Partida Rol por web

  Terminaste por quedarte dormido.

 El saxofón en tu regazo era tu único compañero en ese cuchitril apestoso.

 Una pareja comenzó a pelear a gritos, escuchaste golpes al otro lado del tabique. No estabas seguro de quien pegaba quien o si se estaban golpeando los dos.

 El niño del piso de abajo comenzó a llorar y los gritos de los vecinos terminaron uniéndose a la sinfonía.

 - ¡Callaros ya, que no son horas!

- ¡Cállate tú, puta!

- Voy a llamar a la policía.

- Si veo a un madero en mi puerta les contare lo que vende tu hijo por las esquinas.

Algo se deslizo bajo tu puerta y paso deslizándose por el suelo hasta chocar con la pata del sofá-cama. Un sobre de papel con algo dentro, sin remite, nadie había lamido el pegamento y estaba abierto.

Podía ser la broma de alguno de los niños del edificio, una amenaza de muerte o cualquier otra cosa.

Los gritos de tus vecinos cesaron, comenzaron los jadeos y los golpes de su cabecero contra la pared. El niño seguía llorando. Las sirenas de la policía se escucharon cerca, ambulancías, bomberos, todo el equipo completo de emergencias se estaba desplegando en algún punto de la ciudad.

La mierda que le habían metido en el cuerpo de crío aún no había purgado todo el alcohol que llevaba en el cuerpo. Con un gemido movió la cabeza de un lado a otro y sintió como el puto edificio giraba alrededor. Se agarró a las abrazaderas del sofá mientras la mezcla de ácidos del estómago y el alcohol le subían por la garganta. Tragó el vómito que le estaba quemando la garganta y se concentró en el dolor de cabeza.

Pensó en la suerte que tenían aquellos putos gritones de que no tuviera un arma a mano de lo contrario los gritos se iban a terminar muy pronto y de manera definitiva. El mareo pasó un poco y las ganas de vomitar volvieron, se miró un momento al espejo que había colocado frente a la pared que miraba el sofá para no perder nunca de vista la puerta. 

Daba asco.

Estaba en baja forma. A pesar todo lo que le habían hecho de crío había conseguido estropearse. Seguía siendo más fuerte y más rápido que un hombre corriente y se curaba mucho mejor que los demás pero... Había perdido forma y las manos le habían empezado a temblar cuando no bebía lo suficiente. Quizá podría recuperarse completamente si volvía a... Se le fue de la cabeza, le dolía demasiado y estaba jodidamente mareado. Hundió la cabeza en taza en le lavabo para vomitar.

Cuando salió limpiándose la cara con el dorso de la mano vio la puta carta. Se agachó como si esperara un puto ataque de un momento a otro. Pasó de la puta y su novio haciendo las paces y se acercó a la puerta sin hacer caso a la carta. Tomó aire y cogió un cuchillo con mango de madera que había dejado al lado de la puerta. Escuchó al otro lado de la puerta, esperando que cualquiera entrara a por él. Quizá ellos habían vuelto a por él después de todos aquellos años o quizá solo era un bromista o un aumento del jodido alquiler que ya no se podía permitir.

Se aseguraría de que no hubiese nadie en el pasillo y luego abriría la puta carta. El sonido de las alarmas le despistaron un momento. La ciudad se había ido a la mierda, porque había vuelto después de fugarse del trullo ni el mismo podía decirlo. Quizá para ver como se terminaba de hundir. Ellos les habían dado la patada, que se jodieran. 

Que se jodieran todos.

La mirilla de la puerta te ofreció la vista del descansillo. Pasos que subían y bajaban, niños jugando saltando por los escalones mientras sus mamis ejercían el trabajo el mas viejo del mundo. Nada fuera de lo normal.

El sobre contenia una fotografía polaroid acompañada de una nota escrita a maquina.

   "Todos estamos en peligro. Ven a media noche y vigila tu espalda"
 

  Había muy poca gente que supiera de ese refugio. Vosotros, Shepard y Sindy.

