en el futuro. Esperaba verlo. Era una lástima que decidiera abandonarlos, aunque comprendía la dureza de lo que habían visto y vivido. Ódvarr habló, y luego ella le puso una mano en el hombro a la hobbit, agachándose para estar a su altura. La miró unos segundos, y le dijo con esa sonrisa triste: 

- Has sido valerosa compañera. Una amiga, verdadera amiga de los elfos. Elen síla lúmenn' omentielvo!* La luz de los Valar te acompañará a dónde vayas, y las hazañas que tu corazón ha cumplido seguro que inspirarán a otros de tu pueblo a hacer cosas grandes y de valor, como las tuyas. Ve en paz, en nosotros tendrás amigos. - La elfa indicó que ella daría una vuelta por los alrededores, para asegurar que fueran seguros. Sin embargo, el brillo de sus ojos quería decir a aquel que lo quisiera ver que tenía gran pena por la partida de la mediana, y que no quería que vieran esa  pena, por su orgullo. 

TURNO 1 – Brecca

El montaraz estaba más que acostumbrado a las largas caminatas por terrenos escabrosos y resbaladizos, sabía cómo moverse para evitar el cansancio, el ritmo que debía mantener si quería completar la jornada sin agujetas, pero resultaba imposible resistirse a seguir los pasos de los elfos.

Cuando se detuvieron al mediodía Brecca acercó al centro un atado de ramas secas recogidas por el camino, sabía que a la mediana le gustaba cocinar con un buen fuego. Había comenzado a preparar la fogata cuando escuchó las palabras de Pippi y levantó la vista. 

Se acercó a ella con una sonrisa después de que Odvarr y Vanima hablaran, y tomó sus pequeñas manos entre las suyas - Se requiere mucha sabiduría para reconocer nuestras propias limitaciones y nuestros verdaderos anhelos, y un valor aún mayor para admitirlo y actuar en consecuencia. Habéis sido una compañera invaluable, y sé que si decidierais continuar con nosotros no seríais una carga, pero entiendo el anhelo que os mueve y os deseo un pronto y seguro regreso con los vuestros. - sacó del Carcaj una de sus flechas y partió la punta. - Para que recordéis nuestras andanzas, y para que nunca olvidéis que la parte más pequeña de una flecha es también la más importante. - cortó con la pieza de acero un trozo de tela de su camisa y con ella la envolvió antes de dársela.

Le dió un abrazo y luego continuó con la fogata - Extrañaré vuestros almuerzos, y los segundos desayunos, cuando todo ésto termine pasaré un tiempo en la comarca engordando para el invierno.

TURNO 1

El camino era duro de por sí para cualquiera, a todo esto se le suma el cansancio y todo el cúmulo de sentimientos encontrados en esta lucha constante contra la oscuridad. Por ello cuando se detuvieron, una mueca de tristeza surge en mi rostro al saber que la pequeña Pippi no nos acompañará más. Ya de por sí, ante mis ojos es una luchadora y el hecho de tomar una decisión tan radical, también refleja esto. 

Por ello en cuanto los demás se acercaron, yo aguardo hasta llegar mi momento y tras dejar un beso en la frente la miro a los ojos. 

—Te adoro pequeña, ya nos volveremos a encontrar y celebraremos. Que Ilúvatar guíe tu camino. 

TURNO 1 – Dromri

El enano iba siguiendo el paso con bastante esfuerzo y no sin pocos reclamos y quejas sobre la velocidad pero como podía se las apañaba entre su corta altura y sus heridas, ante las palabras del semielfo y con la respiración bastante alterada Dromri respondió pues.... -traga seco- muchas... -ya algo mas recuperado- Son muchos años en el camino y varios de ellos escapando de -un último resoplido para recuperar aliento- problemas mas grandes que yo... dicho aquello se sentó  a la espera de la comida prometida, pero fue sorprendido por aquellas palabras, mientras todos comenzaban a dar sus despedidas y palabras de amabilidad, el enano comenzó a buscar desenfrenadamente algo en sus pertenencias, finalmente dio con ello. Saco su pipa, la cargo, la encendió y comenzó a fumar, con la pipa aun encendida se acerco a Pippi y le toco el entro del pecho, No permita que nadie te diga nunca que eres un lastre, y mucho menos lo pienses tu, me sacaste de mas situaciones complicadas en estos pocos de días que muchos familiares que conozco hace años, así que de lastre nada, compañera o amiga seria un termino mas adecuado.

Finalmente dio una buena calada a su pipa y sobre la fogata vació la ceniza y la apago, se volteo hacia la hobbit y se la tendió, esto es para ti y si no te gusta fumar pues se la puedes regalar a aquel que consideres digno, pero te recomendaría que la guardes para adornar tus historias, sobre estos días.

Dicho aquello se sentó junto a la fogata, Ahora vamos a probar esa comida, mas te vale que la última comida que nos preparas en este viaje sea la mejor!!! jajajajajajaja!!!!! la risotada del enano se podía seguramente escuchar unos cuantos metros a la redonda.

TURNO 2

Pippi miraba hacia al suelo de vez en cuando, conteniendo las lágrimas ante las palabras de sus amigos y compañeros. Desde, Ódvarr, Vanima, Brecca, Elanor y Dromri, la pequeña solo podía asentir ante las palabras de agradecimiento que dibujaban lágrimas en su rostro inocente y dulce. 

- Gracias, de verdad... - decía mientras sorbía con la nariz y se pasaba la manga por la cara para secar sus lágrimas -. Siempre tendréis un hueco en mi corazón - intentaba no llorar y reía nerviosa para no parecer llorona, pero a pesar de ello, sabían que su corazón era así, alegre y sincero -. Gracias a todos.

El último almuerzo con Pippi no fue el más lujoso pero sí el más especial. La pequeña hobbit, con un resentimiento por abandonar la expedición, se tranquilizó al escuchar las palabras de los aventureros, que entendían de todo corazón sus decisiones. Habían agradecido su coraje y valentía y ahora lo hacían con su sinceridad.

Aun así, no demoraron mucho la parada y cuando estuvieron más que descansados, retomaron la marcha.

- Espero veros pronto, en algún lugar, en alguna aventura. Y si no, mi agujero hobbit será siempre vuestra casa, aunque más de uno tenga que entrar agachado - sus alegres rizos se batían a merced del viento que corría en las praderas del sur de Gondor -. Prometo contar historias entrañables sobre vuestras hazañas, os deseo lo mejor de todo corazón. ¡Hasta la vista, compañeros!

Y una figura de poco más de un metro se alejó en dirección opuesta, mochila colgada y de ella cacharros de cocina con pase firme y alegre.

A pesar de la despedida, los ánimos estaban renovados y la esperanza estaba más presente que días atrás, donde todo lo que rodeaba de oscuridad a los aventureros estaba relacionado con dolor, muerte y el Señor Oscuro. Con la llegada de Elessäl, la vuelta hacia Minantir y la posterior visita de Minas Tirith, los aventureros se sentían más arropados y no tenían ese sentimiento de soledad ante el peligro que los había acompañado durante todos estos días duros de invierno.

Los siguientes días se fueron llegando sin más dilación y sin ningún problema. El frío y la lluvia se fueron intercalando durante el día y la noche, donde los descansos fueron cortos pero intensos, pues sin muestras de peligro, la tranquilidad permitía una relajación sincera y efectiva.

- Tendréis que estar deseando de un buen baño caliente, ¿no es así? - decía Elessäl mientras avivaba el fuego que calentaba a los aventureros, en la última noche antes de llegar a Minantir -. A veces, las jornadas pueden hacerse eternas si no hay Luz en ellas... no todos están preparados para enfrentarse a algo tan peligroso e indeciso como son los siervos de Sauron. Os vendrá bien recuperar fuerzas y aliviar la mente de pensamientos oscuros unos días. Descansad esta noche, yo me quedaré haciendo guardia, mañana llegaremos a Minantir - y sonrió.

La mañana amaneció fría como de costumbre pero los aventureros ya podían sentir el calor de la gente y de una buena cena. A pesar de los días de viaje, el último fue el que menos les pesó. Los campos y montañas les sonaban haciendo el paso más firme y seguro hacia el destino que perseguían. 

Con la alegría y las ganas de llegar, los aventureros afrontaron el último tramo del viaje con presteza a pesar del cansancio, la sed y la carga de las pesadas armaduras. No obstante, el frío ayudaba a tener una marcha estable y eso les ayudó en gran medida a recorrer el camino incluso antes de lo previsto.

Ya cerca de los límites de Minantir, una figura conocida se vio a lo lejos. Iba acompañado de otros dos hombres. El que iba vestido distinto, dio unos pasos hacia adelante y alzó la mano en señal de saludo y aviso: era Theod, jefe de los exploradores de Minantir.

- ¡Que ven mis ojos! - dijo el hombre, sonriente y visiblemente emocionado - ¡Avisad a los demás! - ordenó el explorador a sus hombres. Echaron a correr dirección al pueblo, que se podía divisar en un horizonte no muy lejano - ¡Qué alegría! - decía mientras se acercaba entre las rocas con gran habilidad.