 Hasta donde sabías, Sindy no sabia leer, menos escribir a maquina. Shepard estaba muerto.

 Descartaste a John al no encontrar fragantes faltas de ortografía, además no era su estilo, si el quería avisarte de algo habría entrado dando voces.

No encajaba con la forma de actuar de ninguno de tus compañeros, claro que todo el mundo cambiaba con el tiempo o podían tener motivos para actuar de esa manera. El instinto te decía que algo no iba nada bien y que las cosas estaban a punto de empeorar.

La puta mansión Stiler...

La puta mansión Stiler. Miró aquella fotografía como lo haría cualquier persona a la que le mostraran la imagen real de un fantasma. Sintió que le faltaba el aliento y que la casa volvía a dar vueltas y no solo por el alcohol que su organismo mejorado no había purgado aún.

Los putos recuerdos se abarrotaban en su cerebro y se sucedían tan deprisa que no conseguía una imagen coherente. Los días y noches pasados en aquel lugar. Las visitas que hacía muchas veces a Shepard sin que los demás lo supieran con la excusa de ver a Sindy... El aire de las montañas lejos de la nube de contaminación que jodía los pulmones en la ciudad. Pero...

De todos los refugios... ¿Por que precisamente aquel?

Examinó la fotografía como si tuviera algún secreto escondido. Cualquiera podría haber escrito aquello. Todos podrían conseguir una máquina de escribir, hacer una foto. Incluso Callahan podría haber hecho aquellos después de años haciendo una vida de hombre casado. Estrujó la fotografía con el puño. Él no era un puto detective ni lo suficientemente listo para adivinar que coño estaba pasando. Eso siempre se lo había dejado a los otros, a los inteligentes. Se fue a la cocina y encendió el gas, luego lo encendió y dejó la polaroid encima para que se quemara completamente. Luego agarró las cenizas y las estrujó en sus manos.

Suspiró, no tenía porque engañarse a si mismo, ese conocimiento y él eran viejos amigos. Sabía porque exactamente le dolía. Ahí la había cagado como nunca lo había hecho. Sindy de algún le había aceptado, al menos no le rehuía como a los demás. ¿Cuanto tiempo la había rondado? ¿Meses? ¿Casi un año? No lo recordaba, lo que si tenía grabado a fuego fue aquella noche en que después de una misión fue a rendir el informe a Shepard, él no estaba y se había quedado a solas con ella. Habían hablado algo, ella parecía nerviosa. Intento tocarla, al principio ella no hizo nada y él perdió la cabeza. Luego ella se echó atrás pero Frost ya había perdido la cabeza. Le arrancó la camiseta y llevó una mano a su entrepierna. Luego... Luego Sindy le rajó la cara.

Si, por supuesto que iría aunque solo fuera por ver alguna cara conocida o la leve posibilidad de que ella tembien estuviera ahí. Cogió el raído petate y en el colocó unos pastelitos caducados, el avejado saxofón y una botella de agua. No más mierda hasta que supiera de que iba aquello. En su mente se formó un plan. Iría ya mismo hacia ahí, primero vigilaría la casa desde el exterior empezando de varias manzanas a lo lejos y acercándose poco a poco a la casa. Si no veía nada sospechoso entraría a los túneles del metro para llegar unos minutos tarde.

Quizá le iban a pegar un tiro, quizá se enteraría de algo. Fuera lo que fuera iba a ser mejor que aquella puta muerte en vida. Cerró de un portazo, tuvo la idea de dejar el gas encendido y hacer explotar todo aquello pero seguro que aún iba a hacer un favor al puto especulador que tenía aquel bloque de edificios.

Que le jodieran a él y a todos.

Cerró de un portazo sin preocuparse en cerrar con llave. Tampoco había nada que valiera la pena robar.

La mansión se encontraba en las afueras, aunque se tomara transporte publico, se tardaba bastante en llegar.