- ¡Elessäl!

- Theod, querido amigo, si no hubiera sido por ti, no había podido ir en su búsqueda - dijo señalando a los aventureros -- ¿Cómo estás? ¿Cómo son las nuevas por aquí? - le decía mientras el medioelfo le estrechaba los antebrazos con fuerza.

El explorador se separó del mago y comenzó a hablar.

- Es como si las poco a poco hubieran desaparecido, Elessal - se apoyó en el pomo de su espada mientras señalaba hacia las montañas y praderas. Llevaba la armadura de cuero de los exploradores de Minantir, con divisas en su pecho que diferenciaban su rango superior -. En los últimos días incursiones dimos con varias incursiones en mitad de la noche. En grupos pequeños, varias. Iban hacia de norte a sur, de este a oeste... Algunos vienen de las Montañas Blancas, otros corren siguiendo el curso del Ringló... Avanzaban rápido. Desde Rohan apuntan que han visto algunas expediciones también, pero no tan cerca de sus tierras. El folde este y las aguas del Entaguas están bien protegidas. A pesar de tenerlas controladas medianamente, tuvimos varias que lamentar varias muertes - dijo con la cabeza baja y rostro serio -. Pero desde hace un par de días, algo ha pasado... como si ese aura de miedo, como si esa presencia enemiga de la sombra se hubiera disipado...

Elessäl sonrió de medio lado.

- No estoy seguro de lo que voy a contarte, Theod, pero quizás tenga algo que ver con la torre donde estuvieron. Pero volvamos a Minantir, allí podremos hablar tranquilamente. Estos buenos héroes necesitan de un descanso. Vamos, querido amigo, allí te contarán qué saben.

El explorador asintió y comenzó a caminar. A lo lejos, los mismos hombres que acompañaban a Theod volvían conduciendo una carreta, la misma que, en su momento vieron Vánima y Elanor el día que se conocieron.

Aquel día, portaba hombres heridos, pero hoy, portarían a un grupo de aventureros valiente y de buen corazón que habían arriesgado su vida por los Pueblos Libres.

Turno 2 – Ódvarr

Ódvarr pasó aquellos días con cierta aprensión. Sentía como si tuviera un presentimiento de que su jornada con aquellos aventureros llegaba a su fin, pero decidió hacer caso omiso a aquellos pensamientos. Había tenido varias cicatrices nuevas a lo largo del viaje, y tendría muchas historias que contar en el futuro. El último día de viaje, cuando ya iban llegando a Minantir, se encontraron con un viejo compañero, al cual escuchó con mucha atención. Mientras andaban hacia Minantir, Ódvarr respondió a las palabras de Theod;

-Ciertamente nos enfrentamos a enemigos fuertes, y de no ser por nuestro trabajo en equipo varios habríamos acabado muertos, pero aún así, a pesar de tus buenas nuevas, siento cierta aprehensión. ¿Qué pasa si las incursiones de orcos se están dividiendo en estos grupos pequeños para reunirse en otro lugar? Si bien hemos acabado con varios, todos ellos hablan de oscuros augurios y señores a los que sirven, y proclaman que pronto acabarán con todo, como si estuvieran esperando algo. -Dijo, a lo largo del camino, ciertamente preocupado.

TURNO 2 – VÀNIMA

Los días siguientes fueron tranquilos, y la elfa guerrera volvió a tranquilizarse tras las experiencias de la torre. La despedida de Pippi ayudó, en contra de lo que parecía, ya que de pronto, sabía que una pequeña estrella estaría brillando en algún lugar, y en aquel lugar, aquende las montañas y todas las millas de Eriador, había un hogar para que ella, errante luchadora exiliada, descansara. El ánimo renovado la hacía volver a ser lo que ya había estado siendo con ellos: una mejor compañera, más amable, a veces todavía algo arisca, pero con cierta sonrisa de amistad. Pasaba horas del camino comentado breves detalles y preguntando a Elanor sobre cosas que veían de la naturaleza, pues empezaba a apreciarlas más, sobre todo para conseguir que aquella se distrajese de la sombra de la torre. 

En la llegada a Minantir, Vànima se tensó ligeramente, pero siendo Theod su anfitrión, se relajó, y escuchó con atención. Los grupos pequeños de orcos y lo que comentaba parecía parte de lo que ella había supuesto. Pero quizás, sólo quizás, su intervención en la torre, había hecho que todo mejorara por un tiempo, como parecía al desaparecer esa sensación de sombra y opresión. 

-Como Odvarr, creo que ese era el plan de los orcos. Utilizar esas fortificaciones para ir infiltrándose poco a poco en la retaguardia de Gondor y los Hombres, y asaltar, en algún momento, desde varios puntos. No se si habremos desbaratado el plan, o si es ese, pues no tenemos pruebas del tamaño de esta conspiración del Señor Oscuro, pero creo que al menos, por un tiempo, habrá quedado disminuido. - Concluyó, orgullosa, la elfa, erguida informando de sus pensamientos y de lo que habían hecho. 

TURNO 2 – ELANOR

Un reencuentro siempre es bueno para el alma y aquel sin dudas es de agradecer, así que los saludo con una sonrisa llena de cordialidad. Al escuchar las novedades, en especial el movimiento de los orcos por todo el basto territorio, siento esa punzada en el corazón porque esa estrategia está siendo más que efectiva considerando como se mueven, como llenan de oscuridad cada rincón. Por ello, siento que debemos ir a la fuente y no hacer más rodeos, ya que ellos siempre tienen la ventaja. 

—No podemos ir detrás, tenemos que ir al lugar que menos esperan. Mi corazón lo dice... Las tres damas.

No sé cual es el punto central de ellos, posiblemente era la clave. 

TURNO 2 – DROMRI

El enano se mantuvo prácticamente en silencio después de la partida de la hobbit, el silencio inundaba su corazón, un peso que no entendía, el que estaba acostumbrado al camino, al andar y a la aventura, pero cada una comenzaba y terminaba, nada tan grande como esto ni de cerca, ni siquiera una aventura conectada con la siguiente mas allá de terminar bebiendo en la misma posada, Las tres damas aquel nombre o titulo se le paseaba por la mente una y otra vez, y un escalofrío recorrería su espinazo cada ves que aparecieran aquellas palabras, pocas cosas temía en el mundo, ningún monstruo de momento, el temor no venia de la maldad sino de su ignorancia, solo temía el no tener claro que le deparaba todo aquel camino que había emprendido.

Días y noches pasaron, en tranquilidad, atendía su herida cada noche antes de dormir, le daba una revisada cada mañana y antes de comer revisaba y le daba mantenimiento a sus armas, luego cuando llegaba el momento continuaba su camino en una de las mejores compañías que había tenido en mucho tiempo.

Ante la visión de una cara conocida en el camino, saludo efusivamente a Theod y algo de la inquietud en su corazón se calmo, aun quedaban hombres buenos para la lucha, como estaría Haldan y la gente de "La Cruz Blanca", le paso por la mente, pero de momento parecían estar hablando de cosas mas importantes, así que se guardo sus dudas para si mismo y siguió al grupo, poco o nada de utilidad tenia que aportar a lo dicho.

TURNO 2 – Brecca

El último tramo del viaje había sido especialmente estimulante para Brecca, él se había criado lejos de los pueblos pero aún así la cercanía de sus congéneres lo llenaba de energía. El encuentro con Theod había traído una sonrisa a su rostro, y las noticias que les daba eran buenas comparadas con las que esperaban recibir. - ¿Que noticias hay de Ethur Theod? - preguntó.

Con respecto a lo que seguía, él tenía ideas muy claras acerca de lo que debía hacerse - Hay que aprovechar que están desorganizados, por lo que cuenta Theod haber eliminado a uno de sus capitanes los ha afectado aún a la distancia... todos pudimos sentir como la oscuridad se levantaba cuando le cortamos la cabeza. - miró a sus compañeros - No es algo que podamos hacer nosotros, y no se si podamos convencer a Aendor de que dedique parte de sus fuerzas a semejante tarea, pero el Senescal de Gondor en Minas Tirith tiene el poder y el deber de defender la comarca.

TURNO 3

Theod asentía y escuchaba atentamente a los aventureros antes sus preguntas. El explorador podía notar el cansancio y la preocupación de cada uno de ellos, pero él se sentía más tranquilo por las nuevas que conocía. Dio un par de pasos al frente, dispuesto a tranquilizar a los aventureros.

- Sí, estuvimos barriendo las tierras bajo las Montañas Blancas - decía haciendo de visera con la mano y señalando hacia el norte - dirección sur, pero no tanto hasta vuestra posición. Pudimos divisar y acabar con varios grupos que iban de un lado a otro, corriendo en la fría noche... Pero de repente, hace dos mañanas, coincidiendo con el éxito de vuestra misión, dejaron de verse... Es como si algo hubiera pasado. Parece ser que la zona oeste de Gondor y el sur de Rohan han sido limpiados de orcos, pero el peligro real viene del Este, hacia donde tendremos que dirigirnos para ver qué situación se crea allí.