Alrededor de la casa y por los vecindarios cercanos no había indicio de actividad fuera de lo común. Eran sobre las diez y media de la mañana, faltaban muchas horas para la reunión fijada.

Encontraste una entrada a los viejos tuneles oculta por la maleza alta. Hacia años que nadie la usaba.

 Estaban tal y como los recordabas, eso incluia el olor.

El resultado de sus pesquisas no le sorprendieron en absoluto. De hecho le abría sorprendido notar algo extraño en la barriada o descubrir a alguien al acecho. Apartó de su mente lo mejor que pudo los recuerdos que le sobrevinieron al ver la silueta de la desconchada mansión a lo lejos. Gran parte de su vida, quizá la parte que había resultado más feliz estaban relacionadas con aquella estructura pintada de blanco y que parecía amenazar con derrumbarse de un momento a otro. Lo encontró una analogía suficientemente parecida a su vida como para que le resultara gracioso y con ese pensamiento se alejó hasta una entrada en las alcantarillas suficientemente alejada como para que nadie pudiera relacionarlo con la casa. De todos modos iba sobrado de tiempo así que se tomó el tiempo suficiente para desescombrar la entrada y dejarlo lo más disimulada posible.

El hedor de las cloacas le resultó familiar, como en un viejo y extraño sueño parecía que los años no hubieran transcurrido y todos fueran jóvenes y gilipollas. Mientras parpadeaba con fuerza para adecuar su vista a la oscuridad parpadeó echando de menos las viejas gafas de visión nocturna.

Permaneció controlando la respiración, y escuchando el goteo del agua y el lento fluir de las aguas fecales hasta que estuvo seguro de que no escuchaba pasos ni nada que le advirtiera de una emboscada.

Empezaba a encontrarse mejor a medida que su metabolismo se libraba de lo peor de la borrachera. Sus ojos se adecuaron a la poca luz y lentamente se fue acercando a la entrada de la mansión con los túneles. Realizó varios quiebros y desanduvo el camino una docena de veces. Nunca se sabía dónde podían aparecer ellos. Las horas fueron pasando hasta que se dio cuenta de que en realidad estaba remoloneando sin atreverse a entrar en la jodida casa. Suspiró una maldición y casi a la hora se decidió a entrar.

Hogar, dulce hogar.

Entraste a la casa por el sótano.

  Alguien se había dejado la luz del fluorescente encendida. La corriente eléctrica venia de un empalme ilegal, la casa se abastecía del tendido eléctrico de la calle.

Lo raro era que el tubo de neón hubiera sobrevivido encendido durante cinco años. Un vistazo te revelo que era tubo casi nuevo, sin apenas polvo, que contrastaba con el resto de objetos mucho mas sucios. O alguien vivía en la mansión o se pasaba por ella de vez en cuando.

 Allí estaba el calentador de agua, las secadoras y las lavadoras. Era inevitable recordar a Sindy gruñiendole a las maquinas cada vez que las poníais en marcha.

La casa se mantenía silenciosa. Subiste por las escaleras, los pisos de arriba no tenía las luces encendidas. La tentación de comprobar si Sindy había vuelto se hizo apremiante.

Shepard había preparado un cuarto para ella, uno bonito con una cama confortable.

  La ventana daba al jardín trasero de la mansión, era discreta y podía verse cualquier movimiento extraño desde ella.

Las flores que había sobre la cajonera pertenecían al propio jardín de la casa y estaban marchitas. Llevarían un par de semanas allí. Otro dato que te sugeria la posibilidad de que la mansión no estaba tan abandonada como parecía.

 Sobre la mesilla viste unas cuartillas, dibujos infantiles relativamente recientes cuyo papel aun no había amarilleado y que mostraban nos monigotes trazados torpemente.

Uno de ellos estaba pintado de verde, con una mancha del mismo color sobre la cabeza. Podías imaginar que era Will con su capa. Junto a el otro monigote mas pequeño, también de verde, el pequeño Will. En el centro el monigote mas grande del dibujo, todo pintado de negro con un parche en el ojo. No habia que ser un genio para saber a quien estaba dedicada esa imagen. Alrededor otros monigotes te recordaban a tus compañeros.

Pasaste las hojas hasta ver una donde un monigote calvo abrazaba a otro de cabello largo y negro. Había mas cuartillas en el cajón, viste sobresalir la punta de una de ellas por una rendija.

Los viejos fantasmas del lugar parecían ahí mucho más presentes que en los túneles. Las viejas sensaciones volvieron mientras cerraba y aseguraba detrás suyo la entrada por las alcantarillas. Inconscientemente limpió las botas arrastrándolas por el suelo y buscó el interruptor de la luz por pura memoria refleja. Que hubiera luz le sorprendió, que alguien hubiese mantenido aquel lugar funcionando le hizo estremecerse. Inconscientemente se encorvó como si esperase que empezara un tiroteo de un momento a otro.

Aguardó y no pasó nada.

Probablemente el que fuera que hubiese estado ahí no andaba por el sótano pero podía ser que estuviera en cualquier lugar de la vieja mansión. Dejó escondido el petate entre las lavadoras y cogió el cuchillo agarrándolo con la mano y manteniendolo cerca de su antebrazo. Subió las escaleras sigilosa y lentamente, deteniéndose varias veces por si encontraba cualquier indicio de peligro. Y de repente, sin darse cuenta se encontró frente a la puerta de la habitación de Sindy. Por un momento era como si no hubiese transcurrido el tiempo, como si ella aún pudiera estar ahí. 

Era una locura y lo sabía aunque aquello no evitó que tomara aire y con el pomo en la mano tardara aproximadamente un minuto en reunir el valor suficiente como para abrir la jodida puerta. Dentro no había nadie cosa que le tranquilizó y a la vez le llenó de nostalgia. ¿Pero que le diría en caso de que ella hubiese estado ahí? ¿Hola, siento haberte intentado joderte por la fuerza? No, la verdad era que lo mejor sería no volver a verla pero... Pero después de todos aquellos años era el único rostro que recordaba con absoluta claridad. Pensó en salir de ahí y rebuscar en el mueble bar del viejo General por si quedaba algo interesante. Entonces se fijó en que las flores de la habitación estaban marchitas y no resecas. Alguien había adecentado la habitación en las últimas semanas. El vello del brazo se le erizó y giró sobre si mismo como si de un momento a otro esperara que ella estuviera a su espalda. Por supuesto no encontró a nadie pero siguió deambulando por la habitación prestando esta vez más atención.

Le llamaron la atención los dibujos, tambien alguien los había dejado ahí no hacia mucho y parecían los de una niña pequeña o... de Sindy. Empezó a ojearlos con el corazón empequeñeciendo al reconocer los retratos de sus antiguos compañeros de equipo. Sonrió nostálgico hasta que llegó al último, eran ellos dos. No tenía ninguna duda. 

Abrazados.

Sintió un escalofrío que le recorrió toda la espina dorsal. No sabía como interpretar aquello. No entendía que significaba y los dejó con cuidado, como si las cuartillas pudieran explotar lentamente en el sitio donde las había encontrado. No supo porque pero emitió algo parecido a un gimoteo, los ojos le escocieron y tuvo que respirar con fuerza y profundo para no llorar.

Se estaba convirtiendo en una puta nenaza.

La mirada se fue de los garabatos al cajón, deseó con todas sus fuerzas estar borracho pero el alcohol no le afectaba demasiado de modo que cuando abrió el cajón estaba perfectamente sobrio.

Enseguida entendiste el motivo por el que unos dibujos estaban fuera y otros encerrados en un cajón.

Los que había fuera eran recuerdos bonitos, los que guardaba dentro eran las pesadillas. Un hombre golpeando a una niña con lo que parecía un palo o una correa, manchas rojas por el suelo, todo el fondo rallado en negro. Algunos detalles te hicieron reconocer el lugar, era la nave industrial donde la encontrasteis.