Elessäl sonrió.

- Entiendo vuestras preguntas, pero creo que tendremos las ideas más claras después de un baño caliente y una buena cena... creo que más que merecido para vosotros - dijo sonriendo amablemente.

Los dos hombres de Theod que habían traído la carreta, ayudaron a los aventureros a subirse en la misma, dirección Minantir. El camino duró un par de horas. Durante el viaje, los aventureros charlaron sobre todos los peligros, las Tres Damas, qué sería el nuevo peligro en el Este... Pero también tuvieron tiempo para reír y descansar.

A pocas leguas de la ciudad, pasaron por el camino donde Brecca ayudó a Ódvarr a deshacerse de los ladrones. A pesar de haber pasado solo una semana, al montaraz y al guerrero le parecía que había sido como un año. Los bosques y caminos también trajeron buenos recuerdos a Vánima y Elanor, donde se conocieron en un encuentro mágico bajo la mirada de Ilúvatar y las estrellas. Pero el más contento de volver, era Dromri. El enano, que había pasado gran parte de sus días en Minantir antes de partir con los demás aventureros, tenía el recuerdo Haldan, el posadero de la "Cruz Blanca", donde se hospedarían.

Sin quererlo ni elegirlo, los aventureros habían pasado grandes momentos juntos, unos más tristes que otros, pero de los cuales habían sabido salir airosos y con buen pie, a pesar de las heridas habían sufrido a mano de los orcos y ladrones que habían tomado el camino.

- Ya hemos llegado - dijo Theod bajándose de la carreta y adelantándose a paso ligero - ¡Avisaré de vuestra vuelta! - dijo avanzando a trote y despidiéndose con la mano.

Una sensación agradable recorrió el corazón de los aventureros. Se sintieron como en casa. Los habitantes de Minantir, los mismos que habían salido en su momento en la partida hacia la Torre, se acercaron a recibirlos, entre vítores y aplausos. La gente los miraba con orgullo y con agradecimiento.

- ¡Dromri, amigo! - Haldan salió entre la gente con su ropa de posadero - ¡Qué alegría, qué alegría que todos estéis bien! - dijo sincero el hombre.

El posadero se fundió en un abrazo con el enano para después ir saludando cortésmente a los demás. 

- ¡Estás más delgado, señor enano! ¿Te han tenido andando mucho tiempo, verdad? Bueno, es hora de descansar, ¡pasad, pasad!

En mitad del recibimiento, una figura conocida para los aventureros apareció entre la muchedumbre: Aendor.

El aguacil seguía manteniendo su gesto serio y orgulloso. Miraba la situación desde la lejanía acompañado de dos guardias. Pero para sorpresa de los aventureros, el alguacil asintió, en un gesto de aprobación hacia la hazaña que habían realizado y que había permitido evitar un mal mayor, al menos, de momento.

Aendor se giró acompañado de sus dos guardias y los aventureros entraron en la Cruz Blanca.

TURNO 3 - Vànima

En aquel dichoso encuentro, la elfa dejó liberada mucha tensión y nervios. Las noticias de Theod eran buenas, y dejaban su corazón tranquilo, y sonreía a su hermana, como diciendo que todo aquello era que parte de lo que había comenzado, eliminar el mal de aquel lugar, estaba hecho. Pero sabía que en ello había dolor, y que el Mal mismo no había cesado, pero se sentía que había hecho lo correcto, y las gentes estaban a salvo. 

Y se sintió orgullosa de su trabajo al ver que las gentes la aplaudían, a ella y sus compañeros, pero entonces, simplemente se dio cuenta de que tenía que esforzarse en ser humilde. Y en lugar de responder y mirar orgullosa, sonreía con paciencia, mientras se quedaba en la parte de atrás del grupo. Sólo había cumplido su deber, y no quería méritos, si no curar el mal, el suyo y el del mundo. En la posada dónde había curado entonces su cuerpo, se sonrió y saludó a Haldan con atención, aunque claramente se dedicó a Dromri, el enano, su amigo, ante lo que se quedó a un lado. 

Cuando Aendor llegó, Vànima se envaró, rápidamente, centelleandole los ojos con dureza, poniéndose tensa, recordando lo que había pasado. Su gesto de aprobación no la complació, y esperó a que los demás entraran en la posada, mientras ella miraba atentamente al alguacil, aunque de soslayo, con una cara de enfado. Una vez dentro de la posada, se quedó de pie, en un lado, intentando calmar su enfado, que era evidente.