Varias cuartillas mostraban dibujos de ese tipo, erizaba la piel pararse a pensar cuantos años habría pasado en aquel lugar, nunca hablaba de esos días que pretendía olvidar, mas viendo aquellos dibujos se diría que no lo había logrado por completo.

Unas hojas atrás viste algo parecido a su habitación, estaba ella y una mujer de cabello ondulado, con los labios muy remarcados en rojo. ¿Veronica? Era posible que Shepard le hubiera confiado el secreto de Sindy en algún momento pero ¿porque guardar eso en el cajón con los dibujos de sus pesadillas? Te fijaste bien, en la mano de esa mujer habia un objeto que acercaba al brazo de Sindy.

El dibujo era demasiado malo para saber que era ¿un cuchillo?¿Un lapiz?¿Una vacuna?. El dibujo siguiente era mas perturbador.

Sindy dormía en una cama parecida a las de los hospitales, tenia algunas correas atandola a la cama. En una mesita unos tarros con bolitas dentro eran todo el detalle que se habia molestado en dibujar. El resto, como en los otros dibujos, estaba rallado en negro. No sabías si los dibujos seguían una cronologia o no, algunos eran demasiado confusos para ser interpretados.

Mientras meditabas sobre ello te alerto un ruido abajo. Alguien había entrado usando la puerta principal.

Joder que entendía que Sindy -porque sin duda aquello eran dibujos de Sindy- escondiera aquellos putos dibujos en un cajón. De hecho el los habría lanzado por el puto water para quitarselos de encima.

Sabía lo de los inicios de la chica, de como la encontró el general pero aquello era como verlo con sus propios ojos. Él pensaba que le habían tratado como un animal... Quizá él había sido un cobaya... Lo suyo no sabía si había sido peor. Suspiró pensando en lo que había pasado la chiquilla, abusada por todos y llegando él para cagarla aún más. ¿Había desaparecido por su culpa? Tenía esa sensación pero probablemente eso solo fuera cosa de su ego. Negó con la cabeza y siguió pasando los dibujos uno detrás de otro.

Los últimos los dejó sobre la mesa.

Se quedó mirando los dibujos, le traían muchos recuerdos, las agujas, los hospitales... Sintió un escalofrío que no tenía mucho que ver con un hombre como él. Por un momento volvió a ser él el niño conectado a decenas de máquinas a los que los hombres con bata blanca pinchaban una y otra vez.

Experimentos médicos.

Le habían hecho algo a la chica, algo de lo que no había tenido ni puta idea. Ni siquiera sabía si había sido antes o después de que se marchara... Miró fijamente al dibujo de la mujer de labios rojos. Tendría que hablar con Veronica... Si no aparecía en aquella extraña cita la buscaría y tendrían unas palabras. No sabía que le haría si se enteraba de algo... Bueno, Veronica nunca le gustó demasiado en realidad.

Sus pensamientos se interrumpieron al escuchar un sonido que le sorprendió provocando un respingo en él.

La puerta principal.

Guardó con rapidez los dibujos desordenados en el cajón y silencioso salió de la habitación para interceptar al que fuera que había entrado. Acompañado por la penumbra reinando en la casa se acercó a la entrada.

Tuvo una punzada de ilusión esperando que fuera uno de los chicos... O Sindy.

Aquellos cinco años habían pasado para todos, aun así la reconociste. La sustituta de Silverson, la amante de Shepard. Ya no cabía duda que conocía aquel refugio secreto. Veronica atravesó la puerta de la casa usando su propia llave. Mantenía el porte elegante, los labios rojos y la cabeza ergida. Sus tacones resonaban a cada paso con firmeza. Desde las sombras viste que se detenía en mitad del vestíbulo de la mansión, vestida con un abrigo negro, parecía que mantenía el luto por Shepard o eso quería aparentar.

- ¿Hola?.- pregunto levantando la voz, seguramente esperaba encontrar a alguien allí.- ¿Max?¿Eithan?¿Will?

Le dio la espalda a la escalera y sin saberlo, a ti.
 

Y hablando del diablo ahí estaba Verónica. Se quedó donde estaba, agazapado y en cuclillas por si necesitaba saltar, más por una cuestión de instinto y entrenamiento que por necesidad. Estaba más vieja pero aquella mirada y aquellos labios pintados de un rojo intenso los reconocería en cualquier parte.

Esos labios rojos.

Le vino a la mente de inmediato el dibujo de Sindy, había quedado grabado a fuego en su mente y apretó los puños. Tuvo ganas de lanzarse sobre ella y golpearla hasta saber que coño le había hecho a ella. Emitió un gruñido silencioso, solo para él mientras buscaba un ángulo para saltar sobre ella. Si le había hecho algo a la chica lo sabría, y si sabía donde estaba…

Entonces habló con voz clara. Como si se quisiera demostrar que no tenía miedo. Frunció el ceño al reconocer los nombres. Ella era la que había enviado la fotografía mecanografiada, si… ¿Quién si no? Ella fue muy rápida en disolver el grupo pero tuvo la intuición de que por tal y como le había encontrado –joder que él no sabía en que puta calle estaba el agujero donde dormía- los había seguido muy de cerca.

El plan de saltarle encima se esfumó, quizá los otros habían llegado también y quizá se habían escondido mejor y también le observaban. Esperó unos segundos por si aparecían, no le apetecía ser el primero. Entonces le vino a la cabeza una idea. Iba a necesitar los dibujos, en completo silencio volvió a la habitación de Sindy. Abrió el cajón y dobló cuidadosamente el dibujo de la mujer de labios rojos. Era hora de empezar la charada se dijo a si mismo pero no se movió. Cogió el dibujo de ellos dos y también lo guardó sin saber muy bien porque –el auto análisis nunca había sido su fuerte- y salió de la habitación con el cuchillo pegado al antebrazo.

Si la zorra se la había jugado le rajaría la garganta antes de morder el polvo.

-Estoy aquí- dijo de repente con voz alta y seca. Descendió las escaleras con cuidado, mirando a un lado y a otro.

Veronica se giro con un leve sobresalto. Tu sigilo no la había hecho participe de tu presencia hasta escuchar tus palabras. La mujer era lo bastante lista para saber por tu tono que no estabas de buen humor. Te sonrió llevandose una mano al pecho.

- Eithan, me alegro de verte de nuevo.- dijo serena y tranquila.- Parece ser que eres el primero en llegar. Tienes buen aspecto.- Intentaba ser agradable aunque sabias de sobra cual era tu aspecto.

Se desabrocho el abrigo y tus ojos entrenados descubrieron que bajo este ocultaba una pistola. Era agente del F.B.I, era normal que fuera armada, aunque tampoco resultaba un hecho tranquilizador sobre sus intenciones.

- Te estaras haciendo muchas preguntas ahora mismo. Te pido que tengas un poco de paciencia, en cuanto vengan los demas os respuestas, cuantas yo tengo al menos.- Aseguro con su voz suave, calida y casi maternal.- Si, yo os he intentado localizaros, aunque me temo que no ha sido posible dar con todo el grupo.- dijo acercándose un paso acia ti.

La mujer trato de hacer tiempo con un poco de charla intrascendente.- Y bien Eithan ¿Que a sido de tu vida? Me costo mucho encontrar tu dirección, espero que no estés metido en líos.

Su tono cada vez era mas parecido al de una madre, si te fingía algún tipo de afecto o en verdad te lo tenía era algo muy difícil de precisar.

Te miro a los ojos y notaste su inquietud en lo que vio en ellos.- ¿Sindy esta arriba?.- te pregunto y percibiste su preocupación por lo que pudiera haberte contado.

No pudo evitar que apareciera una sonrisa sarcástica al ver la reacción de Veronica, no podía negarse que aquella sensación, ver a Verónica a la defensiva le gustaba, sintió incluso un grado de excitación como siempre que se repetía una situación similar con una mujer. Ladeó unos grados la cabeza y la observó atentamente. Vio la pistola y su sonrisa se volvió peligrosa al ver el arma.

Se acercó un par de pasos más hacia ella saliendo de la parcial oscuridad. Un arma de fuego perdía gran parte su ventaja a distancia cerrada de modo que así se sintió más tranquilo. Continuó con el cuchillo pegado al antebrazo disfrutando con la sensación.

-Veo que los años han pasado para todos Verónica antes mentías mejor- dijo haciendo referencia al comentario sobre su aspecto.

-Pero tienes razón... Varias preguntas. Miró alrededor recordando las voces que llenaban antes aquella casa. -Estoy seguro de que el restó tendrá tantas o más que yo... Sobretodo si no querían que les encontrasen.

Se cruzó de brazos en silencio con muchas preguntas que no tenían nada que ver con sus compañeros. Ya fueran los que venían o no. -He dado bastantes vueltas... Ningún trabajo importante. Desaparecí. ¿Que ha estado haciendo la gran agente del F.B.I? ¿Casada?¿Hijos? No era que le importara pero si la ponía a la defensiva no iba a hurgar en la mierda que había sido su vida aquellos últimos años. Aunque por un momento tuvo la sensación de que se preocupaba realmente de él.

Luego le vio los ojos.

Mentirosa.

Puta Mentirosa.

Tenía miedo, miedo de lo que Sindy le hubiese podido contar.

La sonrisa se ensanchó, de hecho era eso o saltarle al cuello desarmarla y obligarla a decir que le había hecho a la chica. Pero si algo le había enseñado el trullo era a ser paciente. 

-¿Sigue viviendo aquí?- Preguntó con cierta ironía. -No, no está pero tengo muchas ganas de hablar con ella. Sin duda habrá mucho que contarnos. Eso... Eso de que estamos en peligro... ¿Es verdad o simplemente una treta para que vengamos?

Veronica tenia miedo, podías sentirlo, olerlo emanar por debajo de su perfume de flores. Cualquier ser que hubiera visto esa sonrisa tuya lo tendría. La mujer se mantuvo firme en su lugar, erguida y altiva, entendías bien el motivo por el que Shepard se había enamorado de ella. Cualquier otra mujer estaría corriendo o farfullando por su vida, ella no.

- Me ascendieron.- te respondió.- Una bonita forma de sacarme del servicio y encerrarme en las oficinas pero no me quejo.- te enseño la mano, tenia un anillo de boda en su dedo.- Me case el año pasado, es un buen hombre... supongo...- Te confeso dejando entender que lo había hecho por cariño o compañia mas que que por amor.

- No, ya no pienso en tener hijos, no soy ninguna niña. Veronica suspiro profundamente, su tono seguía siendo maternal. Te miro con ternura.

- Eithan, hay una explicación para todo esto, solo dame tiempo para que pueda dárosla. Paso a tu lado y se sentó en las sucias escaleras. Te hizo un gesto para que te sentaras con ella.- Shepard me hablo de Sindy tres días antes de morir, me dijo que si le pasaba algo cuidara de ella. Vine a verla y estaba mal, muy delgada, pálida... no era solo que extrañara a Shepard. Estaba muy enferma, alguien la enveneno Eithan. Yo me vi obligada a sedarla para poder llevarmela de aquí. Hubo que hacerle un lavado de estomago y muchas pruebas. Su organismo es complejo.

Veronica resoplo agotada con solo recordarlo.- Sindy no es una niña corriente, le hacían daño y mordía, daba patadas, se hacia daño queriendo escapar...Hubo que sedarla todo el tiempo y aun así se nos escapo. Se que ha estado pasando por aquí de vez en cuando con la esperanza de encontrar a su "manada" pero yo ya no puedo acercarme a ella, me odia profundamente.- Veronica te sonrio mirandote directamente a los ojos.

- Al menos esta viva. Trago saliva.- Eithan, el veneno del estomago de Sindy era el mismo que encontraron en el cadáver de Shepard. He pasado todos estos años investigandolo en secreto, no fue un ataque al corazon. He descubierto algunas cosas que desearia no haber visto.

Tenia miedo. Bien, eso era bueno. El miedo te hacía débil y te hacía hablar rápido buscando una manera de que el monstruo no se acercara más. La decisión de esperar a contar las cosas cuando estuvieran todos al parecer se había desvanecido y empezó a piar. Probablemente el noventa por ciento sería mentira pero era bueno sentir de nuevo aquel poder. La sonrisa se ensanchó pensando en que a pesar de todo la mujer era buena en lo que hacía, tenía agallas.

Si no hubiera sido así probablemente la conversación hubiera sido muy distinta. Se había ganado el derecho de seguir hablando por el momento. Se preguntó que sabría el maridito realmente de su esposa... Según lo que pasara podría siempre hacerle una visita. Lo bueno del miedo era que te afloja la lengua y te da más motivos para sentir aún más miedo. 

Y ahora se soltaba la lengua hablando de Sindy. Escuchó con atención... Así que la había atado y drogado por su bien . ¿No? Aquello podría ser una mentira preparada desde un principio o la verdad. Se vería más tarde, si era verdad moriría gente, si ella había vuelto por la casa buscándoles... Quizá había una oportunidad. Tuvo el impulso de tocar el bolsillo donde llevaba los dibujos pero se contuvo.

No reveles tus debilidades.

-Si Sindy sigue viviendo aquí la encontraremos.

-La encontraré- pensó para sí. -Pero... Vemos si lo entiendo -la interrumpió mientras las palabras de Veronica iban calando en su mente- me estás diciendo que al viejo Shepard lo mataron. Y que ahora el mismo tipo o los mismos tipos han intentado matar a Sindy... ¿Desde cuando sabías eso Verónica? ¿Años investigando? Parece que alguien no fue muy sincera con nosotros cuando desmanteló todo esto... ¿No crees?

El tono ve voz resultó casual y no movió un músculo aunque por debajo la hiel de cada una de sus palabras demostraban lo cerca de la garganta de Veronica que estaba el cuchillo de Frost.

- Tienes razón, Eithan, no fui sincera con vosotros. ¿Os engañe? Si. ¿Os traicioné? No.- dijo segura de si misma. Se levanto de las escaleras.- Tengo mucho que esplicar pero no voy a pedir perdón por hacer lo correcto.  Sentiste su miedo palpitar en el fondo de su corazón pero tenia las agallas de mantenerse firme y altiva.

- Adam me pidió que cuidara de Sindy, y de vosotros. Por eso estoy aquí esta noche, Eithan. Algunas personas, personas importantes nunca se conformaron con la disolución del grupo, os quieren fuera de juego para siempre y van en serio.

Escuchaste unos pasos en el sotanó, alguien había entrado en la casa usando la misma entrada que tu unos minutos antes.

Frost guardó silencio, el mismo silencio del verdugo antes de dejar caer el hacha. Si Verónica supiera lo cerca que estaba de que le cercenara el cuello estaría corriendo. La pistola no le iba a servir de nada. Quizá era una reacción estúpida, animal, dejándose llevar solo por instinto pero era lo que ardía en su pecho.

Necesitaba matar algo.

Solo estaba ella.

Dio un paso adelante y se detuvo. Algo o alguien abajo, la entrada.

Gruñó.

Centelleó el cuchillo en su mano.

-Entonces les mataré- dijo mientras se fundía en la sombras para ir a buscar a aquel que hubiera entrado. Esperaba que fuera uno de ellos